Y pa alegrar la reunión,
con el permiso de ustedes,
voy a contarles la historia
del viejo Tomás Paredes.
Hombre rico por demás
y de fortuna cerrada,
con ocho rodeos de vacas
y mucha plata enterrada.
Cuando tenía que carniar
sus vacas no estaban güenas,
y pa comer carne gorda
voltiaba vacas ajenas.
Con las carnes hacía charque
pa vendérselo al pulpero,
y él se comía las pezuñas
con las garritas del cuero.
Una ocasión envitó
pa una grande comilona,
y presentó al asador
dos pedazos de carona.
Cuando estaba resfriao,
por no tener mucho gasto,
se limpiaba con la jerga
o se arrastraba po el pasto.
Usaba el agua salobre
pa no gastar en salmuera,
y llevaba sus apuntes
en unas hojas de higuera.
Pitaba piola picada,
hacía vino con tomate
y en unos botines viejos
era que tomaba mate.
Con cerda y lana de oveja
hacía cabrestos y lazos,
y andaba en caballo herrao
pa no gastarle... los vasos.
Montaba con una silla
pa conservar el estribo,
y una vez perdió dinero
por no entregar... el recibo.
Y al final, en un arroyo,
como no quería dar nada,
por no dar... un grito juerte
lo llevó la correntada.
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