miércoles, 18 de noviembre de 2009

Como caiga...


Como el hombre más campero
en reuniones de fogón
teniendo a mano un porrón
de la banca me apodero.
Yo no preciso ladero
ni estando entre gente extraña,
y como sé darme maña
si me topo a otro cantor
me vuelvo más zumbador
que mangangá en una caña.

Con mi guitarra, a menudo,
he demostrao lo que aguanto,
y medio parejo canto
porque no soy tartamudo.
Jamás he templao al ñudo
y aunque estoy algo viejón
revolviendo mi fogón
hay siempre oculta una brasa,
porque el que fue buena grasa
debe ser buen chicharrón.

Cuando estoy entre cantores
donde me griten "envido"
no me han de agarrar dormido
ni los muy madrugadores.
Si humanos son los errores
-como reza un viejo dicho-
en el corral de un capricho
este criollo no se encierra,
sabiendo que en esta tierra
hay trampa pa todo bicho.

En mi pecho, el corazón,
como langosta saltona
al sonar de la bordona
anda alegre y retozón.
Si abundo en ponderación
pecando por descortés,
sepan que soy sin revés
y pa jugarme mi resto
me encuentro siempre dispuesto
lo mismo que gallo inglés.

El que la voz me levante
que se cuide la osamenta:
soy como grano 'e pimienta
chiquito pero picante.
De un lao a otro, ambulante,
llevo un verso a flor de hocico,
y si en general salpico
es porque tengo caudal,
pues no es al primer zorzal
que le hago cerrar el pico.

Me gusta agrandar la armada
según la ocasión me mande,
por eso, si corto grande
no crean que es compadrada.
No aflojo ni una pulgada
respondiéndome el garguero,
y afirmo en tono severo
¡que lo que diga mi boca
lo ha de sostener mi cuero!

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