"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
Déjeme mascar mi coca señor comisario;
yo no soy vicioso, menos pendenciero,
soy un pobre diablo, que anda por los cerros
buscansi la vida, alla entre los cuervos.
Yo mastico coca pa olvidar las penas que matan el alma
por tantas miserias qui paso en el rancho,
yo mastico coca, pa tantiar mi suerti;
y dejar mis ojas en las apachetas de mi pachamama.
Yo masco mi coca, pa güeltiar las abras sin cansarmi tanto,
pa vencer la puna, allá sobri el alto. . .
pa vencer el sueño, cuando hago dos turnos,
dentro de las minas sacando el estaño.
Yo masco mi coca. . .
pa vencer el hambre que quema en mi pansa,
cuando ya no hay charqui. . .
cuando el mais tojrita, todito ta helado.
Yo no soy como otros qui ojos a la vista,
tan muquiando coca dentro de los bares,
yo escondo coquita, pa matar la sed,
donde ya no queda, ni gotita de agua.
Y tengo el repeto de limpiar mi boca,
pa qui no mi veigan qui yo toy coquiando,
y tengo el respeto de llevar mi coca, pal tata Coquena,
por habras heladas, donde usted, no llega, señor comisario.
Y . . . . . Cuando no tengo coquita en mi chuspa,
masco las hojitas verdes de la chachacoma,
de tolas amargas, de chilcas, charcomas,
¡pero no es lo mismo por tatito Dios, señor comisario.!
Como masca el colla
sus hojas de coca,
si el repecho es largo
y el soroche apuna;
así mesmo el monje
rumia la Palabra
pa sacarle fuerza,
consuelo y dulzura.
Pero hay que mezclarla
-diz que con cenizas-
haciendo acullico
como lo hace el runa
y luego en la boca
despacio, despacio
calentar el bollo
tragando amarguras.
Palabra y recuerdos,
mientras se hace huella,
soledad y encuentros
del monje que es cura:
y ver que a los otros
les pasa lo mesmo
que le ocurre a uno
si el camino apura.
La Lectio Divina
es como el fueguito
que encendió por dentro
la lenta lectura,
pa luego quedarse
mirando las brasas
gozando tibiezas,
con frío de alturas.
Las cosas del hombre
son cosas del Tata
desde que su Hijo
se hizo criatura;
y en este acullico
de coca y cenizas
la Lectio Divina
te anima y te cura.
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Vocabulario:
Soroche: mal de puna. Desvanecimiento producido por la altura.
Puna: Altiplano que se extiende por el norte de Argentina y el sur de Bolivia.
Apunarse: Tener el mal de puna. Soroche.
Diz que: apócope por "se dice que".
Acullico: Bollo de coca y cenizas que se va mascando lentamente y abulta por lo general un costado de la boca. Runa: Hombre de la Puna.
Quisiera confiarme
del todo en tus manos,
quisiera dejarle
camino a la luz;
pero un viejo miedo
me trepa en el alma
y el camino muestra
de meta, una cruz.
Me nace el silencio
como una exigencia,
y viene el hermano
trayendo un dolor;
se me espanta el miedo,
renace el coraje,
y cuando se aleja
me quedo con Vos.
Y entonces de vuelta
la pregunta viene,
se instala por dentro,
me grita: -"¡Ilusión!"
"Tu camino es otro
vos sos del silencio..."
Por eso te digo:
¿qué hago, mi Dios?
Y sólo el camino
se abre en respuesta.
Camino y Silencio
que hay que seguir;
sabiendo que en cada
recodo de huella,
habrá una palabra
que hay que decir.
Silencio y Palabra
¡ahijuna la vida!
si hasta parecen
hermanos los dos;
en la misma huella
tironeando siempre,
y detrás de ellos
voy rumbiando yo.
Ser monje y ser cura
(silencio y palabra),
rumiar en silencio,
ahogando la voz.
Callar a los gritos
lo que se ha descubierto,
abriendo tranqueras
pa que pase Dios.
1
Canten a Dios en el cielo,
canten a Dios en la altura,
el ángel con su hermosura,
las estrellas con su brillo,
el sol, la luna, los grillos,
la noche con sus creaturas.
2
Que le cante el firmamento,
las aguas que allí se anidan,
que alaben al que las cuida
después de haberlas creado;
El una ley les ha dado
para siempre establecida.
3
Alabe al Señor la tierra,
los peces, la misma mar,
rayos, granizos y nieve,
el viento y la tempestá,
las montañas y las sierras,
monte salvaje o frutal;
el puma entre las rocas,
la oveja desde el corral,
el tero en su blando vuelo,
la iguana en el arenal.
4
Y también los que gobiernan
en esta tierra algún trozo,
las muchachas y los mozos,
los viejo y los changuitos
alaben al Dios bendito,
su Santo Nombre glorioso.
5
Su gloria y su majéstá
son inmensas como el cielo,
El es la fuerza y consuelo
del pueblo que se ha elegido,
Israel, el escogido
para habitar en su suelo.
1.
De día te pido ayuda,
de noche levanto el grito;
que llegue hasta Vos mi queja,
llegue hasta Vos mi alarido.
Estoy cargado de penas,
casi al borde del abismo:
me cuentan como a finao
que ya no aguanta el camino.
2.
Me espera un hoyo en la tierra
como al muerto que se ha ido,
abandonao de tu mano
en las sendas del olvido.
Ya me dan por enterrao
en las tinieblas, perdido;
me apretaste contra el brete,
me echaste encima el castigo.
3.
Se alejaron de mi lado
hasta mis mismos amigos;
igual que a una sabandija
me miran mis conocidos.
Estaquiao y sin moverme
toda la noche suspiro.
¡Jue pucha que apreta fuerte
la manea del destino!
4.
Todo el día estoy llamando
buscando manos de amigo.
¿Será que te has de acordar
cuando todo esté perdido?
¿O podrán agradecerte
los que del todo se han ido?
¿Se cuentan tus maravillas
en los pagos del olvido?
