De vuelta en una tabeada,
donde no me fue muy bien;
eché pié en un almacén
que lo encontré de pasada.
Y con la panza afirmada
al borde del mostrador
algo tristón, ¡sí señor!
por la pérdida sufrida,
dentré a mirar la bebida
con ojo calculador.
Había de tuitas layas
en tamaños y colores,
algunas hasta con flores,
lisas, cuadradas, con rayas,
coloradas, negras, bayas,
y encontré al andar hurgando;
no se ni cómo ni cuándo,
que algún gurí le aproveche:
una botella de leche
que andaba de contrabando.
Ví botellas empezadas
y otras que andaban tecleando,
una de lejos gritando
su bebida adulterada;
otra con fama ganada
por una existencia honrosa,
algunas sucias, roñosas
y rompiendo la armonía
ví varias estanterías
copadas por las gaseosas.
Calculo que los humanos
forman otra estantería,
porque su mercadería
suele ser de varias manos;
sabido que entre cristianos
los hay burros, inteligentes,
atentos, indiferentes,
maulas, guapos y embrollones
y no faltan figurones
que son falsos influyentes.
- "¡Sirva otra güelta pulpero!
Tenga mano que esta es mía,
prepáreme una sangría,
corte un chorizo casero"...
Yo bichando el entrevero
y sin llamar la atención,
descubrí allá en un rincón
algo que el hombre celebra,
lleno de güena ginebra
sereno estaba un porrón.
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