"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
Me dije "un parque en la luna!!" cuando leí: 'Luna Park'. Yo quería ser astrónomo y me metí a'veriguar. Le dije: "¿Puedo pasar?" -"Si abona", dijo el señor. -"¿Cuándo van a cosechar?" -"¿De qué cosecha está hablando?" -"Si uste me habla de 'abonar' seguro va a cosechar!!!".
-"Bueno amigo, métase"... -"Yo quiero ver las estrellas". -"Si pelea en una de ellas seguro que las va a ver". -"¿Qué pelea pregunté?" -¿Vive atrasao el señor?, es un estadio de Box...". -"Bueno a mí no me tutee, si yo no le digo 'Ché', usted no me diga 'Vos'".
Y ahí nomás yo me metí y agarré por el pasillo... -"Boxeador deconocido", dijo uno al verme a mí. -"Ahí está su camarín, ya me lo van a llamar mientras se empieza a probar, agarre ese 'robdechambre'... Le dije: "Si tengo hambre, a naides le va a importar".
Dos tipos todo de blanco me empezaron a amasar. Después me querían calzar unas botas petiteras. Les dije: "yo soy de ajuera y si es que voy a pelear, dejenmé ansí nomás que pa'mi las alpargatas es lo mejor pa' las patas y también para lidiar"
En eso ya me sacaron y me llevaron pa un corral pero antes de llegar otros dos tipos me atajan: Arias y Longo se llaman y de: "Entre las sogas" escuché; "trenzas de tres", yo pensé! -"¿En qué estilo se destaca?" y le dije: "Si no tengo faja con cinto y con tereré".
Me dijeron: "Suerte amigo" y ya me subí al corral. Me senté un banco igual de esos pa ordeñar las vacas. -"Si el de aquél rincón lo ataca", me dijo uno al oído -"cuídese porque es muy juido y téngalo bien presente". Me zampó algo en la boca: me dijo: "pa cuidar los dientes".
En eso sonó un timbrazo, me gritaron: "¡La campana!" yo le dije: "Pa' tu hermana!" queriéndole improvisar y ya pa finalizar, me sacaron el banquito y me quedé sentadito en el rincón donde estaba y un señor ya me contaba hasta ocho despacito...
-"Había si'o flojo el paisano", me dijo como cargando, -"ya se anda desparramando sin que me lo hayan tocao". Ahí me puse colorao: -"Peleo aquí y ande cuadre, lo que pasa, ché compadre, con estos globos en mano estoy más desorientao que Adán en día e la madre.
Y ya me le fuí al humo desparramando tortazos. Me recibió un derechazo de un tipo vestido igual, que aquél protector bucal me lo tragué sin cereza -"¡¡Saque la mano!!!", gritaron y yo acaté con certeza: saqué la mano pa' atrás y casi quedé sin cabeza.
No se cómo aguanté tantas trompadas seguidas por eso juré en mi vida subiría a ese corral. Y si yo voy al Luna Park entro con mucho cuidado me quedo bien alejado para ver como otros dos mozos se quedan todos morbosos y yo tranquilo y sentado.
(Homenaje a la abuela "Tana", gran recitadora de la familia).
Tuve una vida bichoca por boraciar por demás fui estudiante enloquecido, otra vez fui capataz. Mas con mi cuerpo enmohecido y de granos bataraz, vengo juntando experiencias para con ellas payar cosas que en mi querencia naides jue capaz de hablar.
Primero les via a decir lo que en mi pago ocurrió: mi madre que se parió, cuatro machos de verdad. Cuenta que mi papá, después de estos charabones desistió en sus intensiones de una pequeña tener, mas con esas peticiones rezó a Dios y jue mujer.
Pedro Alberto fue el mayor para que si alguna vez fuera de su parecer intentar un sucesor llevara como su abuelo, hombre de gran corazón el nombre Pedro, primero como pasara hasta hoy, y luego que su apellido fuera el consabido Hardoy.
Mas si por esas pasara que el primero no dejase de él ninguna decendencia, ya sea por deficiencia o por meterse de monje, resulta que a su otro hijo Fernando Pedro llamó, para que si se casara el nombre Pedro incertara a cualquier hijo varón.
Por esas dudas nomás cuando nació su tercero le metió Martín primero, y Pedro le sucedió. Dejó de ser orejano para pasarse a llamar Martín Pedro un heredero que no tratase e frenar esta sucesión de 'pedros' que jue avanzando voraz.
Pero en el cuarto embarazo mi madre desenvainó un muchachito flaco, fuerte como un león, de que por la tradición que se aplicó en sus hermanos Luis Pedro el viejo llamó a su pequeño pichón y ya quedaban los cuatro con ese nombre varón.
Y después de cuatro cardos que nacieron pa'l deber, resulta que fue a nacer la regalona del grupo. Era una rosa de lujo de nombre Isabel María, era una nueva vida que de a poco germinó y así les dimos las gracias: a Jesucrito y a Dios.
Matiando yo en mi cocina abrigau junto al fogón, mi china en un rincón desplumaba una gayina. Derrepente se ilumina todo el rancho alrededor; yo que soy buen tirador me calzé y atropeyaba, cuando vi que aterrizaba un gran plato volador.
Se bajó un flaco elegante me dijo: "no quiero guerra, vengo a conocer la tierra y sus gauchos habitantes". Lo hice pasar pa'adelante por hay se me hizo entender: "Tu señora quiero ver... quiero tener relaciones", ¡Fíjense las intenciones: meterse con mi mujer!.
Su melena era ondulada y su cuero cascarudo yo creo que andaba desnudo, sus coyunturas sonaban. Las aspitas bien arquiadas y era medio jorobau, siempre lo tenía a mi lau queriéndome conquistar: "a mí me vas agarrar, por más que sea adelantau".
Lo invitamos a cenar y se quedó complacido; de tan lejos había venido, no lo podíamos yenar. Lo hubieran visto mascar con esos dientes grandotes, se chupaba los bigotes con la grase que chorriaba, las gayetas que pasaba enteras por el gañote.
Después se quiso acostar le estaba atacando el sueño muy contento y muy risueño a mi cama se fue a echar. De un salto lo hice parar manotiando mi cuchilla, se la puse en las costiyas y le grité al poderoso>: -"no te la des de gracioso y acostate en tu casiya".
Hay se me puso a yorar y se empezó a retorcer. Me dijo: -"No puedo creer que me vayas a despreciar, igual me voy a arreglar tengo muy buena intención. Siempre habrá un buen corazón que me sepa comprender. Yo duermo con mi mujer y vos te vas al galpón"...
-"Mirá marciano avivau!", le grité con voz bien fuerte "jugarte la vida o muerte de acá salís achurao". Casi me caigo sentau en el medio de la cocina cuando una voz suave y fina me dijo como a un hermano: -"Yo no soy ningún marciano, soy 'marciana femenina'.
