Dejá de lao ese porrón e caña
que no es rimedio pa curar heridas,
y en vez de aliviar el corazón, lo sangra.
¿Que estás triste y dirrotao de alma?
¿Que yorás por la traición de la julana?
¿Que beyaquió con tu cariño santo
cortando el alambrao de tu esperanza?
Yo también yoro por dentro al verte ansina
arrimao al mostrador chupando caña.
Embretándote en el pecho por la indina,
dolor amargo misturao con rabia.
No tomés hermano; haceme caso.
Dejalo al mostrador; vení pa casa.
Haceme caso, vení que ayá en el rancho
te está esperando la que nunca engaña.
Eso es; ansina. Dame el brazo.
Tomá el pañuelo y te secás las lágrimas.
Que aún nos queda un cariño que no juye.
¡Ayá en el rancho, está espérando mama!
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