(Pintura: Molina Campos)
Yo canto allá en los rincones,
en donde naide me escucha,
allá donde no se lucha
por encontrar afecciones.
Yo busco los albardones
solitarios del recuerdo;
yo del pasado me acuerdo
con entusiasmo y lo quiero,
y siguiendo su sendero
entre sus brumas me pierdo.
Yo canto en noche callada
cuando todo es sentimiento
y el eco de mi lamento
corre a perderse en la nada.
Soy ave mal emplumada
que por subir aletea
y que el viento la ladea
sin permitirle ascender...
¡Cuando Dios quita el poder
debiera matar la idea!
Yo cruzo arroyos y zarzas
sin salpicar con el lodo
mi plumaje blanco, al modo,
como lo cruzan las garzas.
Soy refractario a las farsas,
me gusta la soledad,
prefiero la tempestad
que los bosques despedaza,
que ver indigna mi raza
viviendo en la falsedad.
Yo duermo en los matorrales
como duermen las perdices,
paso mis horas felices
contemplando los sauzales.
Yo busco los pajonales
y me interno en la espesura:
cruzo también la llanura
cuando quema el sol ardiente,
sin marchitar en mi frente
del recuerdo la frescura.
Ya no se escucha al cantor
con el deseo vehemente
con que hoy escucha la gente
al extranjero tenor.
Ya no se le hace el honor
de dispensarle un momento;
escuchando el sentimiento
con que entona alguna endecha...
¡Planta en miñangos deshecha
por los azotes del viento!
Hoy veo con gran pesar
que todo desaparece;
es ley que lo que envejece
se tiene que terminar.
La tradición al pasar
busca el frío de los polos;
rondan los recuerdos solos,
pues ya en los campos no quedan
¡ni cardales donde puedan
anidarse los chingolos!
LOS HERMANOS BALTAZAR
Hace 6 días
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