(Foto de don Martín Castro)El que inventó la guitarra
tuvo la genial idea
de abrirle boca a la caja
para que hablaran las cuerdas;
el payador legendario
hizo tribuna con ella,
y acusó a los que alambraban
leguas y leguas ajenas,
y no quedó un orejano
ni de lana, ni de cerda.
Se le oyó en la pulpería
y en la lejana vivienda,
en un fogón de una estancia
como al pie de una carreta;
cuando era la raza gaucha
una familia dispersa,
y erraba sin conocerse
en la soledad inmensa,
él cantaba en los fogones
el amor de la querencia.
Fue en los tiempos que a rebenque
imponían la obediencia
y acallaban la palabra
en los cepos de cabeza;
cuando al gaucho lo mandaban
a servir a las fronteras,
padeciendo en los fortines
hasta dejar la osamenta,
que fue blanco de una bala,
puntería de una flecha.
El payador fue el primer
grito de desobediencia
que se oyera en las esquilas,
que no peonó en una yerra
y hachaba los alambrados
con la tranquila conciencia
que no podía consentir
la tradición sin tranqueras,
cuando ni se conocían
los colores de la enseña.
La tradición en la historia
es una página ciega,
de sargentos sublevaos
en las pardas montoneras;
al gaucho lo utilizaban
en la ofensa y la defensa,
arrancados de su rancho
en las temerarias levas;
hoy la política criolla
es el fruto de esa siembra.
Como el bardo descubría
con sus viriles cuartetas
las injusticias que ocultaba
en las sombras de la época,
apareció el policiano
blandiendo el corvo en la diestra,
pero no pudo humillarlo
ni la coyunda gallega,
ni la prepotencia criolla,
al hombre de la Anteamérica.
Porque los bardos de antaño
no eran de arrear con las riendas,
no eran de arrearlos, repito,
porque las tenían bien puestas;
defendían la guitarra
como a la misma bandera,
envuelto entre las astillas
cayeron sobre la huella,
porque el payador tenía
alma para defenderla.
Entiendo que el payador
debe pulsar la vihuela
y hacerle oír al gobernante
los gritos de la miseria;
de la miseria económica,
de la niñez sin escuela,
del que persigue al conscripto
que del cuartel se deserta
y admiten que erren los niños
sin aprender una letra.
Yo me sentí payador
cuando a la humilde ralea
sometida bajo el taco
de una bota forastera,
gente que nadie la oía
conseguí que se la oyera;
que ella misma reclamara
el pan por su propia lengua,
que el hombre es igual a otro hombre
bajo el sol sobre la tierra.
Yo he sido la voz del pueblo
que le devolvió la ofensa
al señor terrateniente
dueño del hombre y la hacienda;
si como ayer yo lo hiciera
hoy lo hicieran mis colegas,
en vez de una sala de armas
la Patria sería una escuela
y para el año dos mil;
libre toda Sud América.
LOS HERMANOS BALTAZAR
Hace 6 días
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