Esta lluvia es una madre
que se diluye en sus besos.
Hay un alma en cada gota.
Tiene voz este aguacero.
Por eso grita insistente,
como si tuviera miedo
de mancharse con la tierra.
Por eso no comprendemos
y me llueve sobre el alma,
como llueve sobre el suelo.
Agüita mansa de octubre,
yo sé lo que estás diciendo.
Como tus blandos cristales,
yo también vengo del cielo
y en un poquito de barro
llevo torrentes eternos
que en oleajes se me vuelcan
sobre los terrones secos.
¿Terrones? Almas que duermen
con el infinito dentro.
Y llueven horas de mundos
y octubre sigue lloviendo.
Rima el porqué de las cosas
con el alma del misterio.
¿No llueve más? Soy un niño
con alegría de hornero,
y sobre el agua que corre
estoy pescando recuerdos
y un barquito de papel
se lleva todos mis sueños.
Lo que perdí en un naufragio,
en un charquito hoy encuentro:
que todos somos Hermanos
porque venimos del cielo.
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