sábado, 30 de octubre de 2010

Trenzao de seis

(Dibujo: Eleodoro Marenco)
Lazo de seis, bien trenzao,
cuantas veces, pa mi bien,
en menos de un santiamén
solía tenerte armao.
Hoy como yo, arrinconao,
pasás desapercibido,
y si el tiempo trascurrido
quiere borrar tu campaña
ya te conozco una hazaña
de la que nunca me olvido.

Corbalán, gaucho mentao,
campero como el churrasco,
parece que fuera vasco
por lo reloco y porfiao.
Andando así atravesao
deja de ser cauteloso
y de puro caprichoso
se le antojó una ocasión
"bandear" el Samborombón
estando muy correntoso.

Que el río no daba paso
dos veces se lo alvertí,
pero él ráindose de mí
siguió sin hacerme caso.
Presintiendo su fracaso
me formé una mala idea,
y aunque en la brava tarea
dentró Corbalán con fe
cuando el gatiao perdió pie
la cuestión se puso fea.

Con un tirón en la boca
se echó su caballo encima,
que si él despacio lo anima
el animal no se apoca.
Y como a todos provoca
su instinto de salvación,
después de aquél chapuzón
los dos bultos separados
boyaban como empujados
en la misma dirección.

El caballo, resoplando,
mojao hasta la cabeza,
con un resto de guapeza
ganó la orilla nadando.
Corbalán, casi boquiando
se debatía inutilmente,
y ya perdido, impotente,
como una fiera vencida
era un juguete con vida
arrastrao por la corriente.

En un trance tan severo
de un tirón te desaté
y en un pestañar te armé
como una luz de ligero.
Montao en mi zaino overo
calculé justito el trecho,
y me hizo una buya el pecho
cuando tu armada, me acuerdo,
cayó bajo el brazo izquierdo
y sobre el hombro derecho.

Yo puse el alma en el tiro...
lo demás lo hiciste vos,
y al darle gracias a Dios
dejé escapar un suspiro.
Después ya tomó otro giro
lo que antes fué pesadilla,
y en una escena sencilla
un hombre, una estampa criolla,
entre la yapa y la argolla
cabretiaba pa la orilla.

Por eso te quiero tanto
mi viejo lazo trenzao,
y como me hallo inspirao
en estos versos te canto.
En mis rimas te agiganto
porque un deber me convida,
y cuando en forma sentida
te acaricio con afán
me acuerdo que Corbalán
¡te está debiendo la vida!...

(Pintura: Carlos Montefusco)

Pal Picazo

(Fotos: Eduardo Amorim)
Voy a largar, ¡aparcero!
las riendas a mi memoria;
pa tranquear alguna historia
de las tantas de un tropero.
Yo que he nacido trovero
porque Dios me iluminó,
y en mis labios derramó
miel de coplas orejanas,
pa santiguar mis mañanas
con trinos del diapasón.

Andando allá por el sud,
quiero que sepa amigazo;
que tuve un pingo picazo
más lijero que un ñandú.
Sin regalarle virtud
a ese flete tan querido,
le juro que yo he sabido,
acomodao en su cruz;
dejarlo seco y sin luz
al tapao más atrevido.

Y pensar que lo encontré
tan mal como no he visto otro,
clinudazo y medio potro
y pasao de hambre y de sed.
muchos dijeron, creamé,
"Este ya entrega el rosquete
y es al ñudo, si se mete,
el querer acomodarlo.
¡Qué espera pa despenarlo,
no ve que tuito es al cuete!"

Pero yo firme en mi empeño
a mi rancho lo llevé,
donde a cuidarlo empecé,
mejor que sus otros dueños.
Ya iba cumpliendo mi sueño
cuando lo veía retozar,
y en el corral relinchar
queriendo mostrar su estampa,
al cielo azul de la pampa
que lo vió resucitar.

Con el flete ya safao
del brete de doña muerte,
confieso que poca suerte
tuve al quererlo montar.
No fue más que acomodar
mi sombra sobre su lomo,
y el indigno ni sé cómo,
brincando se hizo redondo,
pa mandarme muy horondo
contra la ráiz de un aromo.

Me levanté a las tanteadas,
dolorido y revolcao,
y alcancé ver al taimao
disparando pa la aguada.
"¡En la próxima topada:
otros van a ser los cuentos"!,
le grité pa mis adentros
más caliente que una brasa
y enderecé pa las casas
chiflando al tranquito lento.

Ansina a la madrugada
ni bien apuntó el lucero;
me vió arreglando los cueros
pa esa nueva patriada.
Lo llevé a la tierra arada
y sin vueltas lo subí,
me afirmé bien y le dí:
rienda, talero y espuela;
me acordé hasta de mi abuela
pero trotando volví...

Las mentas de mi gateau

Era lindazo el gateao
que compré allá en Lobería,
en la feria'e Barbería,
marca de un tal Maldonao.
Me quedé seco cuñao
y hasta casi me empeñé;
pretal y rastra dejé
para quedarme con él,
y pal pago'e San Manuel
anocheciendo rumbié.

Rebalsando de alegría
me hamacaba en el recao,
y por detrás el gateo
cabresteando me seguía.
En el fondo se veía
un resplandor mortecino,
como marcando un destino
pal que busca una querencia:
ahí está la providencia
que es ande tuerce el camino.

Desmonté para aflojar
la cincha a mi pangaré
y al otro juerte lo até
por si quería disparar.
No me animaba a'dentrar
pero al final encaré,
sin plata, figuresé
por culpa del parejero;
diga que me fió el pulpero,
sino me vuelvo con sed.

Al rato más sosegao,
enderecé pal palenque;
desenganchando el rebenque
del cabo de mi envenao.
Una vez que hube montao,
armé y empecé a pitar;
con el gateao a la par
que se salía de la güella,
alumbrao por las estrellas
con ganas de galopear.

Matienzo que no detrás,
con su boliche esquinero,
chispeando arriba el lucero
mi rancho me vió llegar.
Empecé a desensillar
para largar los caballos,
entre una bulla de gallos
anunciando el nuevo día;
y el monte que traslucía
del sol, los primeros rayos.

Después ¡si me habré floreao
trabajando en las estancias!,
y aunque parezca jactancia
supe ser muy envideao;
un paisano entusiasmao,
un tobiano me ofreció,
y un lobuno que apartó
de una tropilla que trajo
y fue de balde el trabajo
porque le dije que ¡no!.

De las cuadreras ganadas
sería largo de contar,
hubo muchos pa torear
y pocos pa la cobrada.
Andando en la resereada,
jamás lo supe aplastao;
tenía resto el condenao
pa correr cualquier novillo
y encaraba hecho un ovillo
bufando desesperao.

Pero una noche asustao,
se enredó en unos alambres;
que le mordieron las carnes
y ansí murió desangrao.
Ahora que el tiempo ha pasao,
siento pena y alegría,
porque fue una gloria mía
el verme tan bien montao:
orgulloso en el gateao
que truje de Lobería.

Asao


...¡'Taba lindo el costiyar!
¡A punto pa'hincarle el diente!
hablando sinceramente
no era cosa'e dispreciar.
Jué un solo arremoliniar
coronando el asador.
Unos pedían tenedor,
otros platos, serviyetas...
¡Yo ansina nomás, a jeta,
me acomodaba mejor!
Al oservarme un siñor
-hombre trajiao a lo inglés-
me dijo sonriéndosé,
entre educao y ladino:
-"¡Oiga, amigo!... Me imagino
que se sentirá feliz
comiendo el "asado" así,
a la costumbre paisana!"-
...Yo le vide muchas ganas
de bromitas al pueblero...
-"¡Ansina es, cabayero!"-
contesté medio picao,
-"Usté "asado" lo ha nuembrao,
¡palabra pa'usar el plato!
...en cambio yo nunca me ato
a lenguaje refinao,
pa'mi el "asado" es "asao"
y perdone, compañero,
¡sinceramente prefiero-
comer como lo he yamao!"

Atendé...

(Pintura: Carlos Montefusco)
Al ñudo le andás cuerpiando,
chirusa, a mis galanteos;
comprendé que tus rodeos
ya me están acobardando.
Y si seguís dispreciando
mis sinceras espresiones,
no aguantaré más tirones
de tus falsas negativas...
¡De amor tienen ansias vivas
nuestros pobres corazones!

Porque anque vos lo negués
en cuanto me haigas mirao,
tus ojos te han traicionao
diciendo que me querés.
Mentirme ya no podés,
aprovechá la leción
para que en otra ocasión
al ofrecerte un amargo,
¡no dejés pasar de largo
el sí de tu corazón!

