(Pintura: Pablo Uriburu)
Ha vuelto al pago. Se viste
con el color de la pena
y su mirada serena
tiene fulgores de triste.
Una congoja persiste
a la que rinde tributo,
la busca en cada minuto
porque al tocarla se alegra,
y lleva el alma más negra
que su golilla de luto.
Sabe que entre el paisanaje
se refiere y se comenta
una tragedia sangrienta,
mentada en aquél paraje.
Y aunque le sobra coraje
no puede dar al olvido
que el muerto, por él sentido
con invencible lamento,
le dió la vida, el sustento,
caricias y un apellido.
Nada achica su dolor,
nada rebaja su duelo
y sólo anhela el consuelo
de encontrar al matador.
Por eso anda en derredor
del vagabundo homicida,
para cobrarle una vida
que debe pagar resuelto,
golpe por golpe, sin vuelto,
y herida por cada herida.
Recorre día tras día
los sitios más frecuentados,
escudriña los bañados,
revisa la serranía:
y cuando el sol se desvía
tendiendo su cola oscura,
él, con amarga ternura,
pasa la noche en los bajos,
contando cientos de tajos
que abren su sepultura.
Al fin en un totoral
adorno de una cañada,
tuvo la dicha deseada
de dar con el criminal.
Brilló el hambriento puñal
para ultimar al matrero,
cuando un grito lastimero
de un niño dijo: ¡lo mata!
...¡deje vivir a mi tata
porque yo mucho lo quiero!
Quedó el brazo detenido
y el vengador sintió chucho...
-¿Con que vos lo querés mucho
a este terrible bandido?
Si cobro lo que he sufrido...
... dejuro... vos lo pagás...
yo no soy malo de más...
y aunque muy poco me cuadre,
borrego... te dejo padre
porque vos lo precisás.
Montó a caballo enseguida
sin mirar al asesino
y emprendió nuevo camino
para su casa afligida.
Ya no estaba comprimida
el alma del hijo ardiente;
y refrescaba su mente
pensando que había salvado
de que le hubiese pagado
un hijo que era inocente.
"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
viernes, 29 de abril de 2011
jueves, 28 de abril de 2011
Manchita
(Foto de Norma César: "Nora S.Abrego")
Meditabundo celaje
pinta todos los confines
y aparecen macachines
retozando en el forraje.
Salpican sobre el paisaje
las matas de mío mío,
miran al sol con desvío
las gramillas que se encrespan
y los sauces se refrescan
con el hálito del río.
A la sombra del alero
está solita y sentada
una morocha brotada
entre el perfume campero.
Toca con golpe certero
las cuerdas del instrumento;
y reflejando en su acento
sus más limpias emociones,
tira rurales canciones
rellenas de sentimiento.
Allí van entrecruzadas
en tristes y vidalitas,
calandrias y margaritas,
rancherías y cañadas.
Aunque saltan dispersadas
y en completa confusión,
salen con tanta pasión
que retratan con anhelo
un pedacito de suelo
plantado en el corazón.
¡Qué hermosa! ¡qué linda está
esa trigueña cantora
con su frescura de aurora
y entonación de sabiá!
Es flor de mburucuyá
que donde toca se aferra,
es un clavel de la sierra,
es cuadro sobresaliente
esa morocha que siente
las cositas de su tierra.
Meditabundo celaje
pinta todos los confines
y aparecen macachines
retozando en el forraje.
Salpican sobre el paisaje
las matas de mío mío,
miran al sol con desvío
las gramillas que se encrespan
y los sauces se refrescan
con el hálito del río.
A la sombra del alero
está solita y sentada
una morocha brotada
entre el perfume campero.
Toca con golpe certero
las cuerdas del instrumento;
y reflejando en su acento
sus más limpias emociones,
tira rurales canciones
rellenas de sentimiento.
Allí van entrecruzadas
en tristes y vidalitas,
calandrias y margaritas,
rancherías y cañadas.
Aunque saltan dispersadas
y en completa confusión,
salen con tanta pasión
que retratan con anhelo
un pedacito de suelo
plantado en el corazón.
¡Qué hermosa! ¡qué linda está
esa trigueña cantora
con su frescura de aurora
y entonación de sabiá!
Es flor de mburucuyá
que donde toca se aferra,
es un clavel de la sierra,
es cuadro sobresaliente
esa morocha que siente
las cositas de su tierra.
Pampa y viento
En la Pampa inmensa;
en la Pampa que es campo y cielo.
Arenilla en la boca, en los pliegues del poncho,
en los bollos del sombrero;
arenilla en todo, arenilla hasta
en el ruido que hace el cuchillo
al salir de la vaina.
Y atrás, volando, el viento, borroneador de huellas;
el viento como un gran pájaro afónico
con alas invisibles y buche de nube de tierra.
Mi caballo al galope
va dejando una siembra de pisadas sin cuento;
pisadas para el pico,
pisadas para el buche,
¡Del viento!
La Clotilde
(Pintura: Carlos Montefusco)
Ustedes no mi han de creer
que siendo pogre y humilde
soy feliz con mi mujer
¡tan güenaza la Clotilde!
Con ella no tengo agobios
me cuida mis intereses.
Mi acuerdo que mus sío novios
apenas unos dos meses.
Dispués ya mi ha dao la pica
de convertirme en esposo.
El pagrino ha sío don Nica
hombre rico y generoso.
Por cada hijo que llegaba
yo mermaba el acullico.
¡La pucha que me costaba
la crianza del multiplico!
Tres hijos. Ya en este punto
mus convenío esa vez
en sosegar el asunto
pues bastaba con los tres.
Y ella en afanes benditos
remangadas sus enaguas
les lavaba los trapitos
y hacía todo por las guaguas.
Derrepente en una de esas
-pa que hacer qui uno se amargue-
mi ha dao la mala sorpresa:
¡otra vez taba de encargue!
Li hecho ver mis desventuras:
Tan apretao que vivimos
pa que aumentar las criaturas
con la nada que tenimos.
Y aura me trais otro brote
¿Cómo guá salir del paso?
con lo caro que está el mote
y el charqui anda tan escaso.
Al puchero no lo atraco
aunque antojao me desviva,
lo mesmo que los guanaco
ya ha tomao p'al cuesta arriba.
¿Se puede, decime vos,
comer un locro con chunca?
Eso y la cara de Dios
no lo vamos a ver nunca.
¡Cómo te mi has descuidao!
Si mi jornal ya no alcanza.
Y aura viene un nuevo hambriao
que hay que llenarle la panza.
Al verme en trances tan duros
de güenita ella me explica:
"No ti pongais en apuros
que este encargue es pa don Nica".
¡Veian que mujer resuelta!
Digan si no es un encanto
saber hallarle la güelta
pa qui uno no lomie tanto.
Ustedes no mi han de creer
que siendo pogre y humilde
soy feliz con mi mujer
¡tan güenaza la Clotilde!
Con ella no tengo agobios
me cuida mis intereses.
Mi acuerdo que mus sío novios
apenas unos dos meses.
Dispués ya mi ha dao la pica
de convertirme en esposo.
El pagrino ha sío don Nica
hombre rico y generoso.
Por cada hijo que llegaba
yo mermaba el acullico.
¡La pucha que me costaba
la crianza del multiplico!
Tres hijos. Ya en este punto
mus convenío esa vez
en sosegar el asunto
pues bastaba con los tres.
Y ella en afanes benditos
remangadas sus enaguas
les lavaba los trapitos
y hacía todo por las guaguas.
Derrepente en una de esas
-pa que hacer qui uno se amargue-
mi ha dao la mala sorpresa:
¡otra vez taba de encargue!
Li hecho ver mis desventuras:
Tan apretao que vivimos
pa que aumentar las criaturas
con la nada que tenimos.
Y aura me trais otro brote
¿Cómo guá salir del paso?
con lo caro que está el mote
y el charqui anda tan escaso.
Al puchero no lo atraco
aunque antojao me desviva,
lo mesmo que los guanaco
ya ha tomao p'al cuesta arriba.
¿Se puede, decime vos,
comer un locro con chunca?
Eso y la cara de Dios
no lo vamos a ver nunca.
¡Cómo te mi has descuidao!
Si mi jornal ya no alcanza.
Y aura viene un nuevo hambriao
que hay que llenarle la panza.
Al verme en trances tan duros
de güenita ella me explica:
"No ti pongais en apuros
que este encargue es pa don Nica".
¡Veian que mujer resuelta!
Digan si no es un encanto
saber hallarle la güelta
pa qui uno no lomie tanto.
El Rufino
(Foto: "Paterna")
En el rancho del Rufino
cerca la finca El Churcal
tabámos tomando vino
di una cosecha especial.
Nunca faltan entremeses
porque di áhi di unas colinas
bajaban unos ingleses
qui andaban catiando minas.
Y si armao el avispero
con las visitas aquellas
porque el Rufino ligero
guardó vasos y botellas.
Llegan dos gringos grandotes
mas coloraos que alpamiski
y lamiéndose el bigote
preguntan: ¿No tener wisky?
¡Pues diande una pila con lana!
Pero veian, p'estos casos
mejor vino en damajuana
y áhi la puesto, con dos vasos.
Y yo vide en el obligo
qui a la cara l'arrugaban
lo mesmo que pasa d'higo
en cada vez que tomaban.
Le metían un envión
y tras eso un sosegate.
Daban justo la impresión
que les ardía el gaznate.
Yo'i pensao estu es jarana
¿Por qué tanto descontento?
y he'i probao la damajuana
¡la pucha esu era fermento!
Y los gringos, que salvajes,
¡mamita i Dios qué garguero!
entre muecas y visajes
se lu han tomao tuito entero.
Y si han ido los ingleses
no muy bien de la barriga
por los campos haciendo eses;
y yo'i quedao con l'intriga.
Mesmamente no mi explico
su forma di obrar compagre
teniendo un vino tan rico
como a dao ese vinagre.
Hay venganzas que son finas
mi explica serio el Rufino.
¿Nos han tomao las Mal-vinas?
¡Pues que tomen el Mal-vino!
(Casos del Coya Martín Bustamante)
En el rancho del Rufino
cerca la finca El Churcal
tabámos tomando vino
di una cosecha especial.
Nunca faltan entremeses
porque di áhi di unas colinas
bajaban unos ingleses
qui andaban catiando minas.
Y si armao el avispero
con las visitas aquellas
porque el Rufino ligero
guardó vasos y botellas.
Llegan dos gringos grandotes
mas coloraos que alpamiski
y lamiéndose el bigote
preguntan: ¿No tener wisky?
¡Pues diande una pila con lana!
Pero veian, p'estos casos
mejor vino en damajuana
y áhi la puesto, con dos vasos.
Y yo vide en el obligo
qui a la cara l'arrugaban
lo mesmo que pasa d'higo
en cada vez que tomaban.
Le metían un envión
y tras eso un sosegate.
Daban justo la impresión
que les ardía el gaznate.
Yo'i pensao estu es jarana
¿Por qué tanto descontento?
y he'i probao la damajuana
¡la pucha esu era fermento!
Y los gringos, que salvajes,
¡mamita i Dios qué garguero!
entre muecas y visajes
se lu han tomao tuito entero.
