Palenque, al verte plantado
como pechándolo al viento,
te comparo a un monumento
injustamente olvidado;
es que sos de aquél pasado
donde el valor fue estandarte
y aunque hoy pretenda taparte
un yuyal alto y tupido
no te hará sombra el olvido
mientras yo pueda cantarte.
Desde un tiempo muy distante,
por mil cosas superior,
vos fuiste del domador
sereno y mudo ayudante;
te recia estampa garante
firmeza, humildad, coraje
y en el campero paisaje
representás con nobleza,
la colosal fortaleza
que es herencia del gauchaje.
Y aunque el progreso te deje
al irse de sobresalto,
desde allá, de lo más alto,
la Cruz del Sur te protege;
el tiempo, adversario hereje,
a mí también me soslaya
y al ir llegando a la raya
al final de la partida,
quisiera atarte mi vida
para que no se me vaya.
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