5.
Yo tengo un fueguito humilde
dentro del alma, prendido;
mientras espero que aclare
suelo pegarle un soplido.
¿Se olvida el sol de salir
cuando a la noche ha vencido?
Mirame, Señor, la angustia,
la traigo desde muy chico.
6.
La quemazón de tu incendio
mi pajonal ha invadido,
y la creciente del humo
me ahoga como en un río.
Lo mismo que una bandada
dispararon mis amigos;
y en medio de las cenizas
Sentí un grito allá a lo lejos
que de la pampa venía,
cuando la tarde se abría
pa darle paso a la noche;
¡no era un grito, era un reproche,
de una raza que moría!...
Sentí un grito allá a lo lejos
que de la pampa venía.
Y sin pensarlo ahi nomás
pa'esa pampa me largué
y allá arriba me encontré
con una gran caravana,
de criaturas humanas
sin esperanza y sin fe...
Y sin pensarlo ahi nomás
pa'esa pampa me largué.
Ellos se iban sin protesta
porque hasta eso le quitaron,
todo se lo arrebataron:
su libertad y su tierra,
y a la pampa con la guerra
de nativos despoblaron...
Ellos se iban sin protesta
porque hasta eso le quitaron.
Hoy todo es desolación
que el tiempo lo va cubriendo,
solo Dios estará viendo
que allí hay tumbas sin cruces
y en silencio los ñanduses,
uno a uno se van yendo...
Hoy todo es desolación
que el tiempo lo va cubriendo.
Donde antes había un toldo
hoy es rancho con jagüel,
el pampero en su corcel
va gritando desbocado
si pa'ser civilizado
es necesario ser cruel...
Va gritando desbocado
Guitarra, la que ha cantado
en todo tiempo y lugar
de los gauchos del solar
aquél valor indomado,
la que vibra en el pasado
como dulce diapasón,
la que como un corazón
va ofreciendo su alegría
en la sonora armonía
de su vibrante canción...
Vihuela, dulce vihuela,
la que cantara la gloria
que fue dejando en la historia
una luminosa estela,
la que fue como diamela
perfumando los pamperos,
la que le dio a los horneros
el motivo de su canto
y que fue también el llanto
de los perdidos boyeros...
Compañera del gauchaje
que formó nuestra nación
puso en cada corazón
una nota de coraje,
y en el brumoso celaje
de las tardes otoñales
su canto fue a los sauzales,
a morir como un zorzal,
junto al frondoso ceibal
que acarician los juncales...
Dulce guitarra pampeana,
la de armonía divina,
que, con el flete y la china,
fuiste del gaucho, mañana;
fuiste la aurora temprana
que iluminó su quimera,
bondadosa mensajera
de su alborada de amor
y en la cruzada de honor
su vidalita primera...
Vihuela, triste vihuela,
la que cantara la gloria
que fue dejando en la historia
una luminosa estela,
la que fue suave diamela,
que fue canción del zorzal,
flor del tupido ceibal,
compañera del gauchaje,
la que tiene en el cordaje
vibrando un himno triunfal...
He vuelto nuevamente al rancho viejo
con unos cuantos años más al hombro...
mis ternuras de siempre palpitando
a una dicha... una pena o un asombro.
Tuito está lo mesmo como en'antes,
la parra trepándose po'el zarzo...
y un montón de recuerdos retazones,
que de nuevo a mi mente... los engarzo.
La bombilla la mesma... la atadarua,
la cocina templando intimidades...
ahí pregunto por éste o aquél otro;
gente buena anudada en amistades.
El cachorro se ha vuelto perro viejo
y hasta creo un tanto desteñido...
Los gurises: tremendos mocetones;
con razón que los años... me han vencido.
El patio y el sauzal bien cuidaditos,
hecha un lujo la manta de la cama...
pero hay algo que me falta y que me duele,
es la buena, la santa de mi mama.
Me ha tapao'el agua'e los recuerdos
y hasta ahogada en llanto me ha tenido.
He vuelto pa que lloren mis hermanos...
¡A qué canejo entonces... habré venido!
Van para dos temporadas
que me estoy notando flojo,
conmigo mismo me enojo
mientras voy de galopeada;
veo que la caballada
ya me ha empezao a pasar;
tal vez tenga que dejar
a esta altura de los años,
y no me parezca extraño
que estoy viejo pa' domar...
La otras tarde, galopeando,
fui a lo de un vecino y crealó
que un cuzco lo garroneó
al redomón que iba andando;
pa'qué seguirles contando,
¡se me arrastró a corcovear!
yo sin poderlo parar,
de a ratos me vi en el suelo,
y pensé con desconsuelo:
"ya estoy viejo pa'domar"...
Me tuvo por todos la'os
y si es que no me volteó
tal vez lástima le dió
porque anduve regalao,
sin estribo y agarrao
a dos manos pa'guantar,
después me senté a pensar
mientras me daba un descanso:
"vi'á tener que andar en manso...
ya estoy viejo pa'domar"...
¡Cuántas veces he dejao
a un macaco pa'mañana,
pero al otro día no hay gana
y queda para pasao!
Que tampoco es galopeao
y ahi se empiezan a atrasar:
"el manso está pa'entregar,...
los otros vi'á ver si puedo...
porque en fin... he tomao miedo...
¡ya estoy viejo pa'domar!"
Pa'tarles algo a los tientos,
siempre estoy manieriando,
que no ande nada colgando
ni que tampoco haya viento;
a vec'es un sufrimiento
si me tengo que emponchar,
pues me prefiero mojar
aunque me agarre un resfrío,
mientras pienso adentro mío:
"ya estoy viejo pa'domar"...
Agarrar potros al cuete,
palenquearlos bien sogueaos
y no ponerle el recao
¡qué bronca da la gran siete!
pensar que antes fui jinete
pero supe un potro andar,
y hoy tengo que recordar,
mientras los miro de abajo:
que aunqu'este fue mi trabajo:
ya estoy viejo pa'domar...
