Dedicado a Rosita Quiroga.
Tengo en la pampa un nidito
de sauces rodeado;
y alli la Pampita,
dichosa, a mi lado...
Cerquita un arroyo
clarito y sereno.
Catorce vaquitas
con quince terneros,
algunas gallinas
y algunos borregos.
Dos bueyes guampudos
que tiran parejos,
dos gatos barcinos
y dos lindos perros
y tengo, compadre,
tropilla de un pelo.
Cuando en las tardes
vuelvo del campo,
me espera mi china,
con un amargo,
mi regalona...
Te quiero tanto!
Asi, bien cerquita
dame los labios.
Oliendo a cedrón,
a tomillo y a cardo;
bañando a mi overo,
te tengo a mi lado.
Alegres, los perros
se acercan saltando.
Despues, despacito,
te miro muy largo...
tus ojos tan negros,
tan lindos, tan mansos,
tan puros, tan buenos
que Dios te ha brindado
y luego, en la noche,
mateando y mateando,
mi canto parece
la voz de los campos.
China querida,
dame la mano.
Tu que eres mi gloria,
dame los labios.
Pampita verde,
flores del campo.
Tu eres mi jilguero
y en mis quereres,
caricia y canción
de mi pobre guitarra,
mi linda pampita
se acerca y me canta.
Detiene el arroyo
su lírica marcha
y el rancho parece
vestirse de gala.
Besando tus trenzas
la noche me toma;
la luna nos mira
muy blanca, muy blanca.
No digas a nadie
que tengo entre malvas
un nido de amores
perdido en la pampa.
¡Es la bendición de Dios
que florece sobre mi alma!
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