Y si han ido los ingleses
no muy bien de la barriga
por los campos haciendo eses;
y yo'i quedao con l'intriga.
Mesmamente no mi explico
su forma di obrar compagre
teniendo un vino tan rico
como a dao ese vinagre.
Hay venganzas que son finas
mi explica serio el Rufino.
¿Nos han tomao las Mal-vinas?
¡Pues que tomen el Mal-vino!
(Casos del Coya Martín Bustamante)
miércoles, 27 de abril de 2011
Los potros
Son cuatrocientos potros
trotando, trotando, trotando.
Van como una tormenta
hecha de un trueno largo
y de una nube parda;
los cuatrocientos potros -casi todos de pelos oscuros-
van como una tormenta
con relámpagos tordillos, blancos.
Jinetes en caballos ha tiempo arrocinados;
sacudiendo los ponchos de calientes colores,
mal doblados en pliegues y colgantes del brazo,
con silbidos y voces
los troperos los van azuzando.
Así marchan los potros trotando, trotando, trotando
cuando encuentran un río
lo vadean a nado,
y por unos momentos solamente se ven
las cabezas ansiosas a flor de agua boyando.
Al salir a la orilla,
jadeantes y empapados,
agachan las orejas, se sacuden las crines,
relinchan unos cuantos,
y en seguida, otra vez
son cuatrocientos potros trotando, trotando, trotando.
Cuando llegue la noche, cumplida la jornada,
-previendo una posible disparada de potros-
los troperos harán cuatro fuegos bien grandes
que arderán a la vez en las puntas del campo;
luego, mientras vigile quien se quede de ronda,
hombres y animales buscarán el descanso;
¡Y los potros salvajes dormirán sin saber
que su albedrío ha muerto, y que lo están velando!
Puñal
(Fotos: Ra Tor)
Puñal,
eres el arma
que prefieren los hombres que no temen
acercarse al peligro.
Tienes mucho de gaucho;
eres de la familia de la guitarra;
de los anchos sombreros con barbijo;
eres el compañero del mate amargo
y el aliado del poncho.
Mi diestra a cosa alguna
ha acariciado tanto como a ti,
porque tu empuñadura es el objeto
que se amolda mejor a una mano cerrada.
Tu hoja y mi conducta no conocen
otro camino que el camino recto;
nos entendemos y nos completamos,
si yo contigo nunca tuve miedo
tú conmigo tampoco la tuviste.
Puñal,
nos completamos:
tienes mucho de gaucho
como yo tengo mucho de mi abuelo.
Eres un arma hermosa;
si en tu puño de plata hay flores de oro,
tu hoja de acero
en la primavera de nuestra historia
ha dado muchas veces flores de sangre.
Encerrado en la vaina tal como en un estuche
pareces un juguete inofensivo;
pero si te desnudo tu vaina queda hueca
como una puñalada que no cerrará nunca...
Pero si te desnudo pareces una brújula
que tuviera por norte un corazón.
Ahora
estás en decadencia, ya pasó tu apogeo;
tú eres de otro tiempo;
del tiempo de los novios ausentes
y los jopos románticos;
del tiempo en que te usaban los caudillos
hasta con los dedos recién mojados
en agua bendita.
Entonces te salías de la vaina
por cualquier cosa, hasta por una cinta;
entonces la carne te atraía lo mismo que un pecado,
y al matar perdonabas;
eras un poco de arma y un poco de crucifijo.
Puñal,
la conquista te trajo hasta nosotros;
viniste con el León y con la Cruz;
eres un español que se hizo americano
y en la América india -donde todo era grande-
te agrandaste dos pamos llamándote facón.
Puñal,
eres el arma
que prefieren los hombres que no temen
acercarse al peligro.
Tienes mucho de gaucho;
eres de la familia de la guitarra;
de los anchos sombreros con barbijo;
eres el compañero del mate amargo
y el aliado del poncho.
Mi diestra a cosa alguna
ha acariciado tanto como a ti,
porque tu empuñadura es el objeto
que se amolda mejor a una mano cerrada.
Tu hoja y mi conducta no conocen
otro camino que el camino recto;
nos entendemos y nos completamos,
si yo contigo nunca tuve miedo
tú conmigo tampoco la tuviste.
Puñal,
nos completamos:
tienes mucho de gaucho
como yo tengo mucho de mi abuelo.
Eres un arma hermosa;
si en tu puño de plata hay flores de oro,
tu hoja de acero
en la primavera de nuestra historia
ha dado muchas veces flores de sangre.
Encerrado en la vaina tal como en un estuche
pareces un juguete inofensivo;
pero si te desnudo tu vaina queda hueca
como una puñalada que no cerrará nunca...
Pero si te desnudo pareces una brújula
que tuviera por norte un corazón.
Ahora
estás en decadencia, ya pasó tu apogeo;
tú eres de otro tiempo;
del tiempo de los novios ausentes
y los jopos románticos;
del tiempo en que te usaban los caudillos
hasta con los dedos recién mojados
en agua bendita.
Entonces te salías de la vaina
por cualquier cosa, hasta por una cinta;
entonces la carne te atraía lo mismo que un pecado,
y al matar perdonabas;
eras un poco de arma y un poco de crucifijo.
Puñal,
la conquista te trajo hasta nosotros;
viniste con el León y con la Cruz;
eres un español que se hizo americano
y en la América india -donde todo era grande-
te agrandaste dos pamos llamándote facón.
martes, 26 de abril de 2011
Soy de la pampa Argentina
Soy de La Pampa Argentina
ando alumbrando lo oscuro,
como los cardos maduros
mientras ruedo voy sembrando.
El viento me fue alejando
y hay me da por 'recordar,
pensé: me pongo a cantar
lo que mis cuerdas dispongan
y me salió una milonga,
de pura casualidad.
Soy de La Pampa, señores,
donde se embriaga la siembra
con vino blanco de soles
para alegrar su molienda;
donde he soltado mis riendas
para alcanzar las colinas,
donde quedó aquella niña,
que no pude conquistar,
donde se puede pensar
donde no tuve rutinas.
Tierrita que has esperado
la mano del labrador,
brotando de tu interior
la mies civilizadora.
Te han poblado las auroras
de amanecidas nostalgias,
de madrugada distancia
entre la espuma del mate,
en el silencio que late
su verdejo corazón.
Soy de La Pampa Argentina
tierra alisada y serena
donde el grito macho indio
fue enronqueciendo mi pena.
Hay que perderse en la noche
en su bóveda de estrellas
para encontrar el camino
qué tartamudas destellan.
Soy de La pampa Argentina
vengo de un vientre paisano
de audaces tiempos lejanos
de españoles e italianos.
Todas las razas del mundo
pueblan tu cielo pampa
hueco de risas y sueños
que en las espigas se estampa.
Soy de La Pampa Argentina
tierra alisada y serena
donde me espera una madre,
donde mis garras se abuenan,
como toda madre espera
al hijo que no regresa.
Tengo un padre payador,
dos hermanos de mi sangre,
es la riqueza más grande
que guarda mi corazón.
He regresado a los llanos
en un sonar de guitarra
con alegría en el alma
siempre evoco a mis paisanos.
Siempre lista está su mano
que empuña sinceridad
yo sólo quise contar
los recuerdos que me ahondan
y me salió una milonga
de pura casualidad.
Retrato
(Pintura: Marina Valenzuela "Coya")
No me'i di olvidar jamás
di aquella triste ocasión
que mi ha traído el capataz
p´entrevistarlo al patrón.
Sentaos en unos sillones
poco antis qu´el patrón dientre,
como unos ritorsijones
i sentío p'al lao del vientre.
Dispués se m'hecho una pausa,
y de nuevo otra intentona.
Me´i dicho, estu es por la causa
de comer fruta pintona.
Dentra el patrón muy cumplío
y con su mirada atenta,
como era un hombre alvertío,
de mi caso si ha dao cuenta.
¡Tomá la segunda puerta,
me dice y por áhi metete!
Y no la dejís abierta
porque esa es la del retrete.
Yo mi levantao al punto
pensando en mi arrebato:
¡Que raro que p'este asunto
tenga que haber un retrato!
Cuando juí a cumplir mis ritos
mi encontrao, pa mi desvelo,
unos ubjetos bajitos
atornillaos contra el suelo.
Mármoles toda blancura
con unos niquelaos encima.
¿Puede ser tanta alhajura
pa una cosa tan intima?
En un rollo a medio abrir
colgando con todo esmero
taba un papel p'escribir
pero no vide el tintero.
Y en medio de mi tristeza,
pues no estaba p´al jolgorio,
de juro, i´dicho esta pieza
debi ser el escritorio.
Miraba en los ventanales
preguntándome aflijío:
¿Nu habrán pu'áhi unos yuyarales
como esos del campo mio?
Pero aquella situación
no l'aguantaba más rato.
Pa colmo en ningún rincón
podía hallar el retrato.
Ya me desmayaba, cuando
áhi en una galería
i visto un cuadro colgando
con una fotografía.
Y güeno dispues tranquilo
mi güelto junto al patrón
y áhi pronto i tomao el hilo
di aquella conversación.
Derripente, Dios bendito
patente tengo esa vez,
cuando un semejante grito
nos asustao a los tres.
Era un grito alzao al techo
de la esposa que decía:
¡Mirá, Jorge, lo qui han hecho
con la foto de tu tía!...
(Casos del Coya Martín Bustamante)
No me'i di olvidar jamás
di aquella triste ocasión
que mi ha traído el capataz
p´entrevistarlo al patrón.
Sentaos en unos sillones
poco antis qu´el patrón dientre,
como unos ritorsijones
i sentío p'al lao del vientre.
Dispués se m'hecho una pausa,
y de nuevo otra intentona.
Me´i dicho, estu es por la causa
de comer fruta pintona.
Dentra el patrón muy cumplío
y con su mirada atenta,
como era un hombre alvertío,
de mi caso si ha dao cuenta.
¡Tomá la segunda puerta,
me dice y por áhi metete!
Y no la dejís abierta
porque esa es la del retrete.
Yo mi levantao al punto
pensando en mi arrebato:
¡Que raro que p'este asunto
tenga que haber un retrato!
Cuando juí a cumplir mis ritos
mi encontrao, pa mi desvelo,
unos ubjetos bajitos
atornillaos contra el suelo.
Mármoles toda blancura
con unos niquelaos encima.
¿Puede ser tanta alhajura
pa una cosa tan intima?
En un rollo a medio abrir
colgando con todo esmero
taba un papel p'escribir
pero no vide el tintero.
Y en medio de mi tristeza,
pues no estaba p´al jolgorio,
de juro, i´dicho esta pieza
debi ser el escritorio.
Miraba en los ventanales
preguntándome aflijío:
¿Nu habrán pu'áhi unos yuyarales
como esos del campo mio?
Pero aquella situación
no l'aguantaba más rato.
Pa colmo en ningún rincón
podía hallar el retrato.
Ya me desmayaba, cuando
áhi en una galería
i visto un cuadro colgando
con una fotografía.
Y güeno dispues tranquilo
mi güelto junto al patrón
y áhi pronto i tomao el hilo
di aquella conversación.
Derripente, Dios bendito
patente tengo esa vez,
cuando un semejante grito
nos asustao a los tres.