Que me tenés embobao
china, ya has comprendido,
y porque me ves rendido,
por eso me hacés a un lao.
Pero si hasta'áura has gozao
haciéndome paledecer,
quiero hacerte comprender
que'n cuanto estés descuidada,
¡puede pialarte la'rmada
del lazo de mi querer!...

Entonces vas a'guantar
del destino este chirlazo,
y en el corral de mis brazos
te vendrás a consolar.
Ansina me vi a'legrar
cuando el orguyo te deje;
cuando mi amor no te aleje
y a mi guarida te traiga...
¡No hay matrero que no caiga
ni corazón que no aflueje!

Pilchas viejas

La memoria galopiando
dándole el frente al pampero
lleva de tiro al surero
que en mi pecho está cantando.
Así contento escarciando
y al encontrarme inspirao,
voy concertando un rimao
entre frases bien parejas,
pa unas pocas pilchas viejas
que fueron de mi recao.

Aquí está mi maneador
sobao como una badana,
y los mandiles de lana
que van perdiendo el color.
Los bastos ya sin valor;
y el sobrepuesto florido
que un alambre, por descuido,
le hizo un "barbijo" pa abajo,
pero yo curando el tajo
con un tiento lo he zurcido.

Parece el freno un lamento
sin la espuma que lo moja,
y muda está su coscoja
cargada de aburrimiento.
Al ver cada estribo siento
apearse a la tradición,
y allí en el mismo rincón
están durmiendo colgadas
las riendas, las cabezadas,
bozal, cabresto y cinchón.

La fuerte y ancha encimera
de tanta y tanta enlazada
muestra bastante estirada
la argolla de la asidera.
Tanteo la cincha que fuera
pa el sudor y el barro guapa,
y como el tiempo se escapa
si al lazo acaricio y miro
se me desliza un suspiro
que a enredarse en la yapa.

Mil noches a campo abierto
en mi recao bien tendido
a pata suelta he dormido,
y en otras soñé despierto.
Ahí con mi poncho cubierto
esperé a las madrugadas,
y cuando fieras heladas
volcaban crudo el rigor
me iban dando su calor
estas matras desflecadas.

Aunque ya mi poncho alcé
y en el pasado me pierdo
cada pilcha es un recuerdo
de un tiempo que se me fué.
Con ellas, cuando ensillé,
fué pa ganarme la vida,
y como el criollo no olvida
a lo que vive aferrao:
aquí estarán a mi lao,
¡hasta que Dios lo decida!

El perro lobo

Me contó un caso un anciano,
que allá en la selva africana,
de una historia inhumana
que le sucedió a un paisano.
Era un hachero baqueano
que entre los montes vivía
y un perro-lobo tenía
pa aliviar su soledad;
era tan fiel su amistad,
que como hermano quería.

Le decían sus compañeros
que el perro-lobo es traidor,
que es fiera y no siente amor,
y de carácter ligero...
Pero se casó el hachero
con una mujer preciosa,
y la llevó hasta su choza
donde allí formó su hogar;
y el perro la entró a cuidar
como si fuera una diosa.

Un día le entró la duda,
por su hijo, de algunos meses;
cuando un lobo se enfurece
no hay quien se salva y se escuda.
Y con esa pena muda
hasta su rancho llegó,
cuando la mujer no salió
como él'taba acostumbrao:
viendo al perro ensangrentao
un pensamiento lo ahogó.

Y pensando en su cachorro
que el perro le había matado,
lo insultó: -"¡Lobo malvado,
así pagás mi cariño!
No sabías que era mi niño,
todo mi amor y mi suerte;
¿Porqué tuve que quererte
y me matás la ilusión?
¡También con tu corazón
voy a cobrarme su muerte!"

Y el perro viendo quien era,
se quedó hechado, tranquilo,
y él manotió de dos filos,
el hacha de la cumbrera.
Y se la hundió en la sesera,
llorando a su niño hermoso;
y no pensó de furioso
que dormía el niño aquél;
y cerca del catre de él
se encontraba muerto un oso.

La mujer volvió del río,
de recoger el lavado,
y vió al hombre arrodillado
que entre sollozos decía,
-"Perro, perdón, no sabía
de que peleaste por m'hijo";
y entre los dientes maldijo
quien a esa duda lo ató:
y así llorando enterró
al perro que le salvó el hijo.

De la calumnia al triunfo

(Dibujo: Juan Arancio)
Se cruzan en el camino,
sin chocar, dos pensamientos:
el de ella vuela sin tino
y en cada rancho vecino
ata una duda a los tientos.

El de él recorre sereno,
rastreando con vuelo sordo
las huellas de aquél terreno,
para ver si en nido ajeno
se metió un gaucho a lo tordo.

Así se pasan los días
y los meses... casi un año,
aquellas almas sombrías,
con luto en las alegrías
porque amor murió de un daño.

¡Pero el amor resucita!
¡es una cosa sagrada!
y la calumnia maldita
se hunde más cuanto más grita
y vuelve a lo que era: ¡nada!

Por eso fue que un buen día,
en aquella pulpería
y en presencia del traidor,
sellaron su juramento
los dos, en un casamiento
que fue el triunfo del amor.

viernes, 29 de octubre de 2010

Mi pangaré


Tiene el pelaje lustroso,
tiene su frente altanera,
es veloz en la carrera
y como niña nervioso.
El Pampero rumoroso,
su mejor maestro fue,
a él mi fortuna confié
y siempre salió triunfante.
Entre animales de aguante
¡no hay como mi pangaré!

No existe en ninguna estancia
un parejero mejor
con galope seguidor
sabe acortar la distancia.
Pa trabajar, la constancia
y habilidad aprecié;
si en él a un toro peché
rodó a impulsos del pechazo.
Y pa afirmarse en el lazo
¡no hay como mi pangaré!

Incansable pa nadar,
aunque sea bravo el arroyo,
a este mi caballo criollo
naides le pudo ganar.
Cuando en él salí a pasear,
siempre la atención llamé,
muchas carreras gané
porque 'l corre como luz.
Pa alcanzar al avestruz
¡no hay como mi pangaré!

Muchos me lo han codiciado,
y hasta comprarlo quisieron,
cuando paquete lo vieron
con su lujoso chapeao.
Nunca se vió derrotao
porque como él naides fue:
me acuerdo que le gané
una carrera al pampero.
Por eso en el mundo entero
¡no hay como mi pangaré!


Milonga de la riqueza

Desde los tiempos lejanos,
desde los lejanos tiempos;
el hombre viene sediento
por la riqueza alcanzar,
la riqueza es trabajar
y dar los frutos al viento.

Cosechar mieses y espigas,
dorar el hierro en la fragua,
que corran libres las aguas
regando todos los campos;
cubre a mi patria un gran manto
y tiene rota la enagua.

La riqueza no es tener,
riqueza es tener y dar;
porque quien no sabe amar
no puede amores pedir.
Rico es quien puede sentir
la inmensa dicha de dar.

Yerra el hombre cuando piensa
que andar solo es conveniente,
nada se hace sin la gente,
unirse es la condición;
¡vence el poncho de la unión
al tiempo más inclemente!

Puede el hombre hasta esquivar
el bulto si le parece,
pero el árbol que no crece
frutos no debe esperar...
Desde adentro de la mar
salen los mejores peces.

Ciego el hombre en su ambición,
cierra el puño y acapara;
no ayuda a nadie ni ampara
y hecha oro a su rincón...
la tierra para al cajón,
la rueda gira y no para.

Hay gente que gana mucho,
sin trabajar siempre cobra;
parásito que ruin obra
con una ambición tan alta:
justo lo que a uno le falta
es lo que al otro le sobra.

Tiene mucho que aprender
el hombre para vivir,
pero les voy a'lvertir
que antes de llorar su pena:
el hombre debe saber
la causa de su problema.

A golpe de hacha

(Pintura: María Teresa Mikkelsen)
A golpe de hacha. Mesmo como un hombre...
Ansina hay que voltearlo!...
Cuando del último empujón se acuesta
Ricién se puede ver lo que era...de alto...

Y toditos, irán cayendo al suelo!
Se necesita pa otra cosa, el campo...
Tengo encargo'e concluir con todo el monte;
Me ordenan no dejar ni un sólo árbol!

No crea que no siento alguna pena!
En ocasiones, se me niega el brazo!...
Por fatiga, no es; se me figura
Que de perverso estoy haciendo daño!

Y hasta mucho pior, cuando me acuerdo
Que por hachar me pagan
Esos, que necesitan de su tierra,
Pa meterle un arao y sacar plata!

Y me pongo a pensar como botija...
Y me dentra una lástima!...
Si hasta he pensao que soy un asesino;
Matando por matar... de mala entraña!