Hay mi vida campechana me vengo avivar recién... ¡Qué lindo en luna de miel disparar con la marciana!. Pero se hace la macana... yo no dejo a mi mujer, primero tengo que ver la marciana en su planeta si me cuelga la gayeta ¿cómo se hace pa'volver?
Tú sos la china campera Que alegra la tierra mía Sos la dicha de mis días Sos la criolla verdadera Sos de mi rancho cumbrera Alero de mi galpón Y también sos el horcón Que sostiene la enramada Y sos la flor colorada Del ceibo del cañadón
Sos la fresca madrugada El alerta del chajá Cinta de mi chiripá y mi golilla bordada bota de potro sobada cinturón de mi culero sos mi poncho dominguero sos trenza de mi arriador rastra de mi tirador barbijo de mi sombrero
Sos el gancho de mi apero bocao de mi redomón Sos chaira de mi facón Cuando carneo con cuero Manija de mi talero Puntera de mi carona Rodaja de mi llorona De mi rebenque sotera De mi guitarra campera Sos la prima y la bordona
Tú sos el grito del tero Que viene desde el bañao Y sos el mango lustrado De mi facón caronero Sos el collar de mi arriero Caldera de mi fogón Y sos el clavel punzó De la vincha de mi frente Y también sos la corriente Del arroyo juguetón.
Sos el frondoso sauzal Que con el viento se mece Sos el rosal que florece Con el sol primaveral Sos el verde totoral En el estero tendido Sabia que cuida su nido Desde que el sol se levanta Sos la aurorita que canta En el ceibo florecido
Por fin sos china querida El rumbo de mi destino Sos el sol en el camino Del trayecto de mi días Tú Sos la dicha dormida Alivio de mi dolor Sos consuelo de mi amor Sos la noche, sos el día Sos la pena y la alegría Del alma de este cantor.
De mis andanzas de croto
tengo mucho que contar
y les puedo asegurar
que he caminado a lo potro.
Dificulto que halla otro
con una destino tan fiero
por eso señores quiero
que conozcan sin sonrojo
a una tropilla de piojos
que invade mi cuerpo entero.
Tengo un piojo panza blanca
por el lao de las costillas
y tengo un piojo testerilla
mesmo en el medio del anca.
Ocasiones que ando en tranca
se me da por hacer rodeo
y ´ansina es que los veo
a toditos rejuntados:
la pucha que me han picao
mis piojos que tanto quiero.
Aquerenciao bajo el brazo
tengo un piojo tobianito
que me pica despacito
porque está bichoco y flaco.
tengo un pangaré que es zarco,
tengo un piojo cenisiento,
me pica en este momento
y no lo puedo aguantar
¡juay pucha! piojo piojoso
ya me las vas a pagar.
Y cerquita de la costilla
tengo una yunta de ruanos
estos piojos son hermanos
y vienen de buena cría...
Se me pegaron un día
que estube en un calabozo,
con ellos ando orgulloso
porque pican suavemente
dificulto que halla gente
con piojos tan cariñosos.
Y detrás de la rodilla
tengo un lobuno tisnao
y un overito rosao
que es todo una maravilla.
Bien pegao a la costilla
tengo un piojo qu'es azulejo:
es de todos el mas viejo
piojo de mucho picar,
cuando lo voy a matar
me da lástima y lo dejo.
De color indefinido
tengo piojos a granel
andan todos en tropel
de la nuca hasta el ombligo
a veces ando aflijido
porque son como un enjambre
y yo que soy de poca sangre
pá poderlos mantener,
que grande es mi padecer
cuando los veo con hambre.
Cencerro al verte colgao como motivo de adorno, veo un tiempo sin retorno en tu silencio entablao. Por el progreso enjaulao, pájaro de los caminos, al no escuchar más tus trinos se me hace al paso que vamos que cuanto más avanzamos somos menos Argentinos.
Ayí tu bronce pulido nuestro pasao se refleja que tranco a tranco se aleja reseriao por el olvido. Mas si por áhi un tañido se te'scapa de repente, los recuerdos dando el frente rodean tu trayetoria y entra'agarrar mi memoria trayendolós al presente.
Te veo cuando resero con yuvia, soles o escarcha ir siempre abriendo la marcha con tu sonido rumbero. No hubo pago forastero ni quedó "güeya" orejana y en esas noches que gana el desvelo sueños idos, por un cielo de mugidos me traías la mañana.
Fuistes pa'mis redomones corral de alambre segura luna clara en noche oscura y sol en las cerrazones a veces fueron tus sones como el alerta de un tero, cuando algún piyo cuatrero quiso arriarme la tropiya o del pajal a la oriya salió algún zorro mañero.
No se si por ofendido o por matar la rutina al cambiarte de madrina también cambiabas sonido. Lo mismo, eras conocido al rumbiar pa'la querencia, aumentando tu estridencia eras en la güeya larga: un clarín tocando a carga contra malones de ausencia.
Hoy tu existencia es ocaso de una jornada cumplida tu vida, como mi vida se van yendo paso a paso... Y cuando el silencio al raso ayá en la yanura acampa al gaucho, historia y estampa lo siento morir, ¡barajo! al no latir tu badajo en el pecho de la pampa.
Y me quedé en la tranquera
como mirando..., mirando...
A veces una tapera
encierra mucho paisano...
...............................
Hice volver la memoria
a los años que pasaron
y me dibujé en los ojos
lo que antes juera este rancho.
Con sus paredes de quincho
todas pintadas de blanco,
un caminito 'e ladrillos,
florcitas en los costados;
el horno de boca grande
y las glicinas trepando...
¿Qué se hizo de aquella higuera
que le daba sombra al patio?
¿Dónde estarán las masetas
con malvones colorados?
De allí juimos a la escuela
en aquél petiso bayo
que aunque era medio mañero
nunca dejó de llevarnos.
El que arisqueaba al pasar,
la escarcha de algún pantano
por más que mi hermano en ancas
lo apurara taloneando.
El yuyo, el pajonal
y también algunos cardos,
han cubierto allá en el suelo
el jardín, formando un cuadro.
Y se ha borrado la estrella
justo en el medio del patio
de botellas enterradas,
de cerveza marca:"Chancho"...
No está el aljibe a roldana
con su brocal y los tachos
donde tanto me asomara
pa mirar el agua abajo
y la veleta que había
en la cumbrera girando
que un día puso el agüelo
pa' cuando el viento haga un cambio...
Ya no veo ni siquiera
el alambre del costado
donde colgaba los cueros
de liebre, bien estaquiados...
Hasta que pasara el turco
pa' darlos a cualquier pago.
No está el camino al molino
entre los yuyos marcado,
ni la bomba del chiquero,
ni aquél cachorrito blanco...
Me acuerdo de aquella vez
que me pelié con el Juancho
por el nidito de hornero
que en la troja había quedado.
