Al llegar la deschalada
varias cosas se renuevan,
y uno prepara los cintos
con pedazos de arpillera.
Se pueden hacer de lona,
de cuero crudo, de suela;
con unos ganchos seguros
pa'que aguante la maleta,
donde se sabe enganchar
colocada entre las piernas
que no es fácil de arrastrar
una vez que está repleta.
Pero uno necesita
y la miseria atropella,
una lucha 'e cuatro surcos
para que valga la pena.
El deschalador pulido
de tantas chalas abiertas,
que desnuda las espigas
que caen dentro'e la maleta,
y hay varias bolsas vacías
que están esperando atentas,
pararse entre los surcos
con la ganancia'e la siembra.
Hoy seguro no se ve
¡quién arregla una maleta!
y si se habla de una "lucha"
piensan que es una "pelea".
Y la "lucha" son los surcos
que uno marca como melga.
Las chalas con las heladas
se ponen ásperas de veras
y va gastando los dedos
hasta sangrarte las yemas;
que con unto y grasa'e iguana
en pocos días se arregla.
Seguro entre surco y surco
está crecida la maleza,
donde está el "manca-potrillo",
el chamico y otras yerbas,
por más que tengas cuidado
¡seguro que te chucea!
Y ahí la grasa de gallina
pasa a ser la mejor ciencia,
pa sacarte las espinas
que hasta el güeso te lancean,
y te duele hasta el "tutano"
pero el patrón, ni se entera.
Y él solo piensa en su rancho,
que su familia lo espera,
y lejos tiene que andar
cual golondrina viajera;
pa'poder hayar conchabo
en otras tierras ajenas.
Porque en el pago, señor,
siempre el trabajo escasea.
Y el que quiere vivir bien
no debe cruzar las piernas,
y hay un refrán conocido
que "todo el que busca encuentra"...
Y así pasa el cosechero
bien mojado hasta la pera,
y al llegar al campamento
los "buenos días" trompieza,
en un mate que ahí adentro
tiene muy poquita yerba.
En un guiso sin fideos,
media dura la galleta,
tampoco tiene tabaco
como pa que se entretenga;
pero un programa en la radio
le alivia un poco las penas.
Y al pasar la temporada
lo van a encontrar de vuelta,
comprando lo que hace falta
después de pagar las cuentas,
o hacercarse hasta el boliche
con las pilchas domingueras;
o con toda su familia
alrededor de la mesa,
después de una temporada
regresa a su querencia,
cotento porque ha traido
buena plata de la cosecha.