Era un grito alzao al techo
de la esposa que decía:
¡Mirá, Jorge, lo qui han hecho
con la foto de tu tía!...
(Casos del Coya Martín Bustamante)
La carrera
Surcando el dorso leonado
del ondulante pajal
se estira el camino real
sobre el llano dilatado,
y en una altura apostado
como si fuera un vigía,
rompe la monotonía
del horizonte infinito
la silueta de un ranchito
blanqueando en la lejanía.
Pulpería "El Tropezón"
es el nombre que le han puesto,
en el que va, por supuesto.
encerrada una intención,
pues en toda la región
no hay quien no de en ella al fin.
Desde el boleador mas ruin
y el poderoso estanciero
al mercachifle extranjero
o el milico del fortín.
Flameando en el mojinete
izado en una picana
el banderín color grana
mil diversiones promete,
y cual al lugar compete
por su aislada situación
vese además de un zanjón
rodeando el recinto suyo
el consabido mangruyo
para vichar el malón
Junto al galpón, el corral
de palo a pique formado,
y el palenque levantado
frente al rancho principal:
cuyo pobre aspecto es tal
que nadie al verlo creería
que además de pulpería
es posta de la galera
que va de "La Yegua Overa"
al fuerte de Olavarría.
De fogones un enjambre
se ve por doquier humear,
que carne no ha de faltar
a quien arribó con hambre.
De cerda, pluma y corambre
hasta los topes repletas
se alinean ocho carretas,
y unas tropillas rodeadas
junto a las yeguas maneadas
se arremolinan inquietas.
Es un domingo de mayo
esplendoroso y sereno,
la luz del sol baña a pleno
el inmenso campo bayo.
Ocupando todo el playo
bajo los sauces sin hojas,
descansan con cinchas flojas
los buenos pingos traídos,
entre relinchos, bufidos,
y resonar de coscojas.
Todo el criollaje del pago
se encuentra en "El Tropezón",
de suerte que la reunión
causa verdadero halago.
Unos por echar un trago
se han venido de ex profeso,
otros por tirar el "güeso"
y los de más tragaderas,
para ver si en las carreras
pueden ganar algún peso.
Lucen allí sus colores
los ponchos pampas más raros
y osténtase los más caros
facones y tiradores.
Los calzoncillos mejores
muestran su cribo sutil.
Vense chiripases mil
de rico paño merino.
Y más de un sombrero fino
de paja de Guayaquil.
La excelencia pregonando
del amasijo casero,
un mulato pastelero
se desgañita gritando.
Y más allá, demostrando
guardarse mutuo recelo,
callados como en un duelo
varios gauchos en cuclillas
con sus filosas cuchillas
trazan marcas en el suelo.
Tras la enrejada ventana
en donde atiende el negocio,
trajina el dueño y su socio
con porrón y damajuana.
Mientras, en grata jarana
agrúpanse las personas
y a sus voces chacotonas
viénese alegre a mezclar
el metálico rodar
de las personas lloronas.
2
Ya El Tropezón ha quedado
poco menos que vacío
porque todo aquel gentío
en la cancha se ha volcado,
cuando uno recién llegado
de modales altaneros
"Vamos a ver, caballeros"
vociferando propuso
"le corro con este chuso
al que le abaje los cueros".
Con un silencio completo
recibe esto la reunión,
y el gaucho en tono zumbón,
vuelve a repetir el reto
añadiendo: "¡les aceto
cualquier parada, canejo.
Ya ven el pobre azulejo
que aura tengo aquí ensillao,
lo traigo medio aplastao"
porque es un sotreta viejo".
Otro hombre se abre paso
entre la rueda de gente
y dice tranquilamente
sujetando su picazo:
"Le corro, pues, amigazo,
"aunque sé, no vi'a ganar"
mas bien lo hago por probar
este animal tan bellaco
en cuanto a correr lo saco
"se me arrastra a corcoviar".
Ya la apuesta concertaron
los dos a cual mas ladino,
y al costado del camino
los fletes desensillaron.
Ya sus rayeros nombraron
depositando la plata,
dejaron junto a una mata
sus sombreros en el suelo
y ambos se ataron el pelo
con una vincha escarlata.
...................................
Pronto ambos emparejaron
y en haciéndolos picar
a sus pingos a ganar
el tirón se prepararon
en cuanto se acomodaron
el azulejo salió
el del picazo paró
el animal y enojado:
¡Sujete no he contestado!
a su adversario gritó
Este comprendió al momento
que "madrugar" no podía
pues el otro conocía
su intención y estaba atento
así que regresó lento.
Cuando pararon los fletes,
nuevamente como cohetes
los parejeros partieron
y los dos ¡Vamos! se oyeron
lanzados por los jinetes
Se vinieron, y la gente
para no perder detalle
abriose formando calle
en dos filas frente a frente
y en velocidad creciente
avanzan como un turbión
mientras meneando el talón
los mozos sobre los tuses
van casi echados de bruces
espiándose la intención
.....................................
Y cuando en raudo correr
cerca de la raya estaban
y todos ya descontaban
que "puesta" tenía que ser
viose al picazo perder
pìe y cambiar de mano
mientras su jinete en vano
por seguir en la contienda
lo levantaba en la rienda
con esfuerzo sobrehumano
Pero que, ya no hubo caso
fue una "calzada" maestra
y ya no quedó ni la muestra
de la furia del picazo
aprovechando su atraso
el de la trampa apuró
en dos saltos se cortó
y por mas de un cuerpo entero
al caballo forastero
la carrera le ganó
3.-
Ahora en el mostrador
con un porrón a su alcance
comenta a su gusto el lance
muy contento el vencedor
tiene hinchado el tirador
que de vez en vez tantea
en tanto se pavonea
satisfecho de su obra
porque él es hombre que cobra,
y si no cobra pelea
Mas de pronto una advertencia
alguien susurra a su lado
y el gaucho se ha enderezado
barruntando la pendencia
pues poniendo en evidencia
hallarse resuelto a todo
arremangado hsta el codo
y el poncho arrollado al brazo
encáralo el del picazo
y apostrofa de este modo:
"¡Oiga don, salga pajuera"
"venga pa acá; atráquese"
"ya maliciará porque"
"le hablo de esta manera"
"cuando se arma una carrera"
"diciendo libre de pata"
"me parece que se trata"
"de correrla bien legal"
"por lo que aura; tal por cual"
"me va a devolver la plata!"
Quebrándose los sombreros
uno y otro antagonista
corrieron la mano lista
en busca de sus aceros
"que me cuentan caballeros"
"me habrá tomao por ladrón"
"¡Oigan la reclamación!"
el del azulejo grita
agregando "a ver mulita,
ya basta de alegación"
Y con ademán veloz
las dagas desenvainaron
y de firme se cargaron
a punta y hacha, los dos
de una puñalada en pos
viene un quite o un revés
y ya avanzan a la vez
o pierden terreno a trechos
entre el jadear de los pechos
y el resbalar de los pies
Hasta que en una topada
y a todo vigor del brazo
logró entrar el del picazo
con certera puñalada
Se rodeó la paisanada
en torno del gaucho muerto
y a favor del desconcierto
el matador, al tranquito
marchó a esconder su delito
en el pajal del desierto.-
El gaucho y su caballo
(Foto: Ra Tor)Antes de ensillar el flete,
de las orejas a las tabas
les doy rasqueta y cepillo
y repaso la tuzada.
Desranillo pelo, orejas,
dejo la cola peinada:
lavo con cuidao los ojos
reviso manos y patas
porque el gaucho y su caballo
son limpios de cuerpo y alma.
Le pongo la sudadera,
el mandil, con una matra
y los bastos de caronas
con gurupas reforzadas.
Juerte encimera de potro,
las tres Marías maneadas,
sujeta al correón la cincha
apretando las cacharpas,
cojinillo y sobrepuesto
y el cinchón pa sujetarla.
A los tientos ato el lazo
de la precilla amarrada
y llevo la california,
herramienta chabacana.
Emparejo los estribos
y lo dejo a rienda alta,
maneado de las dos manos
con una rosa, de yapa.
Yo soy porteño y paisano,
llevo la herencia de Tata.
Todas las pilchas mejores
pobretonas como escazas,
me las hecho sobre el cuerpo
contento con Fe cristiana.
Muento y salgo en mi pazuco,
repechando cielo y pampa
por los caminos de Dios
porque el gaucho de mi Patria
es más libre que los vientos
y a ningún carro se ata.
Siempre levanto mi poncho
y la verijera daga.
No soy de calzar espuelas,
no alzo rebenque ni guacha.
Aprendí a respetar
al que la mano me daba.
No comparto la herejía
y estoy con la paisanada:
sin el gaucho y el caballo
¡qué sería de mi Patria!
de las orejas a las tabas
les doy rasqueta y cepillo
y repaso la tuzada.
Desranillo pelo, orejas,
dejo la cola peinada:
lavo con cuidao los ojos
reviso manos y patas
porque el gaucho y su caballo
son limpios de cuerpo y alma.
Le pongo la sudadera,
el mandil, con una matra
y los bastos de caronas
con gurupas reforzadas.
Juerte encimera de potro,
las tres Marías maneadas,
sujeta al correón la cincha
apretando las cacharpas,
cojinillo y sobrepuesto
y el cinchón pa sujetarla.
A los tientos ato el lazo
de la precilla amarrada
y llevo la california,
herramienta chabacana.
Emparejo los estribos
y lo dejo a rienda alta,
maneado de las dos manos
con una rosa, de yapa.
Yo soy porteño y paisano,
llevo la herencia de Tata.
Todas las pilchas mejores
pobretonas como escazas,
me las hecho sobre el cuerpo
contento con Fe cristiana.
Muento y salgo en mi pazuco,
repechando cielo y pampa
por los caminos de Dios
porque el gaucho de mi Patria
es más libre que los vientos
y a ningún carro se ata.
Siempre levanto mi poncho
y la verijera daga.
No soy de calzar espuelas,
no alzo rebenque ni guacha.
Aprendí a respetar
al que la mano me daba.
No comparto la herejía
y estoy con la paisanada:
sin el gaucho y el caballo
¡qué sería de mi Patria!
domingo, 24 de abril de 2011
Flor de la pampa
Roja herida perfumada,
la que ha querido el destino
que festoneara el camino
por donde pasa mi amada.
Gotas de sangre cuajada
que salpicaron la loma,
color de cielo y paloma
por luz de luna plateada.
Flor de Pampa, corazones
que van adornando "güeyas";
cielo verde, con estrellas
en rueda de pericones;
florcita en ocasiones
corté lleno de embeleso
para enviarlas como un beso
donde están mis ilusiones.
Flor gaucha nacida a suelo,
que una mano primorosa
robó sus colores rosa
y los puso en mi pañuelo;
florcita que en un anhelo
de perfumar la ladera
se subió hasta la cumbrera
para estar cerca del cielo...
Flor, que en el "Pampa" sombrero
de su cinta hizo querencia
y que curó el mal de ausencia
que se perdió en el sendero;
flor que corté en el estero
en una aurora temprana
para adornar la ventana
de quien me dijo: "Te quiero"...
la que ha querido el destino
que festoneara el camino
por donde pasa mi amada.
