Discurriendo en un redil
la Vaca, la Oveja, el Buey,
sobre un proyecto de ley
que la raza pezuñil
elevaría a su rey;
-No sé escribir ni leer
(expuso la mansa Oveja).
-Yo, siendo vaca tan vieja,
ni mi nombre se poner;
¿cómo elevar nuestra queja?
-Yo conozco un leguleyo
(dijo el Buey), y por él corro:
el abogado don Zorro,
hombre de origen plebeyo,
a quien pediré socorro.
Tengo una fecunda idea,
(dijo el rey de la paciencia),
es que una gran conferencia
don Zorro dé en asamblea
ante nuestra descendencia.
-Yo quiero (dijo la Vaca)
que me respeten dos tetas,
y no le pongan trompetas
a mi pobre prole flaca
que pasa días de dieta.
Y la Oveja pidió ufana:
-Abolir el matadero,
piedad para mi cordero,
respeto para mi lana
y la higiene en el chiquero.
Dijo el Buey: -¡Estoy cansado!
La carreta me mancilla:
yo pido una carretilla,
más bueyes en el arado
¡y buen pasto en la rejilla!
¿Y para nuestro abogado,
amigas, qué prometemos?
-Que luego lo votaremos;
y después de diputado,
hacerlo rey prometemos.
Reunida la comitiva
en el rodeo anunciado,
para ello habían enviado
en protesta colectiva
cada raza un delegado.
Tomó el Zorro la palabra
y dijo en tono viril:
-¡Hay que romper el redil!!
-¡Muy bien!- exclamó una Cabra
y lo repitieron mil.
Gritó el Buey en rudo afán:
-¡Por mi parte no hay más que trigo,
no abro una melga, lo digo,
y el que quiera comer pan
venga al yugo a arar conmigo.
-¡No hay más leche ni manteca
(dijo la Vaca), es primero
la leche de mi ternero
que de inanición se enteca
mientras engorda el vaquero.
-¡No doy ni un gramo de lana
(la buena Oveja decía),
reclamo la ropa mía,
la que vestirá mañana
a quien se come mi cría!
-¡Imposible (dijo el Tordo)
que hablen de este modo obsceno
en un régimen tan bueno
donde se vive tan gordo
y se pone en nido ajeno!
Y como única respuesta
chilló el viejo Benteveo:
-¡Este es un asunto feo!
(y alzó su voz de protesta
y acusó a todo el rodeo).
El Zorro protesta y grita
en lo grave del tumulto:
-¡Esto, amigo, es un insulto!
(y la campanilla agita).
¡Es preciso ser más culto!
Un Cerdo muy negro expuso:
-Este es un mundo divino;
quien protesta es un indigno.
El Buey con calma repuso:
-De tu carne harán tocino.
El Loro dijo: -¡Qué horror,
qué pueblo más atrasado!
¡Pretender menú variado!
¿No resultará mejor
que se pida pan mojado?
El Chingolo recrimino:
-¿Por qué si todos son buenos
piden más y piden menos,
cuando el derecho termina
donde empiezan los ajenos?
-¡Protesto!, dicen algunos.
(Se oyen vibrantes chirridos,
relinchos, cloqueos, silbidos;
los asnos lanzan rebuznos,
los pavos broncos graznidos).
-¿Llegarán a ser prudentes!
(gritó el Zorro con bravura).
Vuelvo a pediros cultura,
que si sois benevolentes
obraremos con cordura.
Para llegar a la práctica
hay que obrar con más talento:
no es preciso ser violento;
estas cosas son de táctica
y de largo parlamento.
Tomó la palabra el León
y les dijo: -"Compañeros:
llenos están los graneros,
hay abrigo a discreción;
¡no sois más que pordioseros!"
"Dime, pobre y viejo Buey:
¿tú crees que los amos dudan
de cuánto los bueyes sudan?
¡Si ellos despojan tu grey
y a las ovejas desnudan!"
"¿Cómo les vas a pedir
a los que nunca han sembrado,
a los que nunca han arado
a quien no ha sabido unir
ni una hebra de lo esquilado?"
"Sabes que del gran producto
del amo es todo el derecho,
y el único satisfecho;
porque el que cultiva el fruto
vive sin pan y sin techo."
"¡Amigos hay que morder,
hundir diente, meter garra,
a la ley que nos amarra!"
Y eso vino a promover
un gran tumulto en la barra.
-¡Que lo expulsen!¡Que se calle!
-¡Que lo linchen si porfía!...
-¡A volar con la utopía!
-¡Es un absurdo el detalle!...
-¡No queremos anarquía!...
Los perros, siempre obedientes,
a una simple indicación,
sin darle una explicación,
soliviándolo en los dientes
se llevaron al León.
-¿Veis cómo la autoridad
respeta al Burro juicioso?
El León es un revoltoso;
y el Buey respondió: -¡Es verdad!
-¡Que hable el Zorro!, dijo el Oso.
