"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
En la estancia "La Enramada",
después que murió el patrón,
un día llegó un camión
a cargar la caballada
del viejo Zenón Almada
que fue antiguo domador.
De los domaos, lo mejor
lo mandan al sacrificio
y a tantos años de oficio
ya nadie le da valor.
Bayos, zainos, azulejos,
tobianos y gargantillas,
orgullo de esa tropilla:
todos domaos por el viejo.
Fueron al tacho, ¡canejo!
mejor dicho al matadero...
¡La pucha! los herederos
fueron vendiendo de a poco
lo que no hacía ni loco
el finao Juan Cruz Lucero.
Como añorando el pasao,
después que se fue el camión,
en la puerta del galpón
quedó un cencerro colgao;
por allá dentro un recao,
entre bosales y cueros,
tan solo quedó "el Nochero"
que por descarnao y viejo
dijo el comprador: "Lo dejo...
no sirve pa'l matadero".
"El Nochero" bichoqueando
se llegó hasta la alambrada
y de cabeza levantada
quedó a lo lejos mirando.
Relinchó un poco, escarbando
en un rincón del potrero
y al no ver sus compañeros
en su instinto de animal,
volvió de nuevo al corral
entre un griterío de teros.
Divisó la polvadera
que a lo lejos se veía,
llevando los de su cría
quizás a tierra extranjera.
Parao junto a la tranquera
quedó un instante sumiso
y cuando la noche se hizo
en aquél corral a oscuras
quedó quieta su figura
como clavao en el piso.
Al otro día temprano
está de nuevo ensillao
y aunque anda un poco desviao
de las manos y de las patas,
hasta que viejo y tobiano
se muera allá donde acampa
y al ver caída su estampa
entre caranchos y teros
quizás yo, como "el Nochero",
muera solito en la pampa.
Expulsao del paraíso
salió Adán con su mujer;
no pudieron retener
el bien que habían perdido:
siempre el pecao ruempe el nido
de aquello que va a nacer.
Y aunque el castigo era grande
era más grande el amor
que les tenía el Señor;
y al verlo en tanta ruina
en su clemencia divina
les prometió un Salvador.
Dos hijos llegaron pronto
y empezó a poblarse el mundo;
jué un alegrón projundo
en aquél vivir severo;
Caín se llamó el primero,
y Abel el que jué segundo.
Crecieron los dos muchachos
sin dar motivo de queja;
formaban una pareja
ande el hermano mayor
risultó un agricultor
y el menor pastor de ovejas.
"Los hermanos sean unidos
porque esa es la ley primera",
pero si dentra cualquiera
a quererlos separar,
se viene abajo el hogar
como una vieja tapera.
Y en Caín dentró la envidia
culebriando al corazón;
y por una distinción
del Tata Dios para Abel,
se levantó contra él
y lo achuró en un rincón.
Qué pena me da, amigazo, ver al hombre que entuvía lleva en el alma la cría de aquella mesma culebra que a la unión en dos la quiebra y acaba con la armonía. Y con sangre de su hermano el agricultor Caín regó la tierra el muy ruín, cosechando de esta suerte el llanto, dolor y muerte que hasta hoy no tiene fin.
Hoy les ruego silencio;
simplemente
hoy les pido silencio, porque debo
en esta noche celebrar guitarras.
Nada más que guitarras.
La primera será la de don Mauro,
-allá por los verdes de la infancia-
don Mauro de múltiples oficios;
habitualmente carpintero, a veces
perseguidor de pumas,
cazador de quirquinchos y vizcachas,
o sacristán, por veces, en el coro
de las capillas serranas;
yo dormía en su poncho, duro poncho,
-suave de manos de mujer puntana-
escuchando brotar de las bordonas
pañuelos, pañuelos y pañuelos
con pétalos de zamba.
Cierta vez en un pueblo
de la sierra que dicen La Quebrada,
cantaba Crisóstomo Quiroga,
detrás de una guitarra,
le faltaba una cuerda,
y sin la cuerda,
me obsequió una tonada
con este cogollo que me duele
sobre la oreja musical del alma:
«Poeta Agüero que viva
cogollito de cardón,
yo lo quiero porque dice
cosas de su corazón».
Cuando Manuel Cornejo se moría,
en su pago natal de Piedra Blanca,
presintiendo la muerte, y su reclamo
de búho a la distancia,
llamó a su amigo Rudecindo Cuello,
para decirle, ronco:
-Vení con la guitarra,
porque siento la muerte que me ronda,
y quisiera escucharla,
con el último resto de mi oído,
hasta que apunte el alba.
Don Rudecindo obedeció a Cornejo
y trajo la guitarra,
se arrodilló en un pardo cojinillo
a los pies de la cama,
y tañía y lloraba
y lloraba y tañía
a los pies de la cama;
la eternidad afuera traducía
los silencios de un tala.
Yo conozco los ranchos de los cerros,
las taperas de la pampa,
el corazón del pobre,
y el cuarto triste de una sola cama,
donde no hay puerta,
lámpara,
sonrisa,
nada,
ni siquiera la silla para el huésped,
ni tenedor ni cuchara,
pero allí he visto yacer
sobre la única almohada,
con cintas en el cuello
como una muchacha
dormida y desnuda
la guitarra.
El Chocho Arancibia
una mañana
golpeó la puerta
de mi antigua casa,
me traía canciones sobre el pecho,
me trajo su guitarra:
¡»Camino de carros»...
Mañanitas de Merlo»...
»Caminito del Norte»...
Él las cantó, las dijo;
yo no le dije nada.
Solamente guitarras.
Nada más que guitarras.
Yo no la quiero árabe,
no la quiero española,
no la quiero en los teatros,
donde aplauden manos
con las uñas pintadas,
no la quiero en la Radio
porque suena
a dinero de feria y propaganda,
porque yo la quiero
modesta y humilde como un palo,
como una simple tabla,
como el mortero rural, o la batea
como el mortero, sí, como el mortero
en cuya boca ancha
se muelen las uvas de la Cueca,
el maíz de la Zamba,
y el trigo natal y comunero
que después será pan en las tonadas.
Don Crisanto Lucero cierta noche
quiso cruzar un vado del Conlara.
Entre los truenos y los rayos
de la tormenta de color de azufre,
y las violentas aguas;
su caballo era negro y en la noche
parecía un demonio
de crines enlutadas;
don Crisanto traía por delante,
sobre el apero de gozar domingos,
su mujer: la guitarra.
Y esto fue lo que vieron esa noche
los levantados hombros del Conlara:
un hombre solo hundiéndose en la muerte,
sobre el caballo de su amor de gaucho,
con las manos frenéticas alzando,
hasta la última ola de agonía,
para que no se ahogara
su mujer: la guitarra…
Aquí digo ese ataúd de música
que navega el Conlara.
Nada más que guitarras.
¿Y tu guitarra, Laura?
La pequeña guitarra que vendiste
por monedas una tarde en Larca,
entre la luz del aire con bumbunas
zorzales y cigarras
para pagar tu viaje hacia la muerte
donde esperaba sin saber tu amante.
Pero, ¿estás muerta, Laura?
¿Tu materia de luna se ha disuelto?
