(Pintura: Eleodoro Marenco)
Para Alberto H. Acuña, que fue el primero en poner música a mis versos.
Yo tengo un poncho estimado
que conservo con cariño,
porque casi desde niño
mis noches ha cobijado.
Tiene el secreto guardado
de las cosas que he vivido,
y si hallándome sentido
lo extiendo o lo abro en la mano,
¡parece mostrarme el plano
de lo que hemos recorrido!
El ha contado mis horas
de trabajo y diversión,
él fue conmigo al fogón
y a salas deslumbradoras.
El copió de las totoras
el color de su tejido,
en el que tiene escondido
mi palpitar de campero,
y azotes que del pampero
mil veces he recibido.
Ese poncho compañero
que siempre tengo presente,
fué chiripá en caso urgente
y manta del parejero.
Terrible en un entrevero
y útil en cualquier lugar;
me sirvió para arrollar
una hacienda en disparada,
y en los pastos lo hice almohada
cuando he querido sestear.
Y cada nudo observando
de su fleco bien tejido,
parece que fuera un nido
de recuerdos incubando;
recuerdos que están hablando
porque son muy decidores;
recuerdos que ya son flores
o esperanzas deshojadas,
¡que en la vida hay madrugadas
obscuras y sin albores!
Ha sido en época inquieta
de exigencia y de rigor,
abrigo de lo mejor,
colcha de cama y carpeta.
Y aunque el tiempo no respeta
lo querido y lo sagrado,
los recuerdos no ha borrado
del poncho que quiero tanto...
¡Y es por eso que le canto,
para sellar su pasado!
LOS HERMANOS BALTAZAR
Hace 6 días
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