"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
(Dibujo: Jorge Campos) Por que sí por probarse dos peleadores porque uno dudó de otro que fuese fuerte como hacen en el publo los "bosiadores", se han retado a cuchillo, pero no a muerte.
Les hacen corralito, se hace una apuesta, ebrio contempla el caudro un chino sargento; los cuchillos filosos, buscando cresta, tienen que conformarse cortando viento.
Aprétanse las clinas con el pañuelo; se arrollan las vicuñas al fuerte brazo; los facones reflejan la luz del cielo cabrillando de golpe al primer hachazo.
-Te as chingao- dice Heredia, que, por ligero, Lagartija le llaman, y su mal nombre, va peleando a saltitos, como los teros y a la vista se nota que es el más hombre.
Corvalán no recula. Ya su cuchillo está como serrucho con melladuras. Se ladea, se agacha, se hace un ovillo, mezquinando la cueva de las achuras.
El contrario fintea, y hasta por lujo amaga dos reveses, tiende su tajo y grita: -Sacate ésta si es que sos brujo- rasgándole la blusa de arriba abajo.
Se estrechan las distancias cual si buscasen ponerse como gallos, pico con pico. Menudean los cortes, a un lado se hacen moviendo los traseros como abanico.
Corvalán, apotrado, con mirar fijo lo tiene preocupado su mano lerda, no evita un corte de hacha, salva un barbijo. Y un mirón pega el grito: -¡Caiste, cerda!
Sonrientes se saludan los dos paisanos; la herida se ha curado con buena caña y aquellos enemigos ya son hermanos que chupando festejan la linda hazaña.
Rezongaban en un rincón, el teclao de la cordiona, una mazurca lerdona, que llegaba al corazón. Era un rancho de terrón, ande la fiesta se hacía, y cada candil ponía, en la paré senicienta, la claridá amarillenta que la llama producía.
Se sentían las parejas, mesmo que en un pisadero, y oservando el entrevero, se volvían ojos, las viejas. Los mozos, en las orejas, de las mozas como flores iban goteando primores, con palabras de alabanzas, ¡haciendo criar esperanzas, pa después trensar amores!...
El malambo, galopiando los tacos en las mudanzas, resultaba entre las danzas, un contrapunto bailando. Y para dirse probando, los mozos, se desafiaban. Las mujeres suspiraban, y con el oido al rasgueo se ajustaba el zapateo, y los aplausos volaban.
Cáiba a la fiesta un cantor, que una guitarra pulsaba, y a su compás desgranaba, la espiga de su dolor. Luego un viejo decidor, cortándole el bordoneo, después de hacer un rodeo, pa contar un sucedido. Al cantor, por ser cumplido lo envolvía en un floreo.
Con cuidao en la cocina, revolvían el chicolate, dejando de lao el mate, por tan rica golosina. Se hacía puchero'e gallina; tortas de horno, empanadas, las brasas desparramadas, abajo'e los asadores, daban con sus resplandores, color a las enramadas...
¡Bailesitos que se jueron, por el progreso barridos! donde se tejieron nidos, donde las dichas se hicieron! Los que de lejos vinieron aventaron los fogones, ¡Pero hay en los corazones argentinos, todavía, bien hondo, la simpatía por las viejas tradiciones!
Cuerpiandolé al curandero, y acobardao por sus curas, enfermo de las achuras, juí a ver al doctor pueblero. Y le dije al hombre: "quiero, me haga una revisación, y me ponga en curación, que pá eso del campo vengo. ¡Parece que adentro tengo, como una revolución!...
El corazón fatigáo, da a veces sus aletazos, arisqueando en otros casos, parece cambiar de láo. "Ha de estar enamorao, -el doctor me respondió- "Abra la boca, ordenó, pa ver si su mal encuentro". Después de mirar pa adentro de esta manera me habló:
"Bueno, amigo, no hay que hacer, a usted lo voy a curar, pero tiene que pasar unos días sin comer. Porque asigún pude ver su estómago se ha cargao, el hígado ha amontonao, así como un pedregal, y pá salvarlo del mal, tiene que ser operao.
Están duros sus tendones, y usted anda como embarao, eso es porque se han cansao de trabajar los riñones. Con sellos, con inyecciones, volverán a funcionar. Pero, tiene que aguantar con pasencia la carrera: ¡Su cuerpo es una tapera, que se empieza a derrumbar!..."
La noticia mortifica, al hombre mejor templao, por eso es que acobardao, juí marchito a la botica, con el papel, ande explica la melesina el doctor y pa aliviar mi dolor, y pa aflojar mis tendones, ¡me dieron unos botones, como pa mi tirador!...
Me voy pa siempre del pago, -dije pa mí desidido: yo, pa avestruz, no he nacido y esos botones no trago!... La muerte me hizo un amago, pero, de mí se ha olvidao, áura tranquilo he quedao el dolor, pasó de largo. Me curé con mato amargo, con ginebra y con asao. .....................................
Dedico estos versos llenos de cencia y terapéutica sabiduría criolla, al paisano don Carlos Raúl Risso, pà que se siga recuperando de su operación, camperamente, es decir: a lo muerto, pero de risa... un abrazo del gauchoguacho
L'oiga, lo he llamao, porque supe
que usté iba a dirse, m'hijo, güeno,
yo colijo su rumbo. Y es natural, si tiene
gusto a sangre en la boca lo compriendo;
al hombre más curtido
se le hacen ñudos en el facón los dedos
cuando le yevan la mujer querida
y lo dejan vacido por dentro.
Mas yo hablo por la cría;
me priocupa la suerte de mis nietos,
que aunque puedan mañana
encontrar el amparo del agüelo,
nu es lo mesmo malariarse en mis rezongos
que tomar enseñanza de su ejemplo.
Además, si los deja, aunque no quiera,
aunque los cobijen mis empeños,
siempre seran los pobrecitos guachos
que andan pegaos al chiripá de un viejo.
Pero, ¿a qué continuar, si le hablo a un poste?;
le escucho galopiar el pensamiento
y a tiempo que le pido que se quede
usté muenta a caballo y ¡hasta luego!
Ta bien, ¿a qué insistir?, siga su güeya,
vaya a sacair en sangre sus deseos,
mas antes, es necesario,
ya que el viaje es tan largo, que cavemos
sobre la sepultura de su mama;
hay que cambiarle pa otro lao los güesos
a la pobre finada.
Vamos a ponerla más acá del cerco;
se le han venido encima los caminos
y en cuantito descuidemos
l'echan la cruz abajo
tanto golpiar contra ella los troperos.
Aquí tiene la pala: tome y cave,
sacúdale nomás, duro y parejo;
yo, ya estoy muy bichoco
pa'estas faginas. ¡Y pensar que llevo
treinta años al costao de esta osamenta
que ha sido mi martirio y mi consuelo!
¿Es muy dura la tierra? ¿Qué parece
que nunca fue removida?; y güeno,
no le digo que son como treinta años
que hice una zanja pa enterrar mis sueños?
No se me pare, métale de punta,
qu'el cajón nu'estar lejos.
