miércoles, 21 de junio de 2017

Desencanto


(Pintura: Carlos Montefusco)


Me retiro, no hay que ver,
al ñudo son sus halagos,
estos ya no son mis pagos,
los pagos que dejé ayer.
Ansiaba, amigo, golver
pa’ ver mis viejas taperas,
y me hayo con puras eras,
y puras tierras aradas,
y paisanas remangadas
cuidando las sementeras.

¡La gran flauta, que dolor
ver negrear esas cuchiyas
ande antes vide tropiyas
de baguales de mi flor,
hoy solo el guay arador,
el mancarrón aguatero,
el criollito… majorero
que come gofio a puñaos,
y chanchos enchiqueraos
que jieden de lo más fiero.
Los que fueron gramiyales
que daban gusto a los ojos,
se han convertido en rastrojos
tuitos yenos de abrojales;
no hay mangueras ni corrales,
pero no falta el chiquero,
ni el galpón, ni el gayinero,
ni siyas en las cocinas,
porque, ¡ahijuna! hasta las chinas
cambiaron de asentadero.

¿Chinas dije? pues reculo
la espresión; aura el embraje
ha cambiao hasta el pelaje
con ladino disimulo;
¡compañero, hay cada rulo!
¡cada frente de cuajada!
¡cada megiya rosada
como pintada por Dios
con carmín, polvos de arroz
y cebo de riñonada!...

Nada, ¡a volar, a volar!
ni estos mis pagos han sido,
ni el que como yo los vido
los golverá a ricordar.
Voy ande pueda pulpiar
y amañar un redomón,
ande alegren un jogón
gauchos que digan primores,
y hembras que envidien amores
al cebar un cimarrón.

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