Zumba el porfiado insecto bullidor. En la falda
reverdecida y suave que la montaña enseña,
descansan de la dura condición comarqueña
los fuertes campesinos de poderosa espalda.
Cerca del bosque luce reflejos de esmeralda
al bochorno implacable, la laguna risueña,
y ante el plantel nudoso de las parvas de leña
reposan los aperos que el sol tiñe de gualda.
Duerme a la sombra el perro. Prometen galanura
de lucientes visiones, en cosecha futura,
los trigos, a la tierra conquistado tesoro...
Y allá, bajo el alero de pintoresca parra,
llora el bizarro mozo, de la triste guitarra,
su amor a la inconstante de las trenzas de oro.
(Pintura: Carlos Montefusco)
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