Solamente hay un muro con un clavo
donde cuelga sin ojos
y sin manos
la pequeña guitarra.
Jofré y Heredia son puntanos,
serenos constructores
de sonoras guitarras,
las fabrican de sueños,
las tejen de la nada
con rezagos de mesas inservibles,
con restos de antiguos ataúdes,
y sin embargo prontas
a cualquier resonancia.
Solamente guitarras.
Cuando el sábado enarbola:
las banderas del Vino.
Las guitarras
iluminan la noche desde Quines
hasta Buena Esperanza;
trepen a cualquier árbol,
asciendan a cualquier lomada,
podrán distinguirlas, invisibles,
más allá de las huellas del camino;
millares de guitarras,
nada más que guitarras...
Mejor morir en sábado
si queremos la muerte festejada.
Cada cosecha parten
los braceros puntanos,
a caballo
en camiones,
en vagones de carga
como otra bolsa más,
van al maíz,
al trigo,
a la vendimia,
a soportar los filos de la chala,
el mordisco sutil de la mazorca,
las ofensas del cardo, la urticaria
de la arpillera burda sobre el hombro,
y la lepra del amo
que les muerde la espalda.
Y sin embargo, luego, en los galpones
infernales de zinc, se recuperan
tañendo y soñando las guitarras.
Desde las cuerdas tensas
les sube, celeste, hasta la cara
una brisa de valles, que les dice
los cerros morados, el arroyo
donde sauces inventan la esperanza,
las venerables piedras amarillas,
los ranchos de adobes, la ternura
de los techos de paja,
y niños, más niños, otros niños,
detrás de mujeres solitarias.
Por un instante sienten
la libertad zumbar como una abeja,
o volar por el ámbito cerrado
como una golondrina equivocada.
Don Alonso Gatica, el «tartamudo»,
tenía un caballo, una montura,
el desamor de su amor,
y una guitarra;
diez mil lunas lo vieron en la noche
al pie de una ventana,
como ante el marco de un retrato oculto,
entonando la misma serenata;
comenzó cuando joven y ya era viejo
la noche aquella del gendarme torpe
que destripó a sablazos su guitarra;
lo mandaron a Oliva, encadenado
contra los hierros de una cama blanca.
-Murió de amor (rezaron las comadres).
-De amor por su amor y la guitarra.
Una noche saldré por la provincia
sin más compañía que estos Digos
que ayudaré a decir a la guitarra;
no llevaré más baqueano que mi instinto
de resero y calandria,
y caminaré caminos asfaltados
donde ruedan los autos de los ricos
que parecen los padres de las vacas,
recorreré las huellas de los carros
orilladas de tónico poleo
y díscolas viznagas,
y treparé senderos de caballo,
atajos de majadas,
las rutas que saben los mineros,
los pastores,
las cabras.
Y dondequiera se hermanen y reúnan
puntanos y puntanas,
les cantaré la guerra que proclamo,
esta guerra de paz que nos permita
conquistar la mañana,
incendiar la pobreza y los harapos,
quemar los maderos carcomidos,
decapitar el rencor, o fusilarlo,
derrotar heredados egoísmos,
sanar a los niños que agonizan
porque la leche falta,
repatriar a los jóvenes que parten
en trenes de sombra hacia ciudades
donde la vida es una muerte larga,
y romper los embrujos de la Sed
liberando los pájaros del Agua,
que duermen debajo de nosotros
prisioneros de rocas planetarias.
Para esa guerra tengo
-en un baúl sin llave-
la bandera guardada,
y el manuscrito de una copla vieja
que será la proclama;
y en otro baúl con cerradura
-para el grito guerrero
y la rapsodia- una verde guitarra.
Y ahora les pregunto:
- ¿Y la otra guitarra,
la que guardo
entre pecho y espalda?
¿La que tiene cordaje masculino
y diapasón de alma?
La guitarra interior que sólo siento
cuando abrazo silencios de la almohada?
¿Esta otra secreta,
la mía,
la guardada,
es que no vale
nada?
¿Y no puede volar hasta el poema
a ser también como una flor de fuego
en las últimas ramas?.
Aquí la muestro ahora,
es mi retrato, el rostro
que repite el espejo en la mañana,
aquí la muestro ahora,
esta hecha de sangre palpitada,
de madera de sueños,
de vísceras rosadas,
de música y destino,
del amor que me sobra,
del rencor que me falta,
de soles siempre nuevos,
de lunas apagadas,
de soledad,
de muerte,
de sombra de palabras...
Pero ¿es que no vale
nada
mi secreta guitarra
y no puede subir hasta nosotros
como suben las otras esta noche
de siderales fiestas y fragancias?.
Que este Digo los cubra, como cubre
con su sombra de abuelo el Algarrobo,
mi cuna de ayer en Piedra Blanca.
Canta el gallo en su corral
y por eso se cree güeno;
pero el hombre, más sereno,
sin perderse en el barullo,
debe cantar en el suyo
lo mesmo que en el ajeno.
No copés paradas chicas
malgastando tu fortuna;
abordá la suerte en una
como mi cencia lo aborda.
Banca juerte y china gorda
no se me pierde ninguna.
En ganándole el tirón,
no hay animal pescuecero,
persuadilo al ventajero
que en el misal no hay responso:
pa'verlo correr al zonzo
hacele creer que es ligero..
Un clavo saca otro clavo,
un amor saca otro amor;
por bravo que sea el dolor
que a padecer te convide:
no hay pena que no se olvide
con otra pena mayor.
La guitarra y la mujer
las hizo Dios pa'tocarlas,
pero si querés usarlas
sacándole buen sonido:
no vas a echar al olvido
que primero hay que templarlas.
Pa'confesarla a una china
tu sentimiento sincero
no te mostrés palabrero
ni en floreas te perdás,
ninguno le dice más
que el que le dice: "te quiero".
Piensa muy mal el que piensa
que otros no saben pensar
y se emperran en negar
las bondades que otros hacen:
donde hay yeguas, potros nacen
y de un par, sale otro par.
Verseadores por versear,
vuelta a vuelta los encuentro
mas yo no achico mi centro
por apurao que me vea
y al cantar vuelco la idea
que ya he madurado adentro.
Pero el que es cantor de ley
nunca se gasta en posturas,
pa'l diablo son las diabluras
de adornar las falsedades:
el jagüel de las verdades
no guarda más que agua pura.
Canta el gallo en su corral
y por eso se cree güeno;
pero el hombre, más sereno,
sin perderse en el barullo,
debe cantar en el suyo
lo mesmo que en el ajeno.
que nunca podré olvidarlo;
los pelos sabían taparlo
de tal modo al infeliz
que pa´verle la nariz
era preciso soplarlo.
A mentir y a refranear
naide el tranco le seguía
y tan lindo refería
las cosas que yo me ráiba,
y sus bolazos le cráiba
sabiendo que me mentía...
..........................................
Aquí ande me ves (me dijo),
las tuve de tuitas menas
a las sanas y morenas,
querendonas y bagualas:
los disgustos de las malas
me los pagaron las buenas.