¿Y pa qué? ¡Y pa qué si igual que al nido
que quedara abandonado,
le vino a pasar lo mismo
con los años, a este rancho.
¡Qué linda era la vida,
esa que estoy recordando:
andar siempre a media rienda
todos los rumbos del campo...
Atracar a la lechera,
juntar juego, así con marlo
o encontrar algún nidal
medio perdido, entre el pasto...
Tumbar alguna perdiz
al tirarle un alambrazo
o rumbear pa la laguna
antes de entrar el verano
y juntar algunos huevos
de gayaretas y patos...
O echar agua en una cueva
que el peludo hizo escarbando...
Buscar los huevos de tero
o dar de mamar al guacho...
¡Qué linda era aquella vida!
¿Pa' qué diablo habrá pasado?
..............................
Y me quedé en la tranquera
como mirando...mirando...
A veces una tapera:
encierra mucho paisano.
Bajo el ombú corpulento,
de las tórtolas amado,
porque su nido han labrado
allí al amparo del viento;
en el amplísimo asiento
que la raíz desparrama.
Donde en las siestas la llama
de nuestro sol no se allega,
dormido esta Santos Vega,
aquel de la larga fama.
En los ramajes vecinos
ha colgado, silenciosa,
la guitarra melodiosa
de los cantos argentinos.
Al pasar, los campesinos
ante Vega, se detienen;
en silencio se convienen
a guardarle allí dormido;
y hacen señas no hagan ruido
los que están a los que vienen.
El más viejo se adelanta
del grupo inmóvil, y llega
a palpar a Santos Vega.
moviendo apenas la planta,
Una morocha que encanta
por su aire suelto y travieso,
causa eléctrico embeleso
porque, gentil y bizarra,
se aproxima a la guitarra
y en las cuerdas pone un beso.
Turba entonces el sagrado
silencio que a Vega cerca,
un jinete que se acerca
a la carrera lanzado;
retumba el desierto hollado
por el casco volador;
y aunque el grupo, en su estupor,
contenerlo pretendía,
llega, salta, lo desvía
y sacude al payador.
No bien el rostro sombrío
de aquel hombre mudos vieron,
horrorizados sintieron
temblar las carnes de frío.
Miro en torno con bravío
y desenvuelto ademán,
y dijo: "Entre los que están
no tengo ningún amigo,
pero, al fin para testigo,
lo mismo es Pedro que Juan".
Alzó Vega la frente,
y le contempló un instante,
enseñando en el semblante
cierto hastío indiferente.
"Por fin, dijo fríamente
el recién llegado, estamos
juntos los dos, y encontramos
la ocasión, que éstos provocan,
de saber cómo se chocan
las canciones que cantamos".
Así diciendo, enseñó
una guitarra en sus manos,
y en los raigones cercanos
preludiando se sentó.
Vega entonces sonrió,
y al volverse al instrumento,
la morocha hasta su asiento
ya su guitarra traía,
con un gesto que decía:
La he besado hace un momento".
Juan Sin Ropa (se llamaba
Juan Sin Ropa el forastero)
comenzó por un ligero
dulce acorde que encantaba.
Y con voz que modulaba
blandamente los sonidos,
cantos tristes nunca oídos,
cantó cielos no escuchados,
que llevaban, derramados,
la embriaguez a los sentidos.
Santos Vega oyó suspenso
al cantor; y toda inquieta,
sintió su alma de poeta
como un aleteo inmenso.
Luego, en un preludio intenso,
hirió las cuerdas sonoras,
y cantó de las auroras
y las tardes pampeanas,
endechas americanas
más dulces que aquellas horas.
Al dar Vega fin al canto,
ya una triste noche oscura
desplegaba en la llanura
las tinieblas de su manto.
Juan Sin Ropa se alzó en tanto,
bajo el árbol se empinó,
un verde gajo tocó,
y tembló la muchedumbre,
porque echando roja lumbre,
aquel gajo se inflamó.
Chispearon sus miradas,
y torciendo el talle esbelto,
fue a sentarse, medio envuelto
por las rojas llamaradas.
¡Oh, qué voces levantadas
las que entonces se escucharon!
¡Cuántos ecos despertaron
en la Pampa misteriosa
a esa música grandiosa
que los vientos se llevaron.
Era aquélla esa canción
que en el alma sólo vibra,
modulada en cada fibra
secreta del corazón;
el orgullo, la ambición,
los más íntimos anhelos,
los desmayos y los vuelos
del espíritu genial,
que va, en pos del ideal,
como el cóndor a los cielos.
Era el grito poderoso
del progreso, dado al viento;
el solemne llamamiento
al combate más glorioso.
Era, en medio del reposo
de la Pampa ayer dormida,
la visión ennoblecida
del trabajo, antes no honrado;
la promesa del arado
que abre cauces a la vida.
Como en mágico espejismo,
al compás de ese concierto,
mil ciudades el desierto
levantaba de sí mismo.
Y a la par que en el abismo
una edad se desmorona,
al conjuro, en la ancha zona
derramábase la Europa.
Que sin duda Juan Sin Ropa
era la ciencia en persona.
Oyó Vega embebecido
aquel himno prodigioso,
e inclinando el rostro hermoso,
dijo:"Sé que me has vencido".
El semblante humedecido
por nobles gotas de llanto,
volvió a la joven su encanto,
y en los ojos de su amada
clavó una larga mirada,
y entonó su postrer canto:
"Adiós luz del alma mía,
adiós, flor de mis llanuras,
manantial de las dulzuras
que mi espíritu bebía;
adiós, mi única alegría,
dulce afán de mi existir;
Santos Vega se va a hundir
en lo inmenso de esos llanos...
¡Lo han vencido! ¡Llegó, hermanos,
el momento de morir!"
Aún sus lágrimas cayeron
en la guitarra, copiosas,
y las cuerdas temblorosas
a cada gota gimieron;
pero súbito cundieron
del gajo ardiente las llamas,
y trocado entre las ramas
en serpiente, Juan Sin Ropa
arrojó de la alta copa
brillante lluvia de escamas.
Ni aun cenizas en el suelo
de Santos Vega quedaron,
y los años dispersaron
los testigos de aquel duelo;
pero un viejo y noble abuelo,
así el cuento terminó:
"Y si cantando murió
aquel que vivió cantando,
fue, decía suspirando,
porque el diablo lo venció".
Cuando la tarde se inclina
sollozando al occidente,
corre una sombra doliente
sobre la pampa argentina.
Y cuando el sol ilumina
con luz brillante y serena
del ancho campo la escena,
la melancólica sombra
huye besando su alfombra
con el afán de la pena.
Cuentan los criollos del suelo
que, en tibia noche de luna,
en solitaria laguna
para la sombra su vuelo;
que allí se ensancha, y un velo
va sobre el agua formando,
mientras se goza escuchando
por singular beneficio,
el incesante bullicio
que hacen las olas rodando.
