miércoles, 12 de abril de 2017

Testamento paisano


(Pintura: Molina Campos)



Señores, mucha atención,
escuchen por un momento
voy a leer un testamento
por demás original.
El paisano Juan Lucero,
antes de estirar la pata,
quiere que toda su plata
se reparta por igual.

Como no tiene familia,
hermanos, tíos ni madre,
ni “perrito” que le ladre,
como se suele decir;
quiere que de su ganao,
su rancho, recao y pingo,
no se haga dueño algún gringo,
cuando lo vea morir.

Diez ovejas y una chancha
le deja a doña Severa,
una vieja curandera
que una ocasión lo curó;
tres chivos y dos carneros
se los deja a don Nazario,
y al compadre Belisario
el pingo y un maniador.

El facón, las boleadoras,
las caronas y un talero
se las deja pal barbero
que en su vida lo afeitó;
tres limetas de ginebra
se las deja á José Larra,
con quien andando de farra,
más de una vez se mamó.

El tirador con diez libras
se lo deja a Teodolinda,
que fue la china más linda
que siempre lo acompañó;
dos bolsas de “mais pisao”
y un kilo de charque seco,
se los deja a Juan Areco
pa’ que coma un buen locrón.

Un par de espuelas a Lucio,
un poncho a Juan Talavera,
y el colchón y la catrera,
a su padrino Ramón;
y no habiendo ya más bienes
concluye su testamento,
y al morir muere contento,
dando un viva a su nación.

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