Amó tanto Dios al mundo
que dió a su hijo Redentor:
si tanto amó al pecador
siendo entuavía enemigo,
no esiste mejor testigo
como prueba de su amor.
Que Dios es amor no hay duda
ni tampoco discusión;
si nosotros con pasión
amamos hasta la muerte,
¡cómo Dios no amará juerte,
si él nos hizo el corazón!
82. La traición de Judas
Dende entonces los caudillos
aguaitaron la ocasión
pa matarle de traición
cuando se diera un vislumbre,
y sin llamar la atención,
por miedo a la muchedumbre.
Estruía al pueblería
mientras el día duraba,
y la noche la pasaba
en un vecino olivar,
pa'escucharle dotrinar
todo el pueblo madrugaba.
Dentró satanás en Judas,
uno de sus doce amigos,
y aprovechando el abrigo
de una noche tenebrosa,
la traición más espantosa
le propuso al enemigo.
¿"Qué me quieren dar ustedes,
y se lo entrego"?, les dijo;
se alegraron esos hijos
del infierno, y la contrata
por treinta grullos de plata
le hicieron con regocijo.
Judas ajustó el negocio
de esa venta tan atroz;
pero pa'vender a Dios
quiso maniobrar oculto,
no juera a correr la voz
y se armara algún tumulto.
83. Preparación de la Pascua
Se llegaba ya la Pascua,
y entonces los aparceros
se acercaron y dijieron
a Jesús con alegría:
¿"Ande, Señor, gustaría
que le asemos el cordero?".
Mandó entonces al poblado
sólo a dos de la hermandá;
"Cuando lleguen les saldrá
a su paso un forastero
llevando un balde de cuero
con agua pa'la ciudá".
"Ustedes deben seguirlo,
porque les dará el lugar
ande deben preparar
los enseres pa'la fiesta,
y tener la mesa puesta
pa'la hora de cenar".
Y se jueron Pedro y Juan
siguiendo aquellos indicios,
sin que anduvieran de vicio;
porque se cumplió de modo
que encontraron lo propicio
pa'ultimar los acomodos.
84. Principio de la Cena
Cuando atardaba la noche
Jesús con sus doce amigos
se llegó sin más testigos
pa'comer la última cena,
mientras tanto el enemigo
preparaba su condena.
Se sirvió asiento a la mesa
y les dijo a los presentes:
"He desiado ardientemente
comer junto con ustedes
esta cena que precede
a mi muerte justamente".
"Les doy palabra de honor
- recalcó pa'su concuelo-,
que no probaré en el suelo
más vino, hasta que suceda
que con ustedes lo pueda
tomar de nuevo en los cielos".
85. Reyerta entre los Apóstoles
Se armó en eso la contienda
de quién sería el mayor;
y entonces dijo el Señor
que jueran como Él de modo
que, siendo el mayor de todos
se hacía como el menor.
"Mi Padre me hado el Reino
- decía a sus aparceros-,
y como ustedes sufrieron
las prubas junto conmigo,
también tendrán como amigos
este Reino verdadero".
86. Lavado de los pieses
Sabiendo, pues, que volvía
a su Padre Celestial
dejó el mundo terrenal
con su ponzoña de orgullo,
y habiendo amado a los suyos
los amó hasta el final.
Se levantó de la mesa
nuestro Señor, con lentura;
y pa'estar con más soltura
se sacó también el manto,
ciñéndose mientras tanto
con un lienzo en la cintura.
Después, echó agua en un balde
y, estando todos suspensos,
Jesús con amor inmenso
lavó los pieses a todos
y luego, del mesmo modo
se los secó con el lienzo.
Cuando le tocó a don Pedro,
se le sulevó al Señor;
no dentraba en su interior
que su Máistro Soberano
le lavara con las manos
sus pieses de pecador.
Pero Jesús le alvirtió
al ver que se resistía:
"¡Vea, amigo" - le decía-,
no se resista otra vez,
porque entenderá después
lo que no sabe entuavía".
Cabeza dura don Pedro
le retrucó pertinaz:
"Señor, no faltaba más
que usté me lave los pieses",
¡aunque me pida mil veces
no le lavaré jamás!".