Hunda la pala p'haí, donde se asoma
ese pedazo'e cuero.
Empuje, tuerza, ansi tire p'arriba,
no se me áhugue de miedo.
¿Que es un cajón muy chico?
Más chica es la concencia
y cabe el mundo adentro.
¿Ta asustao porque ha visto
que ha sacao un cajón que nu es de muerto?
Váyase preparando pa otras cosas
más chicas y más grandes que tuito esto.
Déjeme abrir la tapa, que al abrirla
van a volar treinta años de ricuerdos.
Levántese; que un gaucho se almarea
tan sólo en hora que se está muriendo.
¿Lo asombra ver este montón de ropas
podridas por el tiempo
en lugar de los restos de su mama?
Mírelos, sin embargo, son sus restos,
lo que quedara d'ella en ese rancho
que ha guardao tantos años el secreto.
Aquí tiene, la bata florecida
que perjumó mi vida, su pañuelo,
el reboso de lana,
la cinta azul del pelo,
los botines puntiaos, las medias blancas
que le compré en el pueblo,
y ese montón de hilachas carcomidas,
la pollera punzó del casamiento.
Esto jué la osamenta
que yo he velao treinta años en silencio,
pa que denguno, nunca,
tuviera que marcarlo con el dedo
y refrescarle el barro y la vergüenza
que tuvo por herencia'e nacimiento.
Ella tamién, igual que áura la suya,
se jué con otro y al primer momento
decidí lo que usté: dir a buscarlos
y cobrarme la deuda fierro a fierro;
pero allá en la cunita abandonada
taba m'hijo durmiendo,
un inocente que al final de cuentas
diba a pagar lo que otros habían hechos,
y me morí disesperao las manos;
envainé mi cuchiyo en el alero
y enterré silencioso esos despojos
y me dispuse a continuar viviendo,
sonriyendo po ajuera,
y con la muerte adentro,
pa que m'hijo se criara
sin saber el por qué de mi tormento;
limpio de alma y de nombre,
trabajador, y honrao de pensamiento.
¡Treinta años que he guardao este misterio!
Aura, ya semos dos a soportarlo,
ya me puedo morir con el secreto;
y áura dígame usté, si ha servido
de alguna cosa tanto sufrimiento.
Saque esa cruz que ya no escuende nada,
empareje el terreno,
y váyase nomás a vigilar los nietos.
¿Cómo es eso?¿Rumbea pa su rancho?
Tráigame los gurises un día de éstos,
que tengo ganas de abrazarlos. ¿Juye?
¿Se ha echao sobre los ojos el sombrero?
¡Va yorando! No importa que padezca;
yo lo hice por usté, sufra por eyos.
...............................................
¡Gracias, Señor, por fin he comprendido
por qué me heriste en la mitá del pecho!
Las penas que sufrí resultan chicas
si las comparo con el bien que han hecho.
Te ensañaste en un gaucho pa que juera
tuito ese mal, la dicha de un agüelo.
(Pintura: Carlos Montefusco) Como he tenido la suerte de haber nacido varón, vivo con la pretensión de ir siempre pisando juerte, quizá siga hasta la muerte luciendo bien mi retrato, y hasta por pasar el rato dejé frases cristalinas, siendo suave pa'las chinas como "lambida de gato".
Si habré atropellado mozas cuando dentraba en un baile, encarador como fraile pa'las chinitas golosas. Algunas de caprichosas se me iban apartando, algunas juí enamorando, y algunas se me iban yendo, unas quedaban riyendo y otras quedaban llorando.
Con una de tan contento de tanto irle a cantar, me llegó hasta embozalar pa'llevarme al casamiento. Ahí entró mi sufrimiento y empezó mi perorata, la pude sacar barata pues me le pude zafar "y me le alcancé a escapar con la manea en una pata".
Una vez a una morena en menos que canta un gallo, llegué a atracarle el caballo en una noche serena. Ahí se me hizo una cadena, yo me dije a la que cuadre, y pa'hablar me citó el padre pero yo no comprendía si me hablaba de María, de Zulema o la que cuadre.
Podría seguirles contando de las que en ancas me alcé, pues de tantas que cargué creerán que estoy bolaceando, siempre alguna voy marcando le tiro el lazo a cualquiera, la que suelto puerta ajuera es la que está preparada, y la que queda pialada es carne pa'la ganchera.
Mi amigo Juan Ballester es un mentao domador, sin vicios, trabajador y dispuesto pa un quehacer. Nada tiene que aprender de ningún hombre campero, porque piala, es buen resero, sabe esquilar sin revés, y a mostrao más de una vez que es un prolijo soguero.
Como el paisano es casao a una hora en que lo hallara, fui pa verle un malacara que él mismo me había ofertao. -"¡Pero abajesé, cuñao!", me dijo en tono afectuoso, y aunque yo soy respetuoso ni bien pasé a la cocina, dentró a mirarme la china como a sapo de otro pozo.
-"Pepa"... -le dijo el paisano con sus mejores moditos- "cebate unos amarguitos vos que tenés buena mano". La moza, de pelo ruano, en vez de mostrarse atenta le contestó por su cuenta con ganas de que se arme: -"¡No entrés a capataciarme que yo no soy tu sirvienta!".
El hombre de avergonzao, queriendo arreglar las cosas me dijo que de mimosa ansina le había contestao. Yo en silencio y él callao, yerbiamos al lao del fuego, y ella quebrando el sosiego le dijo: -"¡Juan apurate, largá enseguida ese mate y andá a carniar un borrego!"
Y Juan, pa disimular, o quedar mejor conmigo, le dijo: -"Pepa, a este amigo quiero invitarlo a cenar". Pero ella sabía trotar hasta con manea redonda, y ansí fue, que muy oronda y con el ceño fruncido, le dijo fuerte al marido: -"¡Aquí en mi casa no hay fonda!".
Casi ni quiero decirlo, la rabia que me agarré, que hasta el rebenque tantié con ganas de darle un chirlo. Ella, que pudo alvertirlo se acarició la melena, salió pa afuera serena y con su genio de fierro, le dio una patada al perro que estaba atao a cadena.
Por el bagual, Ballester, ciento diez pesos pidió -después que lo ponderó- y yo cien llegué a ofrecer. Y al no quererme mover de los cien que había ofertao, la moza que había escuchao, gritó con su tono bravo: -"No le bajés ni un centavo y que lo pague al contao!".
Le negocié el malacara... y ni bien cerramos trato, le di la plata en el acto pa que la "ruana" no hablara. Y como quien no repara si era oportuno el momento, al dirme, cordial y atento lo saludé a Ballester, y le dije a su mujer: -"¡Que le vaya bien Sargento!".
Quisiera ser quien te olvida como una cosa cualquiera, sintiendo de esa manera de que deshago una vida. En mi garganta se anida el perfume de tu pelo, veo agitar tu pañuelo en forma de desengaño, con el viento de mis años se irá esfumando tu anhelo.
Quisiera echarte al olvido pero es cuestión espinosa, sos como pilcha lujosa de mi corazón querido. Corazón, que ha recorrido como una estrella encendida, iluminando la vida, del cielo de tu vivir y te tengo que decir que mi alma nunca te olvida.