Dicen que, en noche nublada,
si su guitarra algún mozo
en el crucero del pozo
deja de intento colgada,
llega la sombra callada
y, al envolverla en su manto,
suena el preludio de un canto
entre las cuerdas dormidas,
cuerdas que vibran heridas
como por gotas de llanto.
Cuentan que en noche de aquellas
en que la Pampa se abisma
en la extensión de sí misma
sin su corona de estrellas,
sobre las lomas más bellas,
donde hay más trébol risueño,
luce una antorcha sin dueño
entre una niebla indecisa,
para que temple la brisa
las blandas alas del sueño.
Mas, si trocado el desmayo
en tempestad de su seno,
estalla el cóncavo trueno,
que es la palabra del rayo,
hiere al ombú de soslayo
rojiza sierpe de llamas,
que, calcinando sus ramas,
serpea, corre y asciende,
y en la alta copa desprende
brillante lluvia de escamas.
Cuando, en las siestas de estío,
las brillazones remedan
vastos oleajes que ruedan
sobre fantástico río,
mudo, abismado y sombrío,
baja un jinete la falda
tinta de bella esmeralda,
llega a las márgenes solas...
¡y hunde su potro en las olas,
con la guitarra a la espalda!
Si entonces cruza a lo lejos,
galopando sobre el llano
solitario, algún paisano,
viendo al otro en los reflejos
de aquel abismo de espejos,
siente indecibles quebrantos,
y, alzando en vez de sus cantos
una oración de ternura,
al persignarse murmura:
"-¡El alma del viejo Santos!"
Yo, que en la tierra he nacido
donde ese genio ha cantado,
y el pampero he respirado
que al payador ha nutrido,
beso este suelo querido
que a mis caricias se entrega,
mientras de orgullo me anega
la convicción de que es mía
¡la patria de Echeverría, la tierra de Santos Vega!
Como en el campo la flor de incomparable belleza a que da naturaleza su fragancia y su color, así nace el payador que a la calandria remeda porque, cuando le hacen rueda imita al pájaro aquel, alzando el canto como él cuando canta en la arboleda...
Flor que presta amenidad y del campo su ornamento, destello del pensamiento brillando en la oscuridad; bardo que en la soledad alza su voz inspirada, remedo de mucho y nada, mezcla de acíbar y miel, genio que busca oropel para su gloria soñada...
Ritmo que a un tiempo atesora como en un copioso raudal, el eco del vendaval y el trino de ave cantora; cuerda que ríe y que llora con la misma vibración, latido de un corazón que siente dichas y penas, conjunto de horas serenas y de violenta pasión.
Él canta cuánto se encierra de la Patria en la extensión, y en amena descripción las costumbres de su tierra; el pinta el bosque y la sierra, el arroyuelo y el río; las lágrimas del rocío que seca el viento fugaz y al guacho diestro y audaz que monta el potro bravío.
Él sabe, cantado amores, darle a su voz la ternura con que el arroyo murmura, cuando acaricia las flores; y si cantar los rigores quiere del bien a que adora, tiene su voz seductora que suena como un lamento, el melancólico acento de la tórtola que llora.
Él tiene el eco potente de sonora catarata cuando su labio relata las hazañas de un valiente; él canta con su voz doliente la ausencia del bien querido; y hace llegar al oído, si narra vengado ultraje, como el rugido salvaje del león que se siente herido...
Con intuición de poeta y las alas de su anhelo remonta a veces su vuelo a la mansión de un planeta; él a reglas no sujeta su inspiración ni su idea. Él canta lo que desea, lo que siente, lo que estima... porque solo, canta y rima como el pájaro gorjea.
Lleva entre el poncho escondida la guitarra quejumbrosa con que se canta a la hermosa los pesares de la vida; ese instrumento en que anidan como esencia de su ser los recuerdos de su ayer, su tristeza y su alegría, el cariño o la falsía del amigo y la mujer.
El es quien con sus canciones hace al paisano gozar, el que consigue animar la ramada y los fogones; el alegra las reuniones en las yerras y carreras, el que pasa las tranqueras sin permiso del patrón... y libre como el halcón cruza montes y praderas.
El que del gaucho matrero cuenta la vida pasada, y la tapera olvidada donde ocultó el parejero; las hazañas del guerrero los pesares de la ausencia, y la cruz que, en la eminencia, señala la humilde fosa del que en la lucha gloriosa murió por la independencia. ............................................. En el día del payador (23 de julio) un homenaje a los que payan...y a los que les gusta escucharlos. Saludos del gauchoguacho.
(Foto: Eduardo Amorim)
Solo, al verte jubilao,
estás sin tu compañera
que jue siempre la estribera
viviendo a vos abrazao.
En la vitrina o colgao
-según grado de importancia-
en un museo o la estancia
te ha guardado algún paisano,
porque sumó al artesano
que se supo dar prestancia.
¡Qué lujos se dio el platero
filigranando a buril!
ya de frente o de perfil
dende'l tiempo del brasero,
En suela, el talabartero,
se lució en las iniciales
¡y qué trabajos manuales!
cuando de aspa se te hizo
cosas que yo sintetizo:
en joyas artesanales.
De fierro y algún metal
creaciones en el primero
a veces, de aquél herrero
dando vida'l material.
Pero el indio jue genial
porque con poco se ideó
lo que luego el gaucho usó
como juera el de pichico,
simple, livianito y chico
y "pampa" se lo yamó.
Con cuero doblao también
estribando ansí con eso
que hizo el trabajo del güeso
a dos dedos y muy bien.
De cajón, que no se ven,
de madera y bien labraos
los "tromp 'e chancho" yamaos,
por último los pateros,
que'n la mano de sogueros
terminaban retobaos.
¡Y qué hermosa tu función!
que's ayudar a subir
y al apiarse, permitir
evitarse un revolcón.
Además ¡qué sensación!
de estar sereno y altivo
cuando montao, yo percibo
que de verme'n un apuro,
ayí me siento seguro
usando bien el estribo.
Al no poderte alcanzar
en un tronco o alambrao
atracan al ensiyao
muchas veces pa' montar;
pero hay quien te suele usar
como número tercero
y te guarda bajo el cuero
pa' que naides vea la treta,
escondiendo tu silueta
porque no sos del apero....
A mí me gusta estribar
cuasi, cuasi con la punta,
y bien pareja la yunta
cuando termino 'e cinchar.
Y ya pronto pa' montar
es ayí cuando recibo
ese beso sugestivo
que a diario me da mi "amada"
tras la última chupada
del amargo del estribo.
La pucha si vos sabrás del tema de carcular...! y a lo mejor estudiar pudiste, hasta ayí nomás... Muy pocas veces errás en la leña a consumir y hasta podés deducir según como sople el viento, si más ligero o más lento y a qué hora podrá salir.