Las mujeres se parecen
lo mesmo que las estrellas,
pero en hallándos'entre ellas
la prienda de nuestro amor:
siempre será la mejor
y más bella entre las bellas.
Desconfiá de la mujer
que no d'entra a la cocina,
y no se acerca a las tinas
pa' lavar, ¡ni por descuido!
En las pilchas del marido
se ve el amor de la china.
Cuando una pena traidora
te envuelva en la cerrazón,
sacá en limpio la razón
que motivó tu tristeza:
se ataja con la cabeza,
los golpes al corazón.
Pensá en Dios pero no creas
ni en brujos ni en charlatanes,
que viven como haraganes
emponchaos en la penumbra:
no hay más candil que el que alumbra,
ni trigo que el que hace panes.
La vida es sencilla y clara
como Dios quiere que sea
y el que su charco ensucea
pa'que parezca más hondo
es el que escuende en el fondo
lo que le falta a su idea.
Qué serena está la noche!
Qué blanca está la laguna!
Resero de la fortuna,
no te llevés mis novillos...
cuando se apaguen mis brillos
te iré a buscar en la luna.
...........................................
Se fue tendiendo en el catre
por el peludo vencido
y ya en el primer ronquido,
de las botas lo alivié,
con mi poncho lo tapé
y allí se quedó dormido.
No me persigue nadie,
nadie me busca
y me voy campo afuera
porque me gusta. Se ríen las mañanas,
las tardes lloran
y a mis sueños la noche
me los retoba.
A la huella, la huella,
dame la mano;
me llaman las distancias,
me tira el llano.
A la huella, la huella,
ahura los dedos;
pa'orientarme en la noche
tengo el lucero.
Tralairalaralara
tralairalala,
pa'orientarme en la noche
tengo el lucero.
Me encontré con la vida
bajo tu alero,
y ahura llevo en el alma
prendido fuego.
Un silbo de calandrias,
un teru-tero,
voy galope tendido
pechando al viento.
A la huella, la huella,
dame la mano;
me llaman las distancias,
me tira el llano.
A la huella, la huella,
ahura los dedos;
pa'orientarme en la noche
tengo el lucero.
Tralairalaralara
tralairalala,
pa'orientarme en la noche
tengo el lucero.
Venía
no se sabe de dónde.
Usaba vincha como el benteveo,
y penacho como el cardenal.
Si no sabía de patrias sabía de querencias.
Lo encontró el español establecido:
pescador en los ríos, cazador en los bosques,
bravío en todas partes y cerrándole el paso
con arreos de guerra, vivo o muerto;
siempre como un estorbo, siempre como una cuña
entre él y el horizonte.
Modelado en barro de rebeldías,
pasa como una sombra, desnudo y ágil,
por los senderos ásperos de la Leyenda.
Esbelto, musculoso, retobado en hastío,
entre el cobre y el rojo estaba su color;
una señal de guerra le hacía punta a su instinto
y entonces, por sus venas
en vez de correr sangre, corría sol.
Estético instintivo
se ponía en el rostro los más vivos colores,
y en la cabeza plumas, como las aves bellas;
si el exceso de adornos no lo hacía más indio
cuanto más se adornaba se sentía más hombre.
Señor de la comarca,
por un pleito de caza con la tribu vecina
blandía su coraje afilado en el viento;
como los troncos de la flora indígena
era dulce por fuera y era duro por dentro;
su única dulzura temblaba en su lenguaje,
como en las ramas de la flora india
tiemblan las pitangas.
Vadeaba los arroyos en canoas;
entraba a las querencias de las fieras
o ambulaba durante varias lunas
en una aspiración horizontal
-curtido de intemperie,
rojo de sol o húmedo de tormentas-
en los días rayados de chicharras
o en las noches tubianas de relámpagos.
La conquista española enderezó sus rumbos:
y las tribus que erraban por rutas diferentes
se ataron en un haz, alrededor de un jefe,
para rodar a un tiempo como las boleadoras.
No sabía reír ni sabía llorar;
bramaba en la pelea como los pumas
y moría sin ruido, cuando mucho
con un temblor de plumas, como mueren los pájaros.
Allá por el mes de Junio
sentí un dolor en el pecho
y el 'dotor', hombre derecho,
dijo dispués de oservarme:
que si no dentro a cuidarme
tengo pa'ndar poco trecho.
Que le haga un afloje al chala,
al chifle y las emociones:
a la noche, a las reuniones,
al vino y a los asao',
que mi corazón cansao'
ya no está pa'esas custiones.
No lo dijo pa'sustarme...
Me habló de franca manera,
tanto él como la enfermera
que atenta me despidió;
si al final no me contó
nada que yo no supiera.
¿Cuidarme? ¡Qué vi'a cuidarme!
Si lo mesmo he de morir,
mas si me llego a dir
antes de ganar la ausencia
quiero que tomen concencia
de lo que le vi'a pedir.
Aunque es pobre mi pilchaje
porque pobre siempre he sido,
lo poco que he conseguido
fue con trabajo y decencia
y al no tener decendencia
debe ser bien repartido.
Mi rastra y el tirador,
lo mesmo que el verijero
que sean pa'mi compañero
el "payador Sanpedrino"
porque él me entibió el camino
con un 'afeto' sincero.
Mis espuelas, las lloronas
de rodajas como estrellas
iban bordando mis huellas
con musicales puntadas..
el que las llevó emprestadas
puede quedarse con ellas.
Nunca fui muy de a caballo
por eso ni me despido,
encararé hacia el olvido
el flete lerdo y panzón,
sin espuelas, a talón...
pa'dirme sin hacer ruido.
Hay varios ponchos pero uno,
el pampa, ese es pa'mi mama,
la que nada me reclama
y vive sola... Esa santa
que lleve esa vieja manta
calor del hijo a su cama.
Mi facón que fue el amigo
que mi vida protegió
y que nunca se manchó
con la sangre de un cristiano
quiero que vuelva a las manos
del bardo que me lo dió.
Mi perro ya tiene dueño,
ya no vive más conmigo,
encontró carne y abrigo
en un rancho acogedor
por ser mi amigo mejor
lo dí a mi mejor amigo.
Tengo un mancarrón mañero,
flaco, de pelo tordillo,
que lo crié dende potrillo
y fue por mí sancochao,
y por no tener recao
hace años que no lo ensillo.
Larguenlón en campo raso
que ande libre por la sierra,
ajeno a domas y yerra,
dueño del suelo en que pisa
porque él pa'mí simboliza
la libertad de esta tierra.
No quiero que mi guitarra
quede en un clavo colgada,
que no se muera callada,
ella que fue mi alegría,
que ande por las pulperías
eternamente emprestada.
Que los cantores del pago
la hagan sonar a su modo,
que siempre encuentre acomodo
si algún pecho la reclama,
así mi nombre y mi fama
no se han de morir del todo.
Lo demás de mi pilchaje
que sea pa'mi compañera,
universal heredera
de lo que me ha dao la suerte
hasta que al rancho, la muerte,
nos lo convierta en tapera.
Ella compartió conmigo
en changas de largos días
las tristezas o alegrías
de mis contínuas ausencias,
si son nuestras pertenencias
mucho más de ella que mías...
