(Pintura: Luis Nuñez)
Cerré tranquera a mis campos
sin quererlos recorrer,
apagué mi estrellería
al bolicho me largué.
¡Qué más le queda al paisano
sino el calor de esa aguada!
Teatro, circo, risa, almohada
de vinos y de ginebra,
donde la vida está en quiebra
y el alma está envenenada.
En la raya del camino
es una espera su puerta,
es silenciosa su oferta
y el dueño'e la estantería
se enanca a la policía
con trago y cuentas abiertas.
Por algo se va al bolicho:
por carta, copa o amigo;
pa'buscar un enemigo,
pa'fantasear de cantor,
p'hacer un temple'e primor,
pa'juir de un pensar testigo.
Se va pa'mentir de gusto,
pa'fundamentar tristeza,
pa'olvidarse'e la pobreza,
pa'abrazarse a la ilusión,
pa'pagarle a la reunión
o achicarse en una mesa.
Farol p'alumbrar los vicios,
mostrador de mosca y tierra;
copas que le hacen la guerra
a lo que llaman higiene,
indio pechando al que viene
y criollo puteando ande erra.
Hueso, carta, copa y humo,
sombrero que se requinta,
melena echando su tinta
sobre el charco de una mesa,
una discusión que empieza
y una orejeada que pinta.
Por áhi revienta una apuesta,
se cuentan cosas de estancias,
furias, marcas y distancias,
rodeos y marcaciones,
las gracias de unos patrones
la luz mala'e la ignorancia.
Parece patito'e lluvia
la escupida contra el suelo;
entra enlutado un pañuelo,
sale otro agachándose,
se encuentran mirándose
y hasta en el aire está el duelo.
Perros al lao de los dueños,
rebenques colgaos a sillas,
gente que llega'e las trillas,
rastra que vueltea atascada
con la plata'e las nutriadas
que asegura la presilla.
Al bolichero'e pasada
la bola'el ojo le brilla.
Sardina, galleta, vino,
queso, dulce de batata,
un probarse de alpargatas
y una provista achicada
porque ha ido mal la jugada
y eso lo ignora su ñata.
Templa su queja guitarra,
firuletea un acordeón,
hay que cercar el montón
pararle rodeo a los reales.
Está plagao de mensuales
y está contento el patrón.
-¡Una chamarrita, don!
-¡Metalé polka, Rosales!
El loro del almanaque
mira como riéndose:
"Estamos a fin de mes,
chupen tranquilos los mozos
porque... está crecido el pozo
y hay damajuanas de a diez".
El loro parece un juez
lleno de vidrios vistosos.
-¡Otra vuelta...!
-¡Seis potrillos!
-¡No bautice.. si no es cura!
-Yo vendo bebida pura,
se lo puedo garantir.
Y el loro se echa a reír:
¡Caradura...caradura!
Un pasao que se hace rastra
desoye a los compañeros;
bufa afuera un parejero,
llega en volanta una carga,
y hasta la guitarra alarga
pa'ver pierna, el clavijero.
Balancita trampeadora,
estaño aquerenciador,
desteñido mostrador,
lechera, astucia, madeja,
artimaña'e comadreja
y ojo de carancheador.
Vos empeñás un cuchillo
como bolisqueás mamaos;
tu estómago está curao,
es un buche de avestruz,
y naco que busca luz
allí queda encajonao.
Botones, chafalonías,
cuerdas, bombachas, sombreros,
pilas, focos, liñas, cueros
con anilina teñidos,
un "marca sol" garantido
y a lengua seca, un talero.
De cuando en cuando, un vestido,
y arriba, un picanillero.
Andarivel pa'carreras
de los créditos del pago,
pasteles fondeaos a tragos,
humito de asao constante,
tirás siempre pa'adelante
como morisqueta'e mago.
Cuando todo está en silencio
desconfiao el bolichero
manotea el candelero
y tiembla al lao del cajón,
sudando a cada montón
en un descanso de hachero.
Por una hendija, el lucero
le tira su patacón.
Palenque, manea, coyunda,
reñidero del valor,
taba que calza el honor
en la mentira de un vino,
la excusa del asesino,
la querencia del traidor.
Bolicho, un llanto argentino
cae sobre el mostrador.
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