Pobre gallo bataraz,
se te está abriendo el pellejo.
Ya ni pa' dar un consejo,
como dicen, te encontrás,
porque estás enclenque y viejo,
¡pobre gallo bataraz!
Pero en tus tiempos, cuidao!
con hacer bulla en la siesta,
se te paraba la cresta
y había en la arena un finao.
Y siga nomás la fiesta
porque en tus tiempos, ¡cuidao!
Era de larga tu espuela
como cola de peludo.
Y a más de ser entrañudo
eras guapo sin agüela,
porque hasta el más corajudo
sintió terror por tu espuela.
Si en los días de domingo
había depositada,
ya estabas de madrugada
sobre el lomo de mi pingo.
Había que ver tu parada
pocas plumas el domingo.
Y si escaseaba la plata
o andaba medio tristón,
entre brinco y reculón,
me picabas la alpargata
como diciendo: “-Patrón,
ya sabe si anda sin plata”.
Pobre gallo bataraz,
nunca te echaré al olvido.
Pimentón y máiz molido,
no te han de faltar jamás.
Porque soy agradecido,
¡pobre gallo bataraz!
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