Yo me voy a llevar mi muerte
con la vida que he vivido
puesto que no ha conocido
nunca jamás otro dueño,
con algún secreto sueño
que jamás he compartido.
Nunca fui muy de a caballo
por eso ni me despido,
encararé hacia el olvido
el flete lerdo y panzón,
sin espuelas, a talón...
pa'dirme sin hacer ruido.
Aquí estoy, vengo del tiempo
trayéndoles esta ofrenda
que recogiera en la senda
zigzagueante de la vida
ande no hay nada que impida
que un hombre sencillo aprienda.
No es que el viejo Adán pretenda
que su luz casi apagada,
se convierta en alborada
ni su palabra en refrán,
pues sepan todos que Adán:
es el revés de la nada.
Quien es feliz con lo propio
vive de Dios al arrullo,
en juez no me constituyo
pero ténganlo por bueno
quien ambiciona lo ajeno
muy pronto pierde los suyo.
Si para cada zapato
Dios ha creado una horma,
no se aparten de esta norma
que aunque el cielo este gris
siempre será más feliz
quien con poco se conforma.
No pretendan el mañana
si no han vivido el ayer
Y aunque querer es poder,
algunos por ambición
renuncian a lo que son
por lo que quisieran ser.
Si en la vida de los hombres
no hay pena grande ni chica,
un mal solo perjudica
si lo tenemos en cuenta.
No olviden que en la tormenta
el aire se purifica.
Todos sufrimos un poco
y ninguno demasiado
por eso tengan cuidado
de llorar con mucha audacia
porque hay algunas desgracias
que son hija del pecado.
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(Interpretación de Tito Ramos:)
En las palabras de un viejo habla la filosofía y aunque su voz y sus días sean lentos como tortuga, debajo de las arrugas hay mucha sabiduría. Permitame don Adán que le cante sus consejos siguiendo el tranco parejo de su voz y su verdad y pregunto: "la Amisad, ¿qué es pa'los años de un viejo?".
Respeten a la amistad,
un sentimiento tan noble
que si es fuerte es como un roble
y así manténgala erguida,
un amigo es en la vida
la gran riqueza del pobre.
La amistad por ser sagrada
tiene un lenguaje sereno,
pero la fuerza de un trueno
cuando impone su castigo.
El hombre que es buen amigo
también tiene amigos buenos.
Un amigo verdadero
de la vida forma parte,
con él todo se comparte
mas no olvides lo que digo
jamás pidas a un amigo
más de lo que él pueda darte.
No olviden a los amigos
si una dicha los desborda,
pues la concencia no es sorda
a los bienes que Dios da.
No esquiven a la amistad
en tiempos de vacas gordas.
Hay muchos igualitarios
pero pa'l lao de lo suyo,
a esos amigos les huyo
pues me dan escalofrío,
te dicen "lo tuyo es mío
pero lo mío no es tuyo".
Les aconsejo cuidarse
de esos amigos nefastos
que como el bicho canasto
solo ponen el pellejo,
se prenden en los festejos
pero jamás en los gastos.
El favor se hace en silencio,
es malo ser como el tero
y este consejo sincero
sobre el favor les deslizo:
recuerden quien se los hizo
y olviden a quien lo hicieron.
Nunca esperen recompensa
por los favores que hicieron.
Soy viejo y algo mañero
y se los puedo explicar
es lo mismo que esperar
que llegue un treinta de febrero.
La apariencia muchas veces
hace malgastar cartuchos,
pero cuando el hombre es ducho,
conoce en la atropellada
que algunos no siendo nada
pretenden pasar por mucho.
Hay quien luce finos trajes
con aire de suficiencia
pero su pobre conciencia
es fantasía que deslumbra
porque no hay traje que cubra
la falta de inteligencia.
La apariencia y la mentira
a ninguno favorecen
no finjan lo que carecen
porque mucho sufrirán
el hombre, el vino y el pan
deben ser lo que parecen.
Respeten siempre al amor
aunque se presente adverso.
No siempre el amor es verso
pues muestra muchos aspectos
por ser el propio arquitecto
de este pícaro universo.
El que calumnia a una dama
es necio y es egoísta
ya que no hay mejor conquista
que saberlas defender.
Pa´ mirar a una mujer
debes levantar la vista.
No se dejen adular
porque es signo de pobreza
y han de tener la certeza
de todo lo que les digo:
adulador y enemigo
tienen la misma cabeza.
No se dejen lisonjear
pues ello es muy agraviante
y ha de ser muy ignorante
quien de su cuero hace lonja,
el arte de la lisonja
es arte de los farsantes.
Aprendan del viejo Adán,
no caigan en la arrogancia
porque es signo de ignorancia
camuflada en un desplante
pues no siempre es importante
aquél que se da importancia.
Nadie es fuerte contra todos,
sepan esto los cobardes,
el perro por más que ladre
no puede convertirse en tigre
y ningún hombre es temible
si de valor hace alarde.
Escúchenme los tacaños
que todo temen perderlo,
al dinero hay que tenerlo
y es bueno saber guardarlo,
pero siempre hay que mandarlo
y jamás obedecerlo.
Nunca envidien al avaro,
el viejo Adán les advierte,
pues la del cerdo es su suerte,
engorda para morir
y nos hace sonreír
solo el día de su muerte.
Si cometen una falta
no importa cual sea el motivo,
jamás se muestren altivos
y ensayen torpes disculpas:
sientan temor por la culpa,
no les importe el castigo.
No hay culpa que no se pague,
ni hombre que se muerda el codo,
pero hay ciertos acomodos
que llegan muy oportunos
porque a veces paga uno
la culpa que fue de todos.
Tengan confianza en ustedes
y así vivirán mejor,
por ser muy conocedor
este consejo les doy:
no le teman al día de hoy,
piensen que el de ayer fue peor.
Criticar sin conocer
puede mostrarnos tal vez
ese trágico revés
de amar lo que censuramos.
Muchas veces criticamos
lo que imitamos después.
No teman a la opinión
vertida en tono agresivo
continúen en su objetivo
aunque a muchos no le agrade.
Para decir las verdades
siempre se encuentran motivos.
Juicios mal intencionados
son cantos de renacuajo,
ahí va de mi flor un gajo
pa'l que el agravio cultiva:
la crítica destructiva
siempre nos llega de abajo.
Nunca censuren ni aplaudan
tan solo por complacer,
primero hay que conocer
y después analizar,
para poder criticar
ante todo hay que saber.
No se dejen engañar
por rebuscados consejos,
aprendan a mirar lejos
y duden de la apariencia
del que pregona experiencia
solo porque llegó a viejo.
Antes de dar un consejo
primero den el ejemplo,
pa´evitar el contratiempo
de parecer ignorantes,
al consejo y los purgantes
hay que darlos a su tiempo.
Los consejos de los padres
llevan su doble intención.
Penetran el corazón
dejándonos su experiencia
y hurgan en nuestra conciencia
imponiendo la razón.
Todo tipo de calumnia
tiene un efecto letal
y quien pretende hacer mal
calumniando a un semejante
comete el más denigrante
asesinato moral.
Es mentira que el celoso
sepa amar más y mejor.
En él existe el ardor
de un vanidoso consuelo,
porque siempre hay en los celos
más amor propio que amor.
La vida del hombre late
a la izquierda de su pecho
pero a veces yo sospecho
y lo digo así de lleno
que el corazón de los buenos
apunta pa'l lao derecho.
El corazón nos impulsa
a una vida digna y pura
más les digo si me apuran
que la maldad y la ambición
convierten al corazón
en una vulgar achura.
Traten de no frecuentar
los ambientes muy dudosos
y muéstrense cautelosos
o se acortaran sus días,
en las malas compañías
se envilece el más virtuoso.
Quien está en la desventura
no lo crea vicisitud,
no amplíe su magnitud
ni haga de su enero un junio
sepan que en el infortunio
resplandece la virtud.
------------------------------------
(Interpretación del Chacho Arancibia:)
Mida muy bien sus palabras
que son como bofetadas,
una vez que fueron dadas
ya nada las hace leves
quien habla lo que no debe,
oye lo que no le agrada.
Quien ofende con dinero
su ignorancia nos revela,
tratémoslo con cautela
mas no le digamos nada,
por estar muy ocupada
la plata no fue a la escuela.
Esquívenle al usurero
porque tiene alma de Judas,
en falsa bondad se escuda
cuando se trata de dar,
sin saber que se hace odiar
ni bien nos presta su ayuda.
Hay mucha gente que escribe
solo pa'lograr renombre
yo lo pienso y no se asombre,
una duda me penetra:
¿hay que ser hombre de letras
o hacer letras para hombres?
No se arrastren pa'subir
aunque el oro los deslumbre
y tengan la certidumbre
de'sto que ahora les observo:
las urracas y los cuervos
también llegan a la cumbre.
De quien, por hablar de más
nos mete el dedo en el ojo,
esta enseñanza recojo
más punzante que una aguja:
nuestra lengua siempre empuja
al diente que está más flojo.
Cuando un hombre sinvergüenza
vive y muere en su maldad,
ya que no existe bondad
que cambie su condición,
se trasplanta el corazón
pero no la dignidad.
Si Dios nos dió la palabra,
este precioso instrumento,
que expresa los sentimientos
y nuestro destino labra:
jamás usen la palabra
pa'ocultar los pensamientos.
El pensamiento del hombre
no debe tener maneas
pues la voluntad no crea
si se encuentra maniatada:
una mente sojuzgada
es una cárcel de ideas.
No se encierren en ustedes
aunque los tiempos sean fieros,
ningún daño es duradero
si lo confiamos a Dios,
un mal dividido en dos
es siempre más llevadero.
El que calumnia a una dama
es necio y es egoísta
ya que no hay mejor conquista
que saberlas defender.
Pa´ mirar a una mujer
debés levantar la vista. *(Repetido más arriba)
A esos don Juanes reumáticos
que buscan amores nuevos,
esta frase le refriego
aunque alguna herida se abra:
"el fuego hace hervir el agua
pero el agua, apaga el fuego".
Casi siempre los cobardes
buscan valor en el vino
a esos tontos los defino
como torpes mamarrachos,
que solo emiten borrachos
su pensamiento dañino.
Hay en la hermosa niñez
ese dogma tan profundo,
que muestra un campo profundo
para sembrar el cariño:
en la sonrisa del niño
está la gloria del mundo.
Me voy, quien habla de vicio
su razonamiento mengua
y dejen que les prevenga
sobre un tema tan espeso,
todo el que habla con exceso
se enrieda en su propia lengua.
Arroyito de Las Ánimas
te me venís a cortar
justo cuando yo pa'verla
llego embarcao a bandear.
Robale plata del cinto
al abuelo Paraná.
Ni va a sentir que le sacan;
'ta viejo y rico demás.
Sonso viejo mi cariño
que se me ha puesto a porfiar
tan luego adelante'e gente
como gurí cuando no hay.
Tan luego en tiempo'e bajante
cuando no tenés ni un real.
Si en flete hubiera venido
'tarías crecido demás;
ahora que vengo en canoa
adrede te me cortás.
Ella es l'última frutita
que me viene a madurar.
Miquichí con gusto a lágrima
tu miel se me ha vuelto sal.
¡Qué v'ia recordar mi río
tiempo'e bajar o crecer,
si el hombre todo lo olvida
cuando ha agarrado a querer!
Callao me estás reprochando:
"debés saber calcular".
Cuando una china te mira
hasta el rancho te atropellás.
Arroyito de las Ánimas,
me he puesto sonso demás.
Emprestame un pucho de agua
vi'hacer fuego pa'matear.
El otro fue más baqueano,
supo por dónde cruzar.
Le pegó a pie decidido,
yo...'toy viejo pa'patriar.
No cruzo, hermano, no cruzo,
no tengo por quien bandear.
Chilla mi pavita'e luto,
pucha... ¡qué crecido estás!
No me caiga la chinita
con otro hijo a la querencia,
porque a fuerza de chicote, de las casas
pa'que aprenda,
la v'ia echar en tus narices
pa'que veás que rigureada, se endereza,
¡Qué se cree! ¿Que soy un rico
pa'ponerme a alimentar una colmena?
Yo la tengo que lomear, y la olla es grande
pero falta lo de adentro: mantenencia.
Vos que sos la madre, Flora,
que lidiás de sol a estrellas,
en cuantito te arma llanto la chinita
te me hacés la mosca muerta,
me dejás abandonado en el pantano,
no das cuarta a tu buey viejo que se entierra,
y ablandás mi corazón con lo de siempre:
"perdonámela esta vuelta".
¿Qué es mi sangre? Mirá Flora:
si así fuera,
como todos los que llevan mi apellido
sentiría peor que chirlo la vergüenza...
y de yapa vos así,
dele trenza con las manos,
de ojos bajos como chico en penitencia,
arrimándote despacio, sosegándome los brazos
pa'pedirme lo de siempre:
"¡Perdonámela esta vuelta!".
Pa'que sepa lo que cuestan
sus recáidas de coneja;
pa'que sepa que este rancho
no es criadero'e comadrejas,
v'ia largarle al Aguará pa'que a colmillo
me le enseñe a respetar lo que es decencia.
Y ahora vos andá p'adentro
que no quiero que te vea.
Por la senda que marcó doña costumbre
sobre el borde del pajal de la ribera,
bronce en llanto, con un sol sobre su pecho
caminaba la costera...
Y cayeron al silencio hasta los pájaros.
Aguará falló el torido y se dio vuelta
pa'seguirla a mama Flora,
que sacando su tejida pañoleta por bandera,
envolvió el cuerpito tibio que mostraba
por la boca del envuelto, sus rulitos de oro y seda.
Manso el río, quieto el viento; solamente
están vivas las estrellas lampareras;
se han dormido los chajases,
y las puntas de las flechas
desmocharon las gargantas de los teros.
Un cajón se balancea
y el "barato" desbarranca su ceniza
sobre el brazo que del catre se descuelga...
El candil cortao de pulso
'ta boqueando por la mecha,
pero alcanza p'alumbrar adentro el rancho
a una rubia cabresteada que se acerca,
y se funden en un mazo plato y oro,
cana y seda,
y solloza el tordo viejo
sobre el piar del pichoncito en la querencia:
Es machito... y es mi sangre; que se quede..