Si grande o chico cortao, menudencia o embutido, no te ve desprevenido ni tampoco "el emplumao". Lo mesmo si va ensartao o si cuadra, hasta con cuero... su condición de matero no le impide vigilar, pues nada se va a quemar ante un ojo tan certero.
Si te habrás quemao las cejas con los grados de calor...! y el aplauso al asador se vio empañao por dos quejas... ¡Malhaya!costumbre vieja... de alguno desubicao que a tuito le'ncuentra el lao negativo de la cosa. ¡Y ni un pétalo de rosa pa'l que tanto ha trabajao!
Del humo que habrás tragao ni recordarlo, mejor y es en vos como un sabor ese perfume impregnao. ¡Cuánto tendrás renegao con la leña humedecida...! Y tu pala, ennegrecida se ha gastao de tanto andar, junto al palo e maniobrar entre la brasa encendida.
Ansí es amigo asador... otros yevan los laureles, saben mucho de papeles pero poco de calor. Yo que soy tu almirador dejo un saludo genuino con éste, mi humilde trino y mi aplauso resonante es pa'decirte: ¡Adelante... gran asador argentino!
China me andás provocando
como mamao al pulpero
y haciendo arder el yesquero
que está mis ansias quemando.
De más ya te vas confiando
y el día menos pensao
lo vas a encontrar cambiao
al que por zonzo has tenido:
toro manso, embrabecido
no rispeta el alambrado.
Has escaseao el percal
con que aura ya casi nada,
andás de lujo ensillada
cortándote en el pegual.
Livianita y liberal
sos de la antojo, la chuza,
y no te falta una excusa
si no es un descuido al menos
pa' que te espíe el relleno
que te hace punta en la blusa.
A veces como olvidada
de que estoy sentao enfrente,
en forma casi imprudente
tenés la pierna cruzada.
Y si encontrás mi mirada
que tu mirada no esquiva
la risa entonces se aviva
entre tus labios carnosos
y aunque algo bajás los ojos
la pierna subís pa arriba.
El otro día al pasar,
casi oscuro, pa'l arroyo
me dijiste:-"venga Goyo,
así me enseña a nadar"...
Yo te dejaba pasar
como una broma cualquiera
pero entonces, salamera,
dijiste con intención:
-"No desperdiciés chambón,
que el churrasco es de ternera".
¡Pucha digo!, yo no se
ni cómo quedé parao
de alegre y abatatao
cuando tal cosa escuché.
Pero ni bien reaccióné,
y juí a pegarte un abrazo
vos saliste como hachazo
gritando entre carcajadas:
-"¡¡No hagás partidas erradas,
que con tu chuzo no hay caso"!!.
Pero aura tené cuidao
que ande menos lo pensés,
va cair la taba al revés
perdiendo lo que has gano.
Lo que de mí te has burlao
vas a pagar con usura,
te vi'a cobrar tu diablura
sin que tengas más arreglo
que convidarte pa'l pueblo
y hablar los dos con el cura.
Así como lo oye prienda, dicen que el país esta pobre, que hay que administrar el cobre, y estirar el patacón, primera vez que los criollos, andan tasando el centavo, y perdigando el conchabo, para ganarse el jornal.
He léido en una gaceta, de que en el extranjero hay guerra, y el murmullo de la yerra, obra en nuestro patacón, penetra en los aposentos, escarba en el fondo del alma, y nos sale del corazón.
Las cosas suben y suben, todo vale con exceso, lo que no vale es el peso, esta en mengua su valor, con lo que antes se compraba, el mejor par de alpargatas, hoy redoblando la plata, no se compra ni la peor.
Hoy vale cualquier zaraza, lo que antes valía la seda, pues con el papel moneda, compra la mitad de aquel, sube el metro, sube el kilo, la yerba, el pan, el fideo, peso que entra al menudeo, es pasto del mercader.
Hacen como el boticario, que compra yuyaje criollo, sauce, malva, raíz de pollo, barba de choclo y cedrón, el compra montón por bolsa, pero lo vende a romana, cobra por una tisana, lo que le costó el montón.
Hay que aminorar el lujo, y desgringar la moda, desarrancar con la poda, todo lo gringo importado, sentir el gaucho en el alma, "Argentina" la voz llena, que por dentro y que por fuera, se viva argentinizado.
1.
Quisiera haber vivido mucho tiempo antes,
en nuestra hora prima,
en nuestro día madre,
sólo para conocerte,
gaucho que cantabas con toda la sangre,
con todos los pájaros libres en la boca,
como ya no canta nadie,
nadie en el mundo,
nadie, nadie.
Quisiera haber vivido
en tu primer instante,
antes de la entrega de la pampa,
antes del encierro de los árboles.
Haber vivido en el alto mediodía
de tu lance.
Haber corrido tu mañana,
desandado tu tarde,
ambulado tu ocaso tras la voz
del caracol del mate.
Río blando de boca,
para orillar, errante,
y un puñal en el cielo,
hecho de estrellas,
cada noche, al echarme.
Un puñal, una cruz,
donde pensar en alguien.
Quisiera haber vivido
en tu día grande,
el del rastreo de la libertad,
la selva por delante.
Mía tu doma;
mío tu duelo salvaje;
mío tu oído en la tierra;
míos tus ojos en las altas aves.
Haber tenido tu pulso
para la sed, para el hambre.
En la boca sin miedo,
ante el desierto,
tu grito penetrante.
Quisiera haber estado en todas las pulperías
junto a la guitarra amante
- voz, cintura y entrega
de mujer entrañable-;
en todas las pulperías,
sólo para esperarte;
sólo para abrirte cancha;
sólo para gritar ¡qué cante!
sólo para oírte cantar;
sólo para verte ir, libre, a cualquier parte:
la luna en tus virolas;
en tu cuchillo el sol que nace;
en tu pañuelo al cuello, enjugada,
la sangre.
Mía tu luz en la cara;
mía tu esgrima en el aire;
mío tu numen;
mío tu arte.
Antes del encierro de la aguada,
donde, entre junco y ave,
alguna vez te proyectó el ocaso,
montado y con amante.
Antes del alambre con uñas,
desgarrador de carnes.
Yo no tendría ahora
este dolor cobarde.
Dormiríamos juntos,
bajo la tierra madre.
2.
¡Gaucho!
Gaucho que estás en todas partes,
en la tierra, en los árboles,
en toda pisada de caballo,
en todo vuelo de ave...
¡Gaucho de la Cruz del Sur,
sobre la pampa grande!
Las piernas entre ramas,
los ojos anhelantes,
desmontados andamos
de tu coraje,
sin cuchillo, sin lazo,
por amarillas calles.
Viento ladrón de libertad y honra
metido en los trigales.
¿Dónde la voz que diga "¡Por aquí!
en nuestra amarga tarde;
dónde la voz de valeroso rumbo
que nos enanque
y el ala del sombrero
otra vez nos levante?