Estuve 'reflesionando'
antes de que tarde sea,
si ya no le hago pelea
a un redomón corcoveando,
¿pa'qué seguirles porfiando
si nada voy a ganar?,
hasta me puedo estropear,
¡soy un hombre decidido!
y solo me he convencido
¡que estoy viejo pa'domar!
Pedí permiso al d'entrar
y al tenerlo concedido
les dije que había venido
con intención de alternar
y aprovechando el lugar
en la rueda fogonera,
pude encontrar la manera
de entretenerlos un tanto,
con mi guitarra, mi canto
y esta milonga campera.
Esta milonga de ayer
que anduvo en las resereadas,
con perfumes de carneadas
hundiendo el atardecer;
ésta milonga que al ser
andariega y sin bozal,
se le ganó en el triunfal
mundo del canto genuino,
al payador Argentino
y al payador Oriental.
Señores mi profesión
es cantar desde muy chico,
de plata nunca fui rico
porque no es mi devoción;
mi fortuna es la emoción
de un aplauso sostenido,
el churrasco compartido
con un amigo de huella,
y encontrar en una estrella
el rumbo para el perdido.
Hoy quise pintar el retrato
detallao de mi persona,
pero al tantear la bordona
dice que ha pasao de rato,
les agradezco el barato
que tuve en esta reunión,
el símbolo, el apretón,
de amigo vaya este amago:
me está esperando otro pago
y el humo de otro fogón.
A un mes qu’estoy amansando
“el tordillo a patacones”
me lo elogian los mirones
y hasta lo andan codiciando.
Cuando lo estaba “quemando”
una tarde el martillero
me habló al óido un aparcero:
“-Compreló, se lo asiguro
que’s hijo de un criollo puro
de la estancia “El Trocadero”.
Potro mediano de alzada,
ancho d’encuentros, morrudo,
juerte de tabas y nudos
y el anca bien conformada,
la cruz como dibujada,
lomo ascendente y mediano,
cabeza que ni hecha a mano,
orejas cortas y alertas,
fozas nasales abiertas
pa’ beber aire lejano.
Me gustó tanto el bagual
que cuando cayó el martillo
yo había “confiao” al “tordillo”
tres sueldos de pión rural.
Lo palenquié, y por casual
lo monté y salió al tranquito
y aunqu’e cogote cortito
montao nomás lo tiré
y a señas lo goberné
hasta que aflojó solito.
Quien hoy lo viera: silbé
y aunque nublao y temprano
cuando le mostré una mano
dio el frente y lo embozalé.
En las patas lo manié,
dejé el cabresto tirao,
del galpón traj’el recao
y aunque le escuché un bufido
ni un tranco se había movido
del sitio en que había quedao.
En el alambre al bocao
lo resobé esa mañana
que quedó hecho una badana
pues hizo noch’engrasao.
El redomón enriendao
saborió con gusto el cuero
entonces con el esmero
de quien no niega su cuna
pilcha por pilcha, una a una
le puse tuito el apero.
Con cuidao lo desmanié
perfilao sobre’l encuentro
después de una güelt’adentro
ágil me le’nhorqueté.
A los dos lao lo volqué
en cuanto estribé un ratito
‘tantiao’ reculó un poquito,
me incliné, miró una senda
y barajando las riendas
soltó un galope cortito.
Como es costumbre de ajuera
o por probarlo quizás
ya sin apiarme nomás
abrí y cerré una tranquera.
Me lo asustó en la carrera
un ñandú con sus alones,
yo le arrimé los talones
y se tendió hecho un venao
y al tantiarlo en el bocao
lo hice arar con los garrones.
Repetí la operación
de cuando recién monté,
luego el lazo desaté
pa’ enseñar al redomón.
Lo arrastré por precaución
y aunque anduvo desconfiando
despacio lo jui enrollando,
armé: y tras algunos giros
al aire hice varios tiros
así se va acostumbrando.
Saben que no fantaseo
sin tenerme por chambón
y no faltará ocasión
pa’ floriarlo en un rodeo.
Me anda chusiando un deseo
y aunque le arisquea a los perros
capaz que al gusto no le erro,
caigo y les canto una flor
en la esquina “El Vencedor”
como quien va al puent’e fierro.
Vuelve el ayer hecho idea,
cosas de un gaucho sencillo
sobre’l “crédito tordillo”
en los campos de Perea.
El que en la ciudá me vea
sin caballo y con vigüela
sabrá que tuve otra escuela
anterior a este horizonte
a cuatro leguas de Monte
Pobre gallo bataraz,
se te está abriendo el pellejo.
Ya ni pa' dar un consejo,
como dicen, te encontrás,
porque estás enclenque y viejo,
¡pobre gallo bataraz!
Pero en tus tiempos, cuidao!
con hacer bulla en la siesta,
se te paraba la cresta
y había en la arena un finao.
Y siga nomás la fiesta
porque en tus tiempos, ¡cuidao!
Era de larga tu espuela
como cola de peludo.
Y a más de ser entrañudo
eras guapo sin agüela,
porque hasta el más corajudo
sintió terror por tu espuela.
Si en los días de domingo
había depositada,
ya estabas de madrugada
sobre el lomo de mi pingo.
Había que ver tu parada
pocas plumas el domingo.
Y si escaseaba la plata
o andaba medio tristón,
entre brinco y reculón,
me picabas la alpargata
como diciendo: “-Patrón,
ya sabe si anda sin plata”.
Pobre gallo bataraz,
nunca te echaré al olvido.
Pimentón y máiz molido,
no te han de faltar jamás.
Porque soy agradecido,
¡pobre gallo bataraz!
¿Te acordás d'esa tarde
que a la tranquera
llegó mi malacara
con quince leguas
galopeadas de un hilo
por valle y sierra?
La visión d'esa tarde
la guardo fresca:
¡venía blanco de espuma,
cáido de orejas,
temblorosas las patas,
la crin revuelta,
desbordado en relinchos
pa su querencia!
Lo miraba extrañado.