Gotas de sangre cuajada
que salpicaron la loma,
color de cielo y paloma
por luz de luna plateada.
Flor de Pampa, corazones
que van adornando "güeyas";
cielo verde, con estrellas
en rueda de pericones;
florcita en ocasiones
corté lleno de embeleso
para enviarlas como un beso
donde están mis ilusiones.
Flor gaucha nacida a suelo,
que una mano primorosa
robó sus colores rosa
y los puso en mi pañuelo;
florcita que en un anhelo
de perfumar la ladera
se subió hasta la cumbrera
para estar cerca del cielo...
Flor, que en el "Pampa" sombrero
de su cinta hizo querencia
y que curó el mal de ausencia
que se perdió en el sendero;
flor que corté en el estero
en una aurora temprana
para adornar la ventana
de quien me dijo: "Te quiero"...
viernes, 22 de abril de 2011
Milonga para todos
(Pintura: Pablo Uriburu)
Aquí me pongo a cantar
al compás de la guitarra;
no tiene cintas celestes
ni blancas ni coloradas,
no es guitarra con bandera
no es nada más que guitarra.
Tanto me puede escuchar
el criollo como el gringo,
y ninguno de los dos
se ha de sentir ofendido;
los aprecio por igual
y hacia los dos me dirijo.
Yo no necesito cintas
para cantar de adeveras;
me basta embrazar un palo,
un palo hueco y con cuerdas;
en las violas de tal palo
caben todas las banderas.
Y canto y he de cantar
aunque se apaguen las velas,
aunque ninguno me escuche,
aunque me pasen la cuenta,
aunque me niegen un trago,
aunque revienten las cuerdas.
Lo que tengo que decirles
a toditos interesa,
tanto al criollo como al gringo
basta que esté en esta tierra;
por dentro somos iguales
la diferencia espor fuera.
Pero esa diferencia
se ha de borrar a la larga;
el sol y el aire de América
ha de emparejar las caras;
cuanto a las almas hay una,
ni blanca ni negra: humana.
El que nació en este suelo
como el que vino de otro
y aquí vive y le va bien
y sus hijos nacen criollos,
es de aquí como el que más,
como un cardo o como un potro.
La ley acá es para todos;
la ley no mira el color;
para todos el trabajo,
el dulzor o el amargor;
cualquiera sale de pobre
con baquía y con sudor.
Yo soy gaucho y le abro cancha
al que quiera trabajar;
que venga de donde venga
ya dejó de interesar;
al que tenga buenos brazos
la puerta de par en par.
Pero un momento, paisanos,
eso sí, tengan en cuenta
que aquí tenemos relojes
para relojear conciencias;
traigan la bolsa vacía
pero tráigannos decencia.
Y ya está dicho, aparceros,
-que a todos doy este nombre-
sepan llevarlo con honra
y que nunca se les borre;
este es el canto de un gaucho,
este es el canto de un hombre.
Aquí me pongo a cantar
al compás de la guitarra;
no tiene cintas celestes
ni blancas ni coloradas,
no es guitarra con bandera
no es nada más que guitarra.
Tanto me puede escuchar
el criollo como el gringo,
y ninguno de los dos
se ha de sentir ofendido;
los aprecio por igual
y hacia los dos me dirijo.
Yo no necesito cintas
para cantar de adeveras;
me basta embrazar un palo,
un palo hueco y con cuerdas;
en las violas de tal palo
caben todas las banderas.
Y canto y he de cantar
aunque se apaguen las velas,
aunque ninguno me escuche,
aunque me pasen la cuenta,
aunque me niegen un trago,
aunque revienten las cuerdas.
Lo que tengo que decirles
a toditos interesa,
tanto al criollo como al gringo
basta que esté en esta tierra;
por dentro somos iguales
la diferencia espor fuera.
Pero esa diferencia
se ha de borrar a la larga;
el sol y el aire de América
ha de emparejar las caras;
cuanto a las almas hay una,
ni blanca ni negra: humana.
El que nació en este suelo
como el que vino de otro
y aquí vive y le va bien
y sus hijos nacen criollos,
es de aquí como el que más,
como un cardo o como un potro.
La ley acá es para todos;
la ley no mira el color;
para todos el trabajo,
el dulzor o el amargor;
cualquiera sale de pobre
con baquía y con sudor.
Yo soy gaucho y le abro cancha
al que quiera trabajar;
que venga de donde venga
ya dejó de interesar;
al que tenga buenos brazos
la puerta de par en par.
Pero un momento, paisanos,
eso sí, tengan en cuenta
que aquí tenemos relojes
para relojear conciencias;
traigan la bolsa vacía
pero tráigannos decencia.
Y ya está dicho, aparceros,
-que a todos doy este nombre-
sepan llevarlo con honra
y que nunca se les borre;
este es el canto de un gaucho,
este es el canto de un hombre.
El mate amargo
No sé qué tiene de rudo;
no sé qué tiene de áspero,
no sé qué tiene de macho,
el mate amargo.
El sirve para todo:
para lo bueno, para lo malo;
él lava los dolores del pecho a cada trago;
es el cúralo todo en la casa del gaucho;
alegra la alegría y destiñe la pena,
el mate amargo.
Él es contemporáneo de la bota de potro,
y de las nazarenas, y de la guitarra;
pero de la guitarra que usa cintas
-como las chinas-
cintas celestes o coloradas.
En el campo
no hay boca masculina que rehuse besarlo,
ni manos callosas que no le hagan un hueco
¡al mate amargo!
¡Cómo me siento suyo; cómo lo siento mío,
al mate amargo!
Yo lo llevo disuelto en la sangre
como un jugo americano.
No sé qué tiene de símbolo
el mate amargo;
por el pico plateado de la bombilla
canta de madrugada como un pájaro guacho.
El silencio de las tumbas
En una noche clara
de majestuosa luna,
se ve de un cementerio
un ciprés descollar;
y en lápidas lujosas
de abovedadas tumbas,
el nombre está grabado
del que descansa en paz.
La brisa silenciosa
pasando blandamente
esparce de las flores
su aroma y su jazmín,
la silenciosa brisa
las lleva muellemente
entre las negras tumbas
del fúnebre jardín...
De pronto llega un joven
contrito y vacilante;
inclina una rodilla,
murmura una oración
y caen como unas perlas
sobre la blanca losa
las lágrimas que arranca
su tierno corazón.
-¡Oh!, ven, despierta ¿quieres?
¿por qué me abandonaste?
¿por qué no me llevaste
para dormir también?
No ves que solo a solas
con mi dolor profundo,
todo lo de este mundo
desprecio con desdén?
Y luego se oye un tiro,
y allí junto a la tumba
caliente aún el cadáver
del joven se encontró,
después, pasé al otro año
y la inscripción decía:
"Tanto él a ella quería
que en su tumba murió".
Escudo
A naide se le ha ocurrido
hacer una estatua al buey.
Y él fue quien tejió la Patria
antes que lo hiciera el riel.
Sangrando por las picanas,
sin descanso y sin comer,
¿quién sino él trazó los rumbos
que luego siguiera el riel?
Hoy sigue, en los territorios,
haciendo lo que hizo ayer:
labrando a fuerza'e pezuña
derroteros para el riel.
Mas no cerraré mis ojos
sin que me esfuerce por ver
en un escudo'e mi tierra:
-bien quisiera el de Neuquén-
un sol en el horizonte,
y entre gajos de maitén,
una pampita de trébol
y, en ella, echadito un buey.
jueves, 21 de abril de 2011
La yerra
La hacienda ya han encerrao'
para apartar los terneros
y un peón con un compañero
frente a la manga han parao';
y en el corral preparao'
son muchos los pialadores,
hay viejos, también menores
que les gusta observar:,
viendo al paisano pialar
con lujo pa los mirones.
De la manga van largando,
la ternerada orejana,
¡lindo pial se hechó Maidana
que ya lo están apretando!;
y mientras lo van castrando
un tajo le hace en la oreja,
al descornarlo se queja
y bala desesperao',
y al último, bien marcao'
que el fierro al rojo le deja.
En la esquina del corral
hay alboroto de gente,
ya la cosa es diferente
si se enoja el animal;
dando el anca al pastizal
un guacho se hace el matón,
porque de flaco y panzón
no puede con la osamenta,
d'enfurecido revienta
al ver la gente en montón.
Pocos guachos van quedando,
se hace un alto, se descansa.
mete barullo la panza
al ver lo que están asando;
y al lao del fuego, esperando,
la pava con su negrura,
porque un peón con su dulzura,
el mate va a preparar
y unos amargos cebar
mientras la yerba le dura.
Ya la yerra ha terminao'
y agarramos pa'l galpón
y al lao de un viejo portón
están haciendo el asao';
ya todo está preparao'
pa' empezar la comilona,
y allá arriba de una loma
una guitarra lo espera,
pa' que la tiemple cualquiera
de los presente' y la zona.
De pelajes diferentes
(Fotos: Eduardo Amorim)
Mientras miro los corrales,
apoyado en la tranquera,
las colas como bandera
de matreros, los baguales.
De estatura casi iguales
hay diferentes pelajes,
son ariscos, muy salvajes,
tienen su fama ganada,
así dice la peonada
que vive cerca'el paraje.
Elegidas son las madres,
garantido es el padrillo
y pienso que los potrillos
no erran si hay buenos padres.
Me lo decía un compadre:
-"de entrada son trabajosos,
pa la pata, peligrosos,
cuídese del manotón,
y también del mordiscón...
¿La verdad? ¡Son muy fogosos!"
Le di la mano al paisano,
mil gracias por los consejos
-"y ya que está, don Cornejo,
¿porqué no me da una mano?
Apartaremos los sanos,
los que ya tengo elegidos,
y otro favor le pido:
que les abra la tranquera,
así se van campo afuera
el resto.¿Qué le parece?",yo digo.
Y después de la mateada
me dispuse a embozalar,
y de a dos acollarar
pa aliviar la tironeada.
Despuès de varias maneadas
ya los dentré a ensillar:
los mansos a galopar,
a soga até la madrina
y si alguno me apadrina
el resto voy a jinetear.
Son nueve y la madrina,
ariscasa por demás,
nunca se queda atrás
ni por las tapas se arrima,
con su genio los domina
y no precisa cencerro.
Pa garrarla si le erro,
cuando ella estira el cogote,
abre los ojos grandotes
cuando torea algún perro.
De los potros, sólo hay cienco,
tres overos y dos gateaos,
son lo más amadrinao
incapaz de dar un brinco.
Por el resto por ahi me afinco
no son de darle ventaja,
hay que atarse bien la faja
y al volar de un pajarito,
le ponen de a puñaditos
y con la espuela lo ataja.
Son por demás de salvaje
los tres bayos, el colorao,
son los que habían quedao
sin nombrarles el pelaje.
Si ponemos un puntaje
me quedo con los overos,
son mansitos, compañero,
de agarrarlos donde quiera,
no necesitan tranquera
pues si los corta primero.
Y me queda destacar,
de los gateaos la guapeza.
Son iguales de cabeza,
no hay nada que descartar,
mucho no hay para contar
son nuevitos todavía.
Y si gano esta porfía,
que no es charla de fogón,
y se los entregaré al patrón
con todas las garantías.
