Sangre de hidalgo arrogante
o de la española guapa
sin ceñir espada y capa
en su pampa fue el andante,
caballero que Cervantes
ironizó en Don Quijote
desde siempre lleva el mote:
Gaucho, muy noble y muy macho
tan duro como el quebracho,
tan rudo como cascote.
Con la guitarra en la mano
como lo pintara Hernández
se entreveró entre los grandes
del lenguaje castellano.
Cantó el inculto paisano
lo que vio a su alrededor
de costumbres buen pintor,
con refranes y sentencia
hizo gala de una ciencia
que a veces falta al autor.
En pulperías payador
manso, a veces pendenciero
tal libre como el pampero
fue de su pampa señor.
Supo regar con sudor
este suelo bendecido,
le hizo fama de bandido
al no doblegarse, el juez
diciéndole alguna vez
"vago y mal entretenido".
Arreos, domas y yerras
para él eran diversión
no lo tentó la ambición;
al godo, al indio, hizo guerra
no por conquistar su tierra
pues nunca fue ventajero.
El letrado, el extranjero
lo usaron por su ignorancia,
no hubo gauchos con estancia
y muy pocos con dinero.
Pudo ser Moreira o Fierro,
Juan Cuello, Segundo Sombra,
su valor que nos asombra
jamás soportó el encierro.
En valles, montes y cerros
supo seguir su bandera,
corajió en las montoneras
en galopadas sin fin
y acompañó a San Martín
cruzando la cordillera.
Cantor de suave tonada
cantando una vidalita,
bueno como agua bendita,
pícaro en una payada.
Vega copó la parada
cuando al diablo desafió,
el invicto allí perdió
y por cariño a una dama
como pájaro en la rama
dicen que de amor murió.
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