"¡Está bien! - dijo Jesús-;
pero tenga en cuenta, amigo,
que si pronto no consigo
que usté se deje lavar,
ya se puede concetuar
sin nada que ver conmigo".
No atinaba aquél paisano
qué disculpas presentar;
y áhi nomás sin titubiar;
"¡Señor! -dijo con firmeza-,
¡las manos y la cabeza
también me puede lavar!".
"¡No es pa'tanto! - le dijo Él-,
los pieses sólo es urgente;
aunque todos los oyentes
no andan tan limpios sin duda";
esto lo dijo por Judas
que estaba también presente.
Después volvió a la mesa
su Divina Majestá,
les hizo ver la verdá
del lavados de los pieses,
pa'que ellos también siguiesen
ese ejemplo de humildá.
87. Denuncia del traidor
Y mientras juntos comían
se puso triste el Señor;
pues allí estaba el traidor
sentado a la mesma mesa
ande haría la promesa
más divina de su amor.
"Uno de ustedes -les dijo-,
ha de ser el traicionero".
Entonces los aparceros
"¿Seré yo?", le preguntaban
mientras tanto se miraban
afligidos y sinceros.
"Se ha de dir el Hijo del Hombre
conforme a lo establecido;
pero tengan bien sabido
- dijo hablando del traidor-
que le sería mejor
ni siquiera haber nacido".
Con mesejante noticia
la gente se quedó muda;
pa'sacarlos de esa duda
que los tenía alelados,
entonces tomó un bocado
y se lo presentó a Judas.
Sólo Juan y Pedro vieron
porqué se lo había dado,
pues le habían preguntado
el nombre de aquél traidor,
y sin nombrarlo el Señor
les dió por seña el bocado.
En cuanto lo comió Judas
se le dentró Satanás;
resabiado y contumaz
entonces se levantó,
y en la noche se perdió
pa'no regresar jamás.
88. La Eucaristía
Y mientras salía Judas
a ejecutar su desmán,
Jesús con divino plan,
juntando su amor y cencia,
nos dejó su rial presencia
en el milagro del pan.
Tomando Jesús un pan
lo bendijo y lo partió,
y después lo repartió
pa'que todos lo comieran,
esa noche traicionera
cuando Judas lo entregó.
Tomando Jesús un vaso
lleno de vino en sus manos,
lo bendijo de antemano
y, de la mesma manera,
se lo dió pa'que bebieran
esos humildes paisanos.
"Este es mi Cuero y mi Sangre",
dijo Jesús con amor.
Y el pan y vino anterior
dejan de ser pan y vino,
pa'ser el Cuerpo Divino
y la Sangre del Señor".
Y hablando de nuevo dijo:
"Hagan esto en mi memoria,
pa'que repitan la historia
de mi muerte y mi pasión,
mientras llegue la ocasión
que regrese de mi gloria".
Como el pan se hace de granos
teniendo el mesmo sabor,
en este pan del amor
ansina, del mesmo modo,
como granos somos todos
y todos en el Señor.
El Señor quiso dejarnos
memoria de su Pasión,
y con divina invención
supo quedarse presente,
repitiendo el permanente
amor de la Redención.
Pa repetir el milagro
al hombre le dió poder;
y ansí podemos tener,
en la tierra del dolor,
la presencia de su amor
y el sostén de nuestro ser.
Es la Santa Eucaristía
un misterio de piedá;
la señal de la unidá
de todos con el Señor,
y la atadura de amor
de Dios con la humanidá.
El pan hecho Dios me cambia
a otra vida santa y güena,
como el soplo de una quena
se cambia en música y copla,
porque es Dios mesmo que sopla
su propio aliento en mis venas.
89. El Nuevo Mandato
"Les doy un nuevo mandato
como testamento urgente:
que se quieran mutuamente
como Yo mesmo los quiero;
que en esto verán patente
de que son mis apareceros".
Ser cristiano es sólo amar
como el Padre Celestial;
y Él nos dió, como señal
que nos amaba, a Jesús,
quien hizo de amor y cruz
una mesma cosa igual.
Si es lo mesmo amor y cruz,
no hay nada que discutir:
el cristiano ha de vivir
muriendo por sus hermanos,
pues vivir como cristianos
es amar hasta morir.