Quisiera escrebirte,
pero tengo pena,
porque sé que un pobre
papel borroneao
no hay tener la juerza
de hacer que se dueble
tu capricho ’e fierro
o hacer que se ruempa.
Quisiera escrebirte
que te quiero mucho,
que sé que sos buena,
que te he soñao mía,
que me hey sentío tuyo
pa’ la vida entera.
Quisiera escrebirte,
la mano me tiembla,
y por la ventana
de mis ojos mansos
se salen pa’ juera
como disparando
del fuego ’e mi sangre
lágrimas que queman.
Quisiera escrebirte,
pero tengo pena
de largarla a solas
con sus arrebatos
y con sus tristezas
a esta carta mía,
pedacito ’e mi alma,
que golpie en tu puerta.
Quisiera escrebirte,
pero me asujetan
la garra ’e la pena
y una voz del viento,
dispacio me sueplan:
«No mandís la carta
que si la reciben
es para reírse de ella".
No mandís la carta
que si se dan cuenta
que va en esa carta
un pedazo ’e tu alma
llorando de pena,
la dejan que siga,
que siga golpeando la puerta».
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