Preludio:
Misturé en estas versadas,
historias de mi cosecha,
pocas más, no sé en qué fecha,
por quién ni dónde inventadas.
Serán mejor ricordadas
puestas, ansí, en verso llano,
y a todas podrá el paisano
cantarlas junto al jogón,
cuando pase el cimarrón,
en rueda, de mano en mano.
Le harán, entre una chupada
y otra que dé a la bombilla,
a ratos una cosquilla
o una alvertencia atinada,
pues quise con mi payada
ofertarle diversión
y, a más, con santa intención,
que espero sabrá apreciar,
darle algo para rumiar
y tocarle el corazón.
Pa hacerlo mejor he empleao,
en lugar de la sestina,
la décima que camina
sola sobre el encordao,
a la que siempre he almirao
por lo sonora y perfeta.
La otra es décima incompleta
que empieza con verso guacho,
porque le han quitao el cacho
de la primera cuarteta.
Y, sin más, voy a empezar
la relación de los casos
con los recursos escasos
que el Señor me quiso dar.
No todos pueden cantar
tan fácil como el jilguero,
porque hay que entonar, primero,
la garganta y el pulmón,
tener seso, corazón
y uñas de güen guitarrero.
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