Surcando el dorso leonado
del ondulante pajal
se estira el camino real
sobre el llano dilatado,
y en una altura apostado
como si fuera un vigía,
rompe la monotonía
del horizonte infinito
la silueta de un ranchito
blanqueando en la lejanía.
Pulpería "El Tropezón"
es el nombre que le han puesto,
en el que va, por supuesto.
encerrada una intención,
pues en toda la región
no hay quien no de en ella al fin.
Desde el boleador mas ruin
y el poderoso estanciero
al mercachifle extranjero
o el milico del fortín.
Flameando en el mojinete
izado en una picana
el banderín color grana
mil diversiones promete,
y cual al lugar compete
por su aislada situación
vese además de un zanjón
rodeando el recinto suyo
el consabido mangruyo
para vichar el malón
Junto al galpón, el corral
de palo a pique formado,
y el palenque levantado
frente al rancho principal:
cuyo pobre aspecto es tal
que nadie al verlo creería
que además de pulpería
es posta de la galera
que va de "La Yegua Overa"
al fuerte de Olavarría.
De fogones un enjambre
se ve por doquier humear,
que carne no ha de faltar
a quien arribó con hambre.
De cerda, pluma y corambre
hasta los topes repletas
se alinean ocho carretas,
y unas tropillas rodeadas
junto a las yeguas maneadas
se arremolinan inquietas.
Es un domingo de mayo
esplendoroso y sereno,
la luz del sol baña a pleno
el inmenso campo bayo.
Ocupando todo el playo
bajo los sauces sin hojas,
descansan con cinchas flojas
los buenos pingos traídos,
entre relinchos, bufidos,
y resonar de coscojas.
Todo el criollaje del pago
se encuentra en "El Tropezón",
de suerte que la reunión
causa verdadero halago.
Unos por echar un trago
se han venido de ex profeso,
otros por tirar el "güeso"
y los de más tragaderas,
para ver si en las carreras
pueden ganar algún peso.
Lucen allí sus colores
los ponchos pampas más raros
y osténtase los más caros
facones y tiradores.
Los calzoncillos mejores
muestran su cribo sutil.
Vense chiripases mil
de rico paño merino.
Y más de un sombrero fino
de paja de Guayaquil.
La excelencia pregonando
del amasijo casero,
un mulato pastelero
se desgañita gritando.
Y más allá, demostrando
guardarse mutuo recelo,
callados como en un duelo
varios gauchos en cuclillas
con sus filosas cuchillas
trazan marcas en el suelo.
Tras la enrejada ventana
en donde atiende el negocio,
trajina el dueño y su socio
con porrón y damajuana.
Mientras, en grata jarana
agrúpanse las personas
y a sus voces chacotonas
viénese alegre a mezclar
el metálico rodar
de las personas lloronas.
2
Ya El Tropezón ha quedado
poco menos que vacío
porque todo aquel gentío
en la cancha se ha volcado,
cuando uno recién llegado
de modales altaneros
"Vamos a ver, caballeros"
vociferando propuso
"le corro con este chuso
al que le abaje los cueros".
Con un silencio completo
recibe esto la reunión,
y el gaucho en tono zumbón,
vuelve a repetir el reto
añadiendo: "¡les aceto
cualquier parada, canejo.
Ya ven el pobre azulejo
que aura tengo aquí ensillao,
lo traigo medio aplastao"
porque es un sotreta viejo".
Otro hombre se abre paso
entre la rueda de gente
y dice tranquilamente
sujetando su picazo:
"Le corro, pues, amigazo,
"aunque sé, no vi'a ganar"
mas bien lo hago por probar
este animal tan bellaco
en cuanto a correr lo saco
"se me arrastra a corcoviar".
Ya la apuesta concertaron
los dos a cual mas ladino,
y al costado del camino
los fletes desensillaron.
Ya sus rayeros nombraron
depositando la plata,
dejaron junto a una mata
sus sombreros en el suelo
y ambos se ataron el pelo
con una vincha escarlata.
...................................
Pronto ambos emparejaron
y en haciéndolos picar
a sus pingos a ganar
el tirón se prepararon
en cuanto se acomodaron
el azulejo salió
el del picazo paró
el animal y enojado:
¡Sujete no he contestado!
a su adversario gritó
Este comprendió al momento
que "madrugar" no podía
pues el otro conocía
su intención y estaba atento
así que regresó lento.
Cuando pararon los fletes,
nuevamente como cohetes
los parejeros partieron
y los dos ¡Vamos! se oyeron
lanzados por los jinetes
Se vinieron, y la gente
para no perder detalle
abriose formando calle
en dos filas frente a frente
y en velocidad creciente
avanzan como un turbión
mientras meneando el talón
los mozos sobre los tuses
van casi echados de bruces
espiándose la intención
.....................................
Y cuando en raudo correr
cerca de la raya estaban
y todos ya descontaban
que "puesta" tenía que ser
viose al picazo perder
pìe y cambiar de mano
mientras su jinete en vano
por seguir en la contienda
lo levantaba en la rienda
con esfuerzo sobrehumano
Pero que, ya no hubo caso
fue una "calzada" maestra
y ya no quedó ni la muestra
de la furia del picazo
aprovechando su atraso
el de la trampa apuró
en dos saltos se cortó
y por mas de un cuerpo entero
al caballo forastero
la carrera le ganó
3.-
Ahora en el mostrador
con un porrón a su alcance
comenta a su gusto el lance
muy contento el vencedor
tiene hinchado el tirador
que de vez en vez tantea
en tanto se pavonea
satisfecho de su obra
porque él es hombre que cobra,
y si no cobra pelea
Mas de pronto una advertencia
alguien susurra a su lado
y el gaucho se ha enderezado
barruntando la pendencia
pues poniendo en evidencia
hallarse resuelto a todo
arremangado hsta el codo
y el poncho arrollado al brazo
encáralo el del picazo
y apostrofa de este modo:
"¡Oiga don, salga pajuera"
"venga pa acá; atráquese"
"ya maliciará porque"
"le hablo de esta manera"
"cuando se arma una carrera"
"diciendo libre de pata"
"me parece que se trata"
"de correrla bien legal"
"por lo que aura; tal por cual"
"me va a devolver la plata!"
Quebrándose los sombreros
uno y otro antagonista
corrieron la mano lista
en busca de sus aceros
"que me cuentan caballeros"
"me habrá tomao por ladrón"
"¡Oigan la reclamación!"
el del azulejo grita
agregando "a ver mulita,
ya basta de alegación"
Y con ademán veloz
las dagas desenvainaron
y de firme se cargaron
a punta y hacha, los dos
de una puñalada en pos
viene un quite o un revés
y ya avanzan a la vez
o pierden terreno a trechos
entre el jadear de los pechos
y el resbalar de los pies
Hasta que en una topada
y a todo vigor del brazo
logró entrar el del picazo
con certera puñalada
Se rodeó la paisanada
en torno del gaucho muerto
y a favor del desconcierto
el matador, al tranquito
marchó a esconder su delito
en el pajal del desierto.-