Cuando tengo esa idea,
Hasta me quedo sin mover el hacha;
Se me sube una juerza hasta los ojos
que me obliga a mirar las copas altas!...

Desde arriba me vengo
Bajando por cualquier hoja que caiga.
Y cuando cae sobre un montón de leña:
De carne me parecen esas rajas!

Ocasiones me vienen los ricuerdos
De un campo de batalla;
Y son montones de hombres las astillas
Y las carretas son las ambulancias!...

Cañones que tiraron de muy lejos...
De ande se ven las chacras
Que se van arrimando, poco a poco,
Haciéndose camino con las máquinas...

Y los árboles caen, y el monte juye...
De las trincheras que las rejas cavan,
Al brotar las semillas, salen hombres...
Y veo las espigas como armas!...

Llevao por una idea,
Voy galopando por mi tierra gaucha...
Y siento, lejos... relinchar los potros...
Corridos por el ruido'e las guadañas...

Por áhi me paro, como si yo mesmo
Anduviese juyendo por mi patria...
Y me dentra una risa!... Y dispacito...
Sigo talando monte... a golpe de hacha...

De "El Entenao"

(Pintura: Molina Campos)
Soy el criollo americano
de este pedazo de cielo,
soy el hijo de este suelo,
soy el alegre paisano.
Soy el gaucho campechano
de alma noble y corazón,
que pasiando en redomón,
echao pa atrás y muy ancho,
vivo feliz en mi rancho
hecho de paja y terrón.

Soy el de cara tostada
que haciendo sonar el basto,
voy acariciando el pasto
y pasando la cañada.
Soy el de juerte mirada,
soy el duro pa morir,
el condenado a vivir
entre sauces y totora,
soy el gaucho que no llora
pero que sabe sentir.

Soy el risueño cantor
que a la música escuchando,
voy con sonrisas cantando
lo más lindo y lo mejor.
Soy también el payador
del lastimero cielito
que al compás de un estilito,
en horas negras, sin calma,
saca una pena del alma
y la tira al infinito.

Soy el taita que retruca
generoso y altanero,
el que saluda al pampero
con el sombrero en la nuca,
el que peliando se educa,
y aprende a golpe y revés,
el perseguido del juez,
el entenao de esta tierra,
que es el primero en la guerra
pa ser último después.

Bajo el poncho de Dios (Salmo criollo: 90/91)


Bajo el poncho de Dios Padre
y a su sombra vivirás,
si le decís con verdá:
"Vos sos mi fortín seguro
que me librás del apuro,
del malón y mortandá".

Como ñandú al charabón
te protege con sus alas,
no te asusta la luz mala
ni la flecha con veneno
ni la viruela sin freno
que a los ranchos se refala.

Aunque caigan a tu lado
una multitú tamaña
como en la zafra las cañas
bajo el golpe del machete,
a vos no te harán ni un siete:
¡que su lealtá te acompaña!

Como el carancho vigila
el degüello del ganado,
así mirarás confiado
la final de los impíos,
pues dijiste: "Señor mío",
y en Él sólo has esperado.

El viento de la desgracia
no volará tu tapera
pues su ángel es bandera
que te guía en tu camino,
y no dejará que el destino
te quiebre en las vizcacheras.

Pisarás la yarará,
el puma no te hará nada;
lo llevarás en la armada
como se lleva una oveja.
¡Que el Señor oye las quejas
y ampara al alma confiada!

"Me llamará y Yo lo oiré,
y en medio del entrevero
yo me le haré su aparecero
pa darle vida y coraje:
pa que quede ante el gauchaje
brillando como lucero".

Tomado de "Salmos criollos"

sábado, 23 de octubre de 2010

Estoy censao

Con los primeros reflejos
del sol que venía asomando,
yo ya estaba cambiando
la segunda cebadura.
Sentao bajo la hermosura
de una parra generosa,
cuando se acercó una moza
con su cintura meneando;
y me dijo: -"Estoy censando,
su respuesta es muy valiosa".

Y ya me entró averiguar:
bajo qué techo me hallaba,
si tenía catrera o cama,
si era juntao o soltero,
si el rancho tenía un ahujero,
si entraba agua si llovía,
si las chapas se movían
cuando cae un aguacero.

Le dije, le dije: -"Las chapas crujen
si adentro sopla el amor...
y como soy querendón,
ando bastante entrenao.
con-chapa a los dos costaos,
con-chapa arriba o abajo
le ha costao mucho trabajo
a los vientos más porfiaos.
Al pampero de este lao
con las pajas lo sostengo
y así nomás me mantengo
pero estoy acostumbrao.

Me dijo: -"¿El techo tiene cimiento,
las paredes con cubiertas?
Le dije: -"Ahí tiene la puerta abierta,
entre nomás y fíjese...
Capaz que le erro y después
me culpan de encubrimiento".

-"¿El reboque es de cemento
desde abajo hasta la cornisa?
-"Bosta'e vaca con ceniza,
lo blanquié el año pasao.
¡Y mire usté el resultao
que hasta lo impermeabiliza!".

Me dijo: -"¿Agua corriente o de red,
o tiene ustéd que acarrearla?"
Le dije: -"Como al agua hay que pagarla
yo no me baño hace un mes...
...y ayer la tiré a la red,
allá cerca de un ramblón,
como está la situación
hay que hacerle honor al dicho:
"que si se prende algún bicho
va a parar al asador".

-"¿Tiene baño?", -"¡Cómo no!
más bien es un excusao...
siga nomás sin cuidao,
el olor la va a llevar.
Haga uso sin desconfiar,
pegao a la cina-cina,
no hay botón en la letrina
y mientras escribe el encargo,
yo lo ensillo al mate amargo
y la espero en la cocina".

Me dijo: -"¿Qué usa usted pa cocinar,
gas en garrafa o carbón?"
Le dije:-"Cuando hay,
con cualquier tizón
uno se puede arreglar.
Pero podrá comprobar
que se ha arrumbao el fogón.
Es clara mi situación,
aunque parezca distinto,
le hice tres ahujero'al cinto
pero igual sobra un botón".

Me dijo: "¿Casa propia o de alquiler?
-"Yo creo que es del estao...
¡Tantos impuestos he pagao
que seguro ha de ser de él!
Y le ha colgao un cartel
que un banco la ha hipotecao.
-"¿Trabaja o es jubilao?",
-"Ni lo uno, ni lo otro...
soy otro desocupao.
Si trabajo no me pagan,
si protesto soy mandao,
los pagos están trabaos
por una ley que lo ampara,
y así al pobre lo declaran:
insurrecto y renegao!".

Y le dije: -"Ya que tanto ha preguntao,
¿puedo hacerle una pregunta?
Porque esto a mí me resulta,
como otro embrollo ensayao.
que los del fondo han pagao
pa seguir la mishiadura,
soy un gaucho sin cultura,
perdone lo desconfiao...;
Y ella dijo: -"Es un mandao,
del gobierno y la nación".
Y sin darme explicación,
se levantó de la silla
y me pegó una estampilla
que decía: "ESTOY CENSAO".

La rayotelefonía


¡Bien haiga con los talentos
mostraos por el gringuerío!
Ya nos tienen -¡Cristo mío!-
a todos como aspavientos.
O vuelan contra los inventos
o bajan al fondo'el mar,
y en el afán de inventar
un telefón han ideao,
que no precisa alambrao
como el otro pa charlar.

No hay mucho que trabajar
pa formar el aparato.
Yo que lo vide, en un rato
'aura lo vi'a detallar.
Lo primero: hay que clavar,
-y no lo tomen a broma-
dos postes pa una maroma;
se agarran dos balancines,
se le atan unos piolines
y así el sonido se toma!

Los piolines estiraos
forman rayas en el cielo
y son los que train pa'l suelo
los ruidos que van erraos.
Hay alambres enrulaos
que dentran a un cajoncito
y áhi se amontonan los gritos,
aunque sea cosa extraña,
como en las telas de araña,
quedan presos los mosquitos.

Se priende una lamparita
y se oye como un chiflido.
Es el viento que prendido
entre los piolines grita.
Después, una voz flojita
como si fuera una queja
o una charla que se aleja
hasta que derrepente
la conversación se siente
como prendida a la oreja!

Pa la gente campechana
eso es cosa de mandinga;
pero pa la gente gringa
es de las hondas "tercianas".
Yo he paso días y semanas
afanáo pa averiguar
como es posible atajar
así en el aire el sonido.
¡Pero ast'aura no he podido
la piola desenredar!

¿Sabés?

(Pintura: Molina Campos)
¿Sabés,... cantarte quisiera,
y que cada verso mío,
llevara lo que yo ansío
para que fácil te juera
comprender que es sincera
mi pasión, china adorada,
qu'este cantor tiene dada
su alma en cada verso suio.
¡Ande hay florsitas de iuio
y olor a tierra mojada!