Mientras miro los corrales,
apoyado en la tranquera,
las colas como bandera
de matreros, los baguales.
De estatura casi iguales
hay diferentes pelajes,
son ariscos, muy salvajes,
tienen su fama ganada,
así dice la peonada
que vive cerca'el paraje.
Elegidas son las madres,
garantido es el padrillo
y pienso que los potrillos
no erran si hay buenos padres.
Me lo decía un compadre:
-"de entrada son trabajosos,
pa la pata, peligrosos,
cuídese del manotón,
y también del mordiscón...
¿La verdad? ¡Son muy fogosos!"
Le di la mano al paisano,
mil gracias por los consejos
-"y ya que está, don Cornejo,
¿porqué no me da una mano?
Apartaremos los sanos,
los que ya tengo elegidos,
y otro favor le pido:
que les abra la tranquera,
así se van campo afuera
el resto.¿Qué le parece?",yo digo.
Y después de la mateada
me dispuse a embozalar,
y de a dos acollarar
pa aliviar la tironeada.
Despuès de varias maneadas
ya los dentré a ensillar:
los mansos a galopar,
a soga até la madrina
y si alguno me apadrina
el resto voy a jinetear.
Son nueve y la madrina,
ariscasa por demás,
nunca se queda atrás
ni por las tapas se arrima,
con su genio los domina
y no precisa cencerro.
Pa garrarla si le erro,
cuando ella estira el cogote,
abre los ojos grandotes
cuando torea algún perro.
De los potros, sólo hay cienco,
tres overos y dos gateaos,
son lo más amadrinao
incapaz de dar un brinco.
Por el resto por ahi me afinco
no son de darle ventaja,
hay que atarse bien la faja
y al volar de un pajarito,
le ponen de a puñaditos
y con la espuela lo ataja.
Son por demás de salvaje
los tres bayos, el colorao,
son los que habían quedao
sin nombrarles el pelaje.
Si ponemos un puntaje
me quedo con los overos,
son mansitos, compañero,
de agarrarlos donde quiera,
no necesitan tranquera
pues si los corta primero.
Y me queda destacar,
de los gateaos la guapeza.
Son iguales de cabeza,
no hay nada que descartar,
mucho no hay para contar
son nuevitos todavía.
Y si gano esta porfía,
que no es charla de fogón,
y se los entregaré al patrón
con todas las garantías.
miércoles, 20 de abril de 2011
Resero
Mezcla de pampa y de cielo
nacido para el camino
que trasunta tu destino
ansia infinita de suelo.
Siempre remontando vuelo
pájaro de alones magos
y entre tristeza y alagos
de tu rodar consecuente
sos un centauro viviente
cruzando todos los pagos.
Vas y vas por esas huellas
predicandote en derroches,
sos un pedazo de noche
y entre un puñado de estrellas.
Con las canciones más bellas
la pampa quiso adornarte,
por eso para explicarte:
paisano, gaucho y resero:
el chingolo y el jilguero
se trenzaron al cantarte.
Deseosos de lejanía
van tus caballos tranqueando,
como si fueran buscando
hallar querencia algún día.
Y a tu loca fantasía
le habren calle los cardales,
florecen los pajonales
y cuando tu mente brilla:
cobra entonces tu tropilla
la fuerza de cien baguales.
El tiempo será leyenda
perdiéndose en la llanura,
y a su valiente figura
se irá borrando en la senda.
Cuando nunca más se encienda
tu fogón lleno de historia,
quedarás en la memoria
como algo que ya se ha ido:
y a traspasao al olvido
y habrás entrao en la gloria.
nacido para el camino
que trasunta tu destino
ansia infinita de suelo.
Siempre remontando vuelo
pájaro de alones magos
y entre tristeza y alagos
de tu rodar consecuente
sos un centauro viviente
cruzando todos los pagos.
Vas y vas por esas huellas
predicandote en derroches,
sos un pedazo de noche
y entre un puñado de estrellas.
Con las canciones más bellas
la pampa quiso adornarte,
por eso para explicarte:
paisano, gaucho y resero:
el chingolo y el jilguero
se trenzaron al cantarte.
Deseosos de lejanía
van tus caballos tranqueando,
como si fueran buscando
hallar querencia algún día.
Y a tu loca fantasía
le habren calle los cardales,
florecen los pajonales
y cuando tu mente brilla:
cobra entonces tu tropilla
la fuerza de cien baguales.
El tiempo será leyenda
perdiéndose en la llanura,
y a su valiente figura
se irá borrando en la senda.
Cuando nunca más se encienda
tu fogón lleno de historia,
quedarás en la memoria
como algo que ya se ha ido:
y a traspasao al olvido
y habrás entrao en la gloria.
Así soy
Señores, a mí me gusta
por empezar lo campero.
Le aseguro compañero
es cosa que no me asusta.
Por ejemplo a mí me gusta
tirar un pial de volcao,
acomodar un recao,
arreglar algún caballo
y algunas riñas de gallos
que a veces la sé mirar.
También me gusta enlazar
campo afuera un animal,
y ponerles el bozal
a un potro pa jinetear.
Me gusta que al corcovear
se desparrame el sotreta,
pincharlo por las paletas
si es que puedo y no me atoro
y en jineteada de toros
difícil que no me meta.
También me gusta llevar
bien afilao el cuchillo,
limpiarlos y darles brillo
cuando lo tengo que usar.
Un redomón se aguantar
mansito y sin apuro,
golpeador y corajudo
y al trabajarlo que aprenda,
que al acortarlo en las riendas
que el golpe sea seguro.
También me gusta cantar
y pulsar una guitarra,
y entreverarme en la farra
si es que me dejan "atuar".
La taba yo se tirar
de vuelta y media aparcero;
también soy medio soguero
no me quiero aponderear,
y en un papel dibujar
lo que pidan y lo que quiero.
Así soy yo compañero
para todos los presentes,
y en el gusto de la gente
cada cual tiene un sendero.
yo con pacencia y esmero
les voy a seguir cantando,
cosas que fui cosechando
desde el día que nací,
porque solo yo aprendí
de observar y estar mirando.
Rumbo
(Foto: Eduardo Amorim)
No hay luz. Una sombra ya
ha borrado el horizonte,
y en la cuchilla y el monte
la noche durmiendo está.
En vano la vista va
buscando extraño fulgor,
que al mirar en derredor
todo el espacio apagado,
parece un mundo en lutado
por implacable dolor.
Morales, el paisanito,
de las costas del Tornero,
va en el lomo de su overo
caminando al trotecito.
Lleva el rumbo bien escrito
en su mente y en su tino,
que hasta la "Estancia del Pino"
conclusión de sus jornadas,
hay diez leguas acostadas
a lo largo del camino.
Y entre el monótono ruido
del trote lento y pesado,
y el barullo del recado
que se queja de oprimido;
y entre el alegre silbido
y la marcha acompasada
de la coscoja bordada
que se entretiene rodando,
él va la noche escarbando
con golpes de su mirada.
Pisa lomas, cruza el llano,
pasa el arroyo y la sierra,
como arreglando la tierra
con la palma de su mano.
Y es tan seguro baqueano
aquél resueto jinete
que, cual si fuera un jueguete,
abras, sendas y picadas
parece que están atadas
al cabresto de su flete.
Sigue el viaje; y olvidado
de estudiar el derrotero,
piensa un rato, placentero,
en la prenda de su agrado.
Un pañuelo que le ha dado
lleva al cuello como seña
de su esperanza risueña
y con febriciente anhelo,
besa agitado el pañuelo
como si fuese a la dueña.
Corta campo, bien seguro,
de no errar una pulgada,
y la gramilla aplastada
gime sobre el suelo duro.
No demuestra gran apuro
de dar fin a su excursión
y con la firme intención
de pronto encontrar la Estancia,
mata el tiempo y la distancia
entonando un pericón.
En la larga travesía
recorre todo el pasado,
un recuerdo perfumado
otro con melancolía;
y siempre atento a su guía
se ve pintado en su ceño,
que lucha con fiel empeño
para dejar derrotadas
las guerrillas avanzadas
del ejército del sueño.
.........................
.........................
Y cuando el sol despertaba
para alumbrar el camino
en esa "Estancia del Pino"
Morales desensillaba.
Poco después se sentaba
con el mate y la caldera,
dejando gruesa bajera
sobre el lomo del overo,
como recuerso certero
de sabia higiene campera.
No hay luz. Una sombra ya
ha borrado el horizonte,
y en la cuchilla y el monte
la noche durmiendo está.
En vano la vista va
buscando extraño fulgor,
que al mirar en derredor
todo el espacio apagado,
parece un mundo en lutado
por implacable dolor.
Morales, el paisanito,
de las costas del Tornero,
va en el lomo de su overo
caminando al trotecito.
Lleva el rumbo bien escrito
en su mente y en su tino,
que hasta la "Estancia del Pino"
conclusión de sus jornadas,
hay diez leguas acostadas
a lo largo del camino.
Y entre el monótono ruido
del trote lento y pesado,
y el barullo del recado
que se queja de oprimido;
y entre el alegre silbido
y la marcha acompasada
de la coscoja bordada
que se entretiene rodando,
él va la noche escarbando
con golpes de su mirada.
Pisa lomas, cruza el llano,
pasa el arroyo y la sierra,
como arreglando la tierra
con la palma de su mano.
Y es tan seguro baqueano
aquél resueto jinete
que, cual si fuera un jueguete,
abras, sendas y picadas
parece que están atadas
al cabresto de su flete.
Sigue el viaje; y olvidado
de estudiar el derrotero,
piensa un rato, placentero,
en la prenda de su agrado.
Un pañuelo que le ha dado
lleva al cuello como seña
de su esperanza risueña
y con febriciente anhelo,
besa agitado el pañuelo
como si fuese a la dueña.
Corta campo, bien seguro,
de no errar una pulgada,
y la gramilla aplastada
gime sobre el suelo duro.
No demuestra gran apuro
de dar fin a su excursión
y con la firme intención
de pronto encontrar la Estancia,
mata el tiempo y la distancia
entonando un pericón.
En la larga travesía
recorre todo el pasado,
un recuerdo perfumado
otro con melancolía;
y siempre atento a su guía
se ve pintado en su ceño,
que lucha con fiel empeño
para dejar derrotadas
las guerrillas avanzadas
del ejército del sueño.
.........................
.........................
Y cuando el sol despertaba
para alumbrar el camino
en esa "Estancia del Pino"
Morales desensillaba.
Poco después se sentaba
con el mate y la caldera,
dejando gruesa bajera
sobre el lomo del overo,
como recuerso certero
de sabia higiene campera.
¡Mesmo que el Toni!
(Foto: payador Pablo Solo Díaz)
Pa'distrairme un cachito,
-forastero en el pueblo-
pedí anoche al fondero
que m'emprestara un chico
pa'sacar la boleta,
por ser la primera güelta
qu'iba'dentrar a un sirco.
Conforme mi acomodé,
ya prinsipió la jarana
y dende un brete, la banda
arrancó con una polca
y la gente como loca,
¡que salga el toni! - gritaba.
Obedesiendo al mandato,
se presentó al redondel
apareao de mamarracho;
con unos botines largos
y un traje como d'encargo
pa'destetar los muchachos.
