Relincho que a la mañana
ni bien siente movimiento,
pega el guanaco y al viento
sale cimbrando sus lanas.
El macho hace de campana
puesto como por encargo
aunque al mover sin embargo,
la hembra la punta empuña
de cola corta y pezuña
pero de cogote largo.
Si están con chulengo chico
pa' llevarlo monte adentro
lo empujan con el encuentro
y a veces con el hocico.
Desde la frente al pichico
no es demasiado su tamaño
que dispare no es extraño
si el hombre se les atraca
ya que tiene la guanaca
solo una cría por año.
Cuando hay viento son tan tontos
que hasta de pie se podría,
volearlo a la luz del día
atropellando de pronto.
Y a decirles me remonto,
ya que la ocasión es grata,
cuando llueve se desata
algún temporal muy frío:
meten como pobres críos
la cabeza entre las patas.
De color medio naranja
pero tiene su barbecho;
blanca la panza y el pecho
y sobre el lomo una franja.
No es animal que una zanja
pueda pararlo por suerte.
Todito el campo es su fuerte
y al saltar los alambraos
se que muchos hacendaos
han pagao pa' darle muerte.
Es cierto que come el pasto
que podría comer la vaca
pero es de Dios y no atraco
comparándolo a otros gastos,
no es animal pa los bastos
ni pa' andar con la manea;
si lo ensillan se volea
y si alguno de rebote
lo voleara en el cogote,
¡hay que ver cómo se arquea!.
Hablo de los bagualones,
de la cuadrilla y del macho
y no del guanaco guacho
que crian a biberones.
Amigo allá en mis regiones
en tiempo que chulengueaba
ni bien el sol asomaba
tanta guanacada junta,
desde la falda a la punta,
cada cerro amarilleaba.
Después, tanto lo chumberaron,
con armamento de guerra;
que andan ariscos en mi tierra
los pocos que se salvaron.
Algunos los choricearon
pa' venderlo a las colonias
y pienso con parsimonia
cuando el hombre se calibre
podrán disparar más libres
por la inmensa patagonia.