(Pintura: Eleodoro Marenco)
El recuerdo reverencia
a los que en dura batalla,
al fragor de la metralla
forjaron la independencia;
el baqueano fue la esencia
que nutrió cada victoria,
se emparentó con la gloria
en patrióticos combates,
y escribió en esos embates
una página de historia.
Señuelo del caudillaje
en aventuras remotas,
cuando marcó las derrotas
en inhóspito paisaje;
fue anónimo personaje
en las bélicas campañas,
un puntal en las hazañas
de lanzas y boleadoras,
y en “lides” libertadoras
de llanuras y montañas.
De mirada penetrante,
templado y adusto gesto,
con sutileza en su puesto
cumplió un papel de gigante;
fue el soldado trashumante
que gestó una etapa bella,
y se agigantó la estrella
de San Martín y Belgrano,
con la guía de su mano
orientadora en la huella.
Gaucho serio y cauteloso
dueño de sutil argucia,
rumbeador con fina astucia
en terreno cenagoso;
pertinaz, firme, ingenioso,
para hallar el rumbo cierto,
en bosques o campo abierto
dominaba cada atajo,
y conocía a destajo
los misterios del desierto.
Cruzó en las noches oscuras
con privilegiado tacto,
y en férreo y valiente acto
desbarató las conjuras;
fundado en razones puras
fue símbolo de hidalguía,
su arcaica sabiduría
se fue rindiendo al progreso,
pero ganó con exceso
el honor de una poesía.
02-03-2009
TIEMPOS FEOS
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