Volvamos con la memoria
buscando el hombre aborigen,
hasta dar con el origen
del indio frente a la historia;
del dintel de la prehistoria
de la noche del pasao,
desde el primer alambrao
que dividió la llanura,
la barbarie y la cultura
del desierto y del Estao.
La tierra imperecedera
cuántos siglos ha girado,
miles de especies ha creado
antes que el hombre naciera;
hasta hoy se ignora en qué era
nació el germen racional,
si es origen de casal
o parte de su nacimiento,
desde donde parte el viento,
el agua y el mineral.
Que el hombre más entendido
en los derechos del hombre
diga en nombre de qué nombre
el indio fue desposeído
si él a nadie le ha vendido,
ni nadie se lo ha comprao,
como es que han escriturao
una anónima riqueza,
que es por naturaleza
de un origen ignorao.
La tierra, la madre tierra,
venerado sea su nombre,
puso en las manos del hombre
cuantas riquezas encierra;
pero el hombre alambra y cierra
con oscura mezquindad,
demostrando que es verdad
ante los hombres del globo,
que la propiedad es un robo
y una estafa la heredad.
Tenemos las pruebas plenas
que allá en los tiempos aquellos,
alambraban como de ellos
legua y leguas ajenas;
con las fuerzas de mis venas
le meto hacha al alambrao,
que se disperse el ganao
por la sierra y por el llano,
porque todo es orejano
lo que el sol no ha legao.
Las haciendas que dejaron
en la huida los iberos,
nuestros criollos estancieros
como propias las marcaron;
desde entonces no pastaron
una vaca sin señal,
ni sin su marca un bagual,
ni un carnero sin zarcillo,
ni oveja sin ojalillo
sin que les costara un real.
No se salvó de la yerra
ningún bagual de la zona,
ni una vaca cimarrona
que bajara de la sierra;
se apropiaron de la tierra
se adueñaron del alero,
de las sogas, del apero,
de la humana independencia,
como si fuera la herencia
de un muerto sin heredero.
Que aprueben con la escritura
cuál fue el primer comprador,
cuál, el primer vendedor
y dueño de la llanura;
a quien le dio la natura
el derecho de poseer,
la facultad y el poder
de donarla, de heredarla,
de venderla, de comprarla
y volverla a revender.
Porqué sin gastar más nada
que la audacia y el embrollo,
el terrateniente criollo
que no compró una pulgada;
atravesó una alambrada
y encerró el libre ganao,
y aquel que carnió un alsao
sigue siendo un delincuente,
y el par de terrateniente
es un ciudadano honrao.
Porque cuando algún llanero
le puso el lazo a un novillo,
y cortó con su cuchillo
las lonjas para su apero;
y sacó del mismo cuero
tamangos para sus pies,
salió a perseguirlo el Juez
al frente de la partida,
muchos perdieron la vida
sobre el cuero de una res.
Que busquen en los archivos
a partir del año treinta,
si hay un título de venta
firmado por los nativos;
los derechos punitivos
los impuso el invasor;
a elegir de lo mejor,
a alambrar cuanto quisiera
y pasó la pampa entera
al poder del agresor.
El indio ha sido estafado
despojado impunemente,
ante él el terratentiente
nunca será un hombre honrado;
y siempre será acusado
con ruda severidad,
demostrando que es verdad
ante el tribunal del globo,
que la propiedad es un robo
y una estafa la heredad.
1 comentario:
excelente poema olvidado
gracias
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