Traiba un emparrao más duro
qu'el mesmo garrón de Cristo,
un geme, cuasi, de boca
y una narís relumbrosa
como talón di angelito.
His'unos cuantos saltos y gambetas
como bagual picao'e saguaipeses,
hasta qu'en una d'esas, los dos pieses
se pialó en una rienda
qui al toldo sujetaba una maroma,
y con el pecho castigó l'alfombra...
¡y había un torniyo mácua abajo d'eya!
Yo'staba serca d'él, y yo lo vide,
que con la surda apretujó el chaleco
qu'era, por suerte, de color de sangre...
y siguió con sus bromas y sus beiles
hasta qu'el pito, com'un ¡Dios te guarde!
le dió lisensia pa'ganarse adentro.
Y hoy, que pa'dirm'ha atravesao el pueblo,
con el ricuerdo del que tambaliando
empatiyó su pecho a juersa'e dedos
y mascó su dolor p'así distrairlo...
he notao que de mí también se han ráido,
¡claro! toni de vincha y de chambergo.
¡Quién vido el arrancón qu'está sangriando
retobao po'el peyejo?
Y po'eso como el toni, ¡también raigo!
y como él: ¡ja, ja, jay! ¡estoy contento!
¡a quién diantre l'importan mis heridas?
si en este sirco, que le yaman vida...
¡naide nos ve pó adentro!(Foto: "Circo Criollo", familia Videla)
Pa'distrairme un cachito,
-forastero en el pueblo-
pedí anoche al fondero
que m'emprestara un chico
pa'sacar la boleta,
por ser la primera güelta
qu'iba'dentrar a un sirco.
Conforme mi acomodé,
ya prinsipió la jarana
y dende un brete, la banda
arrancó con una polca
y la gente como loca,
¡que salga el toni! - gritaba.
Obedesiendo al mandato,
se presentó al redondel
apareao de mamarracho;
con unos botines largos
y un traje como d'encargo
pa'destetar los muchachos.
Traiba un emparrao más duro
qu'el mesmo garrón de Cristo,
un geme, cuasi, de boca
y una narís relumbrosa
como talón di angelito.
His'unos cuantos saltos y gambetas
como bagual picao'e saguaipeses,
hasta qu'en una d'esas, los dos pieses
se pialó en una rienda
qui al toldo sujetaba una maroma,
y con el pecho castigó l'alfombra...
¡y había un torniyo mácua abajo d'eya!
Yo'staba serca d'él, y yo lo vide,
que con la surda apretujó el chaleco
qu'era, por suerte, de color de sangre...
y siguió con sus bromas y sus beiles
hasta qu'el pito, com'un ¡Dios te guarde!
le dió lisensia pa'ganarse adentro.
Y hoy, que pa'dirm'ha atravesao el pueblo,
con el ricuerdo del que tambaliando
empatiyó su pecho a juersa'e dedos
y mascó su dolor p'así distrairlo...
he notao que de mí también se han ráido,
¡claro! toni de vincha y de chambergo.
¡Quién vido el arrancón qu'está sangriando
retobao po'el peyejo?
Y po'eso como el toni, ¡también raigo!
y como él: ¡ja, ja, jay! ¡estoy contento!
¡a quién diantre l'importan mis heridas?
si en este sirco, que le yaman vida...
¡naide nos ve pó adentro!(Foto: "Circo Criollo", familia Videla)
Tus manos
Echao p'atrás y muy "juancho"
iba yo al trote cortón,
del que no tiene patrón
ni quien lo espere en el rancho.
Mi tropilla sin apuro
iba ladereando un cerro,
pa'trás del duro cencerro
por sobre el camino duro.
¡Qué lindo el campo!Tenía
bajo cada piedra un grillo;
el sol en cada espinillo
espuma de oro, cernía.
Limpio el pincel del cardal
en azul tinta teñido,
parecía haber subido
el alto cielo estival.
Y hasta esa planta raída,
pobre de aromas y flores
tenía multicolores,
y daba flores con vida.
El pedregoso camino
por donde llega el linyera
en un fardo de arpiyera
su tragedia y su destino.
Camino de los poetas
de los aludos sombreros,
que limaron los troperos,
los vientos y las carretas.
¡Qué lindo estaba!Tenía
oculto un tambor sonoro
y era como un chorro de oro
que por la tarde corría.
Y en esas regiones bajas,
dilatadas y serenas,
gotiaban mis nazarenas
música por las rodajas.
Era un musical mortero
el cristalino sonido,
monótono y repetido
del cencerro madrinero.
Y por el camino aquél,
en repecho y en bajada
cáiba mi boca endulzada
con unas coplas de miel.
Vos cazabas mariposas
o fingías que cazabas,
y plena en gracia llevabas
tus bellas manos, ¡hermosas!
Me miraste, te miré,
¡tan alegre, tan sencilla!
que dí vuelta la tropilla
y ahi nomás desensillé.
Y viste por sobre el tul
del cicutal sombrillero,
desde mi fogón tropero
alzarse un suspiro azul.
Se fue borrando una huella
de horizontal y vidriez
y el día quedó al saber,
de cada ahujero de estrella.
Cuando se borra el sendero,
una lechuza se asombra,
y une sillones de sombra
con un pespunte agorero.
¡Nunca más te vi!En los llanos
miro en las tardes hermosas,
aletear las mariposas
por ver... si veo... tus manos.
Tropilla Argentina
(Foto tomada del fb. de Nicolás Medina)Lindo “manso” me has salido,
si te veo hasta el penacho,
“nunca un gaucho manda al tacho
ni al matungo más jodido”...
Es por eso que te digo,
de forma muy elegante
que averigües como en antes
mantenían los paisanos,
sus caballos, gordos, sanos,
relucientes y elegantes.
La moda que se tenía,
era de siete animales,
lo más parejos e iguales
pa’ montar uno por día.
El gaucho los elegía
según la labor que hacer,
un manso pa’ recorrer,
un ligero pa’ bolear,
y algún guapo pa’ pechar
cualquier toro con placer.
Seguro que va a tener
un caballo coscojero
con un recado dominguero
por solo gusto y placer,
y de paso para ver
si en un baile en un floreo
en ese día de recreo,
al pasuco anca blandita
sube una moza bonita
para salir de paseo.
En una buena tropilla,
nunca falta el redomón
al que le deja un mechón
hecho de forma sencilla.
Uno de pecho y de silla
pa’ usarlos en la ocasión
de llevar algo al rastrón
o atarlo a una jardinera
y si el destino quisiera
hasta tirar de un vagón.
No faltará el parejero
para una “depositada”
al que siempre reservaba
por ser un pingo ligero.
Y pa’ lo último quiero
dejar la yegua madrina,
chica, criollaza y bien fina
y de algún color rarón
pa’ que llame la atención
en la tropilla argentina.
(Autor: lo estamos averiguando)
si te veo hasta el penacho,
“nunca un gaucho manda al tacho
ni al matungo más jodido”...
Es por eso que te digo,
de forma muy elegante
que averigües como en antes
mantenían los paisanos,
sus caballos, gordos, sanos,
relucientes y elegantes.
La moda que se tenía,
era de siete animales,
lo más parejos e iguales
pa’ montar uno por día.
El gaucho los elegía
según la labor que hacer,
un manso pa’ recorrer,
un ligero pa’ bolear,
y algún guapo pa’ pechar
cualquier toro con placer.
Seguro que va a tener
un caballo coscojero
con un recado dominguero
por solo gusto y placer,
y de paso para ver
si en un baile en un floreo
en ese día de recreo,
al pasuco anca blandita
sube una moza bonita
para salir de paseo.
En una buena tropilla,
nunca falta el redomón
al que le deja un mechón
hecho de forma sencilla.
Uno de pecho y de silla
pa’ usarlos en la ocasión
de llevar algo al rastrón
o atarlo a una jardinera
y si el destino quisiera
hasta tirar de un vagón.
No faltará el parejero
para una “depositada”
al que siempre reservaba
por ser un pingo ligero.
Y pa’ lo último quiero
dejar la yegua madrina,
chica, criollaza y bien fina
y de algún color rarón
pa’ que llame la atención
en la tropilla argentina.
(Autor: lo estamos averiguando)
Milonga del verano
Hacía una calor tremenda
en el campo de "El Destino"
como adorando el molino
estaba tuita la hacienda.
El tránsito de la senda
aumentó por la ladera,
y la majada en hilera
parecía entre las matas
una culebra con patas
que venía a la polvadera.
Sedientos los animales
tomando agua se encharcaban
y las flores se volaban
en los resecos cardales.
Galopiaban los trigales
pa'los potreros vecinos,
ondeaba el cielo en los linos
y pasaban dando güelta
gigantes de tierra suelta
bailando por los caminos.
Tomando la fresca brisa
que corría bajo el carro,
se habían dao al despatarro
los perros muertos de risa.
Un tábano a la petisa
la mantenía despierta
y de chimangos cubierta
estaba la pobre vaca
que aunque se murió de flaca,
engordó después de muerta.
Disparando sin cesar
era el viento a la pasada,
invisible llamarada
que parecía quemar.
No se podían agarrar
de tan calientes los fierros,
por encima de los cerros
los brillazones corrían,
y ovejitas parecían
perseguidos por los perros.
Aquél día interminable
de cien pies y lagartijas,
con otras mil sabandijas
que lo hacían insoportable,
se jué haciendo saludable
después, cuando en un momento,
paró su carrera el viento
cansao de tanto soplar,
y la tarde jué a parar
a un horizonte sangriento.
Ya la pionada volvía
del fondo de los rastrojos,
y la manada de abrojos
que había rodao todo el día,
de pronto se detenía,
cuando la hacienda tranquila
se alejaba en una fila,
con la forma del camino
y entre el tanque del molino
naufragaba una cachila.
Calle antigua
(Foto: Eduardo Amorim)
Si yo pudiera volver
por el tiempo galopando,
y los años desandando
me volvieran al ayer,
calle antigua podría ver,
tal vez desde una tranquera,
el fueguito de un linyera,
tranquilo, tomando mate.
Y pasar para el remate
la tropa y la polvadera.
Con cencerro tintineante,
vería dir tropillas flores.
Comparsa de esquiladores
con los ponchos por delante.
Al vendedor ambulante
y a la galera pasando,
los caballos pellizcando
de una chata desatada.
Y al hallarse a la pasada
dos paisanos conversando.
Vería a doña Luisa
por la loma'e las vizcachas,
el sulki con las muchachas,
meta charla y meta risa.
Y así, como quien divisa,
vería dir una atadora,
y a una vieja trilladora
de antiguo motor humeando,
dir pa'otro campo rumbeando
con su gente seguidora.
Podría ver en un domingo,
sus lindas pilchas mostrando,
pa'l boliche desfilando
cada paisano en su pingo.
Las ovejitas de un gringo
que una rubia pastorea;
y sería fácil que vea
que el remolino que viaja,
mueve el flequillo de paja
que los güellones bordea.
Vería un cuis que se cruza,
carruajes de todas layas,
volantas y chatas playas;
el charré y la chata rusa.
Mirar pa'atrás la lechuza,
a un ternero con trompeta.
Vería una martineta
refugiarse en las orillas.
