(Pintura: Francisco Madero Marenco)
Como sé que hay en'to'avía
caballos por más de un láo
gÚenos y a nombre ganáo
a baliza y pulpería,
yo por mi parte quedría
-si me permiten dentrar-
con tiempo de alivianar
a mi moro parejero
qu'está de campo, y prefiero
el poderlo engalponar.
Un poco conocedor,
no me es trabajo pensar
que en fija voy a topar
parejeros de mi flor.
¿Temerles?... Ni por error,
pues no es la costumbre mía,
más desventaja tendría
porque el mío, en las tropiadas,
lo apronté a cincha apretada
y freno en las pulperías.
Y así y todo, compañeros,
tiene la familia ganada
en donde la paisanada
embrujó sus parejeros.
Siempre entró entre los primeros
en las pencas d'elegidos
y las veces que he corrido
mano a mano, en cualquier tiro,
jue, más que un viento un suspiro,
por la baliza tendido.
No lo mento porque sí;
son testigos los paisanos
de Mariscala, Lascano,
Blanquiada y Arazatí;
ganó en Polanco del Yí
con recargo de algún quilo,
de punta a punta, en su estilo,
sin rebenque y sin espuela,
a uno como el de Portela
que el ganó a "Rejucilo".
Con ese triunfo enancáo
sobre triunfos anteriores
los tapé en tierra, en Tambores,
y crucé pa'l otro láo.
Allá le gané a un bragáo
de un estanciero entrerriano.
Y un famoso porcelano
de un jugador correntino
(como hondazo, en el camino)
"comió cola", mano a mano.
De ese caballo decía
la gente d'esos lugares
que a fantásticos altares
lo elevó su aparecería.
Desde Corrientes venía
siempre ganando y ganando,
con la plata reventando
tiradores y maletas,
que precisaban carretas
pa'dir el "botín" cargando.
Acampaban a'nde quiera
estaquiando el carperío
con tan lindo chinerío
qu'entusiasmaba a cualquiera;
pronto, la comarca entera
s'empezaba a preparar,
y tráiban, pa'redotar
al caballo porcelano,
lo más ligero que al llano
soltó Dios a disparar.
En el Chaco lo corrieron
los Luna con su gatíao,
los Yánes con un tostáo
muy güeno... y también perdieron!
En dispués lo persiguieron
con un zaino los Macieles,
y allá en los andariveles
de una cancha brasilera
la dio puesta con "Pantera",
del cuarterón Chico Véles.
Y yo le gané cortáo
en el tiro qu'eligieron
p'ahorcarlo -según dijeron-
a lazo bien estiráo.
Si los vieran!... enojáos,
rayando los redomones;
largaban los patacones
como con rabia y gritando,
a lo pampa revoliando
los ponchos y los facones.
El dueño andaba juído
(a pique el sombrero gacho)
lo mesmo qu'el ñandú macho
de la bandada corrido.
Lo imaginé un forajido
duro de alma y de colmillo.
P'atracarse a este caudillo
será mejor, (malicié)
peliar un yaguareté
que ya ha probado el cuchillo.
El hombre debe peliar
cuando es, peliar un deber;
mas debe un esfuerzo hacer
por er si puede evitar.
Desgracia grande es matar,
comparada con vivir,
mas del paso hay que salir,
así lo entiendo y lo explico:
de dos males, el más chico
elijo, si hay qu'elejir.
-o0o-
De riendas, le corrí a un mozo
con fama de pendenciero,
hijo de un rico estanciero,
en un oscuro precioso.
Tráiba un chapiáo asombroso
engarzáo en plata y oro,
y aunque el mío estaba "loro"
no me asustó la presencia.
Al llegar a la sentencia
asomó el fiador, mi moro.
En la costa del Pescáo
otra ocasión cayó un viejo
que tráiba un flete azulejo
con trompeta y enmantáo,
parejero muy mentáo
que ya naides le corría,
fama de güeno tenía
en diez pagos, por lo menos.
"Al que le pongan el freno!"
gritaba el viejo, ese día.
Despacio me le acerqué
por ojiarlo, al parejero,
y le dije: "Compañero,
plata y tiro marquemé"
Me pesó, porque me hallé
más seco que legua'e loro;
el viejo me tapó en oro,
yo hasta el facón empeñé...
Ese día, cuasi pelié
por haber ganáo mi moro.
Más tarde, siendo animal
con tres posturas de freno,
le gané a un tostao muy güeno
de un comisario rural;
era un lindo semental
más codiciáo que un tesoro.
El gauchaje gritó en coro:
"El tostáo, y no hay que hablar"
y yo tuve que arrollar,
pero había ganáo mi moro.
-o0o-
En él, iba repechando
alta cuesta del camino
en donde Airala y Justino
cayeron, los dos, peliando.
En él, andaba rodando
en toda cancha o terreno,
ya en lo malo, ya en lo güeno,
ya en la doma, ya en la trilla,
cuando largué al tal Bonilla
en pelo, sobre un ajeno.
