La vida que Dios te ha dao,
es tuya y no es pa tirarla,
pa que dure, hay que cuidarla,
como lo más delicao.
Aquel que vive enconao,
no puede llegar muy lejo:
de ahí que te de el consejo:
debes de tener pasencia,
pa que dure tu existencia,
y así, alcanzarás a viejo.
Nuestro cuerpo, es una alhaja,
lleno de complicaciones,
por vicios y por pasiones,
en su valor se rebaja.
Cuando gastao, se relaja,
no hay nada que lo levante;
y naides sabe bastante,
pa que pueda renovarlo;
por eso debes cuidarlo,
pa que no falle su aguante.
Desde chico, has de saber,
que el estómago liviano,
pa que te mantengas sano,
sobre todo has de tener.
La vida no debe ser,
para mascar y tragar;
dando gusto al paladar,
te quedará el buche lleno,
y el estómago, el más bueno
seguro se ha de cansar.
Enviciarse en la bebida,
eso, pal hombre, es lo pior,
teniendo el mesmo valor,
que el de hartarse en la comida.
De los dos modos, la vida,
tan codiciada, se apoca;
y hasta su fin se provoca,
con esas barbaridades;
pues, muchas enfermedades,
suelen dentrar por la boca.
Hay peligro en ser glotón,
y hay peligro en ser borracho;
por eso, dende muchacho,
hay qeu emplear moderación.
Quien tenga tal condición,
no gaste plata en dotores,
y cuando algunos dolores,
se asoman haciendo el gasto,
como el perro, masca pasto,
y gambetea a sus rigores.
Quien de muchacho se apura,
a gastar sus energías,
tendrá cerquita los días,
llenito de desventuras.
Lo que se llama diabluras,
beberajes, trasnochadas,
dejan las alas cortadas,
justo en la edad de volar
y no se pueden juntar
las fuerzas desparramadas.
Y después, son los lamentos,
cuando todo se ha perdido;
uno piensa en lo que ha sido,
con el mayor sentimiento.
Hay pa todo aburrimiento,
se vive como cansao,
porque como se han llenao,
todas las aspiraciones,
se han cortao las iluciones
y el hombre es un desgraciao.
Porque el que no tiene nada
que le llame la atención,
ya le ha dao terminación
a la vida regalada.
Es una vela apagada,
que no ha de romper la sombra;
pisoteao como una alfombra,
sin rumbo, sin voluntad,
sin cariño ni amistad,
y al que ninguno lo nombra...
Porque hasta el nombre ha cambiao,
le queda, por un apodo,
resultando de ese modo,
que ya es un ser olvidao.
Es que su tiempo, apurao,
sin miramiento ha vivido;
y cuando ya está vencido,
se siente flojo y cobarde,
porque sabe, que ya es tarde,
pa reponer lo perdido.
Si llega a formar hogar,
con tamaño aburrimiento,
ha de ser pal sufrimiento
de la que pueda alcanzar.
Será mejor avanzar,
solo, nomás en su huella,
salvo que ponga su estrella,
alegría en su corazón
y al despertar la ilusión,
se siente otro hombre en ella.
Lo nuestro, es lo que trajimos
y que más tarde llevamos,
cuando a la fuerza vamos
pal pago de ande vinimos.
Y sigún aquí vivimos
del modo que nos portemos
cuando los ojos cerremos
en la última estirada,
si no hemos realizado nada,
ni el recuerdo, dejaremos...
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