En la Pampa inmensa;
en la Pampa que es campo y cielo.
Arenilla en la boca, en los pliegues del poncho,
en los bollos del sombrero;
arenilla en todo, arenilla hasta
en el ruido que hace el cuchillo
al salir de la vaina.
Y atrás, volando, el viento, borroneador de huellas;
el viento como un gran pájaro afónico
con alas invisibles y buche de nube de tierra.
Mi caballo al galope
va dejando una siembra de pisadas sin cuento;
pisadas para el pico,
pisadas para el buche,
¡Del viento!
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