Fuerza que se ha alejado de nosotros,
por la mañana, ¡hágase!
Vénganos otra vez,
¡Oh gaucho!, tu coraje.
Vénganos tu conciencia del deber.
Vénganos tu arranque.
Tu cuchillo de fuego.
Tu altivez. Tu donaire.
Tu canto de jilguero.
Tu baile.
Tu corazón de niño.
Tu ángel.
¡Vénganos sobre el campo,
por el aire!
Hijo de algún confín de la llanura
Abierta, elemental, casi secreta,
Tiraba el firme lazo que sujeta
Al firme toro de cerviz oscura.
Se batió con el indio y con el godo,
Murió en reyertas de baraja y taba;
Dio su vida a la patria, que ignoraba,
Y así perdiendo, fue perdiendo todo.
Hoy es polvo de tiempo y de planeta;
Nombres no quedan, pero el nombre dura.
Fue tantos otros y hoy es una quieta
Pieza que mueve la literatura.
Fue el matrero, el sargento y la partida.
Fue el que cruzó la heroica cordillera.
Fue soldado de Urquiza o de Rivera,
Lo mismo da. Fue el que mató a Laprida.
Dios le quedaba lejos. Profesaron
La antigua fe del hierro y del coraje,
Que no consiente súplicas ni gaje.
Por esa fe murieron y mataron.
En los azares de la montonera
Murió por el color de una divisa;
Fue el que no pidió nada, ni siquiera
La gloria, que es estrépito y ceniza.
Fue el hombre gris que, oscuro en la pausada
Penumbra del galpón, sueña y matea,
Mientras en el oriente ya clarea
La luz de la desierta madrugada.
Nunca dijo: soy gaucho. Fue su suerte
No imaginar la suerte de los otros.
No menos ignorante que nosotros,
No menos solitario, entró en la muerte.
..Viene rodando de lejos el diablo de la tormenta,
¡Con el viento de aparcero, no hay nada que la detenga!
...¡Malhaya la noche fiera!... Puro viento y puro barro,
y esta garuga finita que dentra como escarbando!...
¡Pión tropero!... ¡Lindo uficio!... ¡No haber nacido chimango...!
....¡Hopa!...¡Hopa!...¡Vaca!...¡VAca!... ¡Que el patrón me está esperando
y ande nos pare la yuvia, capaz que me sale echando!
...A veces pa'no rabiar, ni pienso que ando tropiando!
Pa'olvidarme que soy pobre, cierro los ojos y canto...!
¡A la luz del rejucilo, lucen de plata los charcos!...
...¡Santa Bárbara Bendita!¡Qué noche!...¡Ni se ve el campo!
¡Pa mejor con la garuga no puedo ni dir pitando!
...¡Uijajajajayy!!....¡¡Y que yueva... que pa algo tengo cabayo!!
¡Ande se aparte un noviyo, vaya mandinga a buscarlo!
...Cuando me junte la plata, yo también tendré mi campo.
Se me hace que la esperanza es igualita a esos charcos,
...viven un rato de yuvia...¡pero su suerte es de barro!
¡Cosa fiera nacer pobre!... Se nos va en sueños el tiempo...
¡Valgalé que quedan güeyas pa'dir gastando el silencio!
...¡Oiga, patrón!...¡Si no escampa, capaz que se áhuga un ternero!
(pensar que con tanta plata no ha hecho "vaca" con San Pedro!)
...¡Que yueva pa'que renieguen los ricos...¡Yo no reniego!
Tengo el corazón surcido, y si raibo tengo miedo
que se descosa la achura, me salga el indio de adentro
y entre a cobrar injusticias a punta de caronero!
...¡Uijajajayy!!¡Pa'lo que me hace el viento y el aguacero...!
Yo voy contando las leguas... el patrón cuenta los pesos...
¡A la'hora de rendir cuentas, los dos seremos lo mesmo!
...(Al que se aburre tropiando, le ha de faltar pensamiento,
¡porque mire que hay pavadas en que dirse entreteniendo...!
Siempre que me hago perdiz, a golpes y tropezones, me arrastro por los rincones como gaucho con lombriz; hincho a veces la nariz olfateándola de lejos, y en los campos desparejos, me voy como en cuesta abajo, arisqueándole al trabajo como los matungos viejos.
Como chimango pal cebo, soy ligerón cuando amago, me caliento con un trago y hasta mamarme me atrevo, si no pago lo que debo, es que estoy acreditao, en los tientos del recao, van mis maletas y abastos, ¡lo que yo llevo en los bastos de algún modo me han cobrao!
¡Si habré forcejiao al ñudo, seguidor como la hormiga, y siempre a media barriga, encuevao como el peludo! Pobre como indio clinudo, mesmo que lo fue mi tata, andando a salto de mata, por cuasi encepo mi cuero: el zorro va al gallinero y a veces, deja la pata...
Y aunque soy medio mañero y no me gasto en partidas y soy pa las zambullidas como pato lagunero; y al cortar lindo mi acero, ultrajes nunca perdono, una noche que el encono me cegó en un entripao, quedé negro y arrugao igual que verija 'e mono...
Su querencia es el pago "Los ayeres", pago inmenso,comarca de comarcas. Desde alli viene,pero el gris del Tiempo no empolvo su guitarra: La sabe abrillantar de soles nuevos no renunciando
a lunas ya pasadas; y luciernagas jovenes tachonan como estrellas el cielo de su caja. Nomade,trashumante,peregrino, sin que su siempre andar jamas lo haga forastero de pueblo ni de siglos, llega,se va y retorna,como el agua, con carta blanca de ciudadania, porque "Canto" es el nombre de su patria. No viene huyendo de ningun progreso; viene a su encuentro ,y no con una lanza sino con la extendida mano tibia para desearle muy feliz llegada. Memorioso,"actualista" y adivino, crecio para ser tronco y echar alas; y,oriundo y aparcero de preteritos, menciona los presentes y mañanas. Gesto pleno gestado en plena gesta, que se mantuvo cuando las tacuaras en lugar de caduco semilunio por fin lucieron aguijon de plata. Gesto que se conserva cuando el musculo deja sitio a las maquinas, cuando los naipes dan espacio al libro para flores de luz,mejor cantadas. Gestos que otros veran cuando las cosas aun lejanas sean ya lejanas; porque ya los oidos del futuro captan su voz altisima...y la llaman ! Tiene una novia que se llama Vida cuyo insomnio no entorna la ventana para premiar con besos noche a noche, los ramos de su eterna serenata. Nadie canta mejor,aunque no tenga cuerdas de ruiseñor en la garganta, ni existen arpas magicas que suenen mas claras que su rustica guitarra. Payador:todo el barro del Planeta se hace nido de hornero entre sus ramas. Abel Soria.De su nuevo libro:"QUe yunta pa una cinchada"
Perdóneme, mamá... se me va en aprontes
este antojo grande de escribirle un verso.
