jueves, 12 de abril de 2012

Tiempo de Antes


A través de su tranquiar
Sandalio Cuevas, en Puán
se jue formando un imán
pa'quien gustase "probar".
Hombre difícil de arriar
y, aunque güen trabajador
a veces, el mostrador
a su genio lo pialaba,
y si no se disgraciaba
mareaba a su contendor.

Y ansina sin provocar
se vió en varios entreveros
con lejanos forasteros
que lo solían rastriar.
Y jue un continuo rumbiar
gambetiando la partida
buscando el hombre a su vida
la paz de un alero manso,
tratando de dar descanso
a su permanente juida.

Pa'l lao del norte'nfiló
a pagos desconocidos
andando por escondidos
cayejones que'ligió.
Pero el destino pechó
al Sandalio malamente
y lo torció de un repente
pa'l "Almacén El Torito",
ande cumplió el hombre'l rito
de bebedor consecuente.

Y dio la casualidá
que parao en un rincón
'taba Genuario Almirón
mal yevao y sin bondá.
Es que su natalidá
-ayá en el Pago de Alsina-
venía de laya ladina
y su fama de taimao,
lo hayó siempre muy raliao
de tuita gente vecina.

Y jue cruzar las miradas
más punzantes que un facón
soltando al punto Almirón
sus sabidas "invitadas":
-"Ya están dos güeltas pagadas
(al pulpero le gritó)
y acá cuando pago yo
naides entra a recular..."
-"Yo, terminé de tomar"
el Sandalio contestó...

Olfatiando un encontrón
pa'la puerta unos rumbiaron
mientras otros se apostaron
como haciendo cayejón.
El Sandalio, mansejón
no dio indicios de peliar
pèro entró a desenvainar
el Genuario y a su paso,
el poncho enroyó en el brazo
encarando en su tranquiar.

Y ya no hubo más que hacer
entre amago' y reculadas,
esquivadas y atajadas
daban pruebas de un valer.
Parecía retroceder
Cuevas en algún momento
y hasta se lo vio algo lento
cuando una ocasión ¡de fijo!
pudo haberle hecho un barbijo
o dejarlo sin aliento.

Pero el de Alsina insistía
y hasta a veces insultaba
a pesar que reculaba
cuando Sandalio quería.
Al ver éste la porfía
muy dentrada en Almirón
como empujao de un envión
lo apuró con los remedios,
y no encontró el otro, medios
pa'parar tal ventarrón.

Lo iba yevando apurao
varios metros del local
y ya contra un ventanal
sucedió un hecho aislao;
Almirón, muy asustao
con una rapidez ¡flor!
charquiando hasta el propio honor
sacó un chumbo y le apuntó,
y Sandalio le asestó:
-"No lo sabía cazador..."

Con semejante respuesta
quedó helao el Almirón
dejando una sensación
de'vitar otra como esta...
-"Amigo, esto no le resta
-dijo Cuevas- valentía
porque usté, aunque podía
liquidarme de un balazo,
prefirió darme'ste abrazo
que's mi mayor alegría...!

(2/1995)

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