¿Sabis?... al hacernos Dios
te dio un corazón a tí
pa que me querás, y a mí
pa que ió te quera a vos.
Hasta áura vamos los dos
picaneaos por el destino,
con pasencia en el camino
desparejo de la vida.
Vos al tranco y presumida
ió al trote como el zorrino.

¿Sabís?... cuando me miras
ió no sé por qué razón
como chancho cimarrón
resongando me dejás.
Se bien que no te ladiás
ni sonándote un cencerro.
Por tu corazón de fierro
a doblarte naide alcanza.
Y así queda mi esperanza
más flaca que caldo'e perro!

¿Sabís?... Más que disgraciao
es el que quiera domarte,
si no sabe palenquiarte
y si no gana el lao...
Ió de gustos te he llenao
pa que veas que te quiero
sé que no soy el primero
que con vos dá un trompezón.
¡Pero "en ganando el tirón
no hay animal pescuecero"!

¿Payadores?


Las razas se misturaron
y un nuevo espíritu hicieron,
los payadores se jueron...
cuando de cantar dejaron.
Las costumbres se cambiaron
de un tiempo que fué mejor.
Y hoy cualquier macaneador
que pa vivir larga un grito,
porque acierta en un versito
¡ya se llamó payador!

Yo conozco payadores
que agatas saben hablar
y que se las quieren dar
muchas veces de dotores.
Dicen ser educadores
sin yegar a comprender
que se precisa saber
pa que se pueda educar
y que el que quiere enseñar
antes tiene que aprender.

A la guitarra campera,
le hizo su nota perder
cantando como mujer
un payador de galera.
Que pa lucir las caderas
se viste bien ajustao,
y como es muy delicao,
pa que al soplar el pampero
no le haga daño en el cuero,
lo yeva siempre empolvao.

Hay cantores delicaos,
que en sus cantos provincianos
me parecen italianos
que gritan amontonaos
de a dos o tres apareaos
y formando así un montón
dan comienzo a la canción
mientras grita uno finito
el otro larga su grito
como bajo de acordeón.

Y las guitarras se quejan,
así como protestando
contra los que están cantando
y sin dulgura las dejan.
En las notas que se alejan
se va como ahogao el yanto
porque áhura es áspero el canto
y con él solo se alcanza
lo que precisa la panza
pa que no amuele el quebranto.

Ya el poncho, las nazarenas,
la barba negra y cerrada,
la vincha en la frente atada
pa sujetar la melena;
el payador que la pena
mataba del corazón
con su sentida canción
se va borrando despacio,
¡como reemplaza el palacio
al ranchito de terrón!

Todo en la vida se acaba
y por eso del camino
se jueron Trejo, Gabino
Cazón y don Juan de Nava.
Es que la guadaña brava
con eyos hizo un montón
y ansina se le jué el son
que la guitarra tenía
¡cuando el viejo De María
la templó junto al fogón!

¡Payadores! Yo me entrego
muchas veces a pensar
porque así se hacen yamar
cocoliches o gayegos,
de esos gritones reniego,
porque ni la sombra son
de las que junto al fogón,
cantando, daban coraje
al valiente paisanaje
que hizo libre a mi nación!

Nocturna


Un fragante perfume a poleo
por los campos llovidos flotaba
y encendían sus verdes faroles
luciérnagas vagas.
Yo me fuí por la hilera de álamos
que bordea la estancia,
entre el rudo chillar de los grillos,
evitando las húmedas matas,
y atisbando a lo lejos los bultos
de las lentas vacas
que cruzaban llamando al hambriento
ternero amarrado detrás de las trancas.

Un fragante perfume a poleo
metíase al alma;
y un lejano cantar del chingolo,
que el viento llevaba
y que hacía más triste y más largo,
de raros misterios pobló la jornada...

La laguna dormía apacible;
susurraban apenas las cañas;
extáticamente
yacían soñando las zancudas garzas;
alerteaba el tero;
los caraus recorrían sus bandas,
y un coro de sapos,
y otro coro más largo de ranas,
orquestaban la música triste,
música de lágrimas,
¡que no todos saben sentir en la noche
y no todos saben guardar en el alma!

En la vieja tranquera dormía
el terrible aguaraz; y la parda,
chillona lechuza,
haciendo equilibrio las cuevas rondaba;
o, cual un aeroplano, más brusca,
plegando las alas,
bajaba de pronto
para alzarse más tarde, endiablada,
danzando y danzando,
con un peregrino ratón en las garras.

Enhiesto en la loma
el oscuro potro relinchó sus ansias
y en los sauces mustios
temblaron las ramas
y temblaron también las estrellas...
Y el cencerro de la zaina vieja
extinguiendo se fue por la calma,
mientras, fieros, lanzaban los buhos
en medio de la noche su gran carcajada.

Por el largo camino invisible
una caravana
de borricos, pasó con un dejo
de gente cansada.
Iba cual si en su lomo llevase
una enorme carga;
y en el matemático
compás de los golpes de sus cuatro patas,
se diría que fuesen rezando
la oración de la flor de la alfalfa,
la oración de los pródigos campos
que se cubren de flores y matas
y dan a sus toscas narices abiertas
su fresca, su dulce, su noble fragancia!

Al confín de los montes, el zorro,
ese loco bohemio sin casa
que transcurre las noches en vela,
su hambre y sed gritaba.
Y desde los ranchos,
famélicos perros de lánguidas panzas,
a los cuatro vientos
al nocturno viajero ladraban
como, ¡cuántas veces,
en la vida humana,
esos "perros" inhospitalarios
le gruñen y ladran al que va sin casa!...

Por las carreteras,
los reseros, con voz apagada,
pasaban gritando:
¡Vaca!, ¡vaca!, ¡vacaaa!...
Y entre el rudo temblar de la tierra,
al pasar de la tropa cansada,
oíase a veces
esa dulce canción de nostalgia
con que nuestros paisanos, en medio
de todas sus penas, alegran el alma:
"¡Huella!, ¡huella!, ¡huella!,
huella de su casa:
si no ha vuelto hoy día
volverá mañana..."

Y en esa hora solemne, en que todo
se aduerme y se calla;
cuando líquidas perlas preciosas
pone el suave rocío en las matas
y un fragante perfume a poleo
por los campos llovidos embriaga;
cuando el pájaro sueña en el nido
las rosas de fuego que brotan las albas
y los rígidos árboles viejos
semejan fantasmas
y en un tenue reflejo la estrella
sus luces derrama,
yo he soñado también como un pájaro,
me he mojado lo mismo que mata,
y ha brillado un momento en la vida
la luz de mi verso, que nunca se apaga!

El alma del payador



Cuando la tarde se inclina
sollozando al Occidente,
corre una sombra doliente
sobre la pampa argentina.
Y cuando el sol ilumina
con luz brillante y serena
del ancho campo la escena,
la melancólica sombra
huye besando la alfombra
con el afán de la pena.

Cuentan los criollos del suelo
que, en tibia noche de luna,
en solitaria laguna
para la sombra su vuelo;
que allí se ensancha y un velo
va sobre el agua formando,
mientras se goza observando,
por singular beneficio,
el incesante bullicio
que hacen las olas rodando.

Dicen que, en noche nublada,
si su guitarra algún mozo
en el crucero del pozo
deja de intento colgada,
llega la sombra callada
y, al envolverla en su manto,
suena el preludio de un canto
entre las cuerdas dormidas,
cuerdas que vibran heridas
como por gotas de llanto.

Cuentan que en noche de aquellas
en que la Pampa se abisma
en la extensión de sí misma
sin su corona de estrellas,
sobre las lomas más bellas,
donde hay más trébol risueño,
luce una antorcha sin dueño
entre una niebla indecisa,
para que temple la brisa
las blandas alas del sueño.

Mas si trocado el desmayo
en tempestad de su seno,
estalla el cóncavo trueno
que es la palabra del rayo,
hiere al ombú de soslayo
rojiza sierpe de llamas,
que, calcinando sus ramas,
serpea, corre y asciende,
y en la alta copa desprende
brillante lluvia de escamas.

Cuando, en las siestas de estío,
las brillazones remedan
vastos oleajes que ruedan
sobre fantástico río,
mudo, abismado y sombrío,
baja un jinete la falda,
tinta de bella esmeralda,
llega a las márgenes solas...
¡y hunde su potro en las olas,
con la guitarra a la espalda!

Si entonces cruza a lo lejos,
galopando sobre el llano
solitario, algún paisano,
viendo al otro en los reflejos
de aquel abismo de espejos,
siente indecibles quebrantos,
y, alzando en vez de sus cantos
una oración de ternura,
al persignarse murmura:
-"¡El alma del viejo Santos!"

