Señores yo soy sureño
por eso canto milongas,
sin que nadie lo disponga
porque yo no tengo dueño.
Mi fortuna está en mi sueño,
mi canto es una guitarra,
tengo en el pecho una garra
que es un león que se abalanza,
y mi vida es una lanza
con un cantar por moharra.
Yo canto a los cuatro vientos
porque no tengo fronteras.
El corral me desespera,
porque castra al sentimiento.
Voy cantando lo que siento
y el que quiera que me escuche,
no hay calcuta que no luche
pues para eso está entrenao´
y el que tenga un entripao´,
tiemple fuerte y desembuche.
No crean que son brabatas,
ni se den por provocao´
pero donde yo he pisao´
quedo la huella e' mi pata.
El canto se me desata,
como llego a la matrera,
siempre fiel a su manera
vuela libre y orejano
que no se ha inventao la mano
que le ponga una tranquera.
Allí donde haiga un asao,
donde haiga una jineteada,
donde esté la paisanada
refirmando lo pasao´,
allí estará mi encordao´
siempre firme en el repecho,
porque me asiste el derecho
de todo criollo que canta,
de vertir por la garganta
lo que le bulle en el pecho.
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