Quisiera echarte al olvido y estar el día de mañana, en la milonga pampeana que está temblando de frío. Mi recuerdo, en un silbido, irá junto a tu vivir; compartiré tu sufrir cuando ¡jué pucha! pudiera recostao en la tranquera... cuando tengas que partir.
Quisiera echarte al olvido aunque me sienta penar; tengo tanto para amar, que es más fuerte que el olvido. Nuestras almas que han perdido el sueño grande de ayer, dos sueñazos que a mi ver como último trono han sido, quisiera echarte al olvido y no te quiero perder.
Por ser más domingo que otro, hoy es domingo de fiesta: la primera luz del día corre a lucero y estrella que amagaron a quedarse hasta que el sol con su cresta, hizo un serrucho y cortó a todas las nubes negras. En la cruz de dos caminos un cartel lleno de letras, anuncia la jineteada que en el pago se comenta, y abriendo su boca ancha para tragarse la huella, hoy se libra del candao una tranquera de rienda.
En el poste que se agarra para afirmar su existencia, luce en la parte de arriba lo que de una yunta queda, el rancho de dos horneros que lo han dejao tapera, y como adorno mayor del otro lao se florea un palo atao con alambre que sujeta la bandera, que está tirando p'arriba como buscando querencia.
En menos que un gallo canta envuelve la polvadera, la gente de todas layas que a este lugar se allega. Algunos en sus montaos, otros en sus cuatro ruedas, y por ahi un sulky viejo que a falta'e grasa se queja... Los que justo al mediodía todos al monte rodean, mientras el humo delata que "en este país no hay miseria", y más si llega un domingo y ese domingo es de fiesta.
El verdor de la gramilla deja de dormir la siesta, porque lo despierta el grito de unas bocinas que suenan como si hablaran los árboles donde forman sus horquetas, y ya comienza el revuelo: jinetes, potros, maneas, bastos, estribos y cueros, bolsas, riendas, encimeras...
Los cardos le prestan pinchos a dos rodajas de espuelas y la lonja gana el viento, celosa de las banderas... Y allí se juegan el todo: chuzos ariscos y yeguas contra los bravos paisanos que su coraje alardean, mientras se adorna el paisaje de esta pampa de mi tierra, con baguales que se estiran, bufan, disparan, se arquean, o quedan sobre las patas paraos y no se volean cuando los hombres se afirman mirándoles la cabeza, poniendo acero en la carne de los brazos y las piernas, castigándolos sin yel, rayándoles las paletas, en la topada más gaucha de bravura y de destreza.
Y así va pasando el tiempo entre miradas inquietas, cuando el monte se cansa de ver machaza proeza, llega la tarde trayendo una sombra pa'la apuesta, entonces los comentarios pasan de oreja en oreja, repitiendo lo ocurrido a lo largo de la rueda, donde caballos y criollos jugaron tamaña apuesta, unos: no entregar el lomo; otros: no tocar la tierra, y todo porque el domingo ¡cayó en domingo de fiesta!
(Las fotos del video son del gaucho amigo: don Eduardo Amorim)Me está quemando las venas,
la brasa azul de tu beso,
en tiempos de cualquier hora,
de felicidad te encuentro.
Fresca flor de la esperanza
con transparencia de cielo.
Se me hace jardín el campo,
donde hacia el alba te veo,
andar con pasos de aurora,
nativa, entre el trigo nuevo.
La espiga que se estremece,
y yo viéndote de lejos,
y tu pollera floreada,
la nube de tu pañuelo,
y esa amapola temprana,
que está sangrando en tu pelo,
y ese fuego que olvidaron,
tus labios en aquel beso,
que me diste como en broma,
y que me ha puesto en serio.
Corazón enamorado,
que me estás quemando el pecho.
Es que ignoras que me quiere
menos de lo que la quiero,
y por quererla de un modo,
que ya dominar no puedo
le cuelga luto a mi amor
las sombras de tu silencio,
mientras llamea en mi sueño
su boca como un lucero.
Me va quemando la vida,
la brasa azul de su beso,
fresca flor de la esperanza,
con transparencia de cielo.
Se me hace jardín el campo,
donde hacia el alba te veo,
andar con pasos de aurora,
nativa, entre el trigo nuevo,
la espiga que se estremece,
y yo viéndote de lejos.
No venga a tasarme el campo con ojos de forastero porque no es como aparenta sino como yo lo siento.
Yo soy cardo de estos llanos totoral de esos esteros Ñapindá de aquellos montes piedra mora de mis cerros y no va a creer si le digo que hace poco lo comprendo.
Debajo de ese arbolito suelo amarguear en silencio si habré lavado cebaduras pa intimar y conocerlo.
No da leña ni pa un frio no da flor ni pa remedio, y es un pañuelo de luto la sombra en que me guarezco.
No tiene un pájaro amigo pero pa mi es compañero.
Pa que mentar mi tapera, velay velay, si se está cayendo, le han rigoreau los agostos de una ponchada de invierno.
La vi, la vi quedarse vacia, la vi... la vi poblarse e recuerdos, sólo por no abandonarme le hace pata ancha a los vientos y con gotera de luna, viene a estrellar mi desvelo.
Mi canto conserva cosas guardadas en su silencio, que yo gane campo afuera que yo perdí tiempo adentro.
No venga a tasarme el campo con ojos de forastero, porque no es como aparenta, sino,como yo lo siento.
Su cinto no tiene plata... ni pa pagar mis recuerdos.
(Foto: Eduardo Amorim) Como el tiempo es una noria Que da vueltas sin parar, Suele las cosas dejar Del otro lao de la historia. Pero a veces la memoria Sabe coparlo al olvido, Y hoy el recuerdo ha querido Que esté mirando al pasao, Y vuelva aquél reservao A su tiempo más florido.
Y ansí mis ojos retratan A ese bichoco sumido, Que por los años, vencido, Anda arrastrando las patas, Vuelvo al pasao y aunque a gatas Hoy lo estoy mirando andar, Yo lo quiero recordar Como en sus tiempos mejores, Cuando muchos montadores Solo de él solían hablar.
Me hace volverlo a ver Echo corcovo y relincho, Y al enterrarle los pinchos Ver un paisano caer, Tanto que hace estremecer Todo el público reunido Cuando lo deja tendido A un famoso domador, O cortando un atador, Cogoteando enfurecido.
Pero es al ñudo el intento, Y se hace triste pensar, Que se pueda regresar Al inicio de este cuento, Quisiera que en el momento Que el chimango venga a verte, Te sientas bellaco y fuerte, Y pensés en la partida, Que estás volteando a la vida, Del palenque de la muerte.
La gente que peina canas Sabe hablar de dos jinetes, Que fueron para los fletes Igual que abrojo en la lana. A fuerza de maña y gana Supieron siempre echar buena, Los que pa otros fue condena Pa ellos fue jugarle y risa, Uno: don Joaquín Equisa, Y otro Oscar Esteberena.