No es de aúra; hace añares que ando dando güeltas
pa' poder ponerle música al silencio.
Y escribo unas cosas que parecen lindas
y cuando termino de escribir... ¡las ruempo!
¡áhi queda la pila de papeles rotos
yenos de escrituras que no dicen cierto!
¡Y me dentra rabia!... Tan fácil que se hace
quererla, mi mamá, con el pensamiento,
y tanto me cuesta yevar las palabras
al brete ande encierro mi tropiya 'e versos!
¡Perdóneme, mamá!... No tiene palabras
el amor de su hijo... ¡purito silencio!
¿Pero no es más lindo saber que el cariño
por grande y projundo, no dentra en un verso?
Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra. Cómo haré para que sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y mía. Cómo se toca tu carne de aire, tu oloroso tacto, tu corazón sin hambre, tu silencio en el puente, tu cuerda quinta, tu bordón macho y oscuro, tus parientes cantores, tus tres almas, conversadoras como niñas. Cómo se puede amarte sin dolor, sin apuro, sin testigos, sin manos que te ofendan. Cómo traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos, guitarra; mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos. Cómo entregarte todos esos nombres y esa sangre, sin inundar tu corazón de sombras, de temblores y muerte, de ceniza, de soledad y rabia, de silencio, de lágrimas idiotas.
Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa. Hoy por la tarde anduvo, entre papeles, averiguando cómo he sido, cómo ha sido mi vida, cuánto tiempo perdí, cómo escribía cuando había verduleros que venían de las quintas, cuando tenía dos novias, un lindo jopo, dos pares de zapatos, cuando no había televisión, ese mundo a los pies, violento, imbécil, abrumador, esa novela canallesca escrita por un loco. Hoy anduvo la muerte entre mis libros buscando mi pasado, buscando los veranos del 40, los muchachitos bajo la manguera, las siestas clandestinas, los plátanos del barrio, asesinados, tallados en el alma... Hoy anduvo la muerte revisando mi abono del tranvía, mis amigos, sus nombres, las noches de café Montevideo, las encomiendas por la Onda con olor a estofado, revisando a mi padre, su Berreta, su Baldomir, revisando a mi madre, su hemiplegia, al Uruguay batllista, a Aristides querido, a mis anarcos queridos bajo bandera, bajo mortaja, bajo vinos y versos interminables... Hoy anduvo la muerte revisando los ruidos del teléfono, distintos bajo los dedos índices, las fotos, el termómetro, los muertos y los vivos, los pálidos fantasmas que me habitan, sus pies y manos múltiples, sus ojos y sus dientes, bajo sospecha de subversión. Y no halló nada... No pudo hallar a Batlle, ni a mi padre ni a mi madre, ni a Marx, ni a Aristides, ni a Lenin, ni al Príncipe Kropotkin, ni al Uruguay ni a nadie. Ni a los muertos Fernández más recientes... A mí tampoco me encontró... Yo había tomado un ómnibus al Cerro e iba sentado al lado de la vida. Pasé frente al Nocturno y la vida había pintado unos carteles. Pregunté en una esquina por la hora, y en la bolsa del hombre que me dijo la hora iba la vida, junto con su almuerzo... Hoy dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas... Y la noche entrará por todas las ventanas de mi casa, por todas las ventanas de todo el barrio, por todas las ventanas de todos los cuarteles y de todas las cárceles, por todas las ventanas de los hospitales... La noche entrará, cabeceando, saltará para adentro, sombra a sombra a la luz del farol... Y se echará en el piso como un perro... Y aguardará hasta la madrugada... Hoy... Dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas, para siempre... Mi corazón está mejor situado que mi casa. Mi casa, más cercada que mi barrio. Mi barrio, cercado por mi pueblo. En mi barrio vive el Presidente, cercado por un muro casi derrumbado.
Temblando, con el frontal partido con el marrón, por el marronero, cae sobre sus costillas, pesada como un mundo, la res. Cae con estrépito, de bruces sobre el cemento... Balando al descuajarse su osamenta, ya sólo un pobre costillar enorme, ya sólo un pobre cuero y sangre, media tonelada de huesos astillados, hincados en toda esa vida temblorosa y atónita. Ahí se va alzando, como un pesado pingajo, atrapada por la pata por un gancho que le salta arriba, que la alza por un hojal abierto en el garrón de un cuchillazo en plena estupidez sentimental, en plena media tonelada de monstruoso dolor, incomprensible, absurdo, balando, plañidera y tonta, como un escarabajo que no piensa, mientras medita lentamente por qué duele tanto y por qué duele qué parte de quien es ella misma, la res, abierta al descuartizamiento atroz por todas partes, que nunca habían dolido y que eran tantas partes, tan extensas... Y que pastando nunca había dolido... Haciendo leche, esperma, músculos, crin y cuero y cornamenta viva, que eran la vida misma manando hacia sus adentros, vibrando tiernamente como un sol cálido hacia sus adentros... Y nunca habían dolido... Ya está colgada... Las patas delanteras se enderezan, se endurecen y avanzan hacia adelante y hacia arriba, implorantes y fatalmente rígidas, rematadas en cortas pezuñas que hace un instante amasaban el barro del corral, el estiércol de otros cien balidos, Dinosaurios del siglo de las máquinas, nacidos para morir de un marronazo... Ahora ya es carne azul colgada en la heladera: Uruguay for export... Aquella res, que murió de un marronazo, cayó y tembló todo el frigorífico. Aquella otra res que recibió el marronazo en plena frente, de dos dedos de espesor, mientras entraba al tubo desconfiando porque allí no había pasto, alcanzó a comprender que había otra res delante, balando, que ya se la llevaba el gancho. Y cayó detrás, también, y el cemento tembló bajo esos huesos... Aquella otra res, que esquivó el marronazo y que cayó también, con un ojo reventado una guampa partida, deshecha, también cayó y tembló la tierra, tembló el marrón, tembló el marronero; la res, murió temblando de dolor y de miedo... De un marronazo en plena frente for export del Uruguay.
En la punta del agua, una flor blanca, luminosa, de quince dólares, se hace chispa, se abulta, se diluye, chorrea entre otras flores más pequeñas, llora, se agita, la catapulta en chorro de agua y sube como bola en el aire..Está naciendo siempre, mientras el agua canta en esa fuente de la boite... Entre aplausitos, al compás de la orquesta, blanda flor blanca, acuosa, nostalgiosa en el aire... Subida en los aplausos como espitada, hendida, empitonada... Gime y llora en la noche, tira estrellas bailando bajo el humo, renace, llora por el chorro azul-blanco de la fuente como si fuera planta que la cría -y que no es- y sin embargo, así seguirá abriéndose, muriendo, hinchándose y flotando, mientras dure la noche, su belleza infantil de ingeniería, su blando corazón bajo el foquillo fijo y lechoso. El gringo, el chorro de agua a precio, el aire de importación, esas hembras, el mozo, esos señores.
