Ya los habían atajao
en una topada fiera
por cuestión de una carrera
que mucho se ha comentao.
Uno al otro ha sentenciao
para otra vuelta mejor,
y el tiempo caminador
por más que se aleje mucho
no puede apagar un pucho
cuando lo enciende el rencor.
Si pa el criollo es documento
cualquier palabra empeñada
jamás quedará olvidada
ni menos llevarla el viento.
Y un día, en que el tero atento
cuidaba el campo argentino
convidaos por el destino
los dos hombres se toparon,
y ahí nomás se desmontaron
a la orilla del camino.
Pa que en lugar apropiao
puedan jugarse el pellejo
un sitio limpio y parejo
el suelo les ha prestao.
Ahí cerquita, en un costao,
-como de gauchos se trata-
dejan en forma sensata
pa no maniarse en un yerro
un par de espuelas de fierro,
y un par de espuelas de plata.
En tan brava circunstancia
un gatiao y un alazán
son dos testigos que están
maniaos a poca distancia.
Mientras con toda arrogancia
como cuadra a dos varones,
pa ventilar sus cuestiones
han empuñao los rivales
dos facones casi iguales
con las peores intenciones.
Ya está barajao el mazo
pa que el destino reparta,
jugando valiosa carta
la vista, el poncho y el brazo.
Viene en el aire un "hachazo"
como buscando el final,
pero un quite magistral
lo hace perderse en la nada,
en tanto una puñalada
retruca haciendo un ojal.
Muy ajeno a ese momento
el gatiao, que está sereno,
en la coscoja del freno
sacude su aburrimiento.
Mientras cada criollo atento
ataja, esquiva ó avanza,
y en alarde de confianza
cuatro piernas nada flojas
con música de coscojas
se devuelven la "mudanza".
No hay razón que los ataje,
y al peliar con tanto ardor
si uno rebalsa en valor
le sobra al otro el coraje.
Sacudiendo su plumaje
pasa un carancho observando,
y el sol que va declinando
le dá dos sombras al suelo
que al mismo ritmo del duelo
parece que están peliando.
Y allí quedó... largo a largo...
un muerto con botas puestas,
perdedor en las apuestas
de ese trance tan amargo.
El matador, sin embargo,
como volviendo de un sueño.
suelta un pingo con empeño
pa que busque la querencia
y anuncie con su presencia
¡el triste fin de su dueño!
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