Que po qué me disgracié?
¡Vaya a sabe su Mercé
lo que las hémbras y machos
en cuestiones del queré
guardamos dentro el pecho!
Yo quería a mi Isabel
como a la Virgen del Cielo;
y cuando ella me decía
que me quería también,
me miraba en sus ojazos
qu'eran grandotes y negros
como esos nichos sin naide
de la tapia'el cementerio.
Pero un güen día, mi iñor,
dende la lomita'el cerro,
la vide en líos de amor
con Ifraín el buhonero.
Supe dispués que una cinta
coloráa jué el regalo
que me le dieron en premio.
Esa cinta coloráa,
en su cogote moreno,
era para mí un puñal
que me traspasaba el pecho.
¡Y tuve ganas de ahorcarla
con las trenzas de su pelo!
-Y dispués ¿qué sucedió?
-Isabel dejó e lucir,
en su cogote moreno,
esa cinta coloráa
qu'en pago de su traición
le acetara al buhonero.
En una noche mu negra,
como son tós mis ricuerdos,
la corté con un cuchillo
junto con las carnes d'ella.
Y dende la noche aquella
a esa cinta coloráa
que me causó tanta pena
po más que cierro los ojos
po no vela... po no vela...
¡la veo toítas las tardes
pintaíta allá en el cielo,
cuando s'esmayan las luces
sobre la lomita'el cerro!...
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