¿Tanta impaciencia
pa volver a un potrero
que daba pena?
¡donde ni pasto había
culpa'e la seca!
¿Te acordás d'esa tarde?
Lo mesmo qu'ésta,
llegaba un dolorido
con mal de ausencia
a pechar los cruceros
de la tranquera.
¡Cómo tira el recuerdo
de la querencia!
¡Cómo llaman las cosas
donde se enredan
los recuerdos primeros
de la esistencia!
¡Y cómo m'engañaba
cuando las mentas
de las ciudades grandes
me dieron vuelta!
Y desoyendo ruegos,
y desoyendo quejas,
dejaba todo esto
por cosas nuevas.
Al principio es muy lindo.
Las apariencias
t'encandilan los ojos
pa que te pierdas.
Ya el pago lejano
ni se recuerda;
todo queda borroso...
como entre niebla....
Pero al fin, cuando uno
ya ni lo piensa,
el recuerdo lejano
se te presenta
como un cargo que sale
de tu conciencia.
¡Y pensás en tu rancho!
Ves la tranquera;
el campo, que reclama
filo de reja,
y el montón de gaviotas
que está a la espera
de tu yunta y tu arado
cortando melgas.
Después se ven las cosas
como quien sueña:
el tiempo ya ha pasado
sin darnos cuenta
y aquella tierra arada
se hizo cosecha.
Lo demás, se te viene
como si fuera
una cinta en colores
que uno recuerda:
cuando el alba se asoma
sobre las sierras;
cuando llegan las doce...
después de la siesta...
el espejo del pozo
de agüita fresca...
el morir de la tarde...
el nacer de una estrella.
Cuando eso te sucede
ya no hay más vuelta:
¡clavado que tu alma
sufre de ausencia!
¡El sueño se hace potro
que no da rienda
galopeando en la noche
que se hace eterna!
Ya nada te da gusto.
Todo es tristeza,
y un ansia de regreso
te picanea
con el clavo puntudo
de la impaciencia.
¿Te acordás d'esa tarde
que a la tranquera
llegó mi malacara
cáido de orejas,
temblorosas las patas,
la crin revuelta,
desbordado en relinchos
pa su querencia?
¡Así vuelvo a mi pago!
¡Bendito sea!
(Pintura: Aldo Chiappe) 1
Yegué al puesto de Valerio
que está cerca’el callejón
y salió un hombre viejón,
alto, bigotudo y serio,
y con un recio criterio
dijo: “-Yo soy el puestero,
que anda haciendo compañero…?”
y ya le fui comentando
le dije: yo ando buscando
un "gatiao" y dos "overos".
2
Se quedó como pensando
con cara’e pocos amigos,
me dijo: “-Ayer fui testigo
ver unos pingos pastiando;
después pasó galopiando
por aquí, un tal Carabayo,
arriando varios cabayos
y después no sé más nada,
yo pensé, pa’ las arriadas
ese mozo es como un rayo”.
3
Muchas gracias por el dato
-le dije-, hasta la güelta,
ya vi mi mente resuelta
y le sentí mal olfato;
después de pensar un rato
el destino’e mis cabayos
si los arrió Carabayo,
y al istante calculé,
que capaz que ha entrao tal vez
al campo de los Ramayo.
4
Cuatros leguas esigidas
galopiando sin cesar,
por ayá empecé a oservar
una alambrada caída,
yo con mi vista tendida
hacia adentro de un potrero
vi al “gatiao” y a los “overos”
mezclao’ con unos potritos,
y más ayá, al trotecito
se aprosimaba el puestero.
5
Cuando ya s’iba acercando
fijamente me miró
y también lo hacía yo
sin pensar y ni jugando,
que fuera mi amigo Orlando
y en cuanto lo conocí
el también pensaba en mi:
“-¡Pero tanto tiempo hermano!,
¿qué andás haciendo Mariano
por estos pagos y aquí?
6
Yo estoy en la estancia “El Tero”
y ayí empecé a trabajar
y me vieron pa’ domar,
a más de pión de un puestero,
tal que agarré unos “overos”
cuatros “bayos” y un “gatiao”,
y es la causa qu’he yegao
a estos parajes juyido
porque se me habían perdido
tres pingos que ‘ahí ‘tan al lao.
7
“-Yo ricién los veo, hermano,
más del alambre caído,
pensé, serán de Salido
-el mensual de “San Laureano”-,
pero ansí es la suerte hermano
que los encontraste aquí,
si esto no se daba ansí
ni enterao por donde estabas!,
y ni pensar de que andabas
bastante cerca y… te vi.”
8
Ya hace tres meses que entré
en “El Tero”, a trabajar,
y solo había pa’ensiyar
unos mancarrones, ché,
ansí es que la corajié
pa’ domar esos baguales,
hay potradas sin iguales
de todo tipo y pelaje,
me gustó e hice coraje
con la ayuda’e los mensuales.
9
“-Así es la cosa, Mariano,
¡que alegría haberte encontrao!
y también que haigas hayao
a tus tres pingos, hermano;
un día te venís temprano
pa’ recordar lo pasao,
hoy sé que andás apurao
pero siempre estoy dispuesto
pa’ recibirte en mi puesto
y comernos un asao.”
¡Espuela!
Por un raro capricho del destino
tiene forma de estrella
y bullicioso corazón de grillo;
humildad que se arrastra a flor de pasto
y soberbia brutal cuando el pie gaucho
la coloca a la altura del estribo.
El grillito cantor que lleva adentro
salta a tierra al sentirse suspendido
y la estrella de acero se parece
a un ojo criminal de duro brillo
estudiando el matambre cosquilloso
que el potro le mezquina por instinto.
¡Espuela!
Que de pronto se vuelve puro oído
para escuchar el ¡larguen! de su dueño
y prenderse al bagual como un vampiro.
Estrella centenaria
que mantiene a su dueño en equilibrio
sobre el oleaje desparejo y bravo
del potro enardecido.
