Como queriendo ocultarse
el sol se arrima al ocaso
y comienza paso a paso
la luz del día a apagarse.
Tratando de cobijarse
las aves revoloteando
vuelven al monte buscando
las ramas donde han dormido
o donde están en sus nidos
los pichones esperando.
La noche llega callada
cuando el sol desaparece
y en los campos anochece
dando final la jornada.
Las haciendas sosegadas
buscan reparo en los cerros
y luego, cuando unos perros
dejan oir sus ladridos
apenas como dormido
se oye sonar un cencerro.
Todo aquél que ha realizado
su tarea plenamente
con un derecho se siente
a un descanso bien ganado.
De éste modo conformado
en una quietud plasmada
y ya no haciendo más nada
solo queda en la porfía
de esperar el nuevo día
al sol con su llamarada.
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