Y allá contra las varillas,
la agonía de un maceta.
Si yo pudiera volver
por el tiempo galopando,
y los años desandando
me volvieran al ayer,
calle antigua podría ver,
tal vez desde una tranquera,
el fueguito de un linyera,
tranquilo, tomando mate.
Y pasar para el remate
la tropa y la polvadera.
Con cencerro tintineante,
vería dir tropillas flores.
Comparsa de esquiladores
con los ponchos por delante.
Al vendedor ambulante
y a la galera pasando,
los caballos pellizcando
de una chata desatada.
Y al hallarse a la pasada
dos paisanos conversando.
Vería a doña Luisa
por la loma'e las vizcachas,
el sulki con las muchachas,
meta charla y meta risa.
Y así, como quien divisa,
vería dir una atadora,
y a una vieja trilladora
de antiguo motor humeando,
dir pa'otro campo rumbeando
con su gente seguidora.
Podría ver en un domingo,
sus lindas pilchas mostrando,
pa'l boliche desfilando
cada paisano en su pingo.
Las ovejitas de un gringo
que una rubia pastorea;
y sería fácil que vea
que el remolino que viaja,
mueve el flequillo de paja
que los güellones bordea.
Vería un cuis que se cruza,
carruajes de todas layas,
volantas y chatas playas;
el charré y la chata rusa.
Mirar pa'atrás la lechuza,
a un ternero con trompeta.
Vería una martineta
refugiarse en las orillas.
Y allá contra las varillas,
la agonía de un maceta.
lunes, 18 de abril de 2011
Los dos tigres
(Pintura: Rajadell)
En un pingo escarceador,
pisando trébol y grama,
al cumpleaños de su mama
iba un gaucho payador.
Sin plata en el tirador
regalo no había comprao;
se le tendió su tostao
al cruzar un pajonal
y un zarpazo colosal
le tiró un tigre cebao.
Pegó un relincho estridente
y se le bolió el montao,
quedando el gaucho parao
con el tigre, frente a frente.
Pensó el paisano valiente:
"seré festín en los yuyos
pero soy gaucho y no huyo",
y mirando al tigre fiero
dijo: " has de cobrarme el cuero
o yo he de llevarme el tuyo".
Arrolló el poncho en el brazo
y en la derecha el facón,
sintió en el hombro un jirón
con el rigor del zarpazo,
esquivó el cuerpo y de paso
con una intuición certera,
sereno y sin más espera
a su facón como luz
lo sepultó hasta la cruz
en el cuerpo de la fiera.
Después que lo hubo cueriao
buscó a su flete querido
que respondió a su silbido
aunque estaba algo asustao.
Ya de nuevo enhorquetao
por suerte pudo llegar
y es fácil imaginar
que desde entonces su mama,
tiene cubierta su cama
con un cuero de jaguar.
En un pingo escarceador,
pisando trébol y grama,
al cumpleaños de su mama
iba un gaucho payador.
Sin plata en el tirador
regalo no había comprao;
se le tendió su tostao
al cruzar un pajonal
y un zarpazo colosal
le tiró un tigre cebao.
Pegó un relincho estridente
y se le bolió el montao,
quedando el gaucho parao
con el tigre, frente a frente.
Pensó el paisano valiente:
"seré festín en los yuyos
pero soy gaucho y no huyo",
y mirando al tigre fiero
dijo: " has de cobrarme el cuero
o yo he de llevarme el tuyo".
Arrolló el poncho en el brazo
y en la derecha el facón,
sintió en el hombro un jirón
con el rigor del zarpazo,
esquivó el cuerpo y de paso
con una intuición certera,
sereno y sin más espera
a su facón como luz
lo sepultó hasta la cruz
en el cuerpo de la fiera.
Después que lo hubo cueriao
buscó a su flete querido
que respondió a su silbido
aunque estaba algo asustao.
Ya de nuevo enhorquetao
por suerte pudo llegar
y es fácil imaginar
que desde entonces su mama,
tiene cubierta su cama
con un cuero de jaguar.
jueves, 14 de abril de 2011
Cumpleaños del Patrón
(Pintura: Carlos Montefusco)
Cuando el sol, ni media vara
se había levantao del suelo
quiso mirarse en el pelo
de mi tostao malacara.
Es que el patrón de "La Sara"
festejaba el cumpleaños,
y sin buya y sin engaños
me puse a ensillar mi flete
pa cáir como de copete
entre amigos y entre extraños.
Salí con mi compañera
en ancas de mi tostao
orillando a un alambrao
hasta dar con la tranquera.
Con la brisa mañanera
y escuchando unos balidos
díbamos entretenidos
cruzando campo, alegrones,
despertando los pichones
acurrucaos en los nidos.
Entre apretones de mano
a un montón de gente amiga
saludamos, ¡Dios bendiga!
que había llegao más temprano.
Después, resuelto y baquiano
como el cura en casamiento,
fuí con mi prenda de intento
poniendo nuestra atención
felicitando al patrón
que estaba lo más contento.
Previendo en la circunstancia
la gente que iba a llegar
había carne "a guaranguiar"
rebalsando a la abundancia.
Y al ir llegando a la estancia
gente criolla y muy bizarra
entre sones de guitarra
por tanta calor que hacía
de muy temprando se vía
que iba a cantar la chicharra.
De dulces había un montón
pa agasajar a los chicos,
y al ver brillar sus hocicos
se raiba solo el patrón.
Y allí cerca, en un galpón
adornao como una sala
el "chueco" Damián Ayala
con Calendario Cisneros
parecían dos jilgueros
cantando en el mismo tala.
El patrón y la patrona
sin que hiciera falta un ruego
bailaron, rompiendo el fuego,
cuanto arrancó la acordiona.
La muchachada gauchona
dentró a buscar compañera,
y como haciendo escalera
en la cordial tremolina
yo me florié con mi china
"pasuquiando" una ranchera.
Haciendo troja en las fuentes
se servían las empanadas,
al instante preparadas
pa consumirlas calientes.
Y entre dichos ocurrentes
-abundando el beberaje-
sin que la risa se ataje
entre bromas siempre atentas
se vian las mozas contentas
y más contento el gauchaje.
Y cuando el sol tocó el suelo
con sus horas bien corridas,
después de las despedidas
yo y mi china alzamos vuelo.
Trajo la noche un consuelo
trás del calor de la siesta,
y cuando entre su protesta
nos daba el tero su "adios"
comentábamos los dos:
¡qué linda estuvo la fiesta!
Cuando el sol, ni media vara
se había levantao del suelo
quiso mirarse en el pelo
de mi tostao malacara.
Es que el patrón de "La Sara"
festejaba el cumpleaños,
y sin buya y sin engaños
me puse a ensillar mi flete
pa cáir como de copete
entre amigos y entre extraños.
Salí con mi compañera
en ancas de mi tostao
orillando a un alambrao
hasta dar con la tranquera.
Con la brisa mañanera
y escuchando unos balidos
díbamos entretenidos
cruzando campo, alegrones,
despertando los pichones
acurrucaos en los nidos.
Entre apretones de mano
a un montón de gente amiga
saludamos, ¡Dios bendiga!
que había llegao más temprano.
Después, resuelto y baquiano
como el cura en casamiento,
fuí con mi prenda de intento
poniendo nuestra atención
felicitando al patrón
que estaba lo más contento.
Previendo en la circunstancia
la gente que iba a llegar
había carne "a guaranguiar"
rebalsando a la abundancia.
Y al ir llegando a la estancia
gente criolla y muy bizarra
entre sones de guitarra
por tanta calor que hacía
de muy temprando se vía
que iba a cantar la chicharra.
De dulces había un montón
pa agasajar a los chicos,
y al ver brillar sus hocicos
se raiba solo el patrón.
Y allí cerca, en un galpón
adornao como una sala
el "chueco" Damián Ayala
con Calendario Cisneros
parecían dos jilgueros
cantando en el mismo tala.
El patrón y la patrona
sin que hiciera falta un ruego
bailaron, rompiendo el fuego,
cuanto arrancó la acordiona.
La muchachada gauchona
dentró a buscar compañera,
y como haciendo escalera
en la cordial tremolina
yo me florié con mi china
"pasuquiando" una ranchera.
Haciendo troja en las fuentes
se servían las empanadas,
al instante preparadas
pa consumirlas calientes.
Y entre dichos ocurrentes
-abundando el beberaje-
sin que la risa se ataje
entre bromas siempre atentas
se vian las mozas contentas
y más contento el gauchaje.
Y cuando el sol tocó el suelo
con sus horas bien corridas,
después de las despedidas
yo y mi china alzamos vuelo.
Trajo la noche un consuelo
trás del calor de la siesta,
y cuando entre su protesta
nos daba el tero su "adios"
comentábamos los dos:
¡qué linda estuvo la fiesta!
Estancia vieja
Entre los hombres camperos
tiempo atrás era un orgullo
ser mensual en "El Mangrullo",
domador o peón resero.
El que hoy la vea, aparecero,
tal vez mi tristeza sienta
porque a medida que aumenta
los cambios en su manejo
de los lindos tiempos viejos
le quedan solo las mentas.
Al faltar don JULIO ALDAO
el gaucho y viejo patrón
por causa'e la sucesión
hoy un gringo la ha comprao.
Aura está todo cambiao
todas son transformaciones.
Una cuadrilla de peones
ha levantao sin tardanza
corrales, manga, balanza,
y pa los toros, galpones.
Todo patrón extranjero
habla de refinamientos,
de razas, de cruzamientos
y del valor de los cueros.
Le interesan los terneros
y los cuadros de invernada.
Ansina fue que de entrada
hizo arar y hechas semilla,
prohibiendo tener tropilla
a todita la peonada.
De mi tropilla'e tostaos
no me quise deshacer
y hoy los tengo que tener
a tuitos desparramaos.
Cuatro chuzos'e soltao
allá en el puesto'e "Las Ruinas",
dos le he prestao a Medina,
tengo una yunta conmigo
y en el campo de un amigo
un tostao y la madrina.
Si seguimos a este paso
ha de prohibir sin demora
el uso e las boleadoras,
espuelas, rebenque y lazo.
Retobao, mando un planazo
calculando la distancia
y perdonen mi ignorancia
si equivoco la opinión,
¡Que estancia sin tradición
ya deja de ser estancia!
Como no quiero agringarme
y soy hombre decidido
hoy las cuentas he pedido
pá mañana retirarme.
No sé pa ande ha de llevarme
el sotreta del destino
pero firme en mi camino
les digo con arrogancia,
¡Dentraré solo a una estancia
donde mande un argentino!
miércoles, 13 de abril de 2011
Lo que pido (Estilo)
Yo no pido un imposible
ni ritos artificiales,
cuando me vaya del mundo
voy derecho a descansar.
Solo pido a mis amigos
aquellos que fueron leales,
me acompañen el cortejo
y me lleven a enterrar.
Pido una noche sin luna
como azabache de negra,
pa salir sin que me vea
la mujer que me engañó.
Y pido de cabecera
un porrón lleno e giñebra,
pa convidar a los muertos
que fueron antes que yo.
Ni un minuto de silencio
les pido en ese momento,
cuando me haye largo a largo
bien tendido en el cajón,
pues quiero oir el sonido
de un armonioso instrumento,
pa que mi velorio sea
parecido a una función.