Diente de perro cimarrón hambriento
que no da suelta hasta ver que su vencido
regresa hacia el palenque, tembloroso
y un poco avergonzado de sí mismo.
¡Espuela!
No de gusto la extraña nuestro gaucho
cuando lo privan de ella;
si es la púa que nace en sus talones
en los albores de la adolescencia,
sostén en la domada,
voz que anima el coraje que flaquea
y atrevido requiebro que en la danza
amenaza enredarse en las polleras
cuchicheando palabras misteriosas
al compás de la zamba y de la cueca.
¡Espuela!
Aletazo que apura la carrera,
distancia entre partida y perseguido;
minuto que se roba a la impaciencia
y poderoso impulso de la lanza
gestadora de nuestra independencia.
¡Espuela!
Si el olvido cayera sobre el gaucho
y su nombre pasara a ser leyenda,
no permitas que su alma pierda el rumbo
entre las sombras de la indiferencia
y remóntate en vuelo hacia la noche
Me llaman el "Zurdo" Lopez,
soy hachero correntino,
apenas muera la noche
ya salgo buscando monte.
La luna pone en mis hombros
la sombra de los quebrachos
con una mano de amigo
como un abrazo entre machos.
Y así me deja la vida:
tranco y hacha...hacha y tranco...
El tiempo se va pasando
y la fuerza se me escapa
como arena entre las manos;
es que así ha'i de ser la vida
de un hachero de tus pagos:
tranco y hacha... hacha y tranco...
Tal vez que haya'e ver un cielo
distinto d'este que tengo
en donde el hacha no cante
y sí me acompañe el tranco...
pero no castiga el viento!
Si alguna vez por el vino
lo desconozca al compadre
no ha'i de ser porque sea bravo;
lo que pasa es que al vino
le da por andar peleando...
Porque es él, el que pelea,
si yo soy un hombre manso,
que solo sabe de montes:
tranco y hacha... hacha y tranco...
Me llaman el "Zurdo" Lopez
y m'hei de morir...hachando!
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La pucha que quema fiero
el sol sobre mis espaldas
y parece que de balde
se me fuera la mañana.
Te ando midiendo quebracho
pa' ver de que lao entrarte,
y es ciego el ojo del hacha
con la que voy a voltearte.
Un ave deja su nido,
tibio capullo en el aire,
y yo te mido quebracho
pa'ver de que lao entrarte.
Arenales de este Chaco,
sólo viento, monte y nadie!
se mi irá yendo la vida,
en cada hachazo por darte.
Arenales de este Chaco,
sólo viento, monte y nadie!
Y cuando caiga la tarde
volverán para buscarte,
la sombra, luto del aire
y trinos que cobijaste.
Arenales de este Chaco sólo viento, monte y nadie!
No me compadezcas
ni me tengas lástima;
qu'esas son monedas
que no valen nada
y que dan los blancos
como quien da plata.
No me compadezcas
ni me tengas lástima;
nosotros los coyas
no pedimos nada;
pues faltando todo
todo nos alcanza.
Dejame en el valle
vivir a mis anchas:
trepar por los cerros
detrás de mis cabras,
pillar un quirquincho,
tener unas llamas
y echar a los vientos
la voz de mi flauta.
¿Dices que soy triste?
¡Qué quieres que haga!
¿No dicen ustedes
qu'el coya es sin alma,
qu'es como las piedras:
sin voz, sin palabras,
y llora p'adentro
sin mostrar las lágrimas?
¿Y si juera cierto
a qué tanta lástima?
¿No jueron los blancos
venidos de España
que nos dieron muerte
por oro y por plata?
¿No hubo un tal Pizarro
que mató a Atahualpa
tras muchas promesas
bonitas y falsas?
Y entonces ¿qué quieres?
¿Qué quieres que haga?
¿Que me ponga alegre
como día de chaya
cuando mis hermanos
doblan las espaldas
por cuatro centavos
que ustedes les pagan?
¿Quieres que la risa
m'ensanche la cara
cuando mis hermanos
son bestias de carga
llevando riquezas
que ustedes se guardan?
¿Quieres que me alegre
cuando en la montaña
viven como topos:
¡escarba y escarba!
mientras se enriquecen
los que no trabajan?
¿Quieres que me alegre
cuando las muchachas
van a casas ricas
lo mismo que esclavas?
No me compadezcas
ni me tengas lástima.
Déjame en el valle
vivir a mis anchas:
tocando mi quena,
cuidando mis cabras,
pillando un quirquincho
o hilando una manta.
Déjame tranquilo,
que aquí la montaña
me ofrece sus piedras,
acaso más blandas
que esa condolencia
que tú me regalas.
(Pintura: Velorio del "angelito" de Arturo Gordon)
¡Pobre m'hijo!
Ya no hay que hacerle.
Hoy lo vido el dotor y me dijo
que lo está consumiendo la fiebre.
Me mostró ese tubito de vidrio
-que pa medirla a propósito tiene-
y vide blanquiar la rayita
cuasi un dedo arriba de los treinta y nueve.
Dispués...me miró con tristeza,
guardó en el estuche el tubito
y me dijo que tenga pacencia,
que tal vez mañana...será un angelito...
Pero..¡en fin! Que hay milagros a veces
que en sus libros no vienen escritos
y puede que Dios se apiadara
devolviendo la vida de m'hijo.
Por eso he rodiado de velas
esa imagen que tengo de Cristo
y le dije a mi china que rece
todo lo que sabe, por el gurisito...
y sos la mata de pasto
que come mi mancarrón.
Sos el mate cimarrón
cebado con salivita,
sos la cañada bajita,
sos mi rancho de totora,
sos torcaz arrulladora
que forma nido en la islita.
Sos la sendita trillada
que me lleva á tu potrero,
sos la cancha en que á mi overo
trabajo de madrugada,
sos la nube más rosada
de mi cielo esplendoroso,
sos el yuyo más hermoso,
sos mi prenda más amada,
sos la criolla enamorada
de ojos tristes cariñosos.
