El baúl junto a la cama
tiene el mensual por moblaje.
Y aparece entre el pilchaje
el retrato de su mama.
Presentando un monograma
su pañuelo; y el espejo,
que le devuelve un reflejo
cuando el domingo se apronta
pa ir a visitar "la tonta"
montao en el azulejo.
Guarda con prolijidá
un par de alpargatas nuevas.
Y, por si hay que dar las pruebas
de auténtica propiedá,
tiene ahi la seguridá
de su caballo; y se enanca
sobre una sábana blanca
bien guardada entre la ropa,
la redondez de la copa
de un sombrero con retranca.
Aunque él es un hombre sano,
guarda una yerba campera,
y bombacha corralera
pa su gala de paisano.
Los cigarros, siempre a mano,
nunca menos de una caja;
acompañando la faja
la rastra y el tirador.
Y junto al acentador
la brocha con la navaja.
Lo que nunca le ha faltao,
porque es hombre que presume,
es un frasco de perfume
que a un turco se lo ha comprao.
Varias ligas a un costao,
porque dos pares precisa:
uno es un par que utiliza
pa las medias levantar,
y el otro pa sujetar
las mangas de la camisa.
Allí guarda un calzoncillo
de esos largos con rayitas,
y atados con dos tiritas
a la altura del bolsillo,
una gruesa camiseta;
el facón, la papeleta...
su camisa bien planchada
y una mantita bordada
con una P y una Z.
Perdonen que no les nombre
todito como es debido;
porque el mensual ha sabido
ocultar sus cosas de hombre.
Por eso a nadie le asombre
el misterio de ese arcón.
Y, aunque lo que guarda un pión...
nadie averigua ni sabe,
él lo puso bajo llave
por consejo del patrón.
Ni un mensual que se preciara
dejó de tener baúl,
donde un sobre forro azul
con una carta guardara.
Y aunque el tiempo amontonara
papeles amarillentos,
pa ver esos documentos
habría que escarbar muy hondo;
porque él siempre buscó el fondo
pa esconder sus sentimientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario