(Pinturas: Eleodoro Marenco)
Buenos Aires
Buenos Aires provincia
donde he nacido
es mi pago tan querido.
El viejo río salado
cuando crecido
cruzando campos tendido.
San Antonio de Areco,
Monte, Las Flores,
con Madariaga y Dolores.
Cuna de guitarreros
que son primores,
reseros y domadores.
Lara laralarelo
Larailarelo,
reseros y domadores.
Viene por los caminos,
de lejos llega
el alma de Santos Vega.
Trenque Lauquen, Fortines,
y esas refriegas:
los dos Pincén y Villegas.
En Ranchos, Martín Gomez,
trenzó una vida
con la palabra cumplida.
Tropillas entabladas
van repartidas
en tus estancias queridas.
Lara laralarelo
Larailarelo,
en tus estancias queridas.
Soy
Soy un cardo de castilla
a la orilla de un camino,
y el reflejo cristalino
del rocío en la gramilla,
cencerro de una tropilla,
atador cortao a vueltas,
soy la yeguada que suelta
retoza con la tormenta
y esas garzas que se asientan
y se alborotan revueltas.
Soy sangrante atardecer
sobre los campos tendidos
y la luna que ha salido
después del anochecer;
calandria que baja al ver
la grasa sobre de un palo,
soy el pingo viejo malo
que le cae al domador
y esa pilcha de valor
cuando viene de regalo.
Soy el toro empacador
metido entre los juncales
y esa yunta de bozales
colgados del corredor,
perfume que da la flor
de la menta o la verbena,
la bomba sapo que resuena
al caer la tardecita
y ese zorro cuando grita
en madrugada serenas.
Soy cabeza de una tropa
que a la salida y trotiando,
la va un gaucho sujetando
en donde la calle topa;
las pilchas con que se arropa
un domador o un resero,
soy la presa del puchero
servido en plato de loza
y esa picana sabrosa
de un macho, negro y ligero.