Yo, que en la tierra he nacido
donde ese genio ha cantado,
y el pampero he respirado
que al payador ha nutrido,
beso este suelo querido
que a mis caricias se entrega,
mientras de orgullo me anega
la convicción de que es mía
¡la patria de Echeverría,
la tierra de Santos Vega!

viernes, 22 de octubre de 2010

Consejos

(Acuarela: Hebe Lynch)
Tengo bastante esperencia,
como pa'dar un consejo,
mucho he gaolpiao ¡canejo!
en el campo'e mi esistencia!
He soportao, con pasencia,
lo que el destino ha querido,
y chirlazos he sufrido
de la desgracia o la suerte.
¡Pero como el ombú, juerte
a la vida me he prendido!

Me dejó arrugao el cuero
el pampero de los años
y aunque sufrí desengaños
siempre he vivido altanero!
Yo hago lo mesmo que el tero,
que lejos del nido grita:
así el peligro se quita
y hay tiempo pa la gambeta.
¡El que galopea en sotreta
se queda de a pié cerquita!

El que dentre a una jugada,
ande siempre con cuidao,
que, a veces, el más pelao
se arma de plata con nada,
porque copa la parada
sin tener un patacón,
y, si dando un trompezón
le llegaran a ganar;
¡El, la deuda va a pagar
con pura conversación!

No le juya a la mujer
y comprenda su mirada.
¡Es la prenda delicada
que ha nacido pa querer!
En la vida, a mi entender,
ella dicha nos va dando;
y quien le ande gambeteando
por no querer formar nido.
¡Es, en su tiempo perdido
una mitá caminando!

Y cuando haiga conquistao
con su beso un corazón,
forme nido, y que el fogón
nunca se encuentre apagao.
Si la mujer a su lao
se hace, a veces, la enojada
acaríciela, que nada
va'a dir perdiendo con eso.
¡Se gana más con un beso
que con una cachetada!

Si lo buscan pa peliar
nunca lo haga sin razón.
Trate de que la cuestión
se pueda bien arreglar.
Anque alcanzara a plantar
no es pa tener alegría,
disparar no es cobardía
cuando es pa evitar un mal...
¡Si escapa del hospital
se enrieda en la Polecía!

Emborracharse no es güeno,
todo gaucho que se mama
tiene siempre mala fama
mientras lo mata el veneno.
Si es malo, le pone freno,
la daga que hace un barbijo;
y si va al rancho, de fijo
se le hace el juego barato...
¡Porque allí pagan el pato
su pobre mujer y su hijo!

El gaucho pobre, el que es pión
-que esta idea no le asombre-
¡defienda el derecho de hombre
si lo maltrata el patrón!...
Y si el día de una elesión
el caudillo lo ha palmeao
plata, y juego le ha brindao
no haga caso al alboroto...
¡Es muy gueno por el voto,
el político engomao!

Diga siempre la verdá,
no sea falso ni un segundo
y un sentimiento profundo
no le falte en la amistá.
Ande con sinceridá
no haga alarde de su hazaña,
tenga más que jueza maña
cuando se haiga enamorao...
¡Y viva bien; conservao...
igual que durazno en caña!

La sensia de la patada


¡Pucha! linda diversión
la que pude presenciar
y que áura vi'a rilatar
pa que sepa la reunión.
¡Vale prestar atención
a lo que quiero contar!

Vi un potrero emparejao,
como vainte hombres patiando,
un globo'e cuero saltando
sin rumbo, pa cualquier lao,
y un mozo como asustao
a cada rato chiflando!

Otros dos, con atensión
cuidan cada uno un cuadrao
saltando de uno a otro lao
mirando siempre al montón,
pa'divinar la intensión
de quien el globo'a patiao.

Un mocito entusiasmao
¡Es cuerno! una vez gritó,
porque el globo le salió
de la cancha pa un costao,
ande uno que había parao
pronto pa'l medio lo hechó.

Se visten los jugadores,
con pantalones cortitos
de una cuarta, un bonetito,
camisetas con colores,
y tamangos pateadores
reforzaos y livianitos.

La media tejida aprieta
resguardando la canilla,
y en esa forma sencilla
no hay golpe que allí se meta.
Se ven, como dos galletas
descubiertas las rodillas!

Es juego llegao de Uropa
que al espíritu levanta,
que al mesmo gaucho lo encanta,
el que diez leguas galopa
anque sea pa ver la ropa
del que en la cancha se planta!

Trabuco

(Foto: Colección Rosatto)
Trabuco: cuando en los días bravos
iban abriendo pampa las guerrillas,
la flor enorme de tu fogonazo
adornó las noches de las pulperías...

Trabuco naranjero:
cargado de galopes
cuántas veces tu dueño,
envainando sus ansias en auroras y soles,
salió a matreriarla campo adentro
y a tajear horizontes...

Trabuco naranjero:
en las revoluciones,
a tu varón lo despidieron
entre un largo suspirar de amores,
un revolear de ponchos aromados de besos
y una angustia anhelante de canciones...

Y allá iban,
vos, el potro, la lanza y el varón.
Embanderando el viento con divisas.
Y un afán de pelea, chúcaro y redomón...

Abajo, el parejero
hambriento de distancias.
Arriba, en los labios de él, un verso
hecho flor de añoranzas,
y vos, dispuesto
a jugarte también en la patriada,
por machazo y por bueno,
ibas rociando los amaneceres con descargas.
Más arriba, el reguero
de estrellas en la Vía Láctea.
Adelante, un florecer eterno
de auroras de libertad, lindas y blancas.
Y atrás, el interrogante del regreso
y el suave musitar de una plegaria...

Trabuco: y allá iban,
como un gaucho escuadrón,
amontonando lejanías,
vos, la lanza, el potro y el varón.
Desflecando ponchos y golillas.
Y un afán de pelea, salvaje y redomón...

Poncho

(Foto:"Ponchos de la Familia Avar Saracho)
Poncho rojo,
nido de lanzazos,
flor bermeja prendida sobre el hombro
de los varones bravos
en los tiempos heroicos de la montonera...

Poncho,
con flecos que pialaron estrellas
y al redomón arisco del pampero impetuoso
sirvieron de manea...

Poncho pampa,
liso como laguna,
llevaba en tus pliegues las vidalas
vibrantes de dulzura
y el beso triste de las alboradas...

Poncho,
los tientos guachos de tu noble raza,
de tu estirpe de criollo,
te ataron fuertemente a las tacuaras
de tu pasado histórico.

Poncho pampa,
mariposa roja que en los entreveros
iba entre un monte de lanzas
recogiendo la flor de los lamentos...

Poncho pampa,
frescura de caricia
y el calor de una lágrima
cantaban en los flecos tu adiós en las partidas.

Poncho rojo,
donde anidó el zorzal de los lanzazos,
flor bermeja prendida sobre el hombro
de los varones gauchos.
La guitarra, mujer al fin, por tu requiebro hermoso
de llevarla guardada con aromas de campo,
el himno más bravío, más macho y más criollo
de su canción te ha dado,
poncho!...

¡Como pa rairse!...


Le ha dentrao juerte al que rejunta votos...
se rái y me palmea;
se ofrece pa ayudarme en mis negocios...
Me convida a un asao, pa que con otros
me enyene con cerveza...
y, aunque yo no le pido, me da plata
pa servirme...¡a la juerza!

¿Es que'l amigo falso no compriende
que el gaucho está dispierto?
Que ha de pedir un día que lo arreen,
lo mesmo que a carneros
como cuando en las otras elisiones
al dotor lo vendieron?

Pronto el gaucho va a dir, anque no quieran,
hasta el mesmo Congreso
y allí ha de gritar juerte sus miserias.
¡Lo oirán anque se tapen las orejas...
Porque tiene derecho
de decir las verdades, sin tapujos,
a quienes le mintieron!

El no sabe de fino palabreo
ni andar con agachadas...
¡Ya le han quitao las ganas de ser güeno
y es capaz de formar un entrevero
pa salvar a la Patria...
Porque áhura los políticos tramposos
la tienen arruinada!

Al ñudo son las risas y alabanzas
de los dientes pa'juera;
al zorro ya le sé todas las mañas...
cuando quiere pialarme con sus gracias
yo voy, y estoy de güelta.
¡Vaya con su cerveza, asao y taba
a golpiar a otra puerta!

jueves, 21 de octubre de 2010

Patio criollo

(Foto: Eduardo Amorim)
Bajo la alegre mañana
que desparrama su gozo,
ensaya versos al pozo
la cantadora roldana.
Un cielo de porcelana
prende en el día su rosa;
y junto al brocal la moza,
al mirarse en el reflejo,
piensa en el único espejo
que le dice que es hermosa.