Pingo amigo y "de mi flor"
que tanto me acompañó
y un pago entero paró
allá en mi tiempo mejor.
Sin plata en el tirador
me agarró la paisanada
aquella tarde dorada
cuando el indio triste y frío
"contemplaba aquél gentío
con su gran tristeza aindiada".
En él, llegué a Retamosa
cuando un toro pa'novillo
cornió al niño lazarillo
de un tal Pantalión Reinosa;
una carrera preciosa
había, ese día, atáo...
Perdí lo depositáo
y triste empecé a ensillar,
al ver al ciego llorar,
del niño muerto abrazáo.
Mi pingo moro cruzó
la inmensa noche sin luz,
con la ayuda de Jesús,
y una carpeta engrilló.
Jué el mismo que atravesó
por sobre campos aráos,
cerrilladas y alambráos,
como un apuro d'estrella
pa'tráirle un remedio a ella,
qu'en el rancho había quedáo.
La acostumbré en los guadales
a cruzar sin enterrarse
y a tranquiar sin fatigarse
en los flojos arenales.
Lo hundía en los esterales,
qu'es pior que correr bolíao;
a saltar acostumbráo
-porqu'en eso lo costiaba-
como un pájaro cruzaba
zanjas, cercos y alambráos.
Como pingo nadador,
era un remo cada pata
y lo ha visto el ancho Plata
brillar, sobre él, con primor.
Mi chapiáo dominguiador
valió un Potosí en su lomo,
y sobre el lindo azul plomo
de su pelaje lustroso
jué, mi poncho, un fabuloso
tendido alón policromo.
-o0o-
Si juega a mi parejero,
de mi pago caulisquiera
me alienta d'esa manera
como si juera el pampero.
Si se me une un compañero,
que soy Fierro... me parece;
mi valor se duebla, y crece
de mi gran pingo la estampa.
ENTRE DOS, NO DIGO A UN PAMPA...
A LA TRIBU, SI SE OFRECE!
No va a ser la vez primera
qu'enfrente solo, en mis días,
resecas aparcerías
de gente toda estanciera.
Decía Iyazuiré: "Ande quiera
habrá un Dios que nos ampare.
No disparo ni dispare,
compañero, que no hay chucho.
VAMOS, EN UN MISMO PUCHO,
A PRENDERLE HASTA QUE ACLARE.
Y no es alabanza mía,
tengo pa'decir razón:
mi moro, de redomón,
pueden creer que yo corría.
Iyazuiré me decía:
"Tienen que correrle en yunta
a las cabezas les junta,
de riendas y sin cuidar.
LA ESPINA QUE VA A PINCHAR
DENDE CHICA TIENE PUNTA.
Y cruzó mi maravilla
diez años sobre el recáo,
al tranco tras el ganáo
o suelto con la tropilla,
siempre sembrando semilla
de fama, por sierra o llano.
Menos mal que ni un paisano,
comandante o polecía
me dijo QUE LO QUERÍA
PA'ENSEÑARLO A COMER GRANO.
Corrí en él, y correré,
en todos los pagos míos,
en Río Grande, en Entre Ríos,
y hasta Misiones llegué.
He ganáo, y ganaré,
sin achicar la parada;
no hay plata, gancho ni nada
que me lo haga echar p'atrás
Y HE JURADO QUE JAMÁS
ME LA HAN DE LLEVAR ROBADA.
Si llego a perder rodando
no faltará alguna china
pa'sentarle al moro encima
(qu'es también salir ganando).
No me han de doblar jugando,
un "güeso" lo sé tirar,
y nunca suele faltar
un "monte" donde seguir,
UN PAJAL DONDE DORMIR
NI UN MATAMBRE QUE ENSARTAR.
Hasta el alma jugaría,
en ésta o en la otra Banda,
qu'el que en pago ajeno anda
tiene poca aparcería.
He quemáo, con valentía,
hasta el último cartucho,
mas no juego el moro. Es mucho!
Antes, la última pilchita...
SIEMPRE EL GAUCHO NECESITA
UN PINGO PA'FIARLE UN PUCHO.
En mi gran moro sentáo
juí dos veces orejano,
capitán de monte y llano
diez años sobre el recáo.
A sus patas he jugáo
lo qu'en amores perdí;
ni el gran cerro Potosí
dio tanto. Si lo largaba,
EN CUANTO YO LE SILBABA
VENÍA A RECOSTARSE EN MÍ.
Hoy, es pingo de leyenda;
lo ensillo cuando un amor
me saca cabrestiador,
a rastriar alguna senda.
Va jugando con las riendas
como un guía en mis malones.
¿Quién pierde esas ocasiones
cuando un camoatí lo asalta?
PUES NO ESTÁ LIBRE DE FALTAS
QUIEN NO ESTÁ DE TENTACIONES.