Casi anochecido, cerquita e mi rancho,
cuando con mis penas conversaba a solas,
sentí ayer ruidaje como de pezuñas
y el grito campero de ¡hopa!, ¡hopa!, ¡hopa!...
Salí, y en lo escuro vide uno de poncho
yevando a los tientos lazo y boleadoras,
que al tranco espacioso de un matungo zaino
arriaba animales que parecían sombras.
-"Páresé, aparcero, paresé y disculpe,-
le dije: -¿Qué bichos yeva en esa tropa?"
-"Voy pa la tablada de los gáuchos zonzos
a venderles miles de esperanzas gordas?.-
-Si el mercáo promete y engolosinado
güelve po'estos pagos en procura de otras.
No olvide que tengo mis potreros yenos,
y que hasta e regalo se las cedo todas"...
Sonrióse el tropero, que era el Desengaño,
talonió el matungo derecho a las sombras
y áun tráe a mis óidos el viento e la noche
su grito campero de "¡hopa!, ¡hopa!, ¡hopa!".
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