(Foto: Mariano Costa)
Andá, jilguero querido,
buscá el cardal añorado,
que al escucharte encerrado
tu canto me ha entristecido.
Por bueno perdiste el nido
la libertad y el amor,
y preso estás por error
condenado a lo infinito
como si fuera un delito
la virtud de ser cantor.
Desde tu encierro penoso
adiviné en tu inocencia
que era pedirme clemencia
tu canto maravilloso.
Será un instante dichoso
al verte alejar a vos,
y al serpararnos los dos
expreso serenamente:
quien condena a un inocente
no tiene perdón de Dios.
Gozá ese don sin medida
de posarte en gaucho suelo,
que yo, al observar tu vuelo,
veré una deuda cumplida.
Y cuando ya de esta vida
me tenga que despedir
aunque no te pueda oír
mi gaucho amigo jilguero,
vení a cantar en mi alero
y ayudame a bien morir.
LOS HERMANOS BALTAZAR
Hace 6 días
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