Perfumando los cedrones
están del patio a lo largo,
donde a veces, sin embargo,
suelen brillar los facones...
Sus más alegres canciones
allí los zorzales dan;
con incomparable afán
la abuela al niño adormece,
y en el hornito se cuece
el bien amasado pan.

En el alambre tendido
el viento bate los trapos
entre el cantar de los sapos
junto al cerco florecido.
El chingolo entristecido
da en el sauce su canción;
y hacia un lado del fogón,
están, por buena ventura,
sancochando rica achura
las ollas del chicharrón...

En un continuo cantar,
bravo, el gallito se encela,
y la puntiaguda espuela
acusa ansias de pelear.
El buen grano triturar
se oye, afanoso, al mortero.
Y, el moño en el clavijero,
en criolla actitud bizarra,
cogando está la guitarra
de una caña del alero.

En la tranquera, ensillado,
y goteando espuma roja,
tascando está la coscoja
un oscuro bien plantado.
Flexible lazo trenzado
cae del pingo sobre el anca,
y avasallando la tranca
desátase a relinchar,
la tropilla al divisar
sobre la verde barranca.

El bravo perro guardián
desde unas matas enseña
a la gente lugareña
sus dos ojos de Satán...
"¡Por aquí no pasarán!",
grita con obstinación,
que por cuidar al patrón
nunca cesa en su ladrido,
y en las moscas, al descuido,
afila su tarascón.

Bajo el sol que quema fiero,
en el vecino corral,
con hondo amor maternal
lame la vaca al ternero.
Revolando el teruteru
cruza del patio a la orilla;
la mariposa amarilla
préndese a la abierta flor,
y el viento trae el olor
del trébol y la gramilla.

Canta el ombú frondoso
que amoroso el rancho ampara,
la cigarra de voz clara
el año lindo y dichoso.
Hunde el sauce, pesaroso,
sus ramas en el canal,
y como un canto triunfal
modulado en un alarde,
suena al morir de la tarde
la guitarra nacional.

Mi amigo tiene un caballo

(Copiado de Carloslopezquilmes)
Mi amigo tiene un caballo
allá por Claromecó
y se lo cuida un paisano
que en fletes es sabedor.
Por entre dunas, mi amigo,
lo hace andar de escarciador
y por el paseo agrario
orillando el barrancón,
le pega unos galopitos
de puro fantaseador.

Si encaran por la arboleda,
allá en la forestación,
caballo y hombre iluminan
las cuevas que el sol dejó
y los dos que son solo uno
para un rumbo soñador,
van construyendo sus mundos,
sin penas y sin rencor;
seguros y protegidos
bajo los brazos de Dios.

Después de aspirar el viento
que de la costa subió,
se llegan para las casas
allá por Claromecó;
cada cual según su vida
va buscando su rincón;
minetras uno junto a un trago
alisa su corazón,
al otro allá en el potrero,
lo serena la oración.

Y entonces, junto a las llamas,
que le dan vida al fogón,
se iluminan las historias
del caballito andador...
sus andanzas de potrillo,
en qué paraje se crió,
y en qué arroyito sureño
se dio el primer chapuzón,
lo cuentan "Polo", mi amigo,
y Cristaldo el cuidador.

Los ejes de mi carreta

Porque no engraso los ejes
me llaman abandonao.
Porque no engraso los ejes
me llaman abandonao.

Si a mí me gusta que suenen,
pa' qué los quiero engrasaos.
Si a mí me gusta que suenen,
pa' qué los quiero engrasaos.

Es demasiado aburrido
seguir y seguir la huella,
Es demasiado aburrido
seguir y seguir la huella,
Andar y andar los caminos
sin nada que me entretenga.
Andar y andar los caminos
sin nada que me entretenga.

No necesito silencio,
yo no tengo en qué pensar.
No necesito silencio,
yo no tengo en qué pensar.
Tenía, pero hace tiempo,
ahora ya no pienso más.
Tenía, pero hace tiempo,
ahora ya no pienso más.

Los ejes de mi carreta,
nunca los voy a engrasar.

lunes, 18 de octubre de 2010

Lo que yo se

Yo pienso que los varones
deben cantar cosas buenas,
por eso no canto penas
aunque las tengo a montones.
Y ladiando esas cuestiones
que en mí no tienen cabida,
si me dan una caída
les voy a decir cantando,
lo que aprendí trabajando
a lo largo de mi vida.

Se salir con un arreo
y perdonen que me alabe,
pero entre gente que sabe
pialo, tuso y jineteo;
viento abajo si voleo
enseñando redomones,
aunque tome precauciones
se atropellar como luz,
y sacarle a una avestruz
pluma, picana y alones.

Yo se masetear un cuero
pa hacer bolzales y riendas,
maneadores y otras prendas
que precise pa mi apero.
Se manear un parejero
porque esa es mi diversión,
y como todo buen pión
se en un rodeo apartar,
y en la tierra trabajar
donde me ponga el patrón.

Yo se de puro alvertido
tener un pingo enseñao
y bandear un alambrao,
saltar un río crecido.
Sobre un campo bien llovido
se saltar sorteando escollos,
como acostumbran los criollos
que saben cansar las botas,
con la armada bien grandota
y con por lo menos seis rollos.

Se lo que es andar mojao
desde el garrón a la nuca,
pero el maestro que educa
jamás me tuvo a su lao.
Siendo en letras atrasao,
al trabajo me apliqué
y aunque firmo y firmaré
con el pulgar de mi mano,
tal vez más de un escribano
no sepa lo que yo se.

viernes, 15 de octubre de 2010

El casamiento del lión

(Dibujos: Aldo Chiappe)
Sobre de un campo arenoso,
salpicao de pastizales,
entre grandes chañarales
y zanjones barrancosos;
se organizó el más famoso
casamiento'e la región,
pues allí se casó un Lión
de estampa largona y fina
con una Liona barcina,
hija de un Lión petisón.

El mismo ñato en persona
fué invitando sin capricho,
uno por uno los bichos
de una zona y otra zona.
De más pituca la Liona
se pintó hasta la nariz,
y en el momento feliz
del enlace con dulzura,
un Burro hacía de cura
y de juez un Zorro gris.

Un Jabalí colmilludo
sin bañarse y corpulento,
se uniformó de sargento
para el orden, corajudo.
Gracias a él, el Peludo
no lo lastimó al Zorrino;
ya habían salido al camino
pa meterle p'adelante,
y se habló de que el causante
de todo aquello fue el vino.

Como el Sapo y el Lagarto
estaban en el fogón,
improvisando bajón
del criador y sus repartos.
Dijo el Jabalí: -"No aparto
de que los dos tienen garra,
pero traigan la guitarra
y de que canten es obvio,
primero para los novios
y después para la barra".

Agradeciéndole al Lión,
cantó el Lagarto y el Sapo,
y a la canción "Mis harapos"
la recicló un vizcachón.
Recitó un verso el Hurón
como una flor pa'la Liona,
y el Ñandú con voz chillona
dijo:-"Pa seguir la farra,
¡que traigan las dos guitarras
pa'compañar mi acordeona!".

Cuando el fuelle se estiró,
entre vibrar de las cuerdas,
una musiquita lerda,
como agua se derramó.
El Lión a bailar salió
con la Liona gambeteando
y una Tortuga saltando
empezó a decir con creces:
-"¡Que la bese, que la bese,
que la gente está esperando!".

El Lión problema no tuvo
y a la Liona la besó,
pero después se mamó
y así que errándole anduvo.
Porque el Zorrito que estuvo
de juez en el casamiento,
Al ver el aburrimiento
de la Liona en un rincón
la invitó pa'un pericón
y después pa'bailar lento.

Una Liebre y un Guanaco,
un Piche y una Mulita,
formando dos parejitas
le decían:-"¡Bailá Flaco!"
A un Gato de pelo opaco,
llegao de tierras lejanas,
que abrazándose a una Rana
le dijo: - "Si no se arruga",
mientras el Cuis y la Tortuga
bailaban suelto y con ganas.

Muy mamao un "Tucutucu",
retorciéndose el bigote,
le decía al Toro: - "¡Grandote,
te juego por 10 al truco!".
pero el Jabalí pazuco
de compadrón se arrimó.
Y le dijo: "Timba no,
porque después sin manea
aparecen las peleas
y hoy casi, casi se armó".

El Toro empezó a escarbar
mientras el resto bailaba,
y el Zorro la conversaba
a la Liona sin largar.
El Lagarto al zapatear
tanta tierra levantó,
que el Ñandú se calentó
diciendo de esta manera,
-"¡Me ensucian la verdulera
así que rieguen por Dios!".