Los dos supieron andar Cerca del cuarenta Y por el sur se comenta Que no hubo otra yunta par, Y dentrando a ponderar Se recuerda al Balcarceño, En la Esquina del Lucero Al tordillo de Arrechea, Lo ablandó como manea Que la ha agarrao un guasquero.
Don Oscar dicen que fue Lo mesmo que el Vasco Equisa, Que le dio flor de paliza A aquél alazán de Argüello. Que anduvo en Parque Camet Un muy famoso gateao De Guerrero y me han contao, Que a un doradillo de Lopez En Juarez sacó al galope Y fue con todo el recao.
A un mala cara padrillo Que era de Pastor Molina, La fama se le termina Cuando Equisa lo echó al trillo, Que ha aumentao el doradillo Velaez también lo apoca, Y aunque era fuerte de boca Aquél bayo de Aspitarte Le dejó la fama aparte Como al “Huracán” de Roca.
En cada recuerdo van Los nombres de estos criollos Que a Candia por Tres Arroyos, Oscar lidió su alazán; Por hay otros contarán Que con los ojos vendaos, Joaquín anduvo enancao Con su hermano o con Juan Alza, Porque le sobró confianza Pa’encarar los reservaos.
Y no termina la historia Cuando en rueda de paisanos, Se habla de un tiempo pasao Y de jinetes con gloria, Pero siempre la memoria De dos nombres utiliza, Ya que poco se precisa Pa dar la razón más plena, ¡Si bueno fue Esteberena, Ahí anduvo el Vasco Esquisa!
(PIntura: Carlos Montefusco) El corral de palo a pique Que pertenece al pasao, Se hace cifra en mi encordao Pa que cantando lo explique: Que en el tiempo del cacique Se clavó sobre una loma, Y fue lugar pa la doma, Pa pialar con todo el rollo, O pa que se juegue un criollo A largarse’e la maroma.
Su redondeada estructura, Como circo sin techumbre, Fue signo de reciedumbre En medio de la llanura. Aunque torcido en su anchura en ñandubay fuerte y rudo, se apretó entre sus ñudos ya que ni el viento se colaba, y pa más se sujetaba con lonjas de cuero crudo.
Y fue el primer escenario, Que el gaucho tuvo en la pampa, Pa que se luzca su estampa En un tiempo legendario, En él tal vez solitario Pa que alguien lo califique, Lo supo andar con achiques Encarando un potro fuerte, Y fue testigo’e su muerte El corral de palo a pique.
(Foto: Eduardo Amorim) Hoy que el hombre se ha tupido De pelos blancos las sienes, Se haya feliz porque tiene Lo que siempre había querido: Un hijo que le ha salido De su cría fuerte y sana Y que se afirma con ganas Al bagual que más se alabe Y de su fama se sabe Entre la gente paisana.
Anduvo siempre a su cola De que empezó a caminar, Y fue aprendiendo a lidiar Con sogas, lazos y bolas; Como tiro de pistola Salió para el yeguarizo, Bien de a caballo, macizo, Pa aguantar cualquier revez, No había cumplido los diez Y ya amanzaba petisos.
Así fue que al poco andar Ganó fama de jinete, Y el que a la huella se mete Ha de ser para tranquear. Hoy lo han venido a invitar Al viejo pa que lo vea Va a ser brava la pelea Pues va a subir a uno malo, Pero si el padre va al palo Clavao que no lo voltea.
Y ansina llegó el domingo Del día de la jineteada, Y temprano, de madrugada, Diba cada uno en su pingo, En el boliche del gringo Se bajaron de pasada, El mozo no tomó nada Solamente alzó tabaco, Y el viejo, de un solo taco, Se despachó una quemada.
Al rato estaban los dos Dentro d’ el campo’e la fiesta Escuchando alguna apuesta De: -“¡Voy al flete!”,“¡yo a vos!”, -“será lo que mande Dios”, Dijo el dueño’el reservao, Y siguiendo pa un costao Padre e hijo ya caminan, A los laos de la cantina Pa hacerle un tiro al asao.
Cuando llegó el momento De encararlo al reservao, Le dijo el viejo: “Cuidao Y atienda los movimientos”,… Salió el flete como viento Y en cuanto le abrió las dos patas Se hizo un ovillo y a gatas Le aguantó el primer revuelo, El padre miró pa’l cielo Y otros gritaron: “¡lo mata!”…
Pero al ratito cambió El pensamiento’e la gente, Porque el muchacho valiente Nada al chuzo le aflojó, La lonja se la asentó De revés y de derecho, De las verijas hasta el pecho Le hizo correr las de fierro, Y el padre dijo: -“¡No le erro Que no lo baja es un hecho!”
Por su instinto de bagual Y no entregarse vencido, Aunque ya era pan comido Siguió bravo hasta el final, Y al cambiarse de animal Para el del apadrinador, Le cupo al mozo el honor Por su clase de jinete, Sacarle el invicto al flete Por su baquía y valor.
Y rodeao por los mirones Padre e hijo frente a frente, Se abrazaron de repente Cruzando los corazones, Se vieron dos lagrimones Sobre la cara correr Del viejo que con placer Dijo fuerte y sin empacho, -“¡Hijo’e tigre mi muchacho… Overo tenía que ser!”.
(Pintura: Carlos Montefusco) Hoy el llano es una estampa tendida sobre una mesa que una mano con destreza pintó como un poncho pampa; hoy el novillo es sin guampa y más manso que un cordero, ya no es lujo el cadenero estirado como goma ni cuchicheando se asoma el gorrión bajo el alero.
El modernismo arrasando fué con las costumbres viejas, las pulperías sin rejas fueron de a poco quedando. Los pajonales arando corrieron los sabandijas, y se compraron cobijas y el catre fue desterrado ¡y al alma del encordado le rompieron las clavijas!
Ya del progreso al embate se llama gripe a la "influencia" y nadie tiene querencia y avergüenza tomar mate. El remedio es disparate si no viene en frasco escrito y adentro en un papelito la forma en que ha de servirse ¡Si hasta amigo pa'morirse tiene que hacerse el bonito!
Si revolviendo el pasado usa un remedio casero, desparrama el pago entero las mentas que es atrasado; tiene que ser revisado por el dotor largamente y tragar pacientemente todo lo que él le enjareta ¡aunque le tuerza la jeta el asco del ingrediente!
Y así las cosas, cuñao (Que va a retrucar usted- "Si, por la mía no sé por la suya no hay cuidao") Le dan un certificao donde dice de que fiero mal entregó, amigo, el cuero y si eso es cierto o no es cierto ¡Total, qué le importa al muerto si ya cantó pal carnero!
En vano ante el empujón de la vida, al empacarse; si ve a su mujer fugarse no hay que hacer un papelón, detenga en esa ocasión la pena que lo desgarra, tampoco lo tome a farra, sea social en su trato ¡mirando de ella el retrato cántele con la guitarra!
Y no importa que lo explique en su canto dolorido, eso queda muy lucido cuanto más se le publique: "Entrá nomás, no te achiques", diga si llega a volver pues bruto no debe ser ni demostrarse tan malo, que es feo moler a palos a una "indefensa" mujer.