Sos como el flete mejor
que retosa en mi tropilla,
sos las garras con que ensilla
tu pobre gaucho cantor,
sos la presilla de amor
con que me has asigurao
en un maneador trenzao
con fuertes tientos de amores,
sos la reina de las flores
que crecen en el bañao.
Sos como el raudo torrente
que bajando de la sierra
vá refrescando la tierra
con impetuosa corriente,
aurora sos esplendente,
bello sol que se levanta,
que crece, que se agiganta
y auyenta la oscuridá,
sos como el dulce saviá
que de tardecita canta."
(Foto: Francisco Ayerza: "Escenas del campo Argentino")
Sos el tirador plateao
que a mi chiripá sujeta,
sos eje de mi carreta,
sos tuce de mi tostao,
sos el pañuelo bordao
de un pobre gaucho cantor,
sos la prienda más mejor
de mi chapeao de paseo,
sos yapa de mi sobeo
sos trienza de mi arreador.
Sos la mata'e culandrillo
que crece en el manantial,
sos vaina de mi puñal,
sos la barda donde trillo;
sos ala de mi lomillo
de trabajo brasilero,
sos yesca de mi yesquero,
sos paño de mi bombacha,
sos potranca criada a guacha,
por eso tanto te quiero.
Y pensar que me guardás
en tu pecho un rinconcito
donde llamea un fueguito
que no se apaga jamás...
Yo siento alzar más y más
la llama en mi idolatría;
pues mi mayor alegría
y mi sueñito mejor
es jinetiar en tu amor
y maniatarte al alma mía.
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Recomendamos vistear el siguiente "lazo" virtual donde don Marcelo O. Martinez desarrolla un sesudo estudio acerca del origen de esta canción con la cual hizo su debut el "Zorzal" criollo don Carlos Gardel.
Trenza de ocho, tradición
que va entrando en la leyenda
con el tirador, la prienda,
el chiripá y el facón.
El anca del redomón
ya no siente tu caricia,
ni la china ¡esa delicia!
se acomoda sobre el rollo
con su carne de pimpollo
y sus ojos de malicia.
Por el triunfo de tu bando
estás ligao a la historia
que ande hubo que ganar gloria
siempre andabas culebriando.
Con Güemes estabas cuando
se le cuadró al poder real
y el emblema nacional
impuso a los chapetones,
tomándoles los cañones
por lujo y volcando un pial.
Zumbando en los entreveros
fuiste terror de la indiada
en esa época pasada
de malones traicioneros,
en los combates camperos
si alguna vez te ha apurao,
un salvaje retobao
que se vino sobre el lazo,
resonó su cimbronazo
como cordaje templao.
Ya ni es criollo el malacara,
ni te floriás en la yerra,
ya te vas lazo'e mi tierra,
ya te han dao vuelta la cara.
Entre orquetas de tacuara,
nuevito y bien jabonao,
vas a concluir estaquiao
junto al galpón de ladrillo,
secándole el calzoncillo
Mi china ya no me mira,
ha dejado de quererme.
Sus ojos ya no han de verme,
¡malaya con mi existencia!
Qu'el cielo me de conciencia...
d'amores como ei de hacerle
Mi china ya no me mira
ha dejado de quererme...
Los dos éramos felices
en nuestra humilde tapera,
en donde ya naide espera
a est' alma tan dolorida.
Mi santa madre querida,
¡que sea lo que Dios quiera!
Los dos éramos felices
en nuestra humilde tapera...
En ancas de mi caballo,
un alazán galopero,
al trotecito lijero
bajo un añil firmamento
no hubó ningún momento
que no dijera: "¡te quiero!"
Enancas de mi caballo,
un alazán galopero...
¿Por qué senderos de angustia
ai de volver algún día?
Que no hay pasión ni porfía
que eternamente redure.
Y espero que me murmure
temblando lo que sentía.
¡Por qué senderos de angustia...
ai de volver algún día!
Planta un árbol convencido, aunque el sitio en que lo plantes no sea tuyo y mueras antes de saberlo florecido,
que hará un pájaro su nido a su abrigo acojedor,
que a un hombre trabajador > será su sombra propicia,
y que siempre beneficia lo que se hace por amor.
Me enviaron a trabajar cuando aún era tan pequeño,
que hasta me parece un sueño que eso pudiese pasar,
jugar, no aprendí a jugar y aunque lo hubiese aprendido,
por la noche tan rendido me dejaban los recados,
que mis últimos bocados me los mascaba dormido.
Es cierto, mi vida nada tiene de particular,
monótono trabajar, jornada sobre jornada,
esta guitarra templada, alguno que otro soñar,
llorar cuando hay que llorar, reír si toca la risa,
vida que así se desliza, ¿a quién pude interesar?
Lucidez en el decir, transparente la intención,
piedad en el corazón, vivir y dejar vivir,
no ser lastre, no pedir, de recibir saber dar,
ofendido perdonar, o dar la ofensa al olvido,
hablar con hondo sentido, hablar y dejar hablar.
No caigas a la reunión con un jarro de agua helada
a destemplar la templada fe de ningún corazón,
que aunque te sobre razón y estar en lo cierto creas,
es imperioso que seas capaz de condescender,
una cosa es imponer, otra intercambiar ideas.
Verso que no hable de amor, o que al amor no recuerde,
es como una llama verde sin la gracia de una flor,
¿qué ha de cantar el cantor si no lo agita el querer?
¿Cómo habrá de convencer el ruido de su garganta,
cuando no canta el que canta pensando en una mujer?
Cuando clamo sólo estoy, miento, porque estoy con ella,
lazarillo de mi huella, por ella soy lo que soy,
como una criatura voy en pos de su claridad,
y es tanta la santidad del hondo amor que le tengo,
que a menudo me contengo por no llamarla 'mamá'.
En mi velorio quisiera que te hallaras tú presente,
cuatro velas, poca gente, y algún gracioso cualquiera
que contase o que dijera algo para entretener,
que es el último querer de un egoísmo postrero:
de morirme primero que el tenerte que perder.