- (El León estaba acertado,
-dijo el Zorro para sí-;
pero mi misión aquí
es de sacar resultado
benéfico para mí).
(Yo a todas las obras buenas,
por justas que puedan ser,
las debo desmerecer
por causas que son ajenas:
es la forma de vencer).
(¡Los asnos serán mi claque;
sus santas bellaquerías
me brindarán bellos días
y harán que yo me destaque
como un moderno Mesías).
-Camaradas (dijo el Buey);
hemos hecho este llamado,
pues don Zorro el abogado,
trae un proyecto de ley
para el primer magistrado.
-¡Muy bien!, (le respondió el Loro)
estoy por la iniciativa.
Y todos dijeron: -¡Viva!...
Y el Zorro: -(¡Es un saco de oro
esta zonza comitiva!).
"Urgentísimo es que opten,
señores Burros y Bueyes
y todas las otras greyes,
y a diputado me voten
para defender las leyes."
"Yo pediré, camaradas,
más humanas ligaduras
y en vez de usar cuerdas duras
usen cuerdas bien sobadas
y livianas herraduras."
"Para ti, Buey soberano,
voy a pedir protección
intervendré a tu patrón
por un yugo más liviano
y algo más de mantención."
"Después estudiaré el modo
de crear una ley más llana
para que a la Oveja hermana
no la trasquilen del todo
y le dejen media lana".
(Unánimemente un ¡hurra!
surgió de distintas voces
y en expresiones de goces
lanzó un rebuzno la Burra
y repartió varias coces).
Un año de lo ocurrido
como un singular suceso,
llegaba el Zorro al congreso
para, en nombre del partido,
hacerle al rey un proceso.
Pero qué horrible visión
cruzó por su zorra mente:
un Lobo y una Serpiente,
un Tigre y un Lechuzón
esperaban al vidente.
El Lobo estaba en acecho,
el Tigre lanzó bramidos,
y la Serpiente silbidos
y el Lechuzón en cohecho,
y el Zorro sintió vahidos.
Preguntó quién era el Lobo
el enviado de la grey.
Alguien repuso: -Es el rey.
-Para ese excelente probo
traigo un proyecto de ley.
-¿Y aquella gruesa Serpiente
sobre el regio pedestal?
-El señor Don Capital.
-¿Y cómo cree aquella gente
convencer a ese rival?
-¿Y aquél Tigre que me aterra
con su desplante agresor?
-Ese es el Gobernador.
Es el poder de la guerra.
Y el Zorro dijo: -¡Qué horror!
--¿Y ese negro Lechuzón
de fantástica figura?
-Ese pájaro es la usura,
el robo, la explotación.
Y el Zorro sintió pavura.
-¿Y aquél buho que me mira
y de negro manto viste,
que habla del paria y del triste?
-¡Ese buho es la mentira
que arenga lo que no existe!
Luego qué pifia, qué broma,
qué tomadura de pelo,
qué angustia, qué desconsuelo
al presentar el diploma
pasó el nuevo reyezuelo.
Tuvo que rendirle cuenta
sin faltar punto ni coma
al santo culto de Roma
como el artículo ochenta
impone al que el mando toma.
Pensó medios, pensó modos,
investigó su conciencia
y sacó en inteligencia
que haría lo que hacen todos:
luchar por la conveniencia.
Quiso hablar de su proyecto,
y no le dio resultado;
después de desmenuzado
no le encontraron objeto
y al punto fue encarpetado.
Pasaron a la antesala
y allí, en pequeños corrillos
que hicieron en los pasillos,
el proyecto voló en alas
del humo de cigarrillos.
-Todos hemos hecho igual,
todos hemos prometido,
luego ninguno ha cumplido
y a la banca congresal
con tal misión se ha venido.
-Y después, ¿con qué disculpa
volveré a mi pueblo, amigo?
-Haga lo que yo le digo:
vuelva echándole la culpa
a cualquier bando enemigo.
-Y si es que usted nos promete
no alterar nada la norma
y se amolda a nuestra forma,
será un eterno banquete
su archivada plataforma.
De lo contrario, le anuncia
a su pueblo, camarada,
que aquí no podrá hacer nada
y presenta su renuncia
con la misión terminada.
Y terminó por ceder
y alzar la bandera de paz.
-(Si no se puede hacer más
¿qué otra cosa puedo hacer
que hacer como los demás?)
En todas las ocasiones
los enviados al Congreso
definen aquel proceso
como honorables ratones
alrededor del gran queso.
Y como antes de la huelga,
la Oveja sigue esquilada,
la Vaca siempre ordeñada
y el Buey en la recta melga
prosigue la gran jornada.
El Buey marcha cabizbajo
pero siempre esperanzado
que voten en el Senado
el reglamento al trabajo
que elevó su diputado.
En la esclavitud el jumento,
en la libertad el León.
Y la reivindicación
no es obra de parlamento:
ES DE LA REVOLUCIÓN!