El mundo está hecho al revés,
no está como se formó
según lo estoy viendo yo,
y les voy a decir porqué.
Se está perdiendo la fe
por tanta ingratitud,
se mata al que tiene salud,
sufre el que está desahuciado,
que la muerte a suplicado
a la Virgen y a Jesús.
Ese ser que desespera
en una triste agonía,
sufre y llora día a día
su enfermedad postrera,
y aquel que goza de veras
¿Por qué se quita la vida
y deja tremenda herida
por su alma que ya reposa,
a hijo, hermanos, esposa,
que lamentan su partida?
Yo quisiera asegurar,
pero tal vez de ofendido,
que el bueno siempre ha sufrido
y el malo puede gozar.
Sin embargo, al empezar
nos dijo el Niño Jesús:
Cuando en el mundo vean luz
sean buenos a carta cabal
y nunca paguen el mal
con ninguna ingratitud.
Ninguno en esta vida,
ni el más sabio de la tierra,
sabe qué misterio encierra
todo ser que se suicida.
Sólo piensa en la partida
para no volver jamás,
es corajudo y audaz,
cobarde o demente tal vez,
por no soportar el revés
que tiene la humanidad.
Toda herida se cierra,
dice un antiguo refrán.
Unos vienen y otros van
sobre el globo de la tierra;
que se maten en la guerra,
ellos tienen un motivo,
o aquél que vive cautivo
de una grave enfermedad,
o juega su libertad
para no entregarse vivo.
Pero el que tiene el placer
y que su hogar ha formado
¿qué misterio lo ha impulsado
a cumplir ese deber?
Hasta hoy me cuesta creer
cuando en plena juventud
no quiso ver más la luz
y ha destrozado su nido,
hermano, me has convencido
que existe la ingratitud.
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