¡Valió trago compañera!
I
En tuita botica busco
para mi mal un Remedio
Jaralaira, jaralaira,
jaralaira, jaralá.
como no puedo encontrarlo
lloro mi mal sin consuelo.
Jaralaira, jaralaira,
jaralaira, jaralá.
Salí Remedio salí
a curar el mal de amor
el que sufre y no se cura
muere en brazos del dolor.
Jaralaira, jaralaira,
jaralaira, jaralá.
el que sufre y no se cura
muere en brazos del dolor.
II
Tengo un dolor yo sé dónde
y me duele un yo sé qué
Jaralaira, jaralaira,
jaralaira, jaralá.
me he de sanar yo sé cuándo
si me cura quien yo sé.
Jaralaira, jaralaira,
jaralaira, jaralá.
Salí Remedio salí
a curar el mal de amor
el que sufre y no se cura muere en brazos del dolor.
Jaralaira, jaralaira,
jaralaira, jaralá.
no permita Dios que muera
en los brazos del dolor.
¡Me visitó la Virgen, gracias a Dios! Mi rancho
que se despluma y tiembla al paso de los vientos
y lo sacude un largo destino de tapera,
se me ha llenao de flores, de niños y de rezos.
Yo vivo pa'los negros misterios de la tierra
y a las alturas solo mi pensamiento elevo,
cuando desvelos hondos me embargan y procuro
estrellas o relámpagos pa'iluminar mi verso.
Cuando se jueron todos y me quedé con ella,
me puse pa'adorarla mi chiripá más nuevo
y viejo por afuera y por adentro niño,
la contemplé con todo mi proverbial respeto.
¡Qué linda estaba llena de celestial belleza!,
tan pura como el agua del manantial que tengo
pa'que en las noches bajen los astros a mi rancho
o apaguen en las sombras sus ansias los viajeros.
Por una herida vieja que la techumbre tiene
se derramó la luna pa'humedecerle el pelo
y pálida luciérnaga que floreció en la noche,
le puso en la diadema su pulsación de fuego.
Tu tela araña como tutela de crepúsculo
hilando luna y seda se descolgó del techo
y le tejió paciente, un manto a su pobreza
que asujetó a lo alto, horcones de silencio.
Cuando se jueron todos y me quedé con ella
me puse pa'almirarla el chiripá más nuevo,
y hoy tengo los altares del alma florecidos
y sin saber la causa, me siento más contento.
¿Quién recuerda las quimeras
De aquellos hombres ignotos
Conocidos como “Crotos”
“caminantes” o “linyeras”?
Con pena la tierra espera
Generaciones que vienen
Desperdiciando sus bienes
E ignorando a personajes
Que realizaban sus viajes
En los techos de los trenes.
De la rica y vieja Europa
Desvastada por la guerra
Arribaron a estas tierras
Con sus manos y su ropa.
Allá en el puerto con sopa
Apenas los alimentan
América se presenta
No como ellos la imaginan
Es larga en nuestra argentina
La eterna crisis del 30.
Son las pampas de unos pocos,
Hay huelga en la Patagonia;
Y nadie piensa en colonias
Cosas de gringos... o locos.
Son tristes tiempos que evoco
De estancieros en París,
Los que llegan al país
Se conchaban de bolseros
O como simples braceros
En juntadas de maíz.
Y pa dar mejor provecho
A barata mano de obra,
En los trenes no les cobran
Y que viajen en los techos.
Al frío le ponen pecho
Y a si se anota un poroto
Amontonando sus votos
El gobierno provincial,
¡METELE QUE VAS IGUAL
Y ANDÁ QUE VIAJÁS POR CROTO!
Y es de ese modo y manera
En que nace el sobrenombre
Que designa al mismo hombre
Que en italiano “linghera”
En las estancias croteras
Se forman para la trilla
Lujos de vida sencilla
Son “tumba, galleta, vino”
Dos chapas en un molino
O en el monte una casilla.
Y es un mundo sin mujeres
En donde el linye se exilia,
Sin caricias de familia
A diario se vive y muere.
La soledad que él prefiere
Podemos pensar también
Que del tiempo del edén
Existieron libertarios
Y en parte fue un solitario
Aquél que nació en Belén.
Alimentó su figura
De hombre osco, seco y serio
Algún oculto misterio
De amor, de muerte o locura.
Sin vestigios de dulzura
Sin querencias y sin metas,
Aguantaron con gambetas
El hambre, extravagantes
Anarquistas, inmigrantes
Con maestros y poetas.
Quedan unos linyes viejos
Medios pasaus de la vía,
Que aunque ancianos todavía
Han de vistear con reflejos.
Van con tranco desparejo
Atrapando la distancia,
Acusados de vagancia
Y vagando hasta en la muerte,
Con sus historias sin suerte
En las materas de estancia.
Caminaron el país,
Gente buena, gente ingrata
Bigotearon alpargatas
En juntadas de maíz.
Churrasquearon más de un cuis
En las zanjas del camino
El agua de cien molinos
Probaron en sus jornadas
Y hoy son tumbas ignoradas
En todo el suelo Argentino.
(Pintura: "El precipicio", de Robert Sherer inspirada en 'la parábola de los ciegos' de Brueghel de 1568))
1
El Dios que habita los cielos
desde arriba lo ve todo.
Pero ustedes van del codo
con quien hace la injusticia,
y llevaos de la codicia
sentencian con acomodo.
2
Hagan justicia al humilde,
protejan al desgraciado,
al pobre, al abandonado,
al huérfano y a la viuda;
y no les nieguen la ayuda
contra el rico desalmado.
3
Ustedes son como ciegos
que no ven donde caminan;
los cimientos ya vacilan
y ustedes, como si nada,
siguen nomás la jugada
sin ver lo que se avecina.
4
Pero yo les aseguro:
por más grandes que se crean
morirán como cualquiera
y volverán al montón,
cuando el Señor nuestro Dios
domine la tierra entera.
Te voy a llevar conmigo
para siempre en el recuerdo.
Porque fuiste un amigo:
confidente y compañero.
Anduvimos tanto juntos
que al olvido no te entrego;
simplemente sigo solo,
te digo gracias, y te dejo.
Te conocí casi niño,
al principio como un juego.
Así se empieza contigo:
se juega a que uno es el viejo.
De niño jugando a grande,
uno entrevera los tiempos.
De grande jugando a niño…
pero se te acaba el cuento.
Si te habré apretado fuerte
cuando soñé el primer beso.
Ese que sólo se sueña,
porque no pasa de un sueño.
Se me hace que fue hace un rato…
¡y han pasado treinta inviernos!
Treinta años llevándote
en el bolsillo del pecho,
lastimándome tal vez…
pero yo lo iba sabiendo.
Si eras un enemigo,
nunca fuiste traicionero.
Sos como el amor prohibido:
me dañas, pero te quiero.
Hicimos un largo viaje,
desde el santo hasta el silencio.
Cantaste cuando cantaba.
Callaste junto a mis muertos.
Fuiste luz en huella oscura,
sombra en las tardes de enero.
