El canto no es solamente
fervor que se determina:
es también sed que se inclina
por beber en la corriente;
es un pétalo sonriente
y es peñascal de oración,
ascua de sueño y pasión
que hundiéndose en cada cosa
desentierra una dichosa
noticia del corazón.
Si la troja manifiesta
su preñez, si el huerto ofrece
la euforia que lo abastece
de sombra y frutos en fiesta,
si en una parva recuesta
la alfafa su resplandor:
puedo agrupar el color
de una sonrisa cansada
y palpar con la mirada
la cicatriz del sudor.
Las cosas tienen sentido
si el canto que las convoca
lleva enterrado en la boca
gusto a un recuerdo querido.
El árbol acontecido
perdura en su resplandor;
si el hacha del leñador
trocó su carne en madero,
la mano del carpintero
condecora su verdor.
Quien canta debe encender
en la vigilia sus ojos
y encontrarle a los rastrojos
el ruido del florecer.
Todo consiste en tener
memoria para el olvido
y echar al desconocido
transcurso de la costumbre
leopardos de dulcedumbre
y tórtolas de bramido.
1 comentario:
Hola, me gusto, no sabes de quien es la pintura? parece de Molina Campos, saludos?.
Publicar un comentario