Después de regar la pista
y de seguir divertido,
como el Lión seguía dormido
dijo el Zorro: "Está a la vista,
y hay que actuar por la conquista"
y a la Liona la apuró.
Pero el Jabalí lo vio
y le dijo: - "¡Mire Juan,
aquí las cosas no van,
como don Burro ordenó!.

Asi que no se me ofenda
y para su alma enferma,
no porque el patrón se duerma
usted la va a alzar la prenda".
Y el Zorro con rabia horrenda
le contestó pa su inquina,
-"No me gustan los bocinas!"
y al amagarle un ponchazo,
el Jabalí de un trompazo
lo escondió entre las espinas.

Cuando el Lión se despertó
preguntando con voz fina,
-"¿Adónde está la barcina
que conmigo no durmió?"
El Zorro se escabuyó,
como siempre ligerón,
y al volver a su región
cada bicho que bailara,
no hubo uno que no elogiara
al casamiento del Lión.


Como un cordero

(Pintura: Francisco Madero Marenco)
No había aclarao toavía
cuando salimos del rancho,
apenas si, sobre el ancho
campo alto se alvertía;
pero ya al venir el día
la helada se distinguió,
todito el campo blanqueó
pero seguimo'apurao,
mi padre en un colorao
y en una petisa yo.

Apenas huellas marcadas,
por entre los jarillales,
con rastro de los baguales
saliendo de las aguadas.
Mano y oreja escarchada
cada pie ni lo sentía,
aunque chico, maldecía
haber salido a campear,
pa'colmo sin descansar
mi padre al trote seguía.

Recién como a las dos leguas,
cuando el cielo se toldó,
y la nieve se largó
como para no dar tregua.
Al no encontrar de la yegua
ni un rastro pa continuar,
me dijo: -"Vamo'a esperar
a ver si compone luego,
mientras tanto haremos fuego
hasta que entre a despejar".

Prendimos unas "matasebos"
que al alzar sus llamaradas
a las ramitas mojadas
las quería secar de nuevo.
Pero el hielo como sebo,
blanqueaba en todos los montes,
achicando los aprontes
del fuego con su calor,
viendo a nuestro alrededor
cerrado cada horizonte.

Sacamos los cojinillos
pa taparnos las espaldas,
y desde el bajo a las faldas,
se habían tapao los tomillos.
y al no ver un solo brillo
con señal de componer,
me dijo: "Vamo'a volver
porque esto a empeorado más,
y la noche se vendrá
más fiera que Lucifer".

Pa' colmo ni un piche flaco
habíamos podido ver;
todo el día sin comer
más sumido que un guanaco.
Ni una chaucha de alpataco,
ni una fruta'e piquillín;
todo nevado el Llaollín
y en los chañares más altos,
el viento como de un salto
tocaba apena'el violín.

Al tranco, al galope,
al trote, sigún como permitiera,
cada huellita campera,
mezcla de seda y azote.
Callados los cachilotes
en el fondo de sus nidos,
de ni'un pájaro en el nido
se escuchaba en los barrancos,
todo frío, todo blanco
el campo estaba dormido.

Cada azote de las ramas
primero me enfurecían,
después ya ni me dolían
la piel parecía una escama.
Sobre el recao como trama
la nieve se amontonaba
y eso más me congelaba
hasta que ya no sentí
ni siquiera la nariz,
la petisa me llevaba.

Cuando ya noche cerrada
llegamo' al rancho de vuelta,
entre la perrada suelta
me bajé como en picada.
Y al ver que las piernas nada
me respondian pa pararme,
quería en la yegua apoyarme
pero el engarrotamiento,
me había dejao por momento
sin juerza pa'manejarme.

Recuerdo que el tata dijo,
al verme como un despojo,
-"¡Pucha que había sido flojo,
mi compañero, colijo!"
Y entre tantos amasijos
que me dieron sobre el cuero,
sentí como un hermiguero
y después de un cafecito:
me dormí en lo calentito
del fogón, como un cordero.

Puchero de esquila


En los fogones sin par,
llamados de esquiladores,
entre perros y motores
como a un tren lo he visto humear.
Y sin dejar de espumar
cada hora que desfila,
al ir cargando una pila
de años de jornalero,
voy a cantarle al puchero
pero al puchero de esquila.

Cuando uno recién empieza
a trabajar afanoso,
le parece delicioso
y no le alcanzan las presas.
Pero cuando el mes ya pesa
andando de esquilador,
al doblarse con valor
entre lanas y maneas;
por delicioso que sea
se empieza hacer cansador.

Es raro que el cocinero
por más que tenga vaquía,
entre la noche y el día
no le encaje algún puchero.
Por lo general: enteros
suelen venir los cogotes,
de esos capones grandotes
que el patrón sabía tizar,
y que entrando a masticar
la carne es como garrote.

Desde ya que el espinaso
cuando don "Cuchi" se apura,
sin buscarle "coyentura",
lo corta de un solo hachazo.
Va metiendo de a pedazos:
carne, papas y cebollas,
y mientras se desarrolla
el trabajo en el galpón,
sobre el calor del fogón
hirve despacio la olla.

Y pa'que don "Cortadera"
no llegue haciéndose el loco,
lo va espumando de a poco
dando vuelta desde afuera.
Por hay se asoman enteras
las cebollas y las papas,
y como siempre con yapa
le hechó ají y pimentón,
sabe quedar un montón
en el revés de la tapa.

Yo he tenido compañeros,
que al principio rezongando,
sabían decir masticando:
-"Siempre hacen poco puchero",
pero al ir el mes entero,
de esquila, lucha y sufrir,
¡quién Mandinga iba a decir!,
que aquellos mismos quejosos,
con una sopa al reposo,
callaos se iban a dormir.

La sopa gorda y espesa,
de fideos y grasitud
que al tomarla por virtud
parece que al punto pesa,
y lo mismo que las presas
vuelven hasta con la almohada
y con las pilchas ya atadas,
sabía decir un playero:
-"Que sigan los cocineros
espumando la tiznada".

La creación de la mujer (cf.Génesis 2)

(Pintura: Carlos Montefusco)
Entre los seres creados
de todo el reino animal,
le faltaba a cada cual
ponerle su propio nombre,
tarea que Dios al hombre
le encargó en forma especial.

Y entre tanto bicho hermoso
que Adán se cansó de ver,
'naides' vaya a suponer
que se quedó satisfecho;
es que el hombre ha sido hecho
pa' encontrar a quien querer.

Y entonces dijo el Señor
después de un tiempo de espera
en que Adán se entristeciera:
"No debe el hombre estar solo",
y abreviando el protocolo
le puso una compañera.

Al primer hombre imagino
que dormido de verdad
soñaba con la beldad
de un ser que no conocía,
y al despertar aquel día
¡El sueño fue realidad!

Pues de cierto sucedió
que el hombre cayó dormido,
y sin que se haya 'alvertido'
del plan del Supremo Artista,
Dios hizo de anestesista
pa' darle lo prometido.

Y abriendo por un costado
de la masa muscolosa
que se daba generosa,
tomó de allí una costilla
haciendo la maravilla
de crear la primera esposa.

Y obró Dios con mucha 'cencia'
a 'sigun veo y colijo',
pues tenganló 'por de fijo':
"Alegra más el encuentro
con lo que sale de adentro,
como a la madre y su hijo".

Y aquí si que viene 'al pelo'
la cita de un escritor,
que al hablarnos del amor
se descolgó con acierto
diciendo que allá en el huerto
Dios no pudo obrar mejor.

Porque no 'jue' por los pies
'a sigun' se nos comenta,
que la mujer 'emparenta'
con el que 'jue' su marido
que de haberla así tenido
la habría 'usao' de sirvienta.

Ni tampoco el sabio 'tata' Dios
la sacó de la cabeza;
y aunque en punto de viveza
se llevan igual ventaja,
mal queda al hombre si así encaja
en un rincón de la mesa.

No sucedió así la cosa
sino que 'jue' del costado,
que la sacó y la puso al lado
para que 'juera' su igual
y pudiera cada cual
Amar y sentirse Amado.

Y 'jue' debajo del brazo
que aquella recién nacida,
hermosa y bien parecida,
llegó a 'esistir' pal' varón
que así le da protección
porque es parte de su vida.

Y tomando el costillar
que está cerca 'el corazón'
nos dejó 'tata' Dios la 'lición'
de que el hombre a su mujer
la debe siempre querer
en 'güena' o mala ocasión.
------------------------------------
¡Ah, si el mundo recordara
esta Divina enseñanza!
Pero anda mal la balanza,
y el matrimonio moderno
es a veces un infierno
ya casi sin esperanza...

Tomado de LA BIBLIA EN EL ESTILO MARTÍN FIERRO.