Te azotaron granizos y aguaceros. Te zamarriaron bravos ventarrones. Y a más, la helada en muchas ucasiones supo emponcharte en los inviernos fieros. Y si es que te curtieron entreveros que’ntropiya en silencio “don destino”, jue cura del dolor, el cristalino canto de pajaritos mañaneros.
Trenzaron los jilgueros, sus amores, en el amparo de tus toscas ramas, y tus muchas horquetas jueron camas de senciyos niditos soñadores. Si el continuo vivir no te dio flores te dio un fruto pequeño, que maduro, pone lunares bayos al oscuro sufrido opaco gris de tus verdores.
Pero sos servicial ¡sin güelta de hoja! y de no, que lo digan los fogones, ande son brasa eterna tus tizones porque tu leña dura, nunca afloja. Siendo monte tupido se me antoja que sos techo de sombra pa’ la hacienda; y antaño juiste rústica vivienda del que ensució el facón en sangre roja.
Te versió de lo lindo un oriental -Osiris, el de los pájaros locos-, y anque mi verso es rústico y es tioco, quiero que sepas que mi canto es lial, un poco le hablo solo al del corral (el de la añosa sombra de las yerras), pero tuitos los talas de mi tierra se merecen mi canto por igual.
Milonga que la encordada como llorando rezonga, te llevo en mi alma, milonga, como una espina clavada; cuando la tarde soleada va dorando los pajares y en las sombras tutelares de un sauce grande me acuesto, el viento soplando fresco milonguea mis pesares.
Fué tu canto guacho, el rezo de mi niñez olvidada, y de la tierra adorada llevas el soplo de un beso. Cuando el alma desperezo y la osamenta reparto, lanza del árbol más alto, para hacer que me reponga la calandria su milonga y me enderezo de un salto!
Si la china culebrea y me mezquina un pellizco como mancarrón arisco que desconfiado mosquea, yo la sigo a la batea aunque deveras se oponga, y si "entoavía" rezonga yo le canto del galpón: y le acuno el corazón en alas de una milonga.
Si en el boliche la taba se da vuelta -vuelta a vuelta- y la cosa está resuelta en dejar lo que llevaba, si la tristeza me traba pensando en mi mala suerte ya en el rancho, me hago el fuerte, echo una milonga al medio ¡que dice que no hay remedio tan sólo para la muerte!
(Pintura: "Moisesville" de Gaby Grobo) Barriendo viene el camino el viento que el polvo aventa y desde lejos se menta la fuerza del remolino; chirria el eje del molino y la rueda hace gambetas; dan dos vueltas las paletas, las repiten al revés, y se oye de vez en vez silbar a las martinetas.
Sacude de tanto en tanto los sauces que amarillean, sus hojas muertas gotean con la blandura del llanto: se siente un vago quebranto, la angustia rompe su entube, y a la garganta nos sube, aumentando el desconcierto, si el sol que parece muerto se esconde tras una nube!
Queda algún nido de hornero entre el ramaje desnudo aguantando el soplo rudo y seguidor del pampero; se hamacará con el fiero sacudir, allí en su horqueta, y se me hace a mí, poeta, al ver que nunca lo saca ¡un gaucho como una estaca que jinetease un sotreta!
Aunque el alma como fierro tenga el hombre más fortacho siente, si no es muy muchacho, como el frío aullar de un perro: el Destino su cencerro deja oir hasta el más feliz, que la vida es un desliz, sin un posible retoño ¡y tiene también su otoño como esta tarde gris!
(Foto de don Ramón) Ramón, pintor y poeta En cada color que canta Quien pinta con la garganta Y canta con la paleta Halla una canción secreta Que en lo hondo del alma empuja. Silencio que nos embruja Porque nuestro arte se entabla Cuando la pintura habla Y la palabra dibuja.
Me embruja tu melodía De música silenciosa Y la magia luminosa Que enciende tu poesía. Tu canto convierte en día Montes de sombra y de fiera Laberinto de madera Que hace que “ El Mensú” llore Para que no lo devore La gran selva misionera.
Por cuantas viejas bajadas Hoy cruzan los grandes sueños De los amores pequeños Que le duelen a Posadas Viejas páginas ajadas De un nocturno poema ciego. Existe un antiguo juego Que hace que el hombre se quiebre El que desvela la fiebre De aquellas siestas de fuego.
La zafra cazando al peón Le quebró al invierno un gajo Que gritó con el trabajo Qué duro es el algodón. Pueblo; Cantor sin canción. Cantor; la voz del obrero. En tu esperanza primero Floreció la fruta blanca Del algodón que le arranca Las manos al “Cosechero”.
Pescador; Un aparejo Tiembla esperando la suerte, Le toma el pulso a la muerte Que nada bajo ese espejo. Que en su cementerio viejo El río nunca te guarde De muerte herida la tarde Tira sus llamas al agua Donde se apaga la fragua Del horizonte que arde.
Si se apura mi imprudencia, En lo maduro de tu alma Encontraré un cause en calma De profunda transparencia. Abrevar en tu experiencia Hará mi canto crecer. Y tu agua al florecer Su claridad me dará Igual que un río que va Cruzando mi amanecer.
(Pintura: Eleodoro Marenco)
Para Alberto H. Acuña, que fue el primero en poner música a mis versos.
Yo tengo un poncho estimado
que conservo con cariño,
porque casi desde niño
mis noches ha cobijado.
Tiene el secreto guardado
de las cosas que he vivido,
y si hallándome sentido
lo extiendo o lo abro en la mano,
¡parece mostrarme el plano
de lo que hemos recorrido!
El ha contado mis horas
de trabajo y diversión,
él fue conmigo al fogón
y a salas deslumbradoras.
El copió de las totoras
el color de su tejido,
en el que tiene escondido
mi palpitar de campero,
y azotes que del pampero
mil veces he recibido.
Ese poncho compañero
que siempre tengo presente,
fué chiripá en caso urgente
y manta del parejero.
Terrible en un entrevero
y útil en cualquier lugar;
me sirvió para arrollar
una hacienda en disparada,
y en los pastos lo hice almohada
cuando he querido sestear.
Y cada nudo observando
de su fleco bien tejido,
parece que fuera un nido
de recuerdos incubando;
recuerdos que están hablando
porque son muy decidores;
recuerdos que ya son flores
o esperanzas deshojadas,
¡que en la vida hay madrugadas
obscuras y sin albores!
Ha sido en época inquieta
de exigencia y de rigor,
abrigo de lo mejor,
colcha de cama y carpeta.
Y aunque el tiempo no respeta
lo querido y lo sagrado,
los recuerdos no ha borrado
del poncho que quiero tanto...
¡Y es por eso que le canto,
para sellar su pasado!
Aunque de chico soñé
ser bailarín como tata,
salí más duro de pata
que mi yegua pangaré.
Pa peor me enamoré
de Prospolapia Carrizo,
una mujer: todo hechizo,
joven, coqueta y ladina
y la mejor bailarina
de los pagos de Chamiso.
