(Dibujo: Eleodoro Marenco)
Me duele verla y no verla
la olvido... sin olvidarla:
un momento, es pa quererla
y en otros, pa degollarla.
Es que somos diferentes
anque de plata, parejos;
ella es de ricos ricientes,
yo, de estancieros muy viejos.
¿Pa'qué dentré en est'enriedo?
¡Vaya a saber! El acaso
me indujo a meter el dedo
y se me jué tuito el brazo.
Una herencia colonial
del campo de un bisagüelo,
me arrastró a la capital
pa prienderme en este anzuelo.
¡Suerte linda, y hora mala!
Hoy, enterrao a lo carro
tendrán que sacarme a pala
deshecho y lleno de barro.
Me la priesentó mi tía;
¡era una virgen pintada!
Miel y leche parecía
y un agua azul la mirada...
Donosa, de cuerpo entero,
justa alzada y pelo fino,
cuando hablaba ¡era un jilguero
tejiendo el primor del trino!
¡Como pa juir, jué la cosa!
Las curvas, en almuhadones,
su boca, anchona y golosa
y el seno!... con divisiones!
Horas quedamos charlando
me vide, como entre tules,
encandilao y soñando
bajo faroles azules...
Dando soga, o por desgano
dejó cáir, en agonía,
igual que a un pichón su mano
que halló nidal en la mía.
Aun siento el plumón caliente
de ese pájaro de seda...
¡Tuito se va, redepente,
pero aquél calor me queda!
Me traspasa carne y güeso
con su tibieza lejana...
Será que se quema en eso
mi pobre inocencia humana.
No tardó ni un mes siquiera
que ya estuve a lo gramilla
alfombrando su pollera:
¡uno más pa su tropilla!
Solía andar, que ni entre avispas,
rodiada de mocetones,
bailes, tiatros, lujos, chispas,
y en llamas, las tentaciones...
Dolorido y caviloso
me dijo más de una vez:
"Sos un sapo de otro pozo
que ha llegao mucho dispués..."
Buscá cariño, en lo tuyo,
rumiaba mi pensamiento:
esto es vanidá y orgullo
y lo tuyo, sentimiento.
Con un coraje empriestao,
disparé, largué el Cebruno,
y le ordené al Encargao:
-"No está el patrón pa denguno".
Me puse a pasiarme al sol
como iguana con la siesta,
llevando a lo caracol,
sueños, casa y pena a cuesta.
Y es pa no creer, cierto día,
¡ella cruzó la tranquera!
¡Ella y sola! Parecía
ver dentrar la Primavera...
Sin permiso y sin derecho,
alucinao cuasi loco,
me la emparché contra el pecho
p'aflojarle poco a poco.
Mi escura tapera triste
se me antojó de cristales,
d'esa luz con que se viste
la piedra en los manantiales.
-"Soy yo la que viene a verlo",
me gimió junto a la oreja,
-"cuántas veces quiera hacerlo
oirá mi voz y mi quieja".
Sonó en mi acento, otro acento,
el alma se me hizo hilachas,
y juí un estremecimiento
del pañuelo a las bombachas.
Dichas, sombras, muerte y gloria,
de tuito hablé sin sentido...
Hasta hoy duda mi memoria
si es cierto lo sucedido.
Bajo el ala del sombrero
el pionaje festejaba:
¡Flor de criollo el estanciero,
clavó en lo duro la taba!
¿Y luego? Nada de nada,
pan con grasa, cuentos, mate,
y su "Adiós", como asustada
de haber hecho un disparate.
Cuistión de réirse el asunto;
sola, mi abrazo, el intento,
diba a hombriar, estuve a punto,
y jué al final... ¡humo!¡viento!...
Me vi obligao a mentir:
Puede, que tengan patrona...
No me atrevo a decidir,
es potranca y redomona...
Golvió el Cebruno al tranqueo,
y mi dolor de haber güelto,
p'andar atrás del rodeo
como un mascarita suelto.
Allá de casualidá,
me llegaba el turno a mí...
No es pa contar de verdá,
las vergüenzas que sufrí.
Nunca dio ucasión ni quiso
atenderme seriamente
pa llegar al compromiso
y ahuyentar un poco e gente.
Su vida, es ese bullicio
ande el tiempo se consume,
mezclando virtú con vicio,
licor, tabaco y perjume.
¿Qué podía esperar un criollo
de costumbres tan cuidadas
trompezando en ese embrollo
de escondidas y encontradas?
No debés seguir ansina,
martillaba mi prudencia:
hay que tratarla a lo china
y si se enoja, pacencia.
Total, si juega con vos
es que habrá llegao el caso
de darle gracias a Dios
cortando de un tajo el lazo.
Ansí le diba a tratar
pa dejar de padecer,
pero en cariño, pensar
no es igual que proceder.
La lengua se me hizo un ñudo,
la intención, un aire vano,
habló el pasao, y me pudo
mi nombre gaucho y cristiano.
Anque comentarlo choca,
al dirme, agrandó la herida:
me dio, prendida a mi boca,
beso, aliento, sangre y vida.
Salí, como gallo ciego,
como ternero en la yerra,
trabao, mariao, hecho un "juego"
sin rumbo entre cielo y tierra.
Al rigreso repentino,
tal que carpincho en la arena,
vine marcando el camino
con el talón de mi pena.
Tormento no merecido,
maldición que llevo encima...
¿Qué delito he cometido
que tan hondo me lastima?...
Es que siempre, el hombre güeno,
limpio de alma y de intención,
tiene que tragar veneno
y aprietarse el corazón.
Al vernos cada vez piores,
cansao, siguro, el Eterno,
jundó otro mundo de amores
y el nuestro, quedó pa Infierno.
Será ansí, pues bien mirao,
naide es feliz por completo:
hasta el más afortunao
vierte su llanto en secreto.
Pa un ansia tan desmedida
es corto adimás, el tiro:
se lanza en juria la vida
y se acaba en un suspiro...
Nos pasa lo que al mosquito,
lo aplastan, apenas vuela,
canta, y se abrasa al ratito
en la llama de una vela.
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A qué arar tierra tan dura,
pa qué ser honrao y franco
si la palabra más pura
es sólo un papel en blanco...
Alzo esta cruz en mi güella
y tal que en la suya, el Justo,
me iré desangrando en ella
martirizao, pero a gusto.
Ya eché el Cebruno al potrero
ahura estoy como el carancho,
de uña abierta, en el alero
frente a la entrada del rancho.
¿Se hará nuevamente verde
la Primavera en el alba?
Quién sabe... Güelve, ¡y se pierde!
o un hijo, tal vez, nos salva.