Al caballo criollo

(Foto: Eduardo Amorim)
En ésta milonga mía
le canto al pelaje criollo,
tirando con todo el rollo
y encontrando la poesía.
Y por gusto ¡quién diría!
que es una gran ocasión,
nombrando en esta ocasión
sencillito, no hay embrollo;
cantando al caballo criollo
me galopea el corazón.

De diferentes pelajes:
gateaos, bayos, lobunos,
esos sí son oportunos
tan buenos pa un largo viaje.
A la memoria les traje,
un zaino, un pampa, un bragao,
un alazán, un tostao
y en los caminos integro:
un picazo y un tordillo negro,
calzao de tres al candao.

Y por ganas de nombrar,
lindo pelo el pangaré,
igual aquél yaguané
que nunca voy a olvidar.
Una hazaña singular
que recorrió muchas canchas,
tranqueando las patrias anchas
tal vez con muy poco apoyo,
aplaudo al caballo criollo:
al querido "Gato y Mancha".

Por eso tiene valía
seguir nombrando los pelos,
overo negro, el cielo,
parece lo pintaría.
Doradillo, quién diría,
parejo pa galopear,
un blanco particular
en mi décima atesoro
y nunca me olvido el moro
que un premio pudo sacar.

Y también un lunarejo
junto a otro que es canario,
pa'l trabajo es necesario
un rosillo, un azulejo.
Un cebruno muy parejo,
cambié por un encerao,
un raya'e mula, un pintao,
y también con un barcino,
un rabicano genuino,
parejo con un manchao.

Con el ruano y el malacara,
también el zaino tostao,
y hasta el oscuro tapao
que pa correr lo repara.
Nervioso como una vara
cuando sale a galopear,
muchas leguas puede andar,
no se queda sin aliento
y ligero como el viento
nadie le puede ganar.

Pingo bueno, aquél sabino
con el overo rosao,
igual al moro bragao
pa recorrer mil caminos.
Y en esta milonga opino
sin buscar ningún escollo,
en la guitarra me apoyo
en mi canto represento:
y espero que un monumento
le den al caballo criollo.



El redomón pangaré

(Pintura: Julián Althabe)
De anca y lomo doradillo
y de la clin a la cola,
una lista negra y sola
sobre el pelaje con brillo.
De vasos negros y nudillos
cortos de color café,
la ranilla y a la vez
en la frente un lucerito,
¡vieran qué pingo bonito
mi redomón pangaré!

Desde la panza a la pera
y dende el encuentro al cuadril,
mesmo que el pasto cerril
casi color "puma" era.
Pateador de cepa entera,
del derecho o de revés;
siempre tenía un porqué
para tirar con las patas
como una costumbre nata
el redomón pangaré.

Cuando como vaca pateaba
aunque malcornao adentro,
hasta cerca del encuentro
con todo el vaso llegaba.
Y aunque siempre lo montaba
con cuidao y lucidez,
ni en las patadas, no se,
que aquél sotreta me dio;
si hasta maneao me patió
el redomón pangaré.

Si corcoveaba tenía
garra, agilidad y cauce
y mesmo que vara'e sauce
en el aire se torcía.
Cansao de sus picardías
tuve que hacerle una vez,
una maneita qué
yo bien pudiera montarlo,
y de arriba desmanearlo
al redomón pangaré.

Pa correr en campo abierto
no era de echarlo a la par,
porque antes de aflojar
siguro se cáiba muerto.
Vieran qué pingo despierto
pues en él nunca rodé,
y era junto a su altivez
de meterle todo el día,
no se cuánto aguantaría
mi redomón pangaré.

¡Es tan lindo para uno
el sentirse bien montao,
de mechón y de bocao
era un lujo que hoy apuro.
Hasta que un día cebruno
que realmente precisé,
lo vendí y con él cerré
unos favores prestados:
con cada pesito dado
por mi pingo pangaré.

jueves, 14 de octubre de 2010

Esperencia


Te almirás porque li hago poco caso al destino
y no mi ando lomiando por ninguna disgracia;
porque a cada rodada me levanto riyendo
y en lugar de quejarme suelto alguna chuscada.

Carculás que de bruto doy el pecho a la vida;
que nací con más ñudos que una caña tacuara,
y si a cara'e fandango me abarbaro a las penas
es por falta de yeito pa poder gambetiarlas.

Y decís que soy mesmo que los gatos monteros
porque amuestro los uñas si la güelta se cuadra;
y que soy venenoso como mata'e mío-mío;
y que tengo más filo que cuchiyo'e carniada.

Pero andás erradaso carculando esas cosas.
Sos'tuavía muy borrego pa querer hacer basa
en un truco ande dentran jugadores cancheros,
qu'empacusan el maso si la liga les faya.

No sabés qu'es la suerte cabortera chirusa
que cuanti más l'halagan más fácil güelve'l anca,
y qu'es de maturrangos dir a meterle'l freno
sabiendo qu'es al ñudo quererl'hacer cabaya.

No sabés qu'en la vida debe andarse al tranquito
porque ansí no se cansa ni el matungo más maula,
y qu'el hombre, aunque monte'n un tordiyo sabino,
debe dir bien dispierto pa no errar las picadas.

Inorás que no sirve tener'l'alma muy floja;
que ser güeno risulta la más pior chambonada,
porqu'el güeno es lo mesmo que un churrasco sabroso
al que tuitos se apuran por sacarle tajada.

La lechiguana sonsa'nida en cualquier carqueja
y hasta el lagarto maula se anim'a coletiarla;
al mangangá picaso ninguno lo incomoda
porque saben que tiene la lanceta muy brava.

Cavilá lo que ti hablo, gurí, que no es soncera;
pensá, pa tu gobierno, está verdá machasa:
al quebracho, por duro, lo respeta el leñero,
y al palo'e leche, en cambio, ¡le dentra cualquier hacha!

Por boliar

(Pintura: Carlos Montefusco)
Juan Gaucho en un colorao
y yo en un pingo picazo,
díbamos nomás al paso
divisando el descampao.
Los dos muchachos alocaos
y amantes a las correrías,
puesto que no había un día
en cuanto el tío faltaba;
no tiráramos la taba,
el lazo o las "tres marías".

Juan en su lengua paisana,
me hablaba y me cacareaba,
diciéndome que él boleaba
sin machucar la picana.
Que dependía de las ganas
y del hambre rumoroso;
cuando de pronto de un pozo
que alguna vez hizo un toro,
se levantó encima un moro
de pecho y lomo lustroso.

-"Ahi lo tenés al plumas moras!",
le dije a mi compañero,
mientras que debajo'el cuero
sacaba las boleadoras.
Limpio el campo como aurora,
rasca la alita y sampa
¡vieran del ñandú la estampa
levantando los alones!
como diciendo: ¡"Chambones,
pueden probarme en La Pampa!".

Yo medio me entusiasmé
porqué salió pa mi lado,
pa' colmo el del colorao
me gritó: -"¡No le aflojés!".
Y al punto que lo alcancé,
listas las avestruceras,
ví tremenda vizcachera
a dos metros del caballo,
después pensé que un gran rayo
me había parao la carrera.

Me parecía amarillento,
todito el cielo y el campo,
y al despertar como un lampo
entre soplitos de un viento;
lo vi a Juan en un momento
como un Dios de los arcanos.
Con el sombrero en la mano
y el pelo desparramao,
diciéndome arrodillao:
-"¿Cómo te sentís, hermano?"

-"De más bien y con salú",
del suelo le contesté;
y al punto le pregunté:
-"¿Qué pasó con el ñandú?",
me respondió como lu':
-"Se fue sanito el picudo"...
y entre dolores agudos,
monté a caballo y salimos;
y al tranco al río nos fuimos
que estaba turbio y morrudo.

Como era horrible el ardor
que en todo el lomo sentía,
me bañó con agua fría,
mi compañero y dotor.
y después con un señor
cuchillo de punta fina;
me sacó muchas espinas
diciéndome: -"¡Qué macana,
tenés una rascalana,
que en el cuerpo te camina!".

Y al verme más mejorao,
comentaba en su quehacer:
-"¿Y ahura?¿Quién te v'a creer
de que saliste parao?".
Y escarbando un rompe-arao,
transpirando me decía:
-"Con esto en dos o tres días,
que tomés y un poco'e sebo,
vas a quedar como nuevo
para cualquier correría".

¿Dónde andarás compañero,
que ñandú te habrá dejao,
qué pial te habrá doblegao
cómo si fuera un matrero?
Yo, cada vez que ligero,
he rodao sobre los llanos,
como un susurro lejano,
creo sentir por abrigo
las palabras de mi amigo:
"¿Cómo te sentís, hermano?".