Por eso en cualquier lugar
que sonara una'cordeona,
no había un solo varón
que no la juera a invitar.
y ella, pa no despreciar,
bailaba la noche entera,
yo nunca entraba en carrera
porque mi pobre bichoco,
me resultaba muy poco
para tan buena parejera.
Tuitos formaban pareja
y yo por ser maturrango,
andaba como un guarango
bostezando entre las viejas.
Aunque al ver las muchachejas
se me hacía agua la boca,
sofrenando mi ansia loca
masqué fuego en más de un baile,
siempre haciendo las del fraile
que mira pero no toca.
Y pa remediar la cosa,
me decidí sin temor,
consultar el profesor
de una academia famosa.
Vendí la vaca barrosa
y los tamangos de goma,
le dije a mi paloma:
-"Ahura pienso ser por fin
tuito un señor bailarín
con autoridad y diploma".
Con mi ponchito oriental
y mi rastra dominguera,
viajé sentao en primera
con rumbo a la capital.
Me apié en la estacion central
y en eso vino a mi encuentro,
un hombre, gordo pa dentro,
uniformao de chofer
en su coche de alquiler
me ofreció llevarme al centro.
Le amostré la dirección
que mi Mama y tío Jacinto,
habían guardao en mi cinto
apuntada en un cartón.
Oservó la inscribición
y me llevó hasta una casa
con una puerta machaza
y unas cortinas de lujo,
con chorretes y dibujos
tuitos de color mostaza.
Apenitas toqué el timbre,
apareció una belleza,
con cara de actríz inglesa
que se arqueaba como un mimbre.
Le dije: -"No se desimbre
porque no aguanto el corcovo,
y retrucó: -"no sé a cómo
que no soy hombre de broma",
mientras mascaba una goma
formando con ella un globo.
Cuando llegué a comprobar
que aquello era el profesor,
avergonzao por mi error
dije pa'disimular:
-"Vengo a'prender a bailar
si no es mucho lo que cobra"...
-"Tenemos tiempo de sobra
para hablar del presupuesto",
dijo: "¡Bien dispuestos
piecesillos a la hora!"...
-"Le daré para empezar
algunas lecciones básicas,
¿prefiere las danzas clásica
o está por lo popular?
-"Mire, yo quiero rumbear"
le dije, "aunque más no fuera
un chotis y una ranchera
pa bailar a rienda suelta,
y un valse de vuelta y vuelta
y una polca rastrojera".
Se riyó con tantas ganas
que el globito del chiclé,
saltó contra la pared
salpicando las persianas;
y me dijo: "Esas macanas
son del tiempo de Falucho,
aura lo que se usa mucho
es el paso caballito,
el canguro y el patito
y la danza del serrucho.
-"Yo enseño piezas modernas,
contagiosas y animadas,
y no cosas antiguadas
del tiempo de las cavernas".
Escarranchó bien las piernas
en posición de descanso,
y caminando a lo ganso
al compás de un disco loco,
comenzó a avanzar de a poco
como quien planta garbanzos.
Viéndolo tan papanata,
no pude soportar eso,
y tomé un tren de regreso
pa'la tierra Maragata,
al llegar le dije a tata
que tocara el acordeón,
y en una sola lección
sin profesores de fama,
aprendí a bailar con Mama la polca y el pericón.
(Pintura: Montefusco)
Palenque, poste plantado
de madera resistente,
que está firme en el presente
como añorando el pasado;
que está como amojonado
de hazañas de domadores,
y a cambio de los rigores
del tironear de baguales,
hoy lo escoltan los cardales
como rindiéndole honores.
Mucho podría contar
de bozales y atadores,
de maneas, maneadores
y de los que vió domar;
de cuando ha visto soltar
esa alegre carcajada,
que escapaba acollarada
a un dicho con picardía,
cuando a cualquiera se veía
charquiar en la jineteada.
Hay en él originales
leyendas como rayones,
escritas a manotones
por vasos de los baguales;
fue testigo de los piales
puerta afuera y con destreza,
cuando entre tanta proeza
en que el tiempo transcurría,
cada gaucho parecía
una expresión de grandeza.
De ñandubay o quebracho
de la estancia colonial
fue poste fundamental
cuando el hombre era bien macho;
cuando el de sombrero gacho
o de vincha en la melena,
calzando la nazarena
sobre el bagual se lucía,
cuando aquí no se admitía
ni mordaza, ni cadena.
El que alcanzó a palenquear
muchos soberbios baguales,
que hasta de altos Generales
fueron caballos de andar;
hoy sólo podrá esperar
por toda compensación,
que quiera un nuevo patrón,
de esos de pelo dorado,
verlo en su estufa, trozado,
dándole calefacción.
(Pintura: Carlos Montefusco)
(Dibujos: Eleodoro Marenco)
¡Felz día del Tata...!
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Tenía un padre dos hijos;
un día, el más joven de ellos
le pidió con atropello
la herencia que le tocaba,
porque el mundo lo embrujaba
con sus mágicos destellos.
Y aquel padre entristecido
entonces le dió la herencia;
pero el hijo sin concencia
se le jué con toda calma,
dejando hincadas en su alma
las espinas de la ausencia.
Anduvorodandotierra sinrecordar a sutata,
y derrochando la plata
en vicios y entretenciones, cuerpiando las afliciones
que tiene la vida ingrata.
Y se lejueronlos pesos,
porque al fin todo se acaba;
llegó una penuria brava
por razón de carestía,
hasta el punto que faltaba lamenor proveduría.
Esa epidemia de males
lo agarró sin ningún cobre;
y pa aguantar el zozobre
se conchabó de boyero, chiqueriandocerdosfieros
como el mendigo más pobre.
En tan triste situación
ni un poco de pan tenía;
y ni siquiera podía comer en esaamargura lasalgarrobasmaduras
que aquellos cerdos comían.
Vestido de hilacha y mugre,
como un pobre pordiosero,
cavilaba el día entero:
"¡Cúantos piones de mi tata
tienen pan y tienen plata, mientrasdehambre yo me muero".
Y entonces se dicidió
en medio de sus desvelos:
"Me levantaré delsuelo,
iré al padre y le diré:
He pecado contra elcielo y he pecado contra usté".
"Soy indino de ser su hijo;
tratemé como si juera
un mensual suyo cualquiera,
o como mejor le cuadre";
y hablando de esta manera
volvió a casade su padre.
Lejosestaba entuavía
cuando aquel padre lo vió;
pronto lo reconoció
y, acortando el largo trecho,
apretó al hijo en su pecho
y llorando lo besó.
"¡Padre mío yo he pecado
no soy dino de ser su hijo!";
pero el tata lo bendijo,
y mandó que le trajieran
las pilchas más domingueras
pa aumentar su regocijo.
"Faenen un güen novillo
pa hacer la carne con cuero;
haiga paz y guitarreros,
porque mi hijo descarriado
está de guelta a mi lado,
después que tanto lo espero".
Y empezaron los festejos,
en eso, el hijo mayor
que andaba de campiador
por los cercos de la estancia,
cayó justo en lo mejor
de esa alegre circunstancia.
