Hoy tengo un “bayo encerao”
que tiene… el pelo de oro
y aunque yo extraño mi “moro”
en él ando bien montao.
Cuando le pongo el recao
empieza a mostrar su brillo,
sale de tranco sencillo
y mi alegría amanece.
¡Si pienso que se parece
el caballo de un caudillo!
Va jugando con las riendas
cuando pega un escarceo
y me juego en un floreo
si nos mira alguna prenda,
quizás alguno comprenda
mi condición sin igual
y digo en forma cabal
no lo doy ni estando enfermo,
al regalo de Guillermo
de la Patria, un general.
Si voy al boliche en él
y me atraco al mostrador
se siente solo un rumor
todos lo miran a él.
¡Qué solapa pa’ un clavel!
¡Qué yapa pa’ mi trenzao!
Me lo halagan dimasiao
y eso me pone contento
y pienso pa’ mis adentros
¡ese es mi “bayo encerao”!
Es bueno pa’ la sortija
y ligero como luz
de correr un avestruz
en el terreno que elija;
cuando lo monta mi hija
su estampa es igualita
a aquella imagen bendita
de una historia que se ha ido
y lo veo parecido
al pingo de Manuelita.
Está calzado de tres
y le hablo pa’l que’ntienda,
así reza la leyenda:
“no lo vendas ni lo des”.
Es un pingo sin revés
y por todos codiciao,
es pronto en cualquier mandao,
preciado como tesoro,
y aunque yo extraño mi “moro”
¡en él, ando bien montao!
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