viernes, 29 de julio de 2011

Que no me llore el cristiano


Que no me llore el cristiano,
no quiero su lagrimear,
si el que se muere es un pobre
pa qué lo van a llorar.
Entre el criollo braserío
que me lloren los fogones,
el guitarrear de los peones
escondido entre los yuyos,
la flor del cardo en capullo
y el cereal en los galpones.

Dejen que me llore el monte,
que siempre me quiso bien,
y lagrimee la sombra
de un solitario caldén.
Que me lloren "cardorusos",
sombra'e toros, piquillines;
de un potro las bravas clines,
la reunión en las cuadreras,
los postes de una tranquera
y la luz de los candiles.

Que me recen las antiguas
indias un poco de todo,
pa que en el viaje sin vuelta
yo no me sienta tan solo.
Los ponchos me han de llorar
y el viento con su silbido,
las leguas que he recorrido
y las huellas que he olvidado,
y los pechos colorados
levantándose del nido.

Que me tiren un responso
con la arena de mi Pampa,
y una vidalita nuestra
florezca en una guitarra.
Que me lloren los palenques,
la sombra de un noble alero,
los viejos vientos pamperos,
los médanos de mi tierra,
el perfume de sus yerras
y el pasto de sus potreros.

Que con bichitos de luz
y algún pabilo de estrellas,
el más pobre de los pobres
lleve, goteando, una vela.
La Pampa me vio nacer
y aquí me habrán de enterrar,
si no es mucho molestar
y no es mi pedido vano,
que no me llore el cristiano,
no quiero su lagrimear.




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