Llegaste a ser en mi vida
casi un vital elemento.
Pero vos me conocés.
Sabés de mi pensamiento.
Yo nunca voy a pagarte,
hermano, lo que te debo.
Por vos conservé un amigo.
Por vos escribí unos versos.
Juntos salimos los tres
el día del casamiento:
ella y yo soñando auroras;
vos, jugando entre mis dedos.
Cuando llegaron los hijos,
vos te aguantaste los nervios.
Nunca me dejaste solo
por largo que fuera el trecho.
Y ahora dirás si sentís
todo lo que estás diciendo.
Pará qué ésta despedida.
Por qué te quedás sufriendo.
Yo sé que vos me entendés.
Extrañándote te dejo.
Pero te llevo conmigo
para siempre en el recuerdo.
Me costó mucho trabajo
poder apagar tu fuego.
Vos no fuiste el culpable
que me dolieras adentro.
Pero la vida, en su andar,
nos lastima en el repecho,
Y ya parado en la loma
comienza el justo descenso.
Queriendo alargar el viaje,
por cobardía o por miedo,
te aparto del equipaje,
sigo solo, y no te llevo.
Ahora tan sólo te guardo
encendido en el recuerdo.
Te voy a fumar despacio,
de puro agradecimiento.
Chala te dicen los criollos;
pucho te llama el porteño…
Yo solamente te digo:
¡mi verdugo y compañero!
Ya en el rancho no nacen las flores
Ni se ve la guitarra colgada,
Ya no escucha la verde enramada
El idilio campero de ayer.
Ya no se oyen rodar las espuelas
Zapateando un malambo en la siega,
Ni se escuchan los “tristes” de Vega
Recordando el perdido querer.
La morocha... de ojos negros
Ya en tardes de primavera,
Recostada... en la tranquera
No espera más el zorzal.
Y el paisano no atraviesa
La misteriosa laguna,
Ni se oye... en noches de luna
El Pericón Nacional.
Ya todo eso llevaron los años
Ya no cruza, veloz, el “pampero”,
Y en las cañas, sostén del alero
No se para el jilguero a cantar.
Esa pampa callada es la tumba
De recuerdos que mi alma no olvida,
La tapera, su loza impulida
Y su cruz, el ombú secular.
Decir 'Tradición' no alcanza
con un campo'e jineteada,
son muchas entrelazadas
las costumbres de mi raza;
es poncho, facón, es lanza,
es potro pidiendo cancha,
es apellido sin manchas
y es en el alma sentir:
mucho orgullo por vestir
nuestra hermosa pilcha gaucha.
Es 'Tradición' una rastra,
un cimarrón compartir,
es tradición el lucir
las enseñas de tu Patria;
es la raíz que te arrastra
con fuerza y sangre campera,
es la pasión más sincera
es respeto y humildad,
es luchar por libertad
sin cadenas ni fronteras.
No confundir 'tradición'
tan solo por ser jinete,
hay que amar, cuidar al flete
con cariño y convicción;
sentir una obligación,
trabajar, hacer gauchadas,
despertar cada madrugada
agradeciendo al destino
haber nacido Argentino
sobre esta tierra sagrada.
Es también la 'Tradición',
bajo el techo de una parra,
el pulsar una guitarra,
charango, bombo, acordeón;
expresar tu devoción
afirmándote en la huella,
elevar a las estrellas
nuestro himno, nuestro canto,
y llegar hasta los santos
con la música más bella.
Es enseñar al gurí
a ser hombre y educarlo,
que lo tuyo hay que ganarlo
con pala o el bisturí,
dale consejos y abrí
la puerta en su corazón,
que sienta una obligación
el amar nuestras raíces
y sembrar en los gurises
¡Patria Gaucha y Tradición!!
..............................................
Desde la vieja Estancia "El Sauce" en la Paz, Entre Ríos...
Ser argentino no era suficiente
para aquella progenie.
Argentino era el nombre comarcano
de la patria naciente;
pero el hombre
-ese cachorro mítico de puma-
todavía peleaba un territorio;
nombre, color y planta,
sangre bajo los cueros y las plumas.
Donde cayó el nativo
desde su testa sometida y bárbara
y el español de sayo y catecismo
su piafante epopeya cabalgara;
sobre el tributo de las lanzas rotas
el gaucho se encarnaba.
El gaucho: ese bastardo.
Ese mitad infiel, mitad cristiano,
suspendido en la historia sin encontrar lugar,
ese pequeño cristo americano;
que se batiera a lanza y a cuchillo,
soldado compulsivo en la frontera,
carne de peón, altivo y sanguinario,
matrero perseguido, chúcaro de la ley,
el condenado;
el que cayera al fin bajo las balas
del rémington certero
y el fuego lo engendrara otra vez
con un nombre inmortal:
el Martín Fierro.
No.
Aún tenía que llegar aquella gente.
Los que hacinaban las oscuras sentinas de los barcos
con bártulos de parias;
los que traían sus viejas herramientas
y su resignación y su nostalgia.
Los gringos, sí.
Con ellos
se tallaría este rostro americano:
con los ojos azules,
la negra crencha india,
rubio, trigueño, blanco,
el criollo;
un rostro adolescente de cien años
mestizando la historia;
arrullo de las últimas torcazas
sobre el rastro dormido de las fieras
en el umbral abierto de esta tierra
hacia la primavera.
(Fotos tomadas del blog de don Fernando: http://cajasdefosforos.blogspot.com.ar/)
Llegaste con el progreso
y hoy te conservá'intacto,
sos elementeo barato
que te conocen por eso.
Yo si no tengo un tropiezo
tal vez te tire unas glosas
y hasta te haría una estrofa
si es que me ayuda el Bendito,
pa' cantarte fosforito
si sos útil pa'mil cosas.
Vas prendido al campesino
y te utiliza el pueblero,
te usa el taura, el pijotero,
el bueno como el ladino;
yo se que en cualquier bolsillo
marchás insignificante
y en esta lucha constante
por este mundo infinito,
te utilizan fosfotiro
para distintas variantes.
Noventa hermano'encerrao'
en una cajita sola,
cabezas que se amontonan
pa'uno y otro costao.
Con pólvora fabricao
por todos reconocido,
sos amigo o enemigo
según como venga el viento
o un oscuro pensamiento
te arrime a los explosivos.
Flaco y sin nada'e cintura,
cuerpo y papel de cera,
te conocen por "Ranchera"
y sos de cabeza dura.
Caja azul y raspadura
todo tu envase completa
y si andando en las maletas
te hace el raspador, girones,
vi prenderlo en los talones
del que ha vivido en chancletas.
Te está jugando tan fiero
la competencia a la par
que te quieren apagar
con otro nuevo yesquero.
De yapa, por ser primero,
despierta curiosidad
una pancita con gas
que casi revienta'e lleno,
un signo de más y menos
y llave pa'regular.
Hasta dentro'e la cocina
la patrona te ha cambiao,
por cosas que han inventao,
fácil de usar, se imaginan.