Les pido que a mi guitarra
no le cuenten lo que pido,
me quiso tanto la pobre
que yo se que va a llorar,
si fuimos tan compañero
y ella tanto me ha querido,
que si le cuentan mi viaje
también va a querer marchar.
Y pido que si una noche
llegaran al campo santo,
y quisieran de mis labios
alguna triste canción,
que llamen nomás sin miedo
que yo elevaré mi canto,
aunque distinto al de ahora
que no tranquea el corazón.
Pido una noche de luna
como azabache de negra,
pa salir sin que me vea
la mujer que me engañó,
y pido de cabecera
un porrón lleno e giñebra,
pa convidar a los muertos
que fueron antes que yo.
Lo que fue seguirá siendo
Mi rancho no es un museo
mas guarda en cada rincón,
pedazos de tradición
donde mi hastío recreo.
En cada pilchita veo
donde mi ayer hizo nido,
y como siempre he querido
juntar presente y pasao,
a todas las he colgao
pa sacarlas del olvido.
De venao en un cuernito,
un par de bolas colgadas,
dicen que fueron halladas
en "la carga de arbolito".
En la quincha envainadito,
hay un facón carcomido
y colgao como al descuido
después que tanto sonaron,
cencerros que amadrinaron
las tropillas que he tenido.
Ajenas porque la mía,
jamás con seis la formé,
a veces me 'aprosimé'
si la madrina paría.
Hubo en una pulpería
un poncho desvanecido,
que empeñó un desconocido:
nunca lo pude comprar...
¡como pa no valorar
las pilchas que no he tenido!
Una tijera gastada,
un martillo de esquilar,
como la uso pa tuzar
en piedra gruesa afilada.
Una manea sobada
que aguantó a más de un bagual,
un lazo monumental,
de cuatro ancas trenzaos
que no es aquél ramaliao
que se cortó al primer pial.
De mis tiempos de tropero,
hoy guardo un par de lloronas,
de esas de tatuar caronas
que entrañablemente quiero.
Tengo un facón caronero
de cuasi un dedo de lomo,
y cargaditas con plomo
bien calzadas, desde luego,
varias tabas porque juego
y un gran chifle porque tomo.
Mi mate que usé al fiador
largamente en resereadas,
es de guampa trabajada
con un arte superior.
Bajo mi alero cantor
de estribos hay un caudal
y en frenos es un dineral
si tuviera que venderlos,
¡claro que solo con verlos
me siento estanciero igual!
Tengo una guitarra hermosa
hecho en madera muy fina,
hace años en la Argentina
me la 'osequió' Irma Barbosa.
En su ancha vida azharosa
más de un mamao la echó abajo
en la boca tiene un tajo
que erró la boca, tal vez,
la quiero mucho aunque no es
mi herramienta de trabajo.
Ya viejo trasnochador,
medio gastao todavía,
me arrimo a una pulpería
si se que anda un payador.
Si me afinco a un mostrador
no me arrancan ni mamao,
y al cantor si está inspirao
pagándole si es preciso,
le pido letras de Risso
y versos de Wenceslao.
mas guarda en cada rincón,
pedazos de tradición
donde mi hastío recreo.
En cada pilchita veo
donde mi ayer hizo nido,
y como siempre he querido
juntar presente y pasao,
a todas las he colgao
pa sacarlas del olvido.
De venao en un cuernito,
un par de bolas colgadas,
dicen que fueron halladas
en "la carga de arbolito".
En la quincha envainadito,
hay un facón carcomido
y colgao como al descuido
después que tanto sonaron,
cencerros que amadrinaron
las tropillas que he tenido.
Ajenas porque la mía,
jamás con seis la formé,
a veces me 'aprosimé'
si la madrina paría.
Hubo en una pulpería
un poncho desvanecido,
que empeñó un desconocido:
nunca lo pude comprar...
¡como pa no valorar
las pilchas que no he tenido!
Una tijera gastada,
un martillo de esquilar,
como la uso pa tuzar
en piedra gruesa afilada.
Una manea sobada
que aguantó a más de un bagual,
un lazo monumental,
de cuatro ancas trenzaos
que no es aquél ramaliao
que se cortó al primer pial.
De mis tiempos de tropero,
hoy guardo un par de lloronas,
de esas de tatuar caronas
que entrañablemente quiero.
Tengo un facón caronero
de cuasi un dedo de lomo,
y cargaditas con plomo
bien calzadas, desde luego,
varias tabas porque juego
y un gran chifle porque tomo.
Mi mate que usé al fiador
largamente en resereadas,
es de guampa trabajada
con un arte superior.
Bajo mi alero cantor
de estribos hay un caudal
y en frenos es un dineral
si tuviera que venderlos,
¡claro que solo con verlos
me siento estanciero igual!
Tengo una guitarra hermosa
hecho en madera muy fina,
hace años en la Argentina
me la 'osequió' Irma Barbosa.
En su ancha vida azharosa
más de un mamao la echó abajo
en la boca tiene un tajo
que erró la boca, tal vez,
la quiero mucho aunque no es
mi herramienta de trabajo.
Ya viejo trasnochador,
medio gastao todavía,
me arrimo a una pulpería
si se que anda un payador.
Si me afinco a un mostrador
no me arrancan ni mamao,
y al cantor si está inspirao
pagándole si es preciso,
le pido letras de Risso
y versos de Wenceslao.
Mi amparo
Aunque parezca de freno,
dicen que soy cimarrón;
porque tengo el corazón
como redomón ajeno.
Si ando de tranco serenco,
donde voy dejo la huella,
y si he visto las estrellas
alguien las gracias le doy:
porque al final lo que soy
se lo estoy debiendo a ella.
Ella me endulza la vida
y si por ahi la abandono,
en cuantito 'reflesiono'
voy a buscarla enseguida.
Me cura de las heridas
que algún percance me deja,
yo creo que se asemeja
al amparo de mi mama.
Es un árbol que en su rama
queda dormida la queja.
Tiene un don pa doblegar
al cristiano más taimao
y al chasqui más apurao
hacerlo desensillar.
Pucha si la he visto entrar
como punta de moharra
por esa razón se amarra
para siempre a mi destino
cuando me llama el camino
allá voy... con mi guitarra.
Acá y allá
Desde los ranchos surgieron
los héroes libertadores
y a los viles invasores
mil derrotas le infligieron.
Son ellos los que vistieron
el chiripá nacional
y al acorde del triunfal
marcha de nota divina,
dieron gloria a la Argentina
y libertad al Oriental.
Nos dimos juntos la mano
para unirnos playa a playa,
donde jamás una valla
cortó el temple americano
y como fuimos hermanos
por las acciones de gloria
bien grabadas en la historia
de nuestra patrias hermanas
mientras el Plata se ufana
al recordar su victoria.
Allá el cerro y sus cuchillas,
acá el ombú y la pampa,
acá y allá lo que estampa
en el fiel criollo de golilla;
acá y allá la gramilla
de los pájaros cantores,
acá y allá los primores
de una raza bien templada,
acá y allá la encordada
alma de los payadores.
La trenzada
No llore, vieja, no vé
que ya no sangra la herida;
no vi'a dirme de esta vida
dejándola sola a usted.
Fué un tropezón que pegué
y que el otro aprovechó,
naides ignora que yo
tuve tuita la razón,
si le partí el corazón
fue porque él se lo buscó.
El hombre andaba rabioso
porque le quité la prenda,
y se me vino a las riendas
hechando mano al filoso.
Pero no soñaba el mozo
que era brava la topada,
al darme esta puñalada
que cuasi me abrió el costao
y ahi nomás quedó enrollao
lo mesmo que pata asada.
Alcánceme un trago, vieja,
pa suavizar el garguero
fue muy duro el entrevero
la cosa fue bien pareja.
Yo no pegué ni una queja
cuando su acero me entró,
él tampoco se quejó
si hasta le falló el intento,
de un tajo corté el aliento
que a la 'esistencia' lo ató.
Vieja, alcánceme esa caña...
llene hasta el borde ese vaso...
Mire que el tajo es machazo,
¡Tá... que me tiró con saña...!
Pero,vieja, que está extraña...
¿porqué me mira llorando?
¡No ve que me voy quedando
dormido así..., despacito...
viá descansar un ratito...
dispués... le sigo... contando...!
Vea Patrón
(Video: Nahuel Marengo)Patrón, esa sombra que tirita tras sus reses,
huella y harapos, comiendo a veces;
patrón, por sus intereses,
ese es su peón.
Patrón, esa sombra que levanta sus galpones,
sudor trenzado con otros peones;
patrón, por sus ambiciones,
ese es su peón.
Patrón, esa sombra carne al sol que le rotura,
con sueldo enano, su tierra oscura;
patrón, y que usté disfruta,
ese es su peón.
Patrón, esa sombra, como un nuevo Cristo que anda,
piedra en el pecho, cruz en la espalda;
patrón, y tosiendo rabia,
ese es su peón.
Patrón, una sombra y otra sombra hacen tormenta,
y el vendaval no tiene riendas,
patrón, no hay quien lo detenga;
ahí va su peón.
Patrón, si esa sombra en luz estalla y ve que avanza,
como una aurora y en su garganta,
patrón, se le vuelve daga,
ése es su peón.
huella y harapos, comiendo a veces;
patrón, por sus intereses,
ese es su peón.
Patrón, esa sombra que levanta sus galpones,
sudor trenzado con otros peones;
patrón, por sus ambiciones,
ese es su peón.
Patrón, esa sombra carne al sol que le rotura,
con sueldo enano, su tierra oscura;
patrón, y que usté disfruta,
ese es su peón.
Patrón, esa sombra, como un nuevo Cristo que anda,
piedra en el pecho, cruz en la espalda;
patrón, y tosiendo rabia,
ese es su peón.
Patrón, una sombra y otra sombra hacen tormenta,
y el vendaval no tiene riendas,
patrón, no hay quien lo detenga;
ahí va su peón.
Patrón, si esa sombra en luz estalla y ve que avanza,
como una aurora y en su garganta,
patrón, se le vuelve daga,
ése es su peón.
El loco Antonio
Milonga que estás pensando
qué es lo que vas a contar,
no me salgas con tristezas,
yo en eso no pienso más.
Decís que yo la quería,
mire que charlás de más,
hablá del Santa Lucía
veintiún años más atrás.
Puente de fierro sobre el pajonal,
agua sin rumbo, como en el mar,
la luna lo abandonaba
y se anegaba en el barrial.
El loco Antonio lo amaba más,
remos de palo y chalana,
la bajante lo encontraban
pensando y dele fumar.
Cruzando el puente, milonga,
acordate hay un lugar
donde las garzas rezongan
al lado de un manantial.
Pensar que en aquellos días
que vos querés recordar
ya estaba el Santa Lucía
con su puente y su canal.
Puente de fierro sobre el pajonal,
creciente, como en el mar,
la luna lo abandonaba
y se anegaba en el barrial.
El loco Antonio lo amaba más,
remos de palo y chalana,
la bajante lo encontraban
pensando y dele fumar.
El loco Antonio lo amaba más,
remos de palo y chalana,
la bajante lo encontraban
mirando pa'la canal.