Cuando supo que su hermano,
que al final llegaba vivo,
era la causa y motivo
de esa fiesta familiar
perdió tanto los estribos
que no quería pasar.
Le urgió el tata que dentrara;
pero él dijo con reproche:
"Siempre vivo día y noche
trabajando sin flojera,
y ni un cabrito siquiera
me permite que derroche".
"Pero al hijo perdulario
que le vació los bolsillos,
usté le carnió un novillo
pa festejar su llegada,
como si no jueran nada
los perjuicios de ese pillo".
"¡Hijo mío! -dijo el tata-,
son suyas las cosas mías;
pero el baile convenía
pa festejar a su hermano,
que volvió a darme la mano
al cabo de ingratos días".
...................... Tata Dios es este padre y aquel hijo, el pecador; ¡cuántas veces el Señor espera a sus hijos malos, y en lugar de darles palos los recibe con amor! ¡Tata Dios! ando perdido pero buscando su encuentro; yo me hallo como en mi centro solo en su amistá divina; que naides siente la espina como el que la tiene dentro. ¡Ay Tata Dios, Tata Dios! que al hombre que se convierte, en cambio de darle juerte, le da su mano resuelta, yo también estoy de gelta, dolorido hasta la muerte. Vuelvo a sus brazos abiertos cubierto de fieras llagas; y le doy mi vida aciaga como en pago de su amor, porque yo creo, Señor, que amor con amor se paga. El mundo es un Hijo Pródigo que dejó su hogar paterno; pero, aunque va pa el infierno, sin embargo el corazón siempre le hace comezón pa volver al Dios Eterno.
(Pintura: "Cura Brochero"de Paula Sarría Allende) He galopiao muchas leguas pa'poder yegar a "El Cielo", la gran estancia que Usté Señor, es único dueño. Me recibió en la tranquera su mayordomo, Don Pedro, le pedí que me anunciara y me contestó sonriendo: "Dentre nomás, amigazo, Él sabe que viene a verlo".
Y aquí estoy, Don Jesucristo, a molestarlo me atrevo por cosas que andan pasando ayá, en los pagos terrenos. Quisiera que con la cencia de su sagrao inteleto pare por siempre las guerras que nos están destruyendo, también le pido Señor un güen trato pa'los viejos, que no haigan pestes malditas ni drogas, ni nada d'eso, que haiga trabajo y amor, que no esistan ventajeros, que'l odio sea desterrao pa'siempre d'entre los nuestros, que sin distinción de razas -con la paz como precto- vivamos todos felices rodiaos de chicos risueños.
Yo lo sé muy ocupao pero, comprienda Maestro, que mucha gente en la tierra de hambre se está muriendo y hay poblaciones enteras carecientes de colegios ande seres desalmaos capacitan a "rateros" que con el tiempo, Señor, yegan hasta ser gubierno.
Por rigor de la injusticia a veces, el hombre güeno, pierde su fe y su pacencia y se convierte en matrero. Si me he yegao a su casa jue Don -pa'serle sincero- buscando su santa ayuda y si es preciso le ofrezco mi vida, que poco vale pero es l'único que tengo.
Aura que ya he terminao he d'emprender el regreso. Entréguele de mi parte a su Mama mis rispetos y quedo a disposición si quiere verme de nuevo. Contento de haberlo visto, dispacito me voy yendo canturriando a media voz en su honor, el Padre Nuestro. .........................................
Pd: Recordando al Gran Tata de todos, y pa' todos los tatas...¡Feliz Día!
En los días más diversos, con alegrías y penas hilvanaba las cadenas muy sencillas de mis versos; como de arreos dispersos campeando las consonantes iba por pagos distantes -tropero de mis empeños- tejiendo ponchos de ensueños con cosas pasadas antes.
Así encontraba el olvido calmando toda inquietud por alguna ingratitud que me hubiese dolorido; el recuerdo, colorido le daba a la evocación y me veía ante el fogón con un costillar plantado, un amargo bien cebado al amparo del galpón.
Chillaban los venteveos en las ramas de los sauces, y como siguiendo cauces cruzaban el campo arreos; y en aquellos ajetreos llegaban bandeando el llano el grito de algún paisano, de la madrina el cencerro y algún ladrido de perro como un lamento lejano!
Después, calma: en el alero cuchicheaban de a ratitos gorriones y chingolitos y allá por el bajo, el tero; dormitando, el ovejero en la siesta descansaba, las patas acomodaba sirviéndole de almohadón, y a veces un tarascón tiraba a una mosca brava.
Quebraba luego el reposo de la tarde muy serena el chirriar de la cadena en la "rondana" del pozo; de la ranchada algún mozo se llegaba a tranco largo, que aunque no fuese de encargo, por gaucho y por servicial, ¡traía sonriente y cordial el brindis de un mate amargo!
Y de la hora a la pregunta caía al punto la respuesta y terminaba la siesta y a con los huesos de punta; de torcazas una yunta era fácil divisar- que del sol al amparar los cuerpos como capullos, ¡deshojaba el sauce arrullos como un doliente rezar!
El botón de la presilla que sujeta a la encimera no lo abre un tirón cualquiera aunque cinche una tropilla. Es de confección sencilla, salido de mano ruda, mano en que el criollo se escuda y va al peligro tranquilo ¡Que no ha de mermarle al filo cuando la cosa es peluda!
Mano tosca, mano fiera que aguanta al lazo el cimbrón cuando enlaza el cimarrón que ha puerteado campo afuera y un pial de astucia certera junta sus manos al vuelo y el tirón venido al pelo a la libertad lo arranca ¡y golpea con el anca chicoteando por el suelo!
Mano que calza la taba y la acaricia un baquiano con la magia de su mano de vuelta y media la clava; al ventajero lo traba al conocer la intención que va a pelar el facón y bien sabe, compañero, ¡no hay animal pescuecero si se le gana el tirón!
De los alambres de púa a veces luce una herida que el sol la seca enseguida como seca la garúa; la mano es como ganzúa que abre cuanto se imagina: y en esta tierra argentina, si algún amor lo desgarra, ¡abre al son de su guitarra el corazón de una china! (Foto: Aldo Sessa)
(Pintura: Eleodoro Marenco) Cuando la noche es oscura y el rumbo se presta a yerros, el tilín de los cencerros es la guía más segura: la madrina va en procura de la querencia, afanosa, y la noche tenebrosa parece menos huraña ¡Dando una apariencia extraña de misterio a cada cosa!
De los ranchos más cercanos llegan furiosos ladridos y los teros, sorprendidos, gritan su angustia en los llanos. Al llegar a los pantanos el galope se detiene y con molestia se aviene el pingo baquiano al cruce ¡Mas la espuela que lo induce con él compasión no tiene!
La brasa del pucho que arde porque el viento la acaricia, en la noche desperdicia el brillo que hiciera alarde; se agranda de tarde en tarde y parece así una estrella que recorriese la huella en la boca de un varón ¡campeando algún corazón perdido en la noche aquella!
