La Josefa del jagüel
güelve trayendo agua fresca,
y al gato que quiso gresca
un perro saca al tropel,
encarnizao y sin yel
lo atropeya hasta una cina;
atrás queda una gayina
que amontona con desvelo
los poyos que’n el regüelo
le’spantó la tremolina.
Yo estoy tusando el gatiao
abajo’e la acacia vieja
en la que una comadreja
no hace mucho había anidao;
¡gran pucha, si habré lidiao
pa’ encontrarle el escondrijo!
De yapa, con varios hijos
y áhi morir, jue su destino,
porque’s un bicho dañino
asigún yo lo colijo.
Por la tranquera ‘el molino
el menor de los muchachos
en un zaino vivaracho
viene acortando camino;
como un plumón blanquecino
trái el guardapolvo suelto,
la escuela ya lo ha degüelto
de su deber mañanero,
porque a más de ser campero
lo saber lo hará resuelto.
El corderito criao guacho
pidiendo más leche bala,
pero… la angurria por mala
puede acercarlo al empacho;
travesiando tumba un tacho
al lao mesmo de la troja,
un ganso que se le enoja
a los grasnidos protesta,
¡…y el gatiao… como pa’ fiesta
por lo arreglao, se me antoja!
Que la comida está lista
ya me avisa la patrona,
esa crioya querendona
que’s el candil de mi vista;
no hay corazón que resista
la dulzura de los besos
que dan esos labios gruesos,
y mientras tranqueo pa’l rancho,
de orguyoso me siento ancho
por mis dos hijos traviesos.
(22/10/1981)
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