Y teniendo en la Argentina,
el derecho de elegir,
los hombres que emple' en vid*
y las damas de mi suelo
usan aparato nuevo
con nombre de "Magicli'"
Por estar desocupao
se me dió por recordarte
y así de paso, alabarte,
por los servicios prestao';
andás con nombres variao'
de "Gaucho", "Fragata" y "Sol"
y a quien le tenés amor
es al viejo "Carusita"
que entre mechas y chispitas
prende con nafta o alcohol.
¡Dónde andarás fosforito?
quemándote en tu recuerdo,
tu alumbrar cansino y lerdo
se prende en el infinito.
Hoy por tu existencia grito
y junto a las tres marías,
tengo la llama encendida
por algo tan servicial,
y porque sos popular
un patagón no te olvida.
Viejo "Carusita", encendedor con patente Austríaca que funcionaba con piedra y bencina:
Nota*: (no estoy seguro que 'eso' sea lo que se escucha)... Se aceptan correcciones y sugerencias!!
Tristezas del corazón,
amargura, desconsuelo,
soledades y desvelo...
todo cabe en mi canción;
a veces la cerrazón
me envuelve en su negro manto,
entonces busco en el canto
consuelo para mis males,
cuando la encuentro me sale
la cifra con sus encantos.
Cifra que fuera el motivo
de los viejos payadores
y aquellos viejos cantores
en cuyos versos revivo;
canta el pájaro cautivo
sus mejores melodías,
el sol al nacer el día,
canta la luna, el lucero,
yo le canto a la que quiero
mi amor y mis melodías.
Catedral de montoneras
guarda la cifra en sus rimas
desde Cuba a Las Malvinas,
patria atada a su asidera,
América la bandera
de aquellas gestas gloriosas;
espinas que fueron rosas
muchas que el tiempo prolonga
y que canta la milonga
cuando la cifra reposa.
A mí no me recen
endispués de muerto,
en hacer gauchadas
gasten ese tiempo.
No quiero que el alma
me abandone el cuerpo…
Anduve la vida
por caminos güenos,
resignao y manso,
priestando mi apero,
priestando mi poncho
mi moro y mi techo,
que’s, al fin de cuentas
lo poco que tengo,
ganao con trabajo
y en míseros sueldos.
El cuchillo sólo
lo usé de tropero
hachando algún gajo
pa’ priender el juego.
Pa’ cortar alambre,
ni a Dios se lo empriesto;
corto una estribera
si un bagual mañero
arrastra algún gaucho
del estribo’e fierro.
En peliar? Mil veces
lo empeño primero.
Es pa’ mi lo mesmo
un blanco que un negro,
y en las religiones,
por denguna dentro
porque en todas ellas
encontré lo mesmo.
A mí que no me recen
porque tengo miedo
que los oraciones
me lleven al cielo
ande -dice- han ido
tantos que no quiero
ni en la mesma gloria
toparlos de nuevo.
Pasaron en vano
la vida, y mintiendo,
negándole al niño
el pan y los sueños;
matando a miseria
puebluchos enteros,
y haciendo de muchos
que sirven pa’ ejemplo
con sus injusticias
jaguares y perros.
Si es, que esos mandingas
han subido al cielo
empujaos de abajo
por misas y rezos
porque se achicaron
y se arrepintieron;
o porque donaron
pa’ salvar el cuero
a la Santa Iglesia
los robos que hicieron;
déjenmén en tierra
por si acaso es cierto.
A mí no me recen
que me voy contento
déjenmén el alma
pegadita al cuerpo…
Pero eso sí, hermanos:
que me entierren quiero
al pie de algún árbol
-cualquiera es lo mesmo-
déjenmén pagarle,
algo por lo menos
a la madre tierra
que tanto le debo.
Subiré a la savia…
brotaré en renuevos,
me abriré en las flores
de pétalos frescos,
ofreciendo el netar
al dardo mielero…
Maduro en semillas
nutriré polluelos…
cantaré en sus picos,
volaré con ellos…
A mí no me recen
que me encanta el suelo;
quiero ver la luna
que inspiró mis versos,
andar por los riachos
corriendo, corriendo…
Oír la guitarra
errante del viento,
aliviar las hondas
tristezas del muerto
extraño y profundo
dolor del silencio.
"Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música..." Jorge Luis Borges
"La pampa, señor, es como la serpiente..., lo magnetiza al hombre, lo encanta y lo adormece, y al fin se lo devora". (G.E. Hudson)
Visite al Gauchoguacho en...
Estancia "La Brava"
Pampa
Madre. Horizonte. Soledad. Llanura franca al sol que sólo sabe de tu curva...Cuna, sepulcro y sustento. Creadora del gaucho afirmativo, del caballo amigo de la distancia, del puma escondido y del chajá ascendente. Pretexto de vagabundas ansias de partir sin meta...¡Tú que das resignación al pequeño, empampado de infinito! Ricardo Güiraldes.
El hombre nacido en la pampa tiene todo el cielo y todas las estrellas que parece que se le vienen encima. Tiene las primeras luces del sol a la mañana y las últimas del anochecer. El horizonte es la primera abstracción para el hombre, ya que es una línea que se ve pero que no existe, porque en la medida que avanza, se aleja más. Nunca va a encontrar el horizonte, sin embargo está ahí. Entonces el canto de ese hombre es reflexivo, intimista, profundo, como asombrado por la grandeza de la inmensidad. (Suma Paz)
"La pampa con su mutismo imponente y su monotonía tan característicos, predisponían poco a la locuacidad. -'El campo es tan lindo, me decía cierta vez un gaucho, que no dan ganas de hablar" Leopoldo Lugones
Paisajes
Pareciera que se agacha la huella del horizonte, y uno se pierde en el monte hasta hallar una lomada. La tierra parece nada y en ella se afirma el hombre.
Presentación
De n'antes
De ranchos y taperas
Pa'la moza
Sucedidos
Oficios
Nuestros paisanos los indios
Cosas del campo
Baguales
Jenofonte dice que al andar a caballo se siente la necesidad de que a uno le crezcan alas... Así el caballo resulta no sólo maestro del músculo sino también del alma... El caballo educa, rige al hombre y le da una filosofía propia. La filosofía de un jinete es distinta a la de un caminador...En el caballo se aprende la vida. Sobre su cabeza nace la lejanía y entre sus cascos se fatiga la tierra. A todo el que va jinete en su caballo su soledad lo acompaña. (Eduardo Jorge Bosco). ..................................................................................
A un domador de caballos
"Cuatro elementos en guerra forman el caballo salvaje. Domar un potro es ordenar la fuerza y el peso y la medida: Es abatir la vertical del fuego y enaltecer la horizontal del agua: poner un freno al aire, dos alas a la tierra..." (Leopoldo Marechal)
Juiiira perro
Bichos de mi tierra
De chacota.
Canto con jundamento
Viva la Patria
Aquí me pongo a cantar
Cruz diablo
"He dicho muchas veces que aquí recibí mis primeras lecciones de abismo y de absoluto.
El cielo me las dió, me las dió la llanura abierta y desmesurada. (Olga Orozco).
Pero yo he vivido libre
y sin depender de naides
siempre he cruzao a los aires
como el pájaro sin nido,
cuanto sé lo he aprendido
porque me lo enseñó un "flaire".