(Dibujo: Eleodoro Marenco)
Ni bien quiere despuntar
el alba su sol ardiente,
y en el monte alegremente
se oyen las aves trinar;
después de cimarronear
en una estancia, los peones,
mientras anden los jogones
priparaos para la yerra,
de tuito el pago ¡gran perra!
caen los gauchos a montones.
Y en un buen pingo aparcero
por un buen criollo montao,
saca del rodeo enlazao
a los brincos un ternero;
un paisano placentero
le larga un pial con fijeza;
lo hace con toda entereza
porque es del criollo el anhelo,
hacerlo dar contra el suelo
al ternero, de cabeza.
Ni bien cai, es un primor;
unos tratan de apretarlo,
otros corren a manearlo
pa asegurarlo mejor;
y llaman al marcador
que al punto llega corriendo,
"¡Cuidao!", viene diciendo
para a ninguno quemar;
y en un cuadril, sin tardar
le asienta la marca hirviendo.
Ni bien se la hubo asentao,
larga el ternero un balido;
pues lo ha dejao dolorido
la marca que lo ha quemao;
después de haberlo castreao,
las maneas le van sacando;
y sale trastabillando
y dándose más de un tumbo;
y ansina toma sin rumbo,
campo ajuera disparando.
Las yerras en la ocasión,
duran unos cuantos días
de trabajo y alegrías;
es como una diversión.
Es una gaucha reunión
unas yerras terminadas;
allí hay carreras, domadas
a lo gaucho verdadero:
un güenazo asao con cuero,
mate amargo y empanadas.
Mientras que bajo el alero
al compás de una guitarra,
un payador canta y narra
más de un idilio campero.
Después con tuitazo esmero,
arranca de su encordao
un lindo gato polqueao
bajo las viejas glicinas,
donde hacen sonar las chinas
el vestido almidonao.
CRÉDITO
Hace 2 días
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