Hace un buen rato ya que doy trabajo y vengo acostumbrándome al desuso de mi alma, a la razón del enemigo, a mis sesenta cigarrillos diarios, a las malas costumbres de mis canciones, que de algún modo siempre fueron nuestras, vos lo sabés, guitarra negra... Hoy reanudo en un cómico enderezo la hora de ayer parada en su nostalgia. Me hacen sufrir las alas que me puse para volar, mas grito y se alzan, gimo y me acompañan, río y baten de a dos, como que están amándose y se odian, sin embargo mis dos alas se odian, se enderezan, se hacen amigas mías para llevarme por todas partes: allá está la canción, aquí la nada... Más allá el pueblo y más acá el amor. Pero el pueblo está también más acá... Y antes estaba allá también, detrás del pueblo el pueblo. Hemos viajado por todos mis caprichos y el pueblo hozando el piso, amándose con alas como las mías... Odiando su destino, odiándome y amándome sin alas, con millones de pies, con manos y cabezas y lenguas... Y sus mil bocas dicen: "Ahora, la suerte ya está echada..."
La mariposa viene hacia mí en la calle, en el aire húmedo, por el aire húmedo bailando, por el aire agobiante, ominoso, bailando en el aire caliente. Y yo vi que no era a mí a quien buscaba sino a la muerte... Y que no buscaba la muerte también vi, porque no era mariposa de la cudad de hierro, ni nacida para eso, sino que era mariposa nada más, en la ciudad, presa y ya muerta de antemano, fatalmente. Buscando en ese bailar loco y frágil un ala, un grano, una pizca de polen en el cemento. Porque la mariposa nace y no aprende nada hasta que muere en cualquier sitio, herida de muerte por su semana justa, por su tiempo preciso, por su sórbito de vida ya bebida. Eso no es tan triste... Triste es ver su cadena de huevos en el hollín, depositados junto a un río de aceite, a la sombra de las altas paredes de cemento... Su cadena de huevos de seda... Hago falta. Yo siento que la vida se agita nerviosa si no comparezco, si no estoy. Siento que hay un sitio para mí en la fila, que se ve ese vacío, que hay una respiración que falta, que defraudo una espera. Siento la tristeza o la ira inexpresada del compañero, el amor del que me aguarda lastimado. Falta mi cara en la gráfica del pueblo, mi voz en la consigna, en el canto, en la pasión de andar, mis piernas en la marcha, mis zapatos hollando el polvo. Los ojos míos en la contemplación del mañana. Mis manos en la bandera, en el martillo, en la guitarra, mi lengua en el idioma de todos, el gesto de mi cara en la honda preocupación de mis hermanos.
Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra, guitarra negra... Dice Enrique, mi hermano, que hay cierto perro hundido que se lame mansamente y nos lame, lamiéndose, una herida quieta allá al fondo, sentado en su escalón. Y dice más mi hermano el otro Enrique, en Praga. Dice que amarte con certeza, hacerte enteramente hembra, darte lo que de vida tengan mis urgencias será amar más y más a Jaime; amarlo, más de veras... Por su alma, su propio perro mordedor bajo el garrote, el cable, el puñetazo, la bolsa de arpillera, el plantón y el insulto. La olvidada mejilla que no ponen ni él ni nadie a golpear... Sino con hambre y Rita y José Luis, con Gerardo y Raúl y Rosa y Sara y Mauricio... Y por todos nuestros muertos. Y he sabido, guitarra, que este otro perro que criaste, ladrador, campesino, a veces manso o vigilante, que roe su propio hueso en la penumbra y gruñe, cual casi todo perro popular, vagará por tus anchas veredas, tus milongas sangrantes, hasta morir también, tal vez un día, de soledad y rabia. De ternura. O de algún violento amor: de amor, sin duda.
"Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música..." Jorge Luis Borges
"La pampa, señor, es como la serpiente..., lo magnetiza al hombre, lo encanta y lo adormece, y al fin se lo devora". (G.E. Hudson)
Visite al Gauchoguacho en...
Estancia "La Brava"
Pampa
Madre. Horizonte. Soledad. Llanura franca al sol que sólo sabe de tu curva...Cuna, sepulcro y sustento. Creadora del gaucho afirmativo, del caballo amigo de la distancia, del puma escondido y del chajá ascendente. Pretexto de vagabundas ansias de partir sin meta...¡Tú que das resignación al pequeño, empampado de infinito! Ricardo Güiraldes.
El hombre nacido en la pampa tiene todo el cielo y todas las estrellas que parece que se le vienen encima. Tiene las primeras luces del sol a la mañana y las últimas del anochecer. El horizonte es la primera abstracción para el hombre, ya que es una línea que se ve pero que no existe, porque en la medida que avanza, se aleja más. Nunca va a encontrar el horizonte, sin embargo está ahí. Entonces el canto de ese hombre es reflexivo, intimista, profundo, como asombrado por la grandeza de la inmensidad. (Suma Paz)
"La pampa con su mutismo imponente y su monotonía tan característicos, predisponían poco a la locuacidad. -'El campo es tan lindo, me decía cierta vez un gaucho, que no dan ganas de hablar" Leopoldo Lugones
Paisajes
Pareciera que se agacha la huella del horizonte, y uno se pierde en el monte hasta hallar una lomada. La tierra parece nada y en ella se afirma el hombre.
Presentación
De n'antes
De ranchos y taperas
Pa'la moza
Sucedidos
Oficios
Nuestros paisanos los indios
Cosas del campo
Baguales
Jenofonte dice que al andar a caballo se siente la necesidad de que a uno le crezcan alas... Así el caballo resulta no sólo maestro del músculo sino también del alma... El caballo educa, rige al hombre y le da una filosofía propia. La filosofía de un jinete es distinta a la de un caminador...En el caballo se aprende la vida. Sobre su cabeza nace la lejanía y entre sus cascos se fatiga la tierra. A todo el que va jinete en su caballo su soledad lo acompaña. (Eduardo Jorge Bosco). ..................................................................................
A un domador de caballos
"Cuatro elementos en guerra forman el caballo salvaje. Domar un potro es ordenar la fuerza y el peso y la medida: Es abatir la vertical del fuego y enaltecer la horizontal del agua: poner un freno al aire, dos alas a la tierra..." (Leopoldo Marechal)
Juiiira perro
Bichos de mi tierra
De chacota.
Canto con jundamento
Viva la Patria
Aquí me pongo a cantar
Cruz diablo
"He dicho muchas veces que aquí recibí mis primeras lecciones de abismo y de absoluto.
El cielo me las dió, me las dió la llanura abierta y desmesurada. (Olga Orozco).
Pero yo he vivido libre
y sin depender de naides
siempre he cruzao a los aires
como el pájaro sin nido,
cuanto sé lo he aprendido
porque me lo enseñó un "flaire".