El viento descansa a ratos dormitando en las cañadas y descubre a la bandada el silbido de los patos; los teros sus alegatos siguen en largo desvelo, y alas tendidas en vuelo de un pájaro misterioso, en la noche, sin reposo son las puntas de un pañuelo.
Y el ruido del galopar se prolonga en el camino rumbo al deseado destino que aguarda nuestro llegar; un alegre respirar el pecho gozoso hincha, que aunque esté floja la cincha apura al gaucho el halago de sentirse ya en el pago, pues la madrina relincha!
(Pintura: Carlos Montefusco) Demasiadas carnes pa'poca bombacha, y pelos te suebran p'al viejo chambergo; y por las caniyas curtidas y flacas tenés sobrenombre "patitas de tero".
Pedazo'e camisa que tiene su asomo por un ujerito que te hizo la púa y alcanzó a arañarte brutalmente el lomo, que sabe de fríos, de sol y garúas!
Caniyas chorriadas al dir al galope por los cañadones jugando con barro, y cáscara dura tenés los talones de dir taloniando matungos muy flacos!
La bocaza abierta, yenita de risas, sos pájaro manso que canta riyendo; pa'mandarte, siempre alguien te precisa y todos son dueños de dirte exigiendo!
Te tratan con lástima -hasta que los años a apuntarte un día se atreven el bozo, y a algún engreído de pagos extraños le hacés ver difícil arriar al mocoso...
Patente de gaucho te da tal hombría, y ya alguna pilcha comprás en la "Esquina"; y un día dichoso -¡Dichoso aquél día!- te agenciás -muchacho- de rancho y de china!
Y darás gurises muy pobres de trapos, pa'quienes no alcanza jamás la gayeta, que igual que ñanduces que van por los campos ¡Irán por la vida rumbiando gambetas!
(Pintura: Molina Campos) "Si hay carne y cueva, que llueva!" Un galpón grande y abierto del lado que da al corral sirve de hermoso tendal contra los soles cubierto; el agarrador despierto no le merma a la tarea, agarra, trae y voltea y las va poniendo en fila, ¡Mientras la comparsa esquila con ligereza y bromea!
Doblados de la cintura, entre las piernas la oveja, va cayendo la madeja de lana con su blancura; el esquilador apura pero cuida su trabajo, que, aunque trabaja a destajo, ser lerdo es de mala fama: ¡Y a veces el cuero inflama la llama ardiente de un tajo!
Un balerío tristón responde, de la majada, a la recién esquilada que va a engrosar el montón; y al mirarla, un juguetón dice, por tomar el pelo-: "Como contaba mi agüelo que en los tiempos suyos fuera, era ansina la escalera con que un zonzo subió al cielo"!
La tormenta amenazante hace temer al patrón, que con recelo tristón mira al cielo a cada instante. La mortandad, importante ha de ser en esta prueba. Que el frío mata y se lleva a muchas, como un veneno: y uno grita al oir un trueno "¡Si hay carne y cueva, que llueva!".
Desparramando el aroma de las florcitas camperas, van las brisas mañaneras apenas el sol asoma, y ya, bordenado la loma, hacia una estancia vecina, en busca'e carga encamina un boyero su carreta, que, crioyo, sensible y pueta, ansí recuerda a su china:
"Manejando mi picana, de la yunta al tranco lerdo, como un pájaro el recuerdo al nido'e mi alma se gana. Tempranito de mañana le doy cancha a dos bostezos, pongo de punta los güesos y en cuantito m'espabilo mi china está en un estilo qu'es dulzón como sus besos.
"Me ilumina tu mirada y me tenés en la ausencia, con el alma en la querencia a tu cariño maniada; pronto, bajo la ramada, hayarme a tu lao confío, pa entreabrir al beso mío tu boca roja y golosa como un capuyo de rosa cuando lo besa el rocío".
Ya la carreta chirrea en un lejano sendero y apenas se oye al boyero que de cantor alardea. Cuando el sol el pasto orea, porque alto se ha remontao, piensa: -Si no se ha pegao mi chinita a la cubija me ha de aguardar, a la fija, con un verde bien cebao.
"Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música..." Jorge Luis Borges
"La pampa, señor, es como la serpiente..., lo magnetiza al hombre, lo encanta y lo adormece, y al fin se lo devora". (G.E. Hudson)
Visite al Gauchoguacho en...
Estancia "La Brava"
Pampa
Madre. Horizonte. Soledad. Llanura franca al sol que sólo sabe de tu curva...Cuna, sepulcro y sustento. Creadora del gaucho afirmativo, del caballo amigo de la distancia, del puma escondido y del chajá ascendente. Pretexto de vagabundas ansias de partir sin meta...¡Tú que das resignación al pequeño, empampado de infinito! Ricardo Güiraldes.
El hombre nacido en la pampa tiene todo el cielo y todas las estrellas que parece que se le vienen encima. Tiene las primeras luces del sol a la mañana y las últimas del anochecer. El horizonte es la primera abstracción para el hombre, ya que es una línea que se ve pero que no existe, porque en la medida que avanza, se aleja más. Nunca va a encontrar el horizonte, sin embargo está ahí. Entonces el canto de ese hombre es reflexivo, intimista, profundo, como asombrado por la grandeza de la inmensidad. (Suma Paz)
"La pampa con su mutismo imponente y su monotonía tan característicos, predisponían poco a la locuacidad. -'El campo es tan lindo, me decía cierta vez un gaucho, que no dan ganas de hablar" Leopoldo Lugones
Paisajes
Pareciera que se agacha la huella del horizonte, y uno se pierde en el monte hasta hallar una lomada. La tierra parece nada y en ella se afirma el hombre.
Presentación
De n'antes
De ranchos y taperas
Pa'la moza
Sucedidos
Oficios
Nuestros paisanos los indios
Cosas del campo
Baguales
Jenofonte dice que al andar a caballo se siente la necesidad de que a uno le crezcan alas... Así el caballo resulta no sólo maestro del músculo sino también del alma... El caballo educa, rige al hombre y le da una filosofía propia. La filosofía de un jinete es distinta a la de un caminador...En el caballo se aprende la vida. Sobre su cabeza nace la lejanía y entre sus cascos se fatiga la tierra. A todo el que va jinete en su caballo su soledad lo acompaña. (Eduardo Jorge Bosco). ..................................................................................
A un domador de caballos
"Cuatro elementos en guerra forman el caballo salvaje. Domar un potro es ordenar la fuerza y el peso y la medida: Es abatir la vertical del fuego y enaltecer la horizontal del agua: poner un freno al aire, dos alas a la tierra..." (Leopoldo Marechal)
Juiiira perro
Bichos de mi tierra
De chacota.
Canto con jundamento
Viva la Patria
Aquí me pongo a cantar
Cruz diablo
"He dicho muchas veces que aquí recibí mis primeras lecciones de abismo y de absoluto.
El cielo me las dió, me las dió la llanura abierta y desmesurada. (Olga Orozco).
Pero yo he vivido libre
y sin depender de naides
siempre he cruzao a los aires
como el pájaro sin nido,
cuanto sé lo he aprendido
porque me lo enseñó un "flaire".