No nací para enemigo, y he tenido amigos buenos,
o fueron buenos al menos al enfrentarse conmigo.
Porque coseché mi trigo sin molestar al lindero,
de la vida en el tablero tuvo suerte mi ajedrez,
y hoy llego a la madurez consecuente y compañero.
Cuantas veces me consuelo, eterno desconsolado,
ante un perro abandonado hecho un ovillo en el suelo,
mi desvelo a su desvelo pongo en línea de igualdad,
su orfandad con mi orfandad mido, a silencio me llamo,
porque ese perro sin amo humilla mi soledad.
Tiende tu mano al vecino porque sí, por elegancia,
que no todo sea ganancia a lo largo del camino,
cambia de sabor el vino cuando no hay con quien brindar,
¿qué harás con atesorar y ser opulento en bienes,
si entre tus bienes no tienes el bien supremo de dar?
A dos excelsos José invoca mi corazón
para imantar su emoción y purificar su fe,
uno extraordinario fue arquetipo paladín,
fustigó el otro lo ruin con los azotes más grandes,
son dos José: José Hernández y José de San Martín.
blanco y celeste también.
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(Estos versos que canta don Víctor Velázquez son solo un fragmento del poema completo que andamos buscando... digo: 'por si las moscas' alguno lee esto y tenga el resto del poema... me lo manda y le mando de regalo un dulce de leche casero...!) Priujujuu!
Para el libro "Las Hazañas 'e Don Goyo Cardoso", de Carlos Echazarreta
Haciendo rueda al fogón
(ese clú sin reglamento
ande dentra y toma asiento
dende el mensual al patrón),
estábamos de riunión
en aquel día lluvioso,
cuando, sumando alborozo
a nuestra justa alegría,
chorreando su picardía
cayó don Goyo Cardoso…
Dentró, según lo presumo,
punteando sus intenciones,
medio a los atropeyones
y echando la culpa al humo…;
pero con cuidado sumo,
y dispués de saludar,
se jué derecho a sentar
en un banco mecedor,
muy cerca del asador
donde había un costillar.
Se riyeron los paisanos
como buscando su enojo,
mirándose de reojo
y en malicia soberanos;
él se refregó las manos,
sacó luego su petaca,
miró el costillar de vaca
con ojo experto y sereno,
y empezó a tascar el freno
como su pingo en la estaca…
Pero no pudo aguantar
el vicio de la palabra-
con él su alegría labra
el gaucho más ejemplar;-
comenzó a desenrrollar
sus curiosos abigeatos,
y así, suspensa en los gratos
episodios de su vida,
la tarde quedó prendida
como abrojo en sus relatos!
Pocas veces en la historia
de nuestras ruedas camperas,
mentiras tan hechiceras
pusieron su ejecutoria;
y han quedao en la memoria
pa’ ejemplar recordación,
porque un bravo mocetón,
Don Carlos Echazarreta,
los envainó en su maleta
sin quitarles emoción.
Aquí están, en el rodeo
parejo de este corral,
ande no se ha errao un pial
ni se ha cortao un sobeo;
sabrosas como un deseo,
valientes como una lanza,
lindas como la añoranza
de nuestras verdes cuchillas
flotan como las golillas
de una risueña esperanza.
Dicen que tiempo y olvido
Se precisan mutuamente
Que si hay un recuerdo ausente
Hay un tiempo transcurrido
Traté pero no he podido
Dejando el tiempo pasar
Más te vuelvo a recordar
Y como lo presentía
Se desangra el alma mía
Porque no aprendió a olvidar…
Dicen que tiempo y olvido
Se hermanan en el sendero
Donde uno pasa primero
Siempre el otro lo ha seguido
Yo voy a un recuerdo asido
Y el tiempo pasa de largo
Tu recuerdo se hace amargo
O dulce según la hora
Mientras lento y sin demora
El transcurre sin embargo…
Dicen que tiempo y olvido
Se desafían muchas veces
Y un recuerdo permanece
Sobre el tiempo suspendido
Caprichoso y decidido
Tu recuerdo es una espina
Que junto al tiempo camina
A la par mía callado
Y he de llevarlo guardado
Como nadie se imagina…..
Con la silente luz de la mañana
Se despereza el día en su bosquejo
Y a penitas se escucha desde lejos
Que un badajo en el bronce....... toca diana.
Amanece en la estancia y es arcana
La rutina tan agreste y natural
Mientras se escucha un tropel en el corral
Que un badajo en el bronce....... toca diana.
Volverá a caer la tarde limpia y ruana
Sobre el campo sereno, húmedo y frío
Para esperar paciente el tiempo umbrío
Que el badajo en el bronce....... toque diana.
Cuando el sol ilumina
sobre las aguas,
un incendio de angustias
me quema el alma.
Y en las rubias arenas
busco tu huella,
cuando el mar con su espuma
la playa besa.
Voy dejando la huella
que tú dejaste,
mi corazón herido
sale a buscarte...
A la huella a la huella
de los recuerdos
y un castillo de arena
que borró el tiempo.
A la huella a la huella
de los recuerdos,
que me endulcen el alma
como tus besos.
El verdor de tus ojos
en la distancia
me mantienen cautiva
de tu mirada,
Si a mi grito callado
lo lleva el viento,
él habrá de contarte
¡cuánto te quiero!
Voy dejando la huella
que tú dejaste,
mi corazón herido
sale a buscarte...
A la huella a la huella
de los recuerdos
y un castillo de arena
que borró el tiempo.
A la huella a la huella
de los recuerdos,
que me endulcen el alma
como tus besos.
El rancho de tan ladeado
parece que echa verija;
a su figura prolija
los pamperos han pechado;
y el cimbronazo ha aguantado
ahí mismo como se ve,
aunque no es lo que fue
su altiva presencia aún talla,
y a su última batalla
la está aguantando de pie.
Del pasto en la verde alfombra
el longevo ombú altanero,
que hasta el despeinado alero
llegó a prestarle su sombra;
pareciera que se asombra
al llegar la brisa al tranco,
porque ve desde ese flanco
que va cayendo de a poco,
el rancho vencido y tioco
desvencijado y lunanco.
El pozo abriendo la boca
se perdió entre la gramilla,
en él la luna no brilla
y el balde el agua no toca;
agua que nunca fue poca
cuando era un manantial,
disminuyó en su caudal
y en ese "augero" redondo,
tan solo hay barro en el fondo
y está en el suelo el brocal.
Bajo el toldo de las ramas
de otro ombú secular,
solía la hacienda acampar
en veranos de oriflamas;
y entre esas lenguas de llamas
como flechas encendidas,
yeguadas despavoridas
cortaban por un atajo
con rumbo al jagüel del bajo
en busca de sus bebidas.
Deshecho están los corrales,
el viejo galpón enclenque,
solo está firme el palenque
donde se ataron baguales:
pero entre tantas postales
que recrudecen mi herida,
sobre esa imagen querida
el mojinete altanero,
da albergue a un nido de hornero
que es como un canto a la vida.
Al trotecito de una milonga
pa' que no muera el canto sureño,
ahi va mi verso que se prolonga
siguiendo el hilo de un largo sueño;
un largo sueño de guitarreadas
con mate amargo junto al fogón,
donde dos manos bien preparadas
cosechan notas del diapasón.
Cantor sureño, paisano pampa,
peón de carreta, manos curtidas,
que domingueando su gaucha estampa,
nunca su flete se fue en partidas.
Y si a una doma lo convidaron,
montao en pelo fue domador,
después las mozas lo comentaron
"ahí va un sureño, guapo y cantor".
Cantor sureño, cantor tranquilo,
que si lo adornan con un floreo,
a la milonga le saca filo
y corta lindo en el bordoneo;
y si en las yerras como él no hay otro,
en cualquier cosa se priende igual,
le da lo mismo buscar un potro
que una guitarra pa'echarle un pial.
Y al trotecito de una milonga
va por la pampa con su cantar.
Noche provinciana donde el cielo
Es huerto de las mil estrellas,
Que son mil hermanas brillando
Y danzando sobre los desiertos.
Pasa el viento norte por los poleares
Y en la misteriosa maraña espinosa
Todo los aromas transforma en cantares.
Y llegan los hombres, obreros, paisanos,
Hijos de las selvas y los arenales.
Limpios corazones y callosas manos
Y aprenden la copla que dejara el viento
Con melancolías de viejos amores,
Panal de dolores, miel de sufrimientos. Y hacen esperanza de la antigua pena
Y cantan la dulce y agreste vidala
Con el mismo ritmo que late en la vena.
Trova campesina mística y pagana
Que narra y evoca, que reza y provoca
Rumor de guitarras y cajas indianas.
Y cuando de lejos se siente tu son
Despierta el profundo misterio del mundo
En las tolderías de mi corazón.
"Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música..." Jorge Luis Borges
"La pampa, señor, es como la serpiente..., lo magnetiza al hombre, lo encanta y lo adormece, y al fin se lo devora". (G.E. Hudson)
Visite al Gauchoguacho en...
Estancia "La Brava"
Pampa
Madre. Horizonte. Soledad. Llanura franca al sol que sólo sabe de tu curva...Cuna, sepulcro y sustento. Creadora del gaucho afirmativo, del caballo amigo de la distancia, del puma escondido y del chajá ascendente. Pretexto de vagabundas ansias de partir sin meta...¡Tú que das resignación al pequeño, empampado de infinito! Ricardo Güiraldes.
El hombre nacido en la pampa tiene todo el cielo y todas las estrellas que parece que se le vienen encima. Tiene las primeras luces del sol a la mañana y las últimas del anochecer. El horizonte es la primera abstracción para el hombre, ya que es una línea que se ve pero que no existe, porque en la medida que avanza, se aleja más. Nunca va a encontrar el horizonte, sin embargo está ahí. Entonces el canto de ese hombre es reflexivo, intimista, profundo, como asombrado por la grandeza de la inmensidad. (Suma Paz)
"La pampa con su mutismo imponente y su monotonía tan característicos, predisponían poco a la locuacidad. -'El campo es tan lindo, me decía cierta vez un gaucho, que no dan ganas de hablar" Leopoldo Lugones
Paisajes
Pareciera que se agacha la huella del horizonte, y uno se pierde en el monte hasta hallar una lomada. La tierra parece nada y en ella se afirma el hombre.
Presentación
De n'antes
De ranchos y taperas
Pa'la moza
Sucedidos
Oficios
Nuestros paisanos los indios
Cosas del campo
Baguales
Jenofonte dice que al andar a caballo se siente la necesidad de que a uno le crezcan alas... Así el caballo resulta no sólo maestro del músculo sino también del alma... El caballo educa, rige al hombre y le da una filosofía propia. La filosofía de un jinete es distinta a la de un caminador...En el caballo se aprende la vida. Sobre su cabeza nace la lejanía y entre sus cascos se fatiga la tierra. A todo el que va jinete en su caballo su soledad lo acompaña. (Eduardo Jorge Bosco). ..................................................................................
A un domador de caballos
"Cuatro elementos en guerra forman el caballo salvaje. Domar un potro es ordenar la fuerza y el peso y la medida: Es abatir la vertical del fuego y enaltecer la horizontal del agua: poner un freno al aire, dos alas a la tierra..." (Leopoldo Marechal)
Juiiira perro
Bichos de mi tierra
De chacota.
Canto con jundamento
Viva la Patria
Aquí me pongo a cantar
Cruz diablo
"He dicho muchas veces que aquí recibí mis primeras lecciones de abismo y de absoluto.
El cielo me las dió, me las dió la llanura abierta y desmesurada. (Olga Orozco).
Pero yo he vivido libre
y sin depender de naides
siempre he cruzao a los aires
como el pájaro sin nido,
cuanto